El domingo pasado a la mañana me sorprendió el llamado de un amigo común para contarme el fallecimiento de quien provocó esta nota triste, que no por ello debe pasar desapercibida. Falleció en Barcelona, según creo, Roberto Bergalli, una persona con quienes me ligaron sentimientos en ocasiones encontrados, que no impidieron nuestra amistad sincera ni nuestro cariño compartido. Porteño hasta la médula, uno de sus problemas de vida consistió en radicarse con su familia en Barcelona, expulsado luego de sufrir un año de cárcel por la dictadura cívico-militar de los años '70, en la flor de su edad y de su producción científica y cultural, aspecto que siempre le ocasionó un sentimiento dual que yo combatí con cierta crueldad. A pesar de las muy esporádicas visitas, por la razón apuntada, se trata de una de las personas con quien más recuerdo que compartí anécdotas, desde nuestras discusiones en Bonn y Köln (Colonia, Alemania Federal, que lo acogió después de liberado de su prisión), hasta nuestras visitas, por cierto muy distanciadas en el tiempo, en Barcelona –mi mejor anfitrión— o Buenos Aires.
No puedo relatar todas esas anécdotas, porque me llevaría demasiado tiempo y espacio en busca de la publicación, desde la casualidad de presentarme a la madre de un compañero de colegio en un lugar exquisito fuera de la ciudad, sin dormir esa noche, por lo que recordaré por otra de sus pretensiones de vivir en dos lugares al mismo tiempo, en una despedida del aeropuerto de Barcelona, en la que yo insistía con mi crueldad de requerirle que, tras los años, él no podía seguir pensando en la Argentina y en Buenos Aires. Las lágrimas varoniles en sus ojos me recuerdan el asilamiento sin motivo valedero, de quien había poco menos que inaugurado el pensamiento criminológico, sobre todo el crítico, de quien lo había comenzado en la Universidad de Buenos Aires y en la República Argentina. Quedan de él una serie de libros y escritos que nos pusieron en el mundo de la criminología.
Seguro que, desde otro mundo, me está regañando por esta nota con palabras, mientras desarrolla su cariño tan especial y sentido.
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