El (in)debido proceso
Cuando la democracia se flagela con la Justicia como instrumento
Durante mucho tiempo se utilizó en la Argentina la expresión “golpear la puerta de los cuarteles”. Habría que actualizar el dicho. Ahora más que tocar una puerta, se manda un WhatsApp. Y los cuarteles parecieran haber derivado en espacios con grandes recintos de madera y lujosos asientos lustrados. Abundan en nuestro país los casos en los que la democracia y sus normas se flagelan con la Justicia como instrumento. Nora Cortiñas visitó, algunos días atrás, a Milagro Sala, que continúa presa. Al respecto, habló con El Cohete.
—Desde que Milagro Sala está presa no es tan sencillo acceder a testimonios de primera mano acerca de cómo se encuentra. Hace algunos días la visitaste, ¿con qué panorama te encontraste?
—NC: Yo me encontré con una persona estabilizada, pero muy triste ante la injusticia. Ella sabe que está presa inconstitucionalmente, sobre eso no hay discusión, incluso ha sido afirmado por jueces. El dominio de (Gerardo) Morales abarca la provincia entera, él es dueño de todo, y con Sala tiene un rencor particular. Evidentemente es un machista acérrimo y la odia por mujer, indígena, joven, luchadora, argentina. Porque hizo un barrio para la gente más pobre, que él no hubiera hecho jamás porque es un egoísta. Él tiene al pueblo sumido en la esclavitud, en todos los aspectos: el trabajo, la vida social, todo. Para que te des una idea, si una madre que tiene una hija asesinada, en estas épocas de violencia extrema, quiere caminar por la calle con una foto de la hija y pararse en una esquina para pedir justicia, no se lo permiten.
—Esta referencia que das sobre la imposibilidad de manifestarse ante cosas aberrantes como la muerte de un hijo, ¿es un hecho verídico?
—Es totalmente cierto, ha sucedido. Ni por la muerte de un hijo te dejan expresarte. Y en cuanto a la gente que se manifiesta en conjunto, están todos perseguidos, marcados. Morales procede como un capanga, no como un gobernador, como una persona que tiene la potestad para tener al pueblo en buenas condiciones económicas, espirituales y civiles. Yo estuve ahí y doy fe. Y no es la primera vez que voy y veo este tipo de cosas. Anteriormente fui a Jujuy cuando él destruyó a pico y pala todas las piletas que Milagro había construido, todo lo que había hecho especialmente para el placer de los niños. Eso me dio mucha vergüenza a mí. Él es una mala persona y me hago cargo de lo que digo. Y el Presidente de la República, Alberto Fernández, ya tendría que haber tomado medidas porque Morales no puede gobernar la provincia como si tuviera un látigo en la mano. Su hijo tiene todo un plantío de cannabis y nadie fue preso, cuando en el país mucha gente todavía está presa por tener dos plantitas. Entonces yo digo que hay métodos que el Presidente podría usar. Lo primero es ocuparse de la Corte de Justicia provincial, que fue elegida a dedo por este capanga, la hizo a su medida, y han violado la Constitución Nacional. En este último viaje que hice me encontré con personas que me acercaban denuncias de todo orden. La gente estaba con necesidad de expresarse, de contar lo que están viviendo. Volví muy triste y, te repito, el Presidente de la República no puede permitir todo lo que está pasando.
—¿Hablaste con Milagro en perspectiva de futuro? ¿Qué espera ella?
—Dice que hasta que no se muera él, ella no va a tener su libertad.
—¿Hasta que no se muera?
—Hasta que no se muera. O sea que ya es esperar lo máximo. Como te decía, de esta situación tendría que ocuparse Alberto Fernández, pero no pareciera estar dispuesto. De hecho, este lunes se reunió con Morales para planificar cosas juntos. Y con todo esto se desprestigia su figura, porque no toma medidas para defender a su pueblo. De modo que, en este contexto, todo indicaría que mientras Morales esté, esta mujer no va a tener su libertad como merece. Yo la conozco a Milagro desde que empezó a sufrir la persecución. La visité en la cárcel, y ahora en la prisión domiciliaria. En todo este tiempo, ella lo único que ha pedido es que le hagan un juicio justo y público, que la acusen, pero que ella se pueda defender. En su caso han mentido, han inventado, no ha habido ningún tipo de transparencia, por eso ella necesita lo que pediría cualquier ciudadano: un juicio justo, nada más que eso. Que comprueben todo lo que han dicho sobre ella. Y si de investigar se trata, el día que haya que comprobar todas las cosas que Morales ha hecho durante esta gobernación, nos vamos a horrorizar.
—¿Cómo la viste a nivel de salud?
—Yo la vi que se cuida, y que quiere vivir. Estuvo muy enferma por todo el hostigamiento que ha sufrido, pero es una mujer fuerte, indígena, y está decidida a seguir luchando por su pueblo, que nunca fue más feliz que cuando ella estuvo haciendo esas construcciones, donde la gente pudo vivir bien.
Nora dice poco y claro. Hablar, la primera semana de diciembre de 2022, sobre la necesidad de un juicio justo, no podría ser más atinado. Y sobre todo asociar esto a la idea de que la víctima de la persecución quiere vivir. Porque no hay mayor desprecio por la vida que intentar destruir a alguien con causas armadas, chantajes y presiones. Se ha dicho mucho que Jujuy era un laboratorio. Que lo que allí funcionara, tendría luego una expansión. Ahora, todo lo que alguna vez fue análisis político, está puesto sobre la mesa. Parece que en estas tierras no se le perdona a nadie trabajar para que la gente viva bien. Y queda evidenciado que entre los procesos históricos hay conexiones, porque entre quemar los colchones de la Fundación Eva Perón y destruir las piletas de la Tupac, no hay mayores diferencias.
Seamos claros. Las abstracciones sirven para alejar el problema. Decir que uno de los principales obstáculos actuales para la democracia argentina es el “Poder Judicial” es casi un eufemismo, es hacerle un favor a los sujetos que no son nombrados cuando se opta por esa generalización. El Poder Judicial son miles de personas. Poner ahí el conflicto disipa la posibilidad de accionar sobre casos concretos. Además, si el problema es uno de los tres poderes, ¿qué hacemos? ¿Abortamos el proyecto de ser una República?
Algunas semanas atrás, en esta misma columna, Victoria Montenegro decía: “Los monstruos son muy pocos”, y en estos días de paseos patagónicos y flamante proscripción, esa certeza sobrevuela estas líneas. Los monstruos son muy pocos, y no es difícil individualizarlos. Aparecen todos los días en los titulares de las grandes portadas como los adalides de la institucionalidad.
Observar la evolución democrática argentina permite ver con nitidez tres grandes momentos: El primero es en 1912, con la Ley Saénz Peña, cuando los hombres, sin importar su clase social, pudieron votar. Con esa transformación nacía la democracia y, con ella, los golpes de Estado que venían a quebrantarla. Durante medio siglo, las Fuerzas Armadas, que por definición deben servir y proteger al Presidente, pues es su Comandante en Jefe, actuaron como una corporación. Por eso el segundo momento, que es el renacer democrático en 1983, implicó que el poder militar comenzara a quedar supeditado al poder político. Hitos como el Juicio a las Juntas, el punto 30 y la anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final son mojones en esa batalla.
A juzgar por los hechos que se han vivido a lo largo de los últimos años en la Argentina y en América Latina, estamos en el tercer momento. Los 40 años de democracia que cumpliremos el año que viene traen consigo el siguiente desafío: limitar en sus funciones a los integrantes de la Justicia que no se ubican en su rol, el cual no es legislar, ni gobernar. Si bien este cometido que la Argentina tiene por delante no es tarea de héroes, sino de un proceso colectivo, se necesitan valientes que sean referentes en esa contienda. Con todas las críticas que se puedan hacer, Raúl Alfonsín, en su tiempo, y Néstor Kirchner en el suyo, estuvieron a la altura de gobernar a las Fuerzas Armadas. El próximo Presidente o la próxima Presidenta que pase a la historia será quien conduzca el proceso político necesario para que ciertos jueces y fiscales vuelvan a respetar la Constitución. Ya no se trata de botas, ahora se trata de fallos. Hay que ponerle el cascabel al gato. Y no hay tiempo que perder.
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