La muerte acecha agazapada en la banalidad sin gloria de la vida cotidiana y un mundo de violencia política se filtra por los poros sociales, arrasando todo lo que encuentra a su paso. En este devenir caótico, se vislumbra el fuego arrasador del miedo. Un miedo cuyas raíces se ensartan en los orígenes del tiempo. El miedo ha sido desde siempre una fuerza contradictoria, un arma de doble filo pasible de ser utilizada para imponer la voluntad de unos pocos sobre los muchos. Esto aparece hoy a la luz del día.
El carácter asimétrico de las relaciones de poder engendra conflictos que, si no se contienen, pueden amenazar la continuidad de la vida social. El miedo expresa una tensión dramática entre la capacidad humana de reflexión y su posible implosión emotiva ante un peligro inminente. Ya en tiempos de los griegos, Aristóteles advertía que solo superando los miedos los seres humanos podían ser libres. Con el correr del tiempo, las guerras y la expansión de los imperios otorgarían gran relevancia a la utilización del miedo para reproducir relaciones de poder a escala cada vez más amplia.
En 1933, Franklin D. Roosevelt convocaba a su pueblo a dejar atrás “el terror sin nombre, irracional e injustificable que paraliza los esfuerzos” y a tener en cuenta que “solo hay que tener miedo al miedo mismo” (discurso inaugural, 1933 ) Poco tiempo después, el filósofo Bertrand Russell advertía sobre el poder maléfico del miedo al reconocer que nadie – ni un individuo, ni una multitud, ni una nación— pueden pensar racionalmente cuando actúan bajo el influjo de un gran miedo (Unpopular Essays, 1996 ). Por ese entonces el nazismo y el fascismo convertían al miedo y al odio racial en el eje de un mecanismo infernal de propaganda que buscaba anular la reflexión y la capacidad de disenso encausando compulsivamente la obediencia a un régimen que promocionaba una brutal concentración del poder político y económico.
Si bien estos movimientos políticos fueron derrotados, los principios de la propaganda totalitaria lejos de desaparecer están hoy cada vez más naturalizados y presentes de un modo subliminal en la vida cotidiana. En un contexto de enorme concentración del poder en todos los órdenes de la vida social y de severa crisis institucional, los medios de comunicación altamente concentrados y los monopolios que controlan las redes sociales y el acceso a internet diseminan mentiras y medias verdades y promueven el comportamiento de rebaño para fomentar el consumo sin límites y controlar el disenso. Para ello, anulan la reflexión e inculcan el miedo al “otro”, que por su mera existencia amenaza la identidad, el territorio y los bienes propios. A este mundo del “sálvese quien pueda” llegó la pandemia y apresuró los tiempos del descalabro. Las pujas entre las corporaciones y entre las élites políticas por acaparar una cuota mayor de poder mientras la economía se derrumba y las instituciones se quiebran genera el escenario donde resuena el rumor de la protesta social.
En este contexto, el Foro Económico Mundial (World Economic Forum, WEF) organismo que expresa a los poderosos de este mundo, ha publicado en los últimos tiempos una guía para el “reseteo” del capitalismo en esta nueva fase (The Great Reset weforum.org). Según esta visión, la pandemia ha apresurado la marcha hacia “la cuarta revolución industrial”, un nuevo orden mundial dominado por las corporaciones que controlan las tecnologías de punta y el ciberespacio. En este mundo que se avizora, las corporaciones tienden a sustituir a los Estados nacionales y el control sobre la inteligencia artificial será la llave que permitirá dominar la vida humana, los recursos naturales, los mercados y la geopolítica.
Elecciones, miedo e inteligencia artificial
En los Estados Unidos cunde el clima de incertidumbre respecto al resultado de las elecciones y se instala con fuerza la posibilidad de una severa crisis institucional. Según las encuestas, los republicanos votarán presencialmente el día de las elecciones mientras que los demócratas lo harán por correo. Esto determinará una afluencia inicial de votos republicanos que daría la apariencia de un triunfo electoral de Trump al cierre de las elecciones. Sin embargo, a medida que lleguen los votos por correo y transcurra el escrutinio, el triunfo se esfumará generando una tensión creciente marcada por un alto riesgo de protestas callejeras en todo el país (zerohedge.com 28 8 2020, summitnews.com 1 9 2020). Esto último ha sido advertido por el titular de Facebook, Mark Zuckerberg, quien conjuntamente con las corporaciones que controlan las redes sociales y el acceso a la información en Internet arbitrarán el resultado electoral, bloqueando todo lo que consideren disruptivo (zerohedge.com 8 9 2020).
Paralelamente, el Transition Integrity Program (TIP), un grupo constituido por representantes del establishment del partido Demócrata y prominentes ex funcionarios republicanos que apoyan la elección de Biden, ha realizado una serie de ejercicios de simulación (war games) destinados a prever escenarios electorales posibles. Curiosamente, todos estos ejercicios muestran que si no gana Biden el resultado será una crisis constitucional. Los ejercicios prevén 11 semanas entre las elecciones y la inauguración del nuevo Presidente en las que Trump utilizará todos los organismos del Estado (correo, legisladores, agencias federales y militares) para no entregar el poder, mientras los demócratas utilizaran al Poder Judicial y a las manifestaciones callejeras para obligar a Trump a entregar el gobierno (bostonglobe.com 26 7 2020, zerohedge.com 6 9 2020).
La conformación del TIP arroja luz sobre el significado político de estas predicciones. Si bien este organismo guarda secreto sobre sus adherentes, sus fundadores y actuales directivos permiten vislumbrar los intereses que promueven. Dos de ellos son ex funcionarios del Pentágono y de una fundación privada, la Open Society Foundation dirigida por George Soros y vinculada a las revoluciones de colores que en su momento tuvieron activa participación en la ruptura de la Union Soviética y en la diseminación de Estados fallidos en distintos lugares del mundo. A ellos se suma otro directivo miembro de un grupo de corporaciones tecnológicas liderado por el titular del fondo de inversión Blackstone quien conjuntamente con Eric Schmidt, ex CEO de Google y actual titular de National Security Commission on AI, desarrolla una activa campaña para establecer estructuras de gobernanza compartidas entre líderes y empresarios norteamericanos y chinos y vinculadas al uso futuro de AI. Para este grupo, si el gobierno norteamericano no se involucra, las corporaciones tecnológicas lo harán por su cuenta (unlimitedhangout.com 22 8 2020, epic.org may 2019).
Así, la campaña política de los demócratas es empujada por grandes intereses económicos y políticos enfrentados a Trump. Estos sectores ven a la protesta social como un instrumento para promover un cambio de gobierno, y por ende de política exterior. Trump, a su vez, promueve el control de la protesta social con represión de las tropas federales y enfrentamientos de grupos armados. Paralelamente, aumenta la ofensiva contra China definiéndola como una inminente amenaza a la seguridad nacional. En los últimos tiempos ha tratado de implicar a Biden con los intereses chinos asegurando que “si Biden gana China se apropia de este país” y que es necesario “desacoplar a la economía norteamericana de la economía china” e “impedir que el Ejército chino se financie con dinero norteamericano”. Al mismo tiempo ha amenazado con terminar los contratos federales de las corporaciones que no desacoplen sus inversiones de la economía china (zerohedge.com 7 9 2020).
Así, por distintas vías los dos partidos políticos utilizan al miedo para azuzar la fidelidad de sus votantes. Paralelamente, entre mayo y agosto 48 de las 50 grandes ciudades norteamericanas han sido teatro de protestas asociadas a BLM (Black Lives Matter ) a las que se han sumado otros motivos económicos y relacionados con la pandemia. El 92% de las manifestaciones asociadas a este grupo político han sido pacificas y sin registro de violencia alguno (acleddata.com summer 2020).
Violencia, miedo y erosión de las instituciones
Esta semana la violencia desatada desde hace meses contra el gobierno nacional por el macrismo llego a un punto álgido. Distintos episodios apuntaron directamente a la vigencia de la Constitución y a la autoridad de los Poderes de la República. Mientras los legisladores de JxC conspiraban para seguir trabando el funcionamiento legislativo en los próximos meses, sus militantes se apiñaron a las puertas de un barrio cerrado e impidieron violentamente la prisión domiciliaria de Lázaro Báez decretada horas antes por el Poder Judicial.
Esto fue la introducción a una semana conmocionada por la sublevación de algunos contingentes de la policía provincial en pos de reclamos salariales y de condiciones de trabajo largamente postergados. En forma anárquica, vistiendo uniforme y ostentando armas y equipo policial, rodearon la residencia del gobernador en la provincia para cercar al día siguiente al Presidente en su residencia. Esta sublevación fue anunciada días antes en un programa televisivo por una ex integrante del Ministerio de Seguridad de Macri. A pesar de ello, tomó por sorpresa a las autoridades nacionales y provinciales, incluyendo al ministro de Seguridad de la provincia. En la revuelta se destacó la participación de policías exonerados y jubilados y la injerencia de algunos dirigentes vinculados a JxC.
El silencio atronador de Macri, otros dirigentes de JxC, y todas las organizaciones que nuclean a los grandes empresarios, muestra que esto recién empieza. El uso de la violencia contra las instituciones se ha naturalizado y hasta Rodríguez Larreta dejo pasar más de 8 horas para expresar su repudio a la asonada policial. Sus últimas demandas de flexibilización de la cuarentena no fueron aceptadas en su totalidad por el Presidente. Sin embargo, la afluencia masiva a bares y lugares públicos de la Capital muestran que el gobierno nacional ha perdido la capacidad de apretar el botón rojo largamente demandado por una comunidad medica desbordada por una situación sanitaria cada vez más estresada. Nadie sabe lo que puede ocurrir si esta colapsa.
La revuelta policial fue desactivada concediendo buena parte de los reclamos y el compromiso de que no habría sanciones para los involucrados. La jugada de quitarle a la Capital un punto de los dineros del Tesoro Nacional direccionados hacia ella por decreto de Macri en el 2016 y la decisión de dirigir ahora estos dineros hacia un fondo de fortalecimiento fiscal de la provincia de Buenos Aires, permitió descomprimir el conflicto policial. Sin embargo, este episodio ha dejado al desnudo la vulnerabilidad de las máximas autoridades de la Nación y de la provincia de Buenos Aires y no ha solucionado el problema básico de la ruptura de la cadena de mandos en una fuerza que dispone de cien mil efectivos y está desde hace mucho tiempo comprometida por la corrupción, el abuso de autoridad, el gatillo fácil y la desaparición de personas. Esto debería de alertar sobre la posibilidad de un estallido semejante en otros sectores vinculados a la seguridad y la defensa nacional.
Estos sucesos ocurrieron en una semana en que jueces adictos al macrismo han demostrado su poder bloqueando la causa de los peajes que involucra a Macri y a sus funcionarios. Al mismo tiempo, el BCRA ha perdido en solo dos semanas de agosto cerca de 600 millones de dólares de sus magras reservas tratando de contener la presión sobre el tipo de cambio. En este contexto, la falta de una clara política de comunicación por parte del gobierno nacional y la ausencia de participación de los representantes de los sectores más vulnerables en las decisiones que les conciernen contribuyen a crear el caldo de cultivo para la desestabilización del gobierno.
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