Se fue el maestro pero no sus ideas. Eduardo M. Basualdo, como le gustaba firmar sus libros y artículos, fue tan importante para el pensamiento económico nacional como un auténtico militante político de las causas populares. Ni lo primero es más relevante que lo segundo, ni al revés. Pero lo que indudablemente distinguió a Basualdo fue que de alguna manera “revolucionó” la forma de pensar la economía argentina. En este sentido, no solo fue un heterodoxo del pensamiento económico, sino un heterodoxo de la heterodoxia si se me permite la expresión.
En uno de sus últimos libros intentó darle forma teórica al enfoque que había practicado en sus análisis sobre los patrones de acumulación de capital en la economía argentina, como fue el caso de su principal obra Estudios de historia económica argentina o, entre otros, Sistema político y modelo de acumulación y Endeudar y fugar. Ese libro teórico fue Fundamentos de economía política, que no difundió suficientemente, ya que su publicación estuvo atravesada por el duelo de su querida, y como decía él, “insustituible” compañera Marjorie Richards.
Retomando una reflexión que se desprendió de ese libro, pero que se plasmó en el último que escribimos juntos (Los sectores dominantes en la Argentina), se puede plantear que Basualdo aplicó en la economía lo que Kuhn al pensamiento científico, es decir, la noción de “paradigma” o, en sus términos, “patrón de acumulación”. Para Basualdo las variables económicas centrales que guían el funcionamiento económico son privativas de cada patrón de acumulación, al igual que las luchas por la hegemonía de las fracciones dominantes que procuran moldear la política económica (y el tipo de Estado) en función de sus intereses particulares y en el marco de las transformaciones de la estructura económica local e internacional.
Pueden resultar poco habituales estos comentarios en el marco de un pequeño homenaje como este, pero quería hacerlo igual por dos razones. La primera es porque considero que a Basualdo le gustaría más eso, en lugar de que hablemos bien de él en lo personal, y me interesa “complacerlo” en este momento en el que ya lo extraño. La segunda es porque es una tarea política, ya que el pensamiento de Basualdo es absolutamente perturbador para los economicistas del montón o para conservadores de marcos teóricos inmutables como biblias, que abundan en el debate económico doméstico, reduciendo hasta el extremo la complejidad de los procesos económicos, tornando incomprensibles los problemas sustanciales de la economía argentina. En este sentido, el legado de Basualdo, más allá de su inconmensurable generosidad en lo personal y en lo académico, es fundamental.
Por eso, me interesa poner un ejemplo reciente sobre su enfoque original aplicado a cada evento, por más mínimo que sea, de la coyuntura económica, porque pinta de cuerpo entero cómo su esquema de análisis permite correr el velo de las apariencias, aun cuando se traten de hipótesis, por supuesto.
En una conversación reciente en la oficina del Área de Economía y Tecnología de la FLACSO (el segundo hogar para ambos), le planteé una inquietud respecto de la estrategia de Cambiemos de votar a favor de proyectos de ley (como el de la reforma de la movilidad jubilatoria y el del financiamiento universitario) y luego apoyar el veto presidencial. Una estrategia de negociación política extrema para un gobierno que en un texto reciente con Basualdo (La teoría del ciclo del eterno retorno) habíamos caracterizado como un “mascarón de proa” que expresaba una alianza social entre el capital financiero internacional —que condujo el Estado en tiempos del gobierno de Macri— y los grupos económicos locales, a los que Milei les dio lo que pedían: dirigir la política energética de Vaca Muerta. Intento recrearlo más o menos textual según mis recuerdos:
Eduardo Basualdo: En cada una de esas acciones de votar primero y vetar después, aunque podrían parecer contradictorias, en realidad no lo son, porque con ellas lo que busca Macri es avanzar casilleros en el sentido de dirimir la disputa hegemónica a favor del capital financiero. No es que solo busca sacar un rédito político u obtener algún recurso; busca imponer luego políticas concretas como la apertura de importaciones de medicamentos que afecta a los laboratorios nacionales.
Pablo Manzanelli: Justamente venía pensando, en ese sentido, en el debate que se da entre los economistas del establishment respecto a si devaluar (para abrir el “cepo cambiario”) o no (con el objetivo de controlar la inflación como carta electoral para el año que viene). Ahí se ve clara la postura del capital financiero internacional. Salió el vicepresidente de Moody´s a plantear que se viene la restructuración de la deuda y que tienen que devaluar, pero luego también Remes Lenicov y Cavallo…
Eduardo Basualdo: Cavallo nunca sabés por qué se sube a los dos caballos [por los grupos locales y el capital financiero]. Para mí, los grupos locales, que ven como todos un escenario complejo e incierto, adoptan la postura del gobierno de no devaluar porque si lo hacen y eso afecta al gobierno, se puede debilitar también su posición frente a la del capital financiero en la alianza de poder, y con ello las posibilidades de mantener el control sobre Vaca Muerta.
Esa conversación constituyó el disparador del marco de análisis con el que se efectuó el último informe de coyuntura de otra creación de Basualdo que fue el Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (CIFRA) de la CTA, cuyo nombre —creativo por cierto— fue obra de Hugo Yasky, un gran compañero y amigo de él. Basualdo solía decir que CIFRA es la primera experiencia en que una central sindical deja de lado la individualidad de los gremios para constituir un centro de estudios que los represente en el debate de ideas económicas. Cabe recordar los antecedentes previos en el marco de la CTA, como el Instituto de Estudio sobre Estado y Participación (IDEP), en el que participaron Eduardo Basualdo, Roberto Feletti, Enrique Arceo, Artemio López y, entre otros, Claudio Lozano, que pertenecía a la Asociación de Trabajadores del Estado.
Por suerte, en este momento tan sentido en lo personal, podemos decir que Basualdo tuvo la audacia de consolidar las instituciones y equipos de investigación que permitan continuar su legado. La creación de la mítica Área de Economía y Tecnología de la FLACSO (“el área”, para nosotros) tiene 40 años y el año que viene se cumplen 20 años de la Maestría en Economía Política de la misma institución, en la que se formó un vasto número de cuadros que contribuyeron y contribuyen a la producción de conocimiento científico y a la gestión económica, generalmente de los gobiernos nacionales y populares. Con la muerte de Eduardo Basualdo, y las anteriores de sus compañeros y amigos Hugo Nochteff y Daniel Azpiazu, se va el último de los tres fundadores del “área” y la Maestría y de esta línea de pensamiento económico tan original como importante para los intereses populares. Basualdo puede quedarse tranquilo porque los investigadores del “área” y del CIFRA —así como los diversos equipos, instituciones y espacios que expresaron la admiración por la trayectoria de Eduardo— vamos a continuar su legado y dar las disputas que representan sus ideas en el país.
¡Hasta siempre, querido maestro!
*Pablo Manzanelli es investigador del Área de Economía y Tecnología de la FLACSO y coordinador de CIFRA-CTA.
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