EL FUTURO INMEDIATO

Macri se va, pero el FMI se queda

 

El 10 de diciembre de 2019, cuando Mauricio Macri cese de ser Presidente, dejará una economía en terapia intensiva con respirador artificial, una tasa de desocupación abierta de dos dígitos, niveles de exclusión social y pobreza alarmantes si esa puede ser la palabra; habiendo destruido miles de pequeñas y medianas empresas que son eslabones en el proceso productivo y comercial de la Argentina; castigando a la población con altísimas tasas de interés confiscatorias de recursos y capital; con una tasa inflacionaria anual del 60% o más, tres veces mayor que el aumento de los precios del año 2015; y con una deuda externa que va a ser prácticamente el doble que la de diciembre de 2015, con fuertes vencimientos en el corto plazo.

Semejante derrape es solo comparable a la gestión de José Alfredo Martínez de Hoz, que aplicó el mismo plan, terminó igual y configuró una sociedad endeudada y pobre y una minoría que se benefició con la fuga de capitales y los altos rendimientos de los títulos de deuda. La principal diferencia con ese momento es que el nivel de deuda con los bancos privados era mucho mayor.[1] Actualmente el más significativo compromiso es de corto plazo y en parte importante con el Fondo Monetario Internacional, lo que obviamente torna más compleja la negociación, máxime que del otro lado la decisión final es de los Estados Unidos, por ser el principal aportante a dicho Fondo y por su decisión de forzar a los otros miembros a que se le preste a la Argentina de Macri casi tres veces más de lo que formalmente le hubiera correspondido.

Termina el mandato de Macri, pero no el del FMI. Recordemos que el FMI monitoreó la economía argentina desde fines de 1975 (acuerdo frustrado del Ministro de Economía Antonio Cafiero) hasta el 3 de enero de 2006, cuando Kirchner les pidió a sus técnicos que se fueran y así nos fue en todos esos años.

Según un reciente trabajo de la UMET (Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo) los vencimientos de deuda a futuro son,

  • 2020, 20.376 millones de dólares;
  • 2021, 31.608 millones;
  • 2022,  49.923 millones;
  • 2023, 46.594 millones,

mientras que el monto de los desembolsos que faltan por parte del FMI son de tan solo

  • 3.875 millones de dólares en 2020 y
  •  1.937 millones de dólares en 2021.

En conclusión, se deberán pagar 148.000 millones de dólares en el periodo 2020-2023, con un superávit comercial que apenas podrá equilibrar el déficit de la cuenta corriente, donde pesa el pago de los intereses de la deuda y el  giro de utilidades al exterior.  Agravado con el sabido trasfondo de las exigencias del FMI para que se aplique la reforma previsional —que permita reducir su erogación y con ello que sea una parte menor del presupuesto nacional y posibilitar el pago de los crecientes intereses de la deuda— y la flexibilización laboral, con el fin de reducir el costo de las empresas, sin contemplar el efecto de disminución del mercado interno y con ello, de la actividad y del PIB.

Por supuesto, también el FMI recomienda reducir las altísimas tasas de interés internas, pero sabe que eso no es posible y es prácticamente el único mecanismo que tiene el gobierno para frenar que se pasen de pesos a dólares y que así la crisis cambiaria se transforme en bancaria y explote.

Para mantener el precio del dólar el BCRA les paga a los bancos en LELIQs (Letras de Liquidez a siete días) una tasa equivalente al 6% mensual (en tono al 70% anual). Por los 10.462 millones de pesos de LECAPs (Letras Capitalizables) en pesos que colocó el Tesoro de la Nación el 28 de mayo de  2019 con vencimiento el 28 de febrero de 2020, la tasa nominal anual es del 68,75%. Pero no es menos cierto que con esa tasa hace seis meses que el dólar aumenta al 2% mensual, mientras las mismas lo hacen al 6% para el mismo lapso, abonando generosamente el carry-trade. Ese caro andamiaje beneficia a los sectores financieros, dado que los bancos remuneran los depósitos a plazo fijo del sector privado el doble que el acrecentamiento del precio del dólar. Al 31 de mayo 2019 había depósitos por 1.189.533 millones (equivalentes a unos 25.860 millones de dólares). Por depósitos de más de un millón de pesos a plazo fijo en 30 días, les abona una tasa BADLAR del 52,9% anual (o sea más del 4% mensual).

Mirando el futuro inmediato, las tasas aumentarán más aún, porque, por ejemplo, el dólar futuro cotiza en el ROFEX [2], al día 6 de junio de 2019a $ 60,99 [3] para el último día hábil de 2019. De modo que el valor del dólar se acrecienta 32,6 % en siete, lo que significa un 58% anual, mientras la Tasa badlar al 6 de junio de 2019 era de 52,9%. Para evitar que los plazos fijos se pasen a dólares (y también otros vencimientos de títulos públicos hasta fin de año), la administración Cambiemos hará que las tasas se incrementen irremediablemente en torno a no menos del 65% anual o más.

 

Shock hipovolémico

Lo que alimenta la inflación son principalmente las altas tasas de interés, dado que los que pueden trasladar ese costo a sus precios lo hacen sobre todo en bienes de uso difundido  (acero, aluminio, cemento, papel, polipropileno, etc.), en energía y combustible y en otros formadores de precios; y los que no, ven cómo malvender stock o aceptar las confiscatorias tasas, pero en todo los casos, con sus más y sus menos, impacta sobre el nivel de actividad frenando la producción y el empleo.

Paralelamente esas mayores tasa de interés permiten que los activos financieros se queden en pesos y, llegado el caso de ver que el sistema va para largo, el ingreso de capitales especulativos en carry trade.

El impacto sobre la economía real es la fuga de recursos del trabajo y de la producción  a favor del capital financiero, convertidos en divisas, con lo que el país realiza cada vez menor inversión bruta fija, degradando la economía e imposibilitándola de algún tipo de recuperación, además del atraso tecnológico ante un mundo que se reconvierte y apuesta al conocimiento aplicado.

La valorización financiera del capital genera fortunas para un puñado de beneficiarios, que en su mayor parte la fugan al exterior. Queda un país con baja tasa de inversión y endeudado (deuda que financia la fuga de capitales), subordinado a un FMI cuyo rol es ese, garantizar que se financie la deuda y que se pague con los activos más preciados del país. Ahora se trata de  las acciones del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la ANSeS, de Vaca Muerta (con YPF e incluida las empresas privadas Tecpetrol de Techint y las del Grupo Bulgheroni), de las reservas naturales de litio y de agua , etc.

El camino de acordar con el FMI da como resultado una economía diezmada, profundamente desigual, empujando a la pobreza y a la indigencia a gran parte de la población (sobre todo ancianos y niños), sobre los cuales, paradójicamente, el FMI permite algunas décimas del PIB para su mínima atención. Ni Sarmiento lo hubiera hecho mejor, cuando sostenía en su tristemente recordado discurso del 13 de septiembre de 1859 en el Senado de la Provincia de Buenos Aires: “Si los pobres de los hospitales, de los asilos de mendigos y de las casas de huérfanos se han de morir, que se mueran, porque el Estado no tiene caridad, no tiene alma”. Sí tiene alma cuando paga de 56.500 millones de pesos de intereses de las LELIQs en un mes [4] en lugar de construir 56.500 viviendas sociales de 50 metros cuadrados, cuyo costo de construcción es de aproximadamente un millón de pesos.

Sí tiene alma cuando destina por año el 3,5% del PIB para pagar solamente los intereses de la deuda externa, mientras la pobreza alcanza al 51,7% de los niños y adolescentes en la Argentina y registra el nivel más alto en una década, según el último informe de Barómetro de Deuda Social de la Infancia de la UCA. (Que aclara, además, que la lamentable cifra es  reflejo de un país que el año pasado tuvo una devaluación de más del 100%, una inflación según el INDEC de 47,6%, shock tarifario y caída del empleo.)

No se puede aceptar la lógica de capital compuesto por una deuda que al menos debe ser auditada para saber por qué se la tomó, quiénes compraron los dólares y qué hicieron con esas sumas. No se puede avalar con el silencio lo que está pagando y va a pagar el pueblo argentino con desocupación y marginalidad.

Se debe plantear una salida inteligente y que haga recaer el costo sobre los beneficiados. Existen decenas de ejemplos históricos de pago de indemnización de guerra y varios de corresponsabilidad entre acreedor y deudor, todos pasan por permitir trabajar y producir para poder pagar.

La tarea es elaborar ese plan y discutirlo en la población y por todos los medios posibles, que cada ciudadano sepa fehacientemente cual es la situación y qué se está pensando para darle una solución sustentable, que no es la de pagar LELIQ para evitar el que dólar se mueva.

Mariano Moreno dijo: “Si los pueblos  no se ilustran, si no se vulgarizan sus derechos, si cada hombre no conoce lo que vale, lo que puede y lo que se le debe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas, y después de vacilar algún tiempo entre mil incertidumbres, será tal vez nuestra suerte mudar de tiranos sin destruir la tiranía”.

 

La muerte del paciente

Por supuesto, el FMI y los burócratas de turno, como todas las otras veces, van a insistir con su lógica de hierro y cuando no se pueda pagar por pobreza extrema dirán que “la operación fue un éxito, pero se murió el paciente”.  Y el paciente no tiene ninguna posibilidad de sobrevivir con una hemorragia que no para nunca, con un corazón que no puedee bombear la cantidad necesaria de plasma hacia el cuerpo y lleva cada vez menos oxígeno a los tejidos.

Sería bueno que se entienda que en todas las especies hay un instinto de supervivencia, que es la habilidad no aprendida que tienen todos los seres vivos de superar las agresiones o cambios del medio (externo o interno) con el objetivo de preservar la especie.

En diciembre del 2001, en base a ese instinto, el pueblo argentino impuso el que se vayan todos. Si se fracasa en la gestión y en el central tema de la deuda, la historia volverá a repetirse y no va haber helicóptero.

 

 

 

[1] Por eso aplicaron el Plan Brady en 1989, para cambiar las acreencias a nombre de los bancos, por el de títulos públicos innominados
[2] El ROFEX es el Mercado a Término de Rosario S.A, donde se compran y venden cereales y se hacen operaciones para asegurar el tipo de cambio. Allí se negocian contratos de futuros y opciones sobre trigo, maíz y soja, con entrega y cancelación en efectivo. En lo que respecta a futuros financieros, el ROFEX es el único mercado institucionalizado del país. Entre sus contratos se destaca el futuro de dólar.
[3] Es cierto que viene descendiendo de a centavos desde el lunes 20 de mayo de 2019
[4] El total de Leliq al 31 de mayo de 2019 es de $ 982.203 millones, paga una tasa del 70% anual (que en realidad al ser por 7 días es acumulativa y es mayor), lo que en un mes significa  56.510 millones
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