Peronismo, mujeres y feminismo
A partir de los nuevos derechos debe consolidarse una nueva conciencia social y colectiva
El peronismo fue, es y será el movimiento político que diseña, ejecuta y realiza las innovaciones necesarias para superar los paradigmas vigentes, instituyendo nuevas formulaciones que amplían los límites de lo actual, creando otras instituciones que promueven, impulsan y realizan el progreso permanente, amplían la integración social e incorporan a todos y todas a la fórmula política de la ecuación del poder y a una mejor calidad de vida.
El peronismo nació humanista, paritario y feminista, adelantando el reloj de la historia. Es el movimiento político en América Latina con mayor número de adherentes y es la ideología política de la mayoría social en nuestro país. Es el partido político que incorporó a las mujeres a la política y a la ciudadanía plena a mediados del siglo pasado, y en este presente sigue incorporando nuevos derechos y garantías superadoras que promueven y efectivizan el progreso y la justicia social, que son los valores basales de su doctrina y su gobierno.
Desde su origen reconoció a las mujeres como protagonistas de la política, en igualdad con los varones. Esa es una premisa fundante del feminismo y fue y es un principio fundamental del peronismo. La ley electoral vigente en 1946 establecía el voto secreto, universal y obligatorio y era aplicable sólo a los varones. Las mujeres estaban invisibilizadas, ignoradas y discriminadas. Ellas no eran ciudadanas, no podían ser candidatas, tampoco podían votar. El general Juan Domingo Perón, desde los discursos iniciales de su primera campaña electoral, prometió que ese sería el último proceso electoral sin la presencia y la participación plena de las mujeres. Cumplió fielmente su promesa. Cuando asumió la presidencia el 4 de junio de 1946, en su primer mensaje a la Asamblea Legislativa, se pronunció a favor del voto femenino. En octubre del mismo año incluyó el proyecto de ley de los derechos políticos de las mujeres en igualdad con los varones en el Primer Plan Quinquenal. En su artículo primero decía: “Toda mujer argentina, nativa o naturalizada, tiene derecho, a partir de los 18 años de edad, de elegir y ser elegida en igualdad con los varones”.
El 23 de septiembre de 1947 se promulgó la ley que consagró la igualdad de derechos políticos de varones y mujeres. Cuatro años más tarde, en las elecciones nacionales del 11 de noviembre de 1951 votaron por primera vez 3.800.000 mujeres argentinas. El 73,9% lo hizo por el Partido Peronista. En el Chaco el porcentaje alcanzó el 80%. El 90,37% de las empadronadas emitió el voto. El peronismo fue el único partido con posibilidades de triunfar que llevó mujeres en sus listas. Los radicales no incluyeron candidatas mujeres.
Evita fue la gran protagonista y la energía decisiva del voto femenino. Aunque había declinado la candidatura a la vicepresidencia por su estado de salud, lideró la única fuerza política que llevaría mujeres a los recintos parlamentarios en aquellas elecciones: el Partido Peronista Femenino. La Rama Femenina del Partido Justicialista, fundada en 1949, tenía garantizado un tercio de los cargos obtenidos por votos peronistas. En 1951 consiguió nada menos que 23 diputadas nacionales, tres delegadas de territorios nacionales y seis senadoras nacionales que, sumadas a las legisladoras provinciales, lograron un total de 109 mujeres legisladoras. Nada parecido había acontecido antes de ese hito histórico e instituyente.
Dos mujeres ejercieron la Presidencia de la Nación en nuestro país: María Estela Martínez de Perón, riojana de origen, que integró como Vicepresidenta la fórmula presidencial con la que Juan Domingo Perón asumió su tercer mandato, y al fallecer éste el 1 de julio de 1974 asumió la Presidencia; y la doctora Cristina Fernández de Kirchner, quien fue votada para ser Presidenta y asumió su primer mandato en el año 2007 y fue reelecta por una amplia mayoría en 2011. Fue la primera Presidenta de la Nación reelecta en la historia de América. Ambas fueron candidatas por el Partido Justicialista.
En la actualidad la democracia paritaria es un objetivo que se afianza en el mundo. Fue una de las metas que la Cumbre Mundial de Mujeres, celebrada en Beijing en 1995, se propuso para el año 2005. La finalidad de la paridad es el cambio de actitudes y de valores respecto a la distribución del poder social en igualdad y equidad de género, en los lugares de decisión política. En Europa, los documentos fundacionales de la Unión Europea consagraron la paridad como contenido esencial de la ética política comunitaria europea.
El Congreso de la Nación sancionó en noviembre de 2017 la ley 27.412 que exige –como requisito para la oficialización de las listas de candidatos y candidatas para la elección de cargos legislativos nacionales y del Mercosur– la integración paritaria, en forma secuencial y alternada: deben ubicarse de manera intercalada mujeres y varones, desde el primer candidato o candidata titular hasta el último candidato o candidata suplente. Desde el año 2000 hasta la fecha, 21 de las 24 jurisdicciones de la Argentina han adoptado leyes que establecen la participación equivalente y proporcional por género en cargos electivos.
A pesar de que las mujeres constituyen el 60% de los egresos universitarios, esto no se ha traducido en la igualdad de género en el mercado laboral. La diferencia salarial de género permanece en el 23% a nivel mundial y, si no se toman medidas firmes, pasarán décadas antes de lograr la igualdad en este rubro. Si bien las mujeres han logrado ocupar importantes cargos políticos, su representación en los parlamentos nacionales de todo el mundo es del 23,7%, una cifra que permanece muy lejos de la paridad. En la Argentina las legisladoras nacionales mujeres son el 42%. Por ello la importancia de esta ley y más aún de su efectivo cumplimiento. Es preciso que los ciudadanos asuman esta causa como propia y que las fuerzas políticas las efectivicen en las listas.
El peronismo fue pionero en implementar políticas de protección integral a las víctimas de violencia familiar, cuando en casi todo el mundo se consideraba que estas situaciones debían quedar en la intimidad familiar y el ámbito privado, sin injerencia del Estado. La violencia de género está extendida en nuestro país y en el mundo, y sigue asolando mayoritariamente a las mujeres. El peronismo fue el primer gobierno que atendió la problemática de la violencia contra las mujeres y las infancias, implementando las políticas necesarias para atender a las víctimas en forma integral a través de los Hogares de Tránsito y otras acciones. Esas políticas fueron ejemplo para el mundo.
A través de la gestión del Presidente de la Nación, Alberto Fernández, y su gabinete, y de los gobiernos provinciales –como el de La Rioja, del gobernador Ricardo Quintela– el peronismo en la actualidad impulsa y consolida nuevas formulaciones institucionales y políticas que promueven, amplían, realizan y consolidan nuevos derechos. Podemos citar, a modo de ejemplo, entre muchos otros contenidos: la Perspectiva de Género como contenido transversal en todas las políticas y acciones de gobierno, o los nuevos derechos para la Comunidad Trans. Las medidas administrativas a nivel nacional, provincial y municipal que suman derechos y garantías para géneros y diversidad que históricamente fueron ignorados, invisibilizados y postergados, constituyen un amplio espectro de posibilidades para todas las personas de lograr la igualdad con equidad e inclusión. Ahora es necesario un trabajo de divulgación, conocimiento e internalización de estos nuevos derechos, para crear una cultura superadora que consolide la nueva conciencia social y colectiva.
El peronismo –antes, ahora y siempre– impulsó el progreso inclusivo con justicia social, promoviendo especialmente a los y las más vulnerables. El pueblo argentino reconoce, valora y consolida ese legado peronista. En este presente, nosotras y nosotros, la militancia actual, recibimos la herencia de Perón y Evita y de todos y todas quienes los siguieron, y debemos comprometernos a mantener y consolidar los valores peronistas en todos los ámbitos sociales y políticos, mejorando cualitativamente la representación social, institucional y política para la consolidación y perfección de la democracia con justicia social, para la promoción de las personas y su plena realización. Así contribuiremos a lograr la grandeza de la Patria y la felicidad del pueblo.
* El artículo se publicó en la Revista Movimiento.
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