El huevo o la gallina

El componente de clase en las actitudes ante las medidas de aislamiento contra el virus

 

Carmela transformó su fama de diseñadora de moda para mutar en la responsable de la circulación del coronavirus en Uruguay. De paseo por Europa sus planes se modificaron y decidió volver a su país para asistir a un casamiento uruguayo con quinientos invitados. Allí contagió a cuarenta y cuatro personas. Luego le transmitió el virus a su hijo y a su sobrino. Pero también a la empleada doméstica, a quien obligó a trabajar pese al conocimiento de su propia sintomatología y obviando que la mujer debía transportarse en ómnibus para asistir a su trabajo. Lautaro es oriundo de Concepción del Uruguay, pero eligió desarrollar su vida en el Principado de Andorra. El 8 de marzo arribó a la Argentina para participar de un casamiento. Voló desde España —vía Italia— y decidió violar el cumplimiento de la cuarentena, a sabiendas de que provenía de zonas de alto riesgo. Andorra se encuentra situada en la Cordillera de los Pirineos, limita al sur con España y al norte con Francia. A la fecha registra un total de setenta y cinco casos de Covid-19, mientras que sus vecinos suman 30.000. 

El matrimonio de la familia entrerriana se concretó el sábado en el Registro Civil de Concepción. Lautaro fue testigo del civil y participó de la ceremonia junto a otros veinte invitados, que luego asistieron a la fiesta. Las fotos en redes sociales develaron la presencia del recién llegado de Europa en bares, comercios y en las calles del municipio. Y sin titubear, la paranoia causó sus efectos. El lunes la Fiscalía Federal de Concepción del Uruguay a cargo de Josefina Minatta, inició una investigación preliminar en la que se corroboró que el ciudadano L.M. había ingresado al país por Ezeiza según sus movimientos migratorios y que había participado como testigo de ceremonia según consta en el acta de matrimonio obtenida por la Fiscalía. Con esta información se le solicitó al Juzgado Federal su localización, la comprobación del estado de salud y la articulación con la autoridad sanitaria local. El juez Pablo Seró dispuso su detención y el hombre fue localizado en el domicilio de su madre. Si bien los resultados de la evaluación clínica arrojaron que se presentaba asintomático, se le realizó el hisopado de rutina y sus muestras fueron remitidas para análisis, sin resultados a la fecha.

“Hicimos mucho esfuerzo para que la gente comprenda que se tenía que aislar. Suspendimos las clases, promovimos el trabajo a distancia, dictamos asuetos administrativos. Y sin embargo seguimos teniendo problemas de gente que no entiende que no se puede circular porque expone al otro”, dijo Alberto Fernández en la conferencia de prensa que brindó el jueves. El problema de la incomprensión es central aunque en una lectura de las denuncias recibidas por las fiscalías, el factor de clase en la circulación del virus en la Argentina es transversal a la mayoría, por no decir la totalidad, de las denuncias. Primero porque aún no existen casos autóctonos en el país, por lo tanto son importados por quienes cuentan con el poder adquisitivo para viajar, una obviedad. Además por desobediencia de clase reiterada y acompañada de una cultura de romper la regla, de correr el límite, de ver qué pasa si. En los casos que infringen las normas luego hay una post-victimización. “En Argentina me conoce mucha gente, me están quemando mi marca, mi nombre. ¡Mi nombre es mi marca, tengo tantos clientes allí!” manifestó Carmela en una entrevista en Infobae. Miguel Paz, entrenador de rugby, conocido por pegarle diecinueve piñas al guardia de su edificio tras violar la cuarentena, expresó en un video “estoy muy arrepentido, fui un cobarde” y agregó “no tomé real dimensión de las medidas de prevención”.

La circulación del coronavirus en Latinoamérica suena a un virus de élite, un virus egoísta que enoja. Un virus tan potente que suena paradójico que exija quedarte en tu casa, algo que por supuesto, no todos pueden. El privilegio también encuentra a la medicina privada, al teletrabajo, a un salario fijo, a un medio de transporte propio y a decir verdad, el desabastecimiento sólo puede ser causado por quienes puedan llenar sus carritos.

El virus o los ricos. El huevo o la gallina. Una cuarentena para pensar.

 

 

 

 

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