Por su fabuloso y muy bien trabajado y aplicado archivo de datos y de sonidos, por su decisión política de no olvidar y por un programa suyo que lleva nueve años en el aire y que lleva ese título, muchos lo acercan al Funes el memorioso. Pero a diferencia del héroe del cuento de Borges, publicado en su libro Ficciones en 1942, Gustavo Campana no se cayó de un caballo ni se lesionó la cabeza. Es, al contrario, un cabeza dura que cree en la información, en el valor formativo de la memoria y en lo público; y que, parafraseando a Néstor Kirchner, no dejará sus convicciones en la puerta de Maipú 555. Humilde, esforzado, Campana será el sub director de LRA Radio Nacional, secundando al también ya designado como director general, Alejandro Pont Lezica.
La condición del poder y saber atesorar activos periodísticos valiosos la aprendió para siempre en 1981 cuando cursaba primer año en la Escuela Argentina de Periodismo. Su casa es la prueba de que cumplió con aquel mandato legado por el profesor Abregú: habitaciones que a fuerza de libros ya son bibliotecas, hemerotecas (colecciones completas de numerosas revistas) y sonotecas. “En la piecita de la terraza tengo un estudio de grabación que, por todo el papel que cobija, terminó perfectamente insonorizado”, revela. Su pasión por contar la realidad viene de más lejos. Data de quinto grado de la primaria (cursado en una escuela pública de Juramento y Crámer, en el barrio de Belgrano): con otros dos compañeros –Carlos Fernández, fallecido en el 2006 y Javier Avena, también en actividad—, jugaban a editar una revista manuscrita inspirada en El Gráfico. Ya adultos, los tres se desarrollaron en el oficio periodístico.
Dice que su adhesión reverencial a las respuestas del archivo tiene como propósito principal, dirigirse a lo que llama “el país amnésico. Hay diferencias entre no poder recordar y no querer recordar. El que no quiere recordar tiene el temor de que el pasado le devuelva la peor imagen suya. Esta amnesia es curable. El mejor antídoto será encontrarse con la verdad. Mirá el caso de (Rodolfo) Walsh: había celebrado el golpe del '55 hasta que a su vida llegó una frase: ‘Hay un fusilado que vive’. Lo mismo para Carlos Mujica, encontró la verdad cuando se puso en contacto con la vida en la villa o para el Che Guevara que cambió, en un par de viajes, a partir de ver la realidad latinoamericana”. Y concluye: “Este país sería completamente distinto al que es si el juicio a las juntas militares se hubiera transmitido en directo. De haber escuchado testimonios como los de Adriana Calvo de Laborde o el del fotógrafo Víctor Bazterra muchos tendrían que haberse preguntado, ‘pero, ¿dónde estaba yo?’ “.
Los detalles
Al cierre de esta entrevista (jueves 2) desinteligencias burocráticas solucionables más temprano que tarde impedían que muchos nuevos, valiosos hombres y mujeres sumados a la gestión vieran refrendadas sus respectivas designaciones. Es el caso de Campana. Pero todavía su vida no cambia demasiado.
Sigue en la AM 750 en La Mañana haciéndole la segunda (aunque con frecuencia con formato de primera) a Víctor Hugo Morales. Cuando el conductor se enteró de su nombramiento le confesó, en una entrevista a Rosario Lufrano (será la titular de Radio y Televisión Argentina): “Estoy donando un riñón”. No exagera VHM, porque lo que Campana produce y genera en ese espacio no será sencillo de suplantar.
Está en esa emisora desde su salida al aire, en 2010. Y fue allí cuando en 2011 inauguró los informes sonoros de Funes el memorioso, heredero de ciclos anteriores como Causa Pendiente, con Claudio Leveroni por Radio del Plata y de los radios documentales en Radio de la Ciudad a partir del 2003. “Cuando se inició la 750 bajaron la orden de que todos los programas debían llevar títulos de libros, de cuentos, de películas. Por eso, se iniciaron ciclos llamados Uno nunca sabe, Días como flechas, La patria transpirada. El de Funes respetó la iniciativa”, recuerda. Y agrega: “A principios de 2016 hacíamos con Vicky Torres la primera tarde, hasta que nos anunciaron que pasábamos al programa de Víctor Hugo. Lo que puedo decir hoy es que para mí eso fue mágico: estos cuatro años deben ser los más importantes de mi carrera. Trabajar con un profesional y una persona como él le cambia la vida a cualquiera”, dice quien a esa altura ya tenía más de 30 años de trabajos diversos y continuados en gráfica, radio y televisión.
Lo que tiene para contar sobre su estadía en Radio Nacional es muy diferente. Entró en el año 2010, como coordinador de aire durante los fines de semana, cargo que obtuvo por concurso de antecedentes. Y aunque estuvo allí, firme durante centenares de sábados y domingos, para solucionar tanto en la AM como en las FMs la emergencia que surgiera, también sufrió el ninguneo. Algo así como el archivero archivado.
Laburante al mango, afirma que no le gusta la palabra cargo. “Confronto con esa expresión. Mi lugar de trabajo no va a ser en el despacho del primero piso, sino en cada espacio de producción. Estoy para escuchar los viejos y nuevos sueños de los trabajadores. Uno de mis sueños es, una vez al mes, habilitar el auditorio para que los trabajadores se junten, levanten la mano y digan lo que necesitan para estar más felices”, promete. Luego de recibir el ofrecimiento por parte de Francisco Pancho Meritello (titular del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos), asegura que lo aceptó como desafío, con la convicción de “poder torcer el no institucionalizado y poner de pie a las 49 emisoras de todo el país. Fue tan cruel la gestión macrista que lo más obvio que hagamos será revolucionario”.
Como personal de la radio conoce un montón de sus realidades perversas e internas frustrantes. Sabía desde antes que en la FM Folklórica la inigualable voz de Mercedes Sosa le provocaba dolor de estómago a una funcionaria y por eso ordenó reemplazarla por otra intérprete, también valiosa, pero fundamentalmente porque era más joven. Tampoco, en estos días, le pareció extraño, lo que le contó un compañero de la AM: que después de mucho tiempo, el 10 de diciembre volvió a escucharse por esa frecuencia un tema cantado por León Gieco. Historias como estas abundan. Alguien desde una provincia lo inquietó con esta pregunta: ‘¿Sabías que la palabra compañero estaba prohibida? Y no sabés la cara de disgusto que ponía el alto funcionario cuando se hablaba de patria ‘.
Concreta: “Fueron para muchos cuatro años de exilio y de mandar al destierro a la cultura. Hechos ordenados por gente que detesta la cultura, que no entiende lo público y menos aún lo que al Estado le corresponde gestionar. Un medio como Nacional es singular, único. En un país tan extenso como el nuestro cada región tiene su tono y eso merece respeto y protección. Tenemos que trabajar incansablemente para construir pensamiento crítico en el oyente y para tratar de terminar con eso que Bertolt Brecht entendía que era el peor de los analfabetismos: el analfabetismo político”.
Cuatro años muy movidos
Mientras el macrismo duró, el divulgador se hizo militante, el ciudadano se transformó en un impugnador de las políticas neoliberales y el archivero se volvió escritor. Publicó (todos por Colihue) cuatro libros a los que define como “la radio en versión papel”. Prontuario (No hay liberalismo sin traición); Tribunas sin pueblo (Vuelta olímpica en orsai del país neoliberal; Recuerdos del peronismo, 1943-1956; Culpables, proyecto de país versus modelo de colonia, también identificado como Prontuario II. A partir de mayo del 2017 y especialmente en 2018 y 2019, sus exposiciones personales crecieron hasta tres y a veces más por semana, presentando sus libros, haciendo puestas de Funes el memorioso o simplemente organizando encuentros en lugares como Lo de Néstor, el ámbito en donde también se desarrolla esta charla.
Eso instaló a Campana en otro lugar. Afirma que un saldo valioso de esos intercambios en tantos lugares del país es que generó “una verdadera red social. Hoy podemos decir que tenemos corresponsales en cada lugar que estuvimos”. El contacto directo con el público que ya lo seguía con enorme interés desde la radio también le permitió avizorar el cambio político que sobrevendría. “Eso empezó a cambiar a mitad del 2018. Cuando anunciaron el acuerdo con el Fondo ahí entregaron las llaves y consintieron el alejamiento del poder. Lo iba comprobando cada mañana en la radio, con las coberturas de Mauricio Polchi que atendía el cierre de dos fábricas o comercios por mañana. Ahí dije, tranquilos, que esto tiene fecha de vencimiento. Esto termina y va a ser pronto”, evoca.
Su semana es de agenda aguerrida. Cada martes de los años recientes trabajó un taller de radio en el Espacio Cultural Nuestros Hijos (el Ecunhi), que desde el 10 de diciembre se materializó en Memoria Radio (www.memoriaradio.com.ar) : “Un milagro –acota–, con donaciones se está terminando de instalar el estudio. Una alegría hacer algo en la casa de las Madres”; los miércoles de 14 a 16 tiene otro espacio en la radio Germán Abdala de ATE Capital, así como cada viernes de 14 a 17 genera contenidos en Radio Hache que funciona en la mutual Homero Manzi, en el barrio de Boedo. Desde hace cinco años, junto al técnico de sonidos y editor Mauro Torres y al librero y coleccionista Sergio Coscia, armaron La la lá, primera radio en Internet, temática de vida y obra de Luis Alberto Spinetta. También mantienen, en período de prueba, otras dos estaciones similares: Fuelle, dedicada al tango, y Raíz, basada en folklore argentino. Y como si fuera poco también se pregunta qué hacer para que a Víctor Hugo su ausencia no le cueste una ablación renal. ¿Cuál será la solución? ¿Tal vez pedir licencia sin goce de sueldo?; ¿llegar de visita una vez por semana o de sorpresa una vez al mes? Todo eso ronda su cabeza. Que no para. Así piensa y habla frente a El Cohete a la Luna el hombre que resiste uno, cien, mil archivos.
Futuro inmediato
No es para menos. A él y a Pont Lezica les aguarda la tarea de devolver a la AM de Nacional el destacado lugar de audiencia que tuvo hasta fines de 2015. Y trabajar en conjunto con las 49 emisoras de todo el país, muchas de ellas con FMs propias, más las tres temáticas que funcionan en la sede central, FM Nacional Clásica, FM Nacional Folklórica y FM Nacional Rock, además de la estratégica Radiodifusión Argentina al Exterior (RAE). Y no solo eso, que ya es muchísimo, sino que también deberán imaginar propuestas para acrecentar la naturaleza pública de las emisoras, para penetrar la concentración mediática o para regular democráticamente la pauta publicitaria, seriamente trastocada por el retiro brutal del Estado en los últimos años. “La obligación del Estado es ayudar a muchas radios valiosas que surgieron por Internet, un fenómeno impresionante de estos años, equivalente a cuando en los años '70 empezaron a afianzarse las FMs”, establece Campana, lo que en su boca suena a prioridades.
El historiador cree en los divulgadores, esos que con alma docente se alejaron de la academia y pusieron sus saberes a disposición de las mayorías. Menciona a Felipe Pigna, a un no tan lejano pasado de Canal Encuentro, a la revista Todo es Historia dirigida por Félix Luna y al libro La pasión según Trelew, de Tomás Eloy Martínez. “Son disparadores, pero siempre hay un datito que queda, que genera inquietud, transformación, cambio. De eso también, siempre, se trató mi tarea “. El Cohete a la Luna le pide a Campana que imagine un encuentro hoy, entre él e Ireneo Funes, el protagonista del cuento de Borges. Sin temor a ese cruce, explica: “Creo que Funes estaría muy enojado conmigo porque parte de mi tarea es no parar de recordar. Creo que a él lo molestaría mucho mi idea de que no hay presente sin pasado”.
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