El límite de la mezquindad
Una respuesta política de empresarias y empresarios nacionales al CEO de Mercado Libre
A partir de un intercambio en la red social Twitter que mantuve como presidente de ENAC (Asociación de Empresarios y Empresarias Nacionales para el Desarrollo Argentino) con el CEO de Mercado Libre, el empresario uruguayo Marcos Galperín, y de las repercusiones en los medios de difusión públicos (La Nación, Bloomberg, Ámbito, El Observador, El País Uy y Radio Colonia), quiero expresar lo siguiente:
Mercado Libre es una empresa extranjera de capital abierto, es decir, no es de capitales argentinos, y desde la perspectiva de sus accionistas, claramente exitosa. Sin embargo, se desarrolló a lo largo de la primera y segunda década de su existencia gracias al mercado interno argentino, con trabajadores altamente calificados argentinos y con los beneficios económicos que le brindó nuestro Estado Nacional, también argentino, y hasta 2015, con un alto poder adquisitivo, significativo en comparación con otros países de Latinoamérica. Todas condiciones marco favorables para hacer negocios entre 2003 y 2015, período que, desde la perspectiva de la sociedad argentina, fue el más beneficioso, largo y estable desde el retorno de la democracia.
Sobre los ingresos de MercadoLibre, por ejemplo, los del año 2022 podemos decir que provienen en un 53,8% de Brasil, un 23,7% de Argentina, un 17,7% de México y sólo un 4,8% de otros 15 países de Latinoamérica (México, Chile, Colombia, Perú, Uruguay, Venezuela, Bolivia, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá, Paraguay y El Salvador). Es decir, incluso con una población media, la Argentina sigue siendo un “cliente” significativo para “MELI”.
Sobre los beneficios (es decir, los subsidios) que recibió del Estado Nacional, podemos afirmar que los obtuvo al entrar en el “Régimen de Promoción de la Industria del Software”, establecido por la Ley 25.922 en 2007, durante la presidencia de Néstor Kirchner, cuando se consideró que el 85,7% de las actividades de la empresa eran desarrollos de software. Y tras la nueva ley, volvió a ingresar en 2015 durante el mandato de Cristina Fernández de Kirchner, con el 79,1% de su actividad.
Para dar un ejemplo más claro, en el año en que Marcos Galperín retornó a vivir en la Argentina, coincidiendo con su apoyo político al ex Presidente Mauricio Macri, sólo por la reducción del 60% en el impuesto a las ganancias, la empresa ganó unos U$S 24,1 millones, más otros U$S 7,5 millones en costos laborales durante los 12 meses previos al 30 de septiembre de 2017. Es decir, recibió en subsidios U$S 31,6 millones en sólo un año (unos $7.700 millones al tipo de cambio oficial actual).
El gobierno del cual Galperín fue parte dejó un saldo de 25.000 pymes cerradas, un endeudamiento del Estado brutal, de 50.000 millones de dólares con el FMI y consecuencias sociales y económicas que perduran hasta el día de hoy en la Argentina. Al finalizar la tercera tropelía neoliberal, Galperín retornó “a la seguridad jurídica y a las exenciones impositivas” de Uruguay y desde entonces se dedica a lanzar críticas desde el otro lado del río hacia la patria que lo vio nacer y que lo ayudó a ser lo que es hoy. ¿Cuál es el límite de la mezquindad? ¿Duele tanto contribuir de verdad para construir una sociedad mejor?
Por lo tanto, observamos que primero son ayudados por el Estado, luego crecen y se fortalecen económicamente gracias al mercado interno. Establecidos con poder de decisión, apoyan proyectos políticos neoliberales que endeudan al país, después fugan todos los dólares que pueden y finalmente se “fugan” ellos mismos. Esta práctica empresarial no concuerda con los valores necesarios para construir un país desarrollado, es decir, justo y sostenible.
Podríamos hablar mucho más sobre el comportamiento de Marcos Galperín como líder empresarial, pero queremos hacer hincapié en que nuestra postura no es personal, sino profundamente política. Es moralmente cuestionable su comportamiento al criticar a la política y al Estado que lo han beneficiado, y que aún lo hacen.
La Argentina está atravesando un momento delicado y crucial para su futuro. Tiene desafíos estructurales, sociales y económicos, que la clase dirigente política no está sabiendo resolver. Entre ellos se encuentra la relación inmoral entre las corporaciones extranjeras, la “CEOcracia” y el Estado, es decir, la política en su conjunto.
El cinismo corporativo y la indiferencia de las grandes empresas hacia las necesidades reales de la sociedad no es el camino a seguir. Ya no encontramos una gran empresa que impulse el sueño de una Argentina justa, libre y soberana. Somos los empresarios y empresarias nacionales, sobre todo aquellos beneficiados por nuestra Nación, quienes tenemos la responsabilidad de contribuir a encaminar a la Argentina por la senda del desarrollo y ocupar el lugar que nos corresponde en el futuro de nuestra Nación.
MercadoLibre Inc. puede ser exitosa para Marcos Galperín, pero para la sociedad argentina lo más beneficioso seguirá siendo un mercado cuando sea posible, y un Estado cuando sea necesario.
* El autor es presidente de la Asociación de Empresarios y Empresarias Nacionales para el Desarrollo Argentino (ENAC), que representa políticamente a las empresas que viven del mercado interno. Tiene presencia en 22 provincias del país.
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