El feo rostro del default

El FMI pretende que no suceda en el gobierno de Cambiemos sino en el gobierno constitucional que lo reemplace

 

En la conferencia de prensa del 7 de enero de 2019, el Ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, y el Secretario de Finanzas, Santiago Bausili, sostuvieron que iban a vender a lo largo del año, en subasta pública y al mercado local, entre 6.000 y 11.000 millones de dólares del FMI, que es deuda externa y constituye una porción muy importante de la oferta de divisas que tendrá este año la Argentina y, con esos pesos, cubrirían gastos fiscales en moneda local. (¡Se endeudan en dólares que no sabemos cuál va a ser su valor en unos meses, se los venden a los que los compran para fugarlos, y se usa el producto de su venta para pagar compromisos en pesos!)

Sin embargo, a posteriori, el FMI los conminó a no vender más de 60 millones de dólares por día hábil y es la razón por la que el Ministro precisó la suma a vender de abril a fin de año en 9.600 millones de dólares

El 22 de abril de 2019 vencieron Letras del Tesoro en dólares por 1.250 millones, se renovaron por 750 millones de dólares a un precio de corte de 5,53% (TIR) que representa una suba de tasa de 103 puntos básicos en moneda dura. Formalmente es el 61,7% del total, que es el porcentaje que dicen los funcionarios nombrados que se debe renovar para llegar a cubrir todos los pagos hasta fin de año, pero en los vencimientos había 207 millones de dólares que estaban en poder del sector público, por ende, los privados renovaron 540 millones que es el 51,8% del total (540 millones / 1.043 millones)

De acuerdo al cronograma publicado por el Ministerio de Hacienda, los próximos vencimientos de Letras del Tesoro tendrán lugar el 10 de mayo por 1.016 millones de dólares y el 24 de mayo por 731 millones de dólares, y así en dos veces al mes, totalizando 8.473 millones para lo que resta del año 2019.

 

La caída

Ante esa situación, el 23 de abril comienza a subir el dólar por el desarme de posiciones en pesos y el pase a divisas de inversores institucionales, hecho que se amplifica cuando en el exterior grandes operadores financieros hacen lo mismo, se desprenden de títulos de deuda nacionales y de acciones de empresas argentinas que cotizan en Wall Street, como las del holding liderado por Marcelo Mindlin, Transportadora Gas del Sur, Edenor, y Pampa Energía, que al viernes 26 de abril valían en promedio medido en dólares, un 40% menos que en el año 2015.

En el segmento de renta fija, los bonos en dólares, nominados en moneda dura, descendieron desde el día 23 en forma sistemática, fundamentalmente el Bonar 2020, que el jueves 25 al comprarse por debajo de su valor nominal, pagaba una tasa en dólares del 20% anual. Le siguieron el Discount, Bonar 2024 y el Bonar 2037 y los seguros contra default.

Hay, por ahora, dos atenuantes técnicos y uno estratégico.  Los técnicos:

  1. Que el dólar futuro a  diciembre de 2019 se cotizaba a $ 61, muy por encima del techo de la banda de flotación del tipo de cambio que el presidente del BCRA, Guido Sandleris, había fijado la semana pasada en $ 51,45 para fin de año, pero también es cierto que el dólar cerró el viernes 26 a $ 46,80, quiere decir que en 8 –ocho- meses la depreciación esperada sería del 30%, cuando en un plazo fijo importante (digamos más de diez millones de pesos)  la tasa anual alcanza a casi el doble de ese valor. Pero también, sabemos que el valor futuro puede y va a cambiar el lunes.
  2. Que las reservas internacionales brutas del BCRA ascienden a fines de abril a 72.330 millones de dólares. Con que sean de libre disponibilidad el 20%, estamos hablando de unos 14.500 millones de dólares, que debemos relacionar, por ejemplo, con el total de depósitos a plazo fijo del sector privado que suman el, equivalente a unos 24.500 millones de dólares, siendo la mayor parte de los mismos realizados en un plazo en torno a los 30 días, por lo que debe haber un acuerdo con los bancos y de estos con los clientes para que no se pasen de plazo fijo en pesos a dólares (acuerdo que se sella siempre con una tasa de interés mayor, en una carrera infernal entre la suba de la divisa y el encarecimiento de los pesos, haciendo imposible tomar o tratar de pagar un crédito).

El apoyo estratégico es el del FMI, que si bien no quiere dilapidar reservas, le dio a Macri el equivalente a 38.647 millones de dólares [1] en cuatro tramos, y ahora le queda un tramo en junio-julio 2019 por 5.421 millones de dólares, otro de similar monto en septiembre y finalmente en diciembre unos 973 millones de dólares.

En esa puja permanente entre grandes fondos que esperan la oportunidad para salir de títulos públicos y privados de la Argentina por un lado, y el apoyo del FMI, por el otro, el factor desequilibrante es la lentitud para liquidar las exportaciones del sector agropecuario (especialmente el sojero) y la persistente fuga de capitales que alcanzó desde el 1° de enero de 2016 al 31 de marzo de 2019 la suma de 64.023 millones de dólares, de los cuáles en los tres primeros meses de este año se fugaron 4.695 millones.

En ese marco, es de esperar que por más apoyo del FMI que tenga, el gobierno de Cambiemos debe acordar con exportadores y bancos que los primeros liquiden sus ventas y, los segundos convengan con sus depositantes la mayor renovación posible de sus depósitos. Con la volatilidad cambiaria, azuzada por los que se desprendieron de valores públicos y privados locales, será cada vez más complejo y desgastante para un gobierno inexperto, débil y sin rumbo, solo apoyado por el FMI.

 

Cuál es el objetivo del FMI

El 5 de diciembre de 2001, el FMI decide no conceder el tramo de 1.260 millones de dólares ante la falta de cumplimiento de las metas fiscales de la Argentina. Ante esa medida, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) no le otorgan el  préstamo de 1.230 millones de euros, sellando el fin del gobierno de Fernando De la Rúa y su ministro Domingo Cavallo.

Hoy la situación es muy diferente. Es obvio que David Lipton, Sub Director Gerente del FMI y representante de los EE.UU. en ese organismo, ha jugado fuerte a favor del gobierno de Cambiemos. Lo que pasa es que la propia impericia de ese gobierno hace que por más apoyo que tenga, los bancos y fondos de inversión pueden ganar mucha plata a costa del default argentino, vendiendo hoy a un precio y recomprando por cinco o seis veces menos en un futuro inmediato, con lo que tendremos escenas como las vividas en la semana que va del 22 al 26 de abril, durante todo el año.

El FMI y los acreedores saben que la Argentina tiene un fuerte patrimonio desde acciones en poder del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la ANSES; Vaca Muerta (con YPF, Bulgheroni y Tecpetrol-Techint incluido); las reservas minerales; las plantas de carbonato de litio; una de las mayores reservas de agua potable en el acuífero guaraní; etc. por ende lo que prestan lo van a cobrar en especie, pero esa es solo la garantía del repago. El real y principal objetivo es que la Argentina se subordine al modelo impuesto por el FMI, que es que no produzcamos un alfiler, que solo elaboremos con bajo valor agregado, lo que obtenemos por arriba y por debajo de nuestro suelo.

De esa manera, el FMI impulsa el control de las industrias básicas, las finanzas y el comercio exterior, que se logra si esas actividades están en manos privadas, que por la ley de concentración y centralización de capitales termina en monopolios, para lo que necesitan asegurar nuestro endeudamiento condicionando el presente y el futuro del país.

 

Qué se puede hacer

La puja está planteada, el negocio de cada sector también, se conoce y sabe que forman parte de la lógica del capital financiero. No es que el FMI impide que el valor del dólar derrape, al contrario, lo propiciaron en el fin del gobierno de Alfonsín y en el de De la Rúa, lo que pretende es que no suceda en el gobierno de Cambiemos y sí que pase en el gobierno constitucional que lo reemplace.

Es la forma que tienen de condicionar y subordinar a la fuerza política que venga. No solamente el vencimiento de títulos de deuda y sus intereses representan para 2020 más de la tercera parte del presupuesto de la Administración Nacional o casi el 50% de nuestras exportaciones anuales brutas, sino que, por su escalonamiento y plazos, es asfixiante para nuestro país.

Encima a partir de septiembre de 2020 hay que comenzar a pagar al FMI en ocho cuotas trimestrales más los intereses, los 14.458 millones de dólares otorgados el 22 de junio de 2018 y así, con todo el resto del crédito al cumplirse de cada tramo otorgado los ocho trimestres de gracia.

Pensar en alguna posibilidad razonable de reprogramación de la deuda, es como “hablarles con el corazón para que nos contesten con el bolsillo”.

La situación a la que nos han llevado es de extrema gravedad, obviamente hubo conductas y acciones para que volvamos a encontrarnos en condiciones similares a las de 1989 o 2001. El problema ahora es cómo se resuelve, con privatizaciones y extranjerización de nuestra economía, o con crecimiento y mejora en la distribución del ingreso. Entre uno y otro camino existe una brecha que no se dirime en el campo teórico, sino en la calle, cuando el pueblo vea que la solución no está.

 

 

 

 

[1] Son en DEG (Derechos Especiales de Giro)

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