El nuevo mundo de los BRICS

La Argentina se incorpora a la alianza entre los países más importantes entre los emergentes

 

La República Popular China y Brasil, los dos socios más importantes que tiene hoy la economía argentina, fueron claves para lograr que nuestro país se integre a los BRICS, como se anunció el jueves en Johannesburgo. El grupo que también integran Rusia, India y Sudáfrica vivió puertas adentro y en medio de fuertes presiones una negociación dura para decidir si ampliaba ahora –y con qué miembros– el bloque que solo entre esos cinco países originarios reúne a más de 40% de la población mundial y más de un cuarto del producto bruto global.

Los BRICS tendrán desde el 1º de enero 11 socios. Junto con la Argentina se sumaron Irán, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía y Egipto. La mayoría son importantes productores y exportadores de energía y también de agroalimentos. Son, y serán más aún, mayores mercados y economías que los miembros del G-7, formado por los ricos de Occidente más Japón.

Hasta último momento no se supo qué sucedería en Johannesburgo. Incluso Sudáfrica, el anfitrión, no había incluido el tema en la agenda final, lo que llevó al gobierno argentino a no enviar a ningún funcionario. Fue una gran paradoja que un anuncio estratégico de semejante porte, que la Argentina vino amasando hace años, no tuviera allí un testigo nacional presencial. El canciller Santiago Cafiero lo justificó por la mencionada acción sudafricana y en su entorno afirman que, si Alberto se perdió la foto, tampoco hubo foto de los líderes de los cinco viejos más los seis nuevos miembros. Es cierto. Pero no hay dudas de que al menos un apretón de manos con Xi Jinping o, mucho más, un abrazo con Lula da Silva se hubiera logrado. Una pena que no ocurriera. Por lo demás, viajaron decenas de jefes de Estado a la cumbre, mayoría de africanos, y los latinoamericanos Luis Arce de Bolivia y Miguel Díaz-Canel de Cuba, que por cierto no estaban ni cerca de entrar. El escenario, el potencial, el alumbramiento de un nuevo mundo que se vivió en la ocasión, les hizo ver que valía la pena asistir. Ameritaba que Alberto Fernández cruzara el Atlántico en línea recta por el sur, algo para nada habitual en la dirigencia argentina que en el siglo XX lo cruzaba siempre hacia el norte.

Fernández mismo explicó bien, por cadena oficial a las 9 de la mañana de ese día, desde Olivos, la relevancia de la ocasión. Sin ser excluyente –aclaró para no ofender a Occidente y sus instituciones– dijo: “Nos hemos incorporado a la alianza de los BRICS, los países más importante de los emergentes, no los únicos ni excluyentes”, pero “determinantes de la nueva arquitectura global”. “Se abre un nuevo escenario. Seremos protagonistas”, agregó. Valoró a los BRICS e informó que hoy ocho provincias argentinas tienen como primer destino de sus exportaciones a China (no lo dijo pero son Jujuy, Santiago del Estero, Formosa, Chaco, Catamarca, Entre Ríos, San Luis y La Pampa), cuatro lo tienen a Brasil (Buenos Aires, Córdoba, Mendoza y La Rioja) y dos a India (sí lo dijo: Santa Fe y San Juan). La participación de estas 14 provincias en el comercio exterior argentino representa el 86%, según la Bolsa de Comercio de Rosario.

Hace rato que el eje de la acumulación de riqueza y su circulación se mudó hacia el este. Hoy Vietnam, por ejemplo, es el cuarto destino de las exportaciones argentinas. Difundir estos temas no hará ganar votos en las elecciones de octubre. Pero el gobierno actúa correctamente cuando intenta asociar la importancia que este nuevo mundo tiene en la Argentina a las fábricas y pymes nacionales que están cada vez más articuladas a él.

Mientras tanto, en el Consejo de las Américas (que Patricia Bullshit citó como “Council of the America”, en singular) muchos empresarios que aplaudieron la afirmación de la candidata del PRO de que un gobierno suyo saldría de los BRICS siguen soñando con aquel mundo donde Estados Unidos –que sin dudas es un gran inversor en nuestro país– hacía y deshacía a gusto. Fue otra ironía que la reunión en el Hotel Alvear de ese lobby estadounidense se hiciera el mismo día del ingreso argentino a los BRICS. Desde Washington, el asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, trató de ningunear al BRICS y lo refirió como “un conjunto muy diverso de países (...) con diferencias de opinión sobre cuestiones críticas”. Y para discriminar a China y a Rusia dijo que su país era amigo de Brasil, India y Sudáfrica. Sobre ello trató de presionar el imperio, sin suerte. Ahora le queda esperar que gane la oposición en octubre en la Argentina para que el país se vaya del grupo tan rápido como ingresó. Ni para entrar ni para salir hace falta acuerdo parlamentario. Así que todo es posible.

Igual que la dirigente de Juntos por el Cambio, se sabe que el otro candidato de la derecha, el “libertario”, haría lo mismo. Lo dijo el jueves y ya había dicho que Estados Unidos e Israel serían sus aliados en política exterior. En el Frente de Todos-Unión por la Patria no hubo fisuras en elogiar el logro de sumarse a los BRICS; sí hubo recriminaciones por la ausencia de Fernández en Sudáfrica. Pero todxs coinciden en la necesidad de sumar fuerzas en cuanta mesa se disponga en el mundo, siempre que apunten a mejorar la situación económica, el desarrollo y la defensa de la soberanía nacional (punto donde por cierto los BRICS califican mejor que los socios tradicionales de Occidente, por ejemplo en la causa Malvinas). La gran fragilidad por la deuda con el FMI, sin embargo, hace más vulnerable cualquier movida global que haga la Argentina.

Volviendo al BRICS, si antes el bloque ya representaba tanto o más que el G-7 (potencias de Occidente y Japón) ahora suma músculo para lo que entiende es un nuevo mundo en gestación, multipolar y contrario al pretendido dominio de los noratlánticos. Tiene su propia institución para financiar obras y no ajustes fiscales: el Nuevo Banco de Desarrollo, y quiere hasta tener su propia moneda, desdolarizar la economía.

En espera están también: Argelia, Bangladesh, Bahréin, Bielorrusia, Bolivia, Cuba, Honduras, Indonesia, Kazajstán, Kuwait, Marruecos, Nigeria, Palestina, Senegal, Tailandia, Venezuela y Vietnam.

Durante la gestión Fernández, en línea con lo iniciado por Néstor Kirchner en su viaje a Rusia y a China en 2004, la Argentina ingresó al Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura (que a pesar de ser de Asia admite invertir en otras regiones, por ejemplo América Latina, si son proyectos que favorecen el cuidado del medio ambiente o si son de conectividad con Asia) y a la Iniciativa de la Franja y la Ruta que empuja China. Son entidades nuevas hacia otra institucionalidad donde el Sur Global haga valer su voz.

 

 

 

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