El acuerdo con el FMI
El Fondo destaca el apoyo de Pichetto al drástico ajuste impuesto a la Argentina
El directorio del Fondo Monetario Internacional aprobó el viernes “la primera revisión del acuerdo stand-by” otorgado inicialmente a la Argentina el 20 de junio. El cumplimiento de esta formalidad le permitirá al gobierno de Mauricio Macri recibir un desembolso de U$S 5.700 millones en los próximos días y otro de U$S 7.700 millones antes de fin de año, un poco más del doble de los fondos que hubiera recibido en el mismo lapso bajo el acuerdo original. A causa de esa aceleración de los desembolsos de 2018, el FMI auditará a nuestro país cada dos meses hasta fin de año.
El monto total del nuevo stand-by suma U$S 56.300 millones (incluyendo los U$S 15.000 millones ya desembolsados en junio), que son U$S 6.300 millones más de los contemplados en el convenio original, pero U$S 800 millones menos de los anticipados por la Directora Gerente del FMI Christine Lagarde y el Ministro de Hacienda Nicolás Dujovne cuando anunciaron el acuerdo “a nivel técnico” un mes atrás.
La nueva Carta de Intención firmada por Dujovne (que sigue acumulando experiencia como corresponsal de Lagarde) y el presidente del Banco Central, Guido Sandleris, dice que el gobierno ya no puede tratar el acuerdo como “precautorio” y planea solicitar el desembolso del “monto total accesible bajo el programa” para utilizarlo “como apoyo presupuestario”. Tomada al pie de la letra, esa aclaración contradice manifestaciones anteriores de funcionarios del equipo económico sobre su intención de volver a emitir deuda en los mercados internacionales para lograr diferir algunos de los desembolsos del stand-by. En tal caso, quien sea Presidente a partir de diciembre del año que viene sólo contará con U$S 5.900 millones de desembolsos remanentes y, a cambio, deberá afrontar el costo de devolver los U$S 50.400 millones, más intereses, que el FMI le haya prestado a Macri.
Las nuevas condiciones que el FMI le impone a la Argentina a cambio de concederle a Macri los adelantos de fondos que solicita y las proyecciones del organismo sobre el impacto que cumplirlas le acarreará a la economía doméstica, se documentan en las 113 páginas del Informe del Staff del FMI, la Carta de Intención mencionada, el Memorándum de Políticas Económicas y Financieras y el Memorándum Técnico de Entendimiento, que la oficina de prensa del organismo difundió en sus versiones en inglés a última hora del viernes. La extensión del mamotreto impide completar en las pocas horas disponibles un análisis cuidadoso de su contenido, que se promete para futuras columnas, pero vayan a cuenta, mientras tanto, algunas observaciones preliminares a mano alzada:
Los tiempos siempre son políticos
En el caso del stand-by original, pasaron 13 días entre que el gobierno y el staff del FMI alcanzaron un acuerdo técnico y el directorio lo aprobó, y 24 días más hasta que el FMI difundió la Carta de Intención y el resto de la documentación que lo formalizó. Esta vez, en cambio, pasaron 30 días, casi el triple de tiempo, entre el acuerdo técnico y la aprobación del directorio, pero la documentación se difundió de inmediato en vez de tres semanas más tarde. La notable diferencia entre los tiempos insumidos para finalizar y difundir la documentación de los respectivos acuerdos sugiere que el largo mes que demoró el directorio en tratar el segundo, tuvo menos que ver con los rumoreados remilgos de un par de directores europeos que con el deseo más verosímil del oficialismo de impedir que la difusión temprana de los detalles del acuerdo le dificultara persuadir los votos necesarios para conseguir la media sanción del presupuesto en la Cámara de Diputados.
Las nuevas “dificultades imprevistas”
El gobierno sigue adjudicando a hechos de la naturaleza y actos ajenos las desgracias que engendra su gestión. Los “cambios inesperados” aducidos en la Carta de Intención de junio para justificar el pedido de ayuda inicial (la sequía, el aumento del precio del petróleo, la suba de la tasa de interés de los bonos de los Estados Unidos) ceden su lugar en la nueva Carta a las dos “dificultades imprevistas” que obligan al gobierno a reclamar un apoyo más cuantioso y veloz: las condiciones globales que siguen siendo inhóspitas para las economías emergentes y, previsiblemente, las derivaciones indeseadas de la causa de los cuadernos.
Pero el Informe del Staff agrega una tercera “dificultad”, que atribuye a un culpable de carne y hueso cuya identidad no se esfuerza por disimular (pista: Sandleris no es): “Durante los últimos meses, el manejo del tipo de cambio del Banco Central careció de un objetivo claro y ha generado una pérdida de reservas excesiva mientras hacía muy poco para corregir las disrupciones del mercado. Incumpliendo sus compromisos bajo el programa, las autoridades han implementado una estrategia discrecional… interviniendo algunos días cuando el peso no fluctuaba significativamente, vendiendo reservas indistintamente mientras se apreciaba la moneda mediante subastas o ventas directas, y ocasionalmente absteniéndose por completo de intervenir en el mercado cuando se producían grandes movimientos del tipo de cambio. Esta falta de un matriz de intervención coherente fue especialmente notoria durante agosto y septiembre.”
Con “amplio consenso político” se puede
Las reformas adoptadas por el FMI después de la crisis de 2009 condicionan sus préstamos a que el programa económico del país deudor cuente con suficiente consenso interno como para considerarlo una política de estado (“propiedad nacional”, en la jerga de los documentos internos sobre condicionalidad del organismo). Para cumplir ese requisito indispensable, el nuevo Memorándum de Políticas Económicas y Financieras traduce el voto favorable al proyecto de presupuesto de 21 diputados que responden a nueve gobernadores peronistas y de 11 diputados de partidos provinciales y afines, como un “apoyo a nuestro plan” expresado por “líderes políticos de todo el espectro político, incluidos los gobernadores provinciales y los principales representantes en el Congreso”, pues la aprobación del presupuesto “acentuará aún más el amplio consenso político que ha sido establecido en la sociedad argentina sobre las políticas que estamos proponiendo en este memorándum”. El Informe del Staff no cuestiona la hipérbole del gobierno y, si bien lamenta que “no se han recibido declaraciones de apoyo al programa respaldado por el FMI de todas las facciones políticas”, matiza esa decepción resaltando un nombre propio que parece valorar especialmente: “la cabeza del Partido Justicialista en el Senado ha expresado su apoyo al plan fiscal que subyace el acuerdo stand-by”.
Precisiones sobre la política monetaria y las bandas cambiarias:
La documentación agrega algunas precisiones a lo que ya se conoce sobre las políticas de crecimiento cero de la base monetaria y de flotación libre del dólar, sin intervenciones del Banco Central, dentro de una banda de $34 a $44 pesos (ajustable al 3% mensual):
El BCRA promete no dejar que la tasa de interés de las LELIQs caiga por debajo del 60% hasta que las expectativas de inflación a doce meses del Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) “haya declinado decisivamente durante dos meses consecutivos”.
El gobierno promete no realizar ventas de divisas a través de bancos estatales y declara que no proyecta vender divisas de los desembolsos que reciba del FMI hasta fin de año. Además se compromete a diseñar con ayuda del FMI un “sistema para la conversión ordenada a pesos y el uso de estos desembolsos para cubrir necesidades presupuestarias” en 2019, antes de que dichas necesidades aparezcan.
Al reemplazarse el sistema de metas de inflación con un esquema de crecimiento neutro de la base monetaria, el FMI ya no considera necesaria la exigencia de que el gobierno deba consultarlo si la inflación excede determinado tope.
Pronósticos fallidos pero gobierno optimista
El Informe del Staff señala que el gobierno incumplió tres parámetros del acuerdo original (tope de inflación, nivel de reservas netas y reducción de pasivos del Banco Central) y describe hasta qué punto todas las variables económicas importantes en que se basa el nuevo acuerdo son peores que el más adverso de los escenarios contemplado hace apenas cuatro meses en el acuerdo original. Por ejemplo, para fines de 2018:
- El escenario adverso original contemplaba una inflación de 31,7%. El nuevo escenario base la estima en 43,8%.
- El escenario adverso original proyectaba una caída del PBI de 1,3%. El nuevo escenario base proyecta que caerá 2,8%.
- El escenario adverso original calculaba que la deuda pública representaría un 68% del PBI. El nuevo escenario base la eleva a 81%.
El fracaso de esos pronósticos no disuade al gobierno de su optimismo congénito. Por ejemplo, en el Memorándum de Políticas Económicas y Financieras vaticina un crecimiento interanual de 8,5% en el cuarto trimestre de 2019 porque, si bien el crecimiento será negativo hasta el primer trimestre de 2019, “el restablecimiento de la estabilidad macroeconómica y la trayectoria más rápida de nuestra relación deuda-PBI restaurarán la confianza y eventualmente resultarán en una recuperación en forma de V a partir del segundo trimestre de 2019.”
El realismo que falta en los dichos del gobierno se detecta en aquello que calla. En el nuevo Memorándum de Políticas Económicas y Financieras, el gobierno afirma que, pese al “contexto más difícil”, sus “objetivos siguen siendo los mismos”. Pero cuesta creerle cuando se advierte que en esta versión del memorándum ha eliminado el párrafo del acuerdo original donde anunciaba que el “objetivo final” de su plan era “dinamizar la actividad económica, crear nuevos empleos, fomentar las inversiones, reducir la pobreza, mejorar la cohesión social y elevar los estándares de vida de todos los argentinos”. Después no digan que no nos avisó.
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