El incendio y las vísperas
Guerra comercial y precio del crudo, puntos de referencia de la álgida coyuntura nacional
Aunque el grueso de la salida de la crisis argentina depende de lo que hagan los propios argentinos y su nuevo gobierno, el marco internacional condiciona el grado de respuesta posible, en tanto amplía o disminuye el espacio para conseguir plazo y tasa en el ámbito de renegociación de la deuda externa. El nivel de empleo, la tasa de crecimiento del producto y la estabilidad política están en juego. De manera que darse una vuelta tanto por la crisis de la superestructura política global como por la crisis económica estructural; la primera más allá de su propia dinámica reflejo de la segunda, y también por el derrotero del precio del barril de crudo, uno de los precios clave para la salida de la crisis vía Vaca Muerta, hace al trazado de los puntos de referencia de la álgida coyuntura nacional; ese camino prendido fuego en el que deberán hamacarse Fernández & Fernández.
De momento, la crisis por la que está atravesado el núcleo de la superestructura política de la acumulación a escala mundial tiene como caras más visibles la del Presidente de los Estados Unidos Donald Trump y la del primer ministro británico Boris Johnson, para no cargar las tintas con los chalecos amarillos de Francia o lo oscura que se están poniendo una porción no desdeñable de las camisas en Italia.
Aunque las razones políticas de la mala hora de Trump y Johnson son muy diferentes, están emparentadas. Inspeccionar primero esas razones políticas lleva a una mirada más ajustada sobre las cuestiones económicas de fondo.
De Ucrania sin amor
El martes 1° de octubre Trump tuvo que tragar que sus rivales políticos internos capitalizaran la conmemoración de los 70 años de la República Popular de China, con un gigantesco desfile militar encabezado por el presidente Xi Jinping. Las violentamente reprimidas movilizaciones en Hong Kong, isla que no quiere perder su status a manos de China, aguan parte de la fiesta, tanto como el aletargado crecimiento económico del panda a un mínimo no registrado en casi 30 años, llevado hacia atrás al ritmo del avance de la guerra comercial y la epidemia de gripe porcina. Consultoras privadas y organismos públicos coinciden que lo que está yendo decididamente mal es el consumo chino y los 4,9 billones de dólares anuales de su volumen (alrededor del 7% del consumo de todo el mundo), que hasta ahora mantuvieron con buena salud los beneficios de corporaciones globales que enfrentan en el resto del planeta un clima deflacionario y recesivo. La economía mundial sentirá el impacto al igual que la legitimidad política del Partido Comunista.
Para la Casa Blanca la primera semana de octubre comenzaba tan indigesta como la última de septiembre, cuando la histórica jefa política demócrata de la cámara baja Nancy Pelosi ordenó a sus pares demócratas del recinto que iniciaran las audiencias para el juicio político contra Trump. La acusación se basa en unas filtraciones que probarían que retuvo unos fondos destinados a Ucrania con el objeto de presionar al Presidente Volodymyr Zelensky, para que investigara y encontrara un par de esqueletos en el ropero de Hunter Biden, quien tenía negocios en Ucrania y es el hijo del candidato favorito demócrata, Joe Biden (ex vice de Obama). El año entrante son las presidenciales norteamericanas. En torno al episodio se formó un consenso entre analistas de diversos pelajes según el cual no necesariamente conducirá a la destitución del primer mandatario pero embarrará bien la cancha con los republicanos y fracturará aún más a un país que ya está muy dividido.
Las piedras
El episodio viene derrapando en una serie de eventos poco serios y ha dado lugar a que crezcan como hongos luego de la lluvia las versiones de Trump presionando aquí y allá por intereses propios. El harvardiano Kenneth Rogoff se anotó en la tenida al momento de reflexionar sobre el FMI después de la Argentina (Proyect Syndicate 02/10/2019). Rogoff entiende que “Trump empeoró la última calamidad económica de la Argentina” y desliza la sospecha de que “después de todo, el padre del Presidente argentino, Mauricio Macri, era socio comercial y amigo de Trump. Pero, sea cual sea la verdad de ese argumento, la posición de negociación cada vez más débil del Fondo probablemente tenga raíces más profundas”.
Estas raíces profundas Rogoff las ubica en la falta de recursos crediticios necesarios y aboga por darle más fondos al organismo. Argumenta que esa insuficiencia es la causa de que entre una y otra vez en el absurdo de resolver con austeridad crisis que recomiendan lo contrario. Cree que ni republicanos ni demócratas tienen predisposición para aumentar los fondos del FMI y por lo tanto advierte que “los políticos deberían dejar que el FMI haga su trabajo, ayudando a mantener la estabilidad financiera global, y no obligarlo a respaldar regímenes de políticas insostenibles”.
Rogoff fue el jefe de los economistas del FMI entre 2001 y 2003. Como tal, además de ser un soldado fiel de los que mandan en las finanzas globales, suele estar desinformado o prejuiciadamente informado sobre los acontecimientos en la periferia. Ambos rasgos del síndrome se observan en el intento de enlodar a Trump con Franco Macri. Sospecha por sospecha, de otra forma no se entendería bien por qué no dirigió la mira, por ejemplo, a Steve Schwarzman, CEO y cofundador de Blackstone. Al multimillonario Schwarzman la semana pasada lo dejó pegado el propio Trump cuando dijo que le preguntó al jefe de Blackstone sobre los supuestos negocios sucios del hijo de Biden en Ucrania, pero Schwarzman no quiso hablar. Mediante un vocero, le negó al Washington Post haber hablado del asunto con Trump. Lo que había debajo del poncho era un pedido de Trump a China para investigar a Joe Biden.
En esta saga y en tren de especulación, más valdría tener en cuenta a Larry Fink. El financista demócrata es el mandamás de BlackRock, que sí posee una cantidad importante de bonos de la deuda argentina. Además de tener la oficina a un par de cuadras de la de Schwarzman, hace 36 años se unió a Blackstone para establecer su negocio de inversión en bonos. Esto se llamó BlackRock, y recién se convirtió en una empresa separada en 1995. En medio del pésimo clima económico entre China y los Estados Unidos, consigna el Wall Street Journal (03/10/2019) que BlackRock está manteniendo conversaciones con Tencent (el gigante chino de Internet, que por los servicios que presta equivale a la suma de Facebook, WhatsApp y Spotify) para una posible asociación que lo ayudaría a ingresar al mercado chino. Schwarzman es conocido por ser el emisario comercial no oficial de Trump en Beijing. Unos días antes y también como respuesta al imponente desfile militar chino, la Casa Blanca planteó la idea de cortar el acceso de los inversores estadounidenses a inversiones chinas, ya muy disminuidas por la guerra comercial.
Los gemelos
El historiador de Princeton Harold James observa que “en formas notablemente similares y casi exactamente al mismo tiempo, el Presidente estadounidense Donald Trump y el Brexit destruyeron el conservadurismo transatlántico. Pero mientras su versión estadounidense siempre tuvo raíces bastante superficiales, la británica es el producto de una larga y rica tradición intelectual, lo que hace más sorprendente su desaparición” (Proyect-Syndicate 27/09/2019). Con algo de idealización, para James “el viejo conservadurismo […] favorecía un modo gradual de hacer reformas, y rechazaba el reemplazo total de las instituciones, sobre la base de que los cambios abarcadores son demasiado incontrolables. Los conservadores eran gente pragmática, y no creían en promesas de soluciones mágicas para ningún problema”. Son esos rasgos definitorios los que en la óptica de James habrían extraviado Trump y Johnson y su esperanza es que a raíz de las dos crisis políticas, “quizá el conservadurismo auténtico esté listo para volver a escena en contra de los impostores nihilistas que han estado actuando en su nombre”.
La revista inglesa The Economist recorre la misma senda que James y la tapa de su edición del 28/09/2019 se ilustra con Trump y Johnson rebautizados respectivamente: Twitterdum y Twaddledee. Sucede que los originales Tweedledum y Tweedledee son los gemelos con que los se encuentra Alicia en el cuarto capítulo de A través del espejo (base, además, de la ilustración de la tapa de la revista inglesa).
En castellano se los conoce como Tararí y Tarará. En la jerga política anglosajona se le aplica a la situación en donde dos rivales muy enfrentados al fin y al cabo no lo están tanto, y encima a la postre resultan lo mismo. Como quien dice por estos pagos: el mismo perro con distinto collar. El Tweedledum de Trump se reescribió como Twitterdum por razones obvias. El Tweedledee de Johnson como Twaddledee porque twaddle es una palabra inglesa que equivale a nuestra expresión: boludeces.
Bloqueo y desbloqueo
El análisis de James y el similar de The Economist hacen un paralelo que, salvo por lo rocambolesco de los personajes, no parece correcto. Johnson es la manifestación de una minoría de ingleses que quieren seguir a toda costa el destino de la Carta del Atlántico y se rehusan a su destino europeo. Trump, en cambio, quiere volver a la dinámica de la acumulación a escala mundial que comenzó a fines del siglo XIX en la que una formidable expansión de sus propios mercados domésticos procuró a los países industrializados todas las oportunidades de inversión necesarias en el interior mismo de sus fronteras. En cualquier caso, estos países devinieron ricos porque fueron capaces de absorber todo su excedente disponible, incluso una parte del que era generado en la periferia.
Antes de esa época siempre un exceso de capital se desbordaba durante el pico del ciclo y fluía hacia las depresiones, con el doble efecto benéfico de descongestionar a unas y revitalizar a las otras. El paisaje económico del mundo estaba continuamente desajustado. Día a día, en el espacio de cuatro siglos, el capital excedentario pasó de las ciudades italianas del Norte a Holanda, de ahí a Inglaterra y de Inglaterra a América del Norte y Oceanía, difundiendo el desarrollo en cada uno de sus desplazamientos. Así lo refería Hegel en los párrafos 245, 246 de Principios de la Filosofía del Derecho. Luego de observar que la desigualdad en la distribución del ingreso llevaba a una deficiencia temporal o permanente del consumo respecto de la producción, infiere que “esta dialéctica interna de la sociedad civil la lleva así –o por lo menos a esta sociedad civil en concreto— a trascender sus propios límites y buscar mercados y, por lo tanto, sus medios de subsistencia necesarios en otras tierras donde sean insuficientes los bienes que la sociedad en cuestión haya producido en exceso, o bien que dichas tierras estén en general atrasadas en materia de industria”. La reversa de esa dinámica que tuvo lugar a fines del siglo XIX fue la que fracturó al mundo en un centro y una periferia e hizo que se perpetuara y se reprodujera por su acción recíproca.
El sector del establishment norteamericano que expresa Trump no acepta la recaída del imperialismo en el comportamiento decimonónico, porque entiende que el país pierde poder y entonces salir de la crisis y consolidar la acumulación a escala mundial sobre la base de la opción china no forma parte de esos planes. Pero tampoco de los de sus rivales demócratas, si es que se atienen a las ideas que vienen pregonando. Porque redistribuir ingresos en favor de los que menos tienen implica sostener la demanda y entonces mercados internos crecientes. Bajo este ángulo, las actuales políticas de Trump pasarán a ser consideradas modestas. Según datos de la UNCTAD, las empresas norteamericanas titularizan el 28% de las operaciones de China.
Petróleo y osos
Mientras el precio del petróleo de sesgo bajista no se mueve con una tenencia muy definida, Robert Malley —presidente y CEO de International Crisis Group—, dijo en el último número de Foreign Affairs que "las condiciones para una guerra total en el Medio Oriente son más severas que en cualquier otro momento reciente". Teme que hasta el evento menos pensado "desencadene una reacción en cadena en toda la región", lo que significa que "contener una crisis por poco tiempo se está convirtiendo rápidamente en un ejercicio inútil”.
Por su parte, Rana Foroohar en el Financial Times (29/09/2019) se pregunta: “¿Qué pasaría si también estuviéramos llegando al final de un período muy largo de represión financiera, en el que la disminución de las tasas de interés ha enmascarado otra verdad más fundamental? El lugar de Estados Unidos en el mundo ha cambiado, y también el potencial de crecimiento de sus corporaciones. Si ese es el caso, podemos estar en una corrección no solo en los precios de las acciones de las multinacionales estadounidenses, sino también en el dólar mismo”. Foroohar cita un trabajo de Ulf Lindahl, director ejecutivo de AG Bisset, sobre las principales monedas del mundo que tienden a moverse hacia arriba y hacia abajo en ciclos de 15 años. Subraya Foroohar que, a pesar de la fortaleza del dólar desde abril de 2018, el análisis de Lindahl muestra que “ese ciclo aún está intacto. Si la tesis persevera, el dólar está a punto de caer contra el euro y el yen en los próximos años, y hasta en un 50 a 60 %”.
Durante gran parte del año, la actitud bull en la Bolsa de Nueva York redundaba en compra de acciones incluso con el menor indicio de buenas noticias sobre las empresas o la economía, empujando los índices de los Estados Unidos a nuevos máximos históricos a pesar de la desaceleración de la economía y el crecimiento insignificante de las ganancias. ¿Habrá llegado la hora bear (bajista)? Si bien la mayoría de los economistas advierte que no espera una recesión mundial o estadounidense en el próximo año, hay pocas perspectivas en el horizonte. Los analistas aguardan que las ganancias corporativas norteamericanas del tercer trimestre sean negativas y probablemente caigan nuevamente en el cuarto. En el seno de tal situación, el mercado baja cuando los principales indicadores económicos apuntan hacia la recesión. El S&P 500 se acerca a las ganancias del 20% para el año y sin signos reales de crecimiento; un espíritu de pesimismo y una mayor precaución parece estar afectando al mercado.
A la situación en la cual el petróleo tiene chances de ir al alza, los mercados están en baja, el dólar global adquiere perspectiva de ir para atrás y Trump no quiere que se invierta en China, se suma que los fondos disponibles para la periferia se han recuperado notablemente a partir de 2018. El flujo de fondos que iba a China se ha dirigido en gran forma a otros países emergentes, según se lee en el último informe del Institute of International Finance (IIF). Además de demostrar la nula confianza que el mundo le tiene al gatomacrismo, esto indica que en medio del incendio algunos planetas se alinean a favor de Fernández & Fernández.
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