El espejo italiano

Las semejanzas entre Meloni y Milei

 

Mientras en la Argentina el Presidente Milei opta por des-vertebrar el Estado para imponer su modelo de nación, en Italia, Giorgia Meloni intenta lo mismo por otras vías, aplicando la versión italiana de ordo-liberalismo, ocupando todas las cargas y funciones posibles. Cierto es que “el Presidente Meloni” (ella insiste en su idea de no feminizar sustantivos; incluso uno de los diarios de derecha que la apoyan la eligió “Hombre del Año 2023”) no tiene a disposición el campo abierto con el que cuenta Milei. Italia forma parte de una organización supranacional que es la Comunidad Europea y, como si no bastara, también integra la OTAN, por lo que las posibilidades de maniobra son menores. Esta es una característica de la Comunidad Europea que, en su versión benévola, pone algunos límites a gobiernos autoritarios —como el de Viktor Orbán, por ejemplo— y, en su versión malévola, puede ser destructiva, como en el caso de Grecia.

Meloni se asemeja a Milei en otras cosas también. Su gobierno ha decidido desprenderse de cuotas accionarias de peso de algunas empresas donde el Estado italiano tiene una fuerte presencia. El motivo es la necesidad de hacer caja sin cobrarles impuestos a los ricos, dado que Italia tiene una serie de compromisos debido a su fuerte endeudamiento.

Es así que el gobierno venderá algunos paquetes accionarios; entre ellos, el de la empresa estatal de correos, utilizando los bancos privados como corresponsales para acelerar las operaciones. De esta manera, confía en recaudar unos 18.000 millones de euros, que equivalen a un punto del PBI.

El diario La Repubblica señaló sin muchas vueltas que Meloni estaba vendiendo Italia, cosa que no le gustó a la Presidenta, quien respondió atacando a la familia Agnelli-Elkan, editores de La Repubblica que la habían acusado de haber vendido la Fiat Atlantis a los franceses. En realidad, se trata de una fusión, pero en tren de cruces polémicos da lo mismo.

En Italia, presentarse como patriota es peligroso; en primer lugar, porque todos esconden “muertos en el placard”, incluyendo a Romano Prodi y a Massimo D’Alema, “gente de izquierda”, responsables de haber privatizado las “joyas de la familia” del Estado, abriendo la puerta a fondos de inversiones internacionales que están a la caza de dinero rápido y a los que un proyecto industrial no les interesa en absoluto.

En segundo lugar, cualquier manifestación patriótica, real o falsa, es señalada como un ataque a la Comunidad Europea y es signo seguro de “anti-europeísmo”. Por eso, los neo-keynesianos que critican la política de austeridad del Banco Central Europeo la tienen muy difícil.

La derecha neo-fascista se presenta como adalid del “interés nacional”, pero el precio de gobernar los obliga a dejar ciertos principios en la puerta de ingreso del palacio y a practicar un recitado de patriotismo que no va más allá de proclamas para sus votantes más ideológicos y para una opinión pública distraída, en el mejor de los casos, o simplemente ignorante. Todo este pataleo inoperante “contra los banqueros, Soros y los burócratas de la Comunidad Europea” es llamado en general por la prensa liberal “soberanismo”, palabra que tiene tanto valor didáctico como “populismo”, es decir que aporta solo confusión. Por ejemplo, BILDU, la organización política de la izquierda vasca que apoya al gobierno de Pedro Sánchez en España, también es llamada soberanista, sin embargo, con Orban y su gobierno no tienen nada en común.

Una de las armas que el gobierno de Meloni quiere utilizar para cambiar Italia se llama Autonomía Diferenciada (AD), recién aprobada en el Parlamento. Se trata de la posibilidad de las regiones de solicitar una ampliación de las competencias que hasta el momento administra el Estado nacional. Pero dicha ampliación conlleva que un porcentaje de la recaudación fiscal local sea retenida por la región para sostener económicamente las nuevas responsabilidades, con la consecuencia de que las entradas del Estado nacional sufrirán una merma notable que podría comprometer su funcionamiento y eficacia. El proyecto ha sido llamado por la oposición “La Secesión de los Ricos” y recuerda las pretensiones de la provincia de Santa Cruz de la Sierra en Bolivia. Los analistas han explicado que las únicas regiones que podrían activar este nuevo ciclo son las del norte, con lo cual se acrecentaría la diferencia con el sur, donde se registran las cifras más altas de desocupación y pobreza. Dichas provincias del norte son administradas por los mismos partidos de derecha del gobierno nacional, aunque la Emilia-Romagna, gobernada por el Partido Democrático, también se ha mostrado favorable a la AD. El argumento utilizado para publicitar la AD es “la mayor eficiencia que se logrará en la gestión”, sobre todo en salud pública. Que lo digan los liguistas que administran la Lombardía es tragicómico, todo el mundo recuerda la fila de camiones con ataúdes cuando el Covid hizo su aparición en Bérgamo y las autoridades se negaron a crear una “zona roja” por presión del empresariado regional, incluyendo a Gianfelice Rocca, el hermano de Paolo que rige sobre una mega compañía médica.

Esta revisión del pacto republicano va en contra de los principios de solidaridad que unen a los ciudadanos de la nación y que la Constitución italiana sostiene. Y no sólo eso, esta medida es un proyecto de la Liga Lombarda y choca con el principio de unidad nacional que sostiene desde siempre el neo-fascismo. ¿Cómo ha podido suceder que Hermanos de Italia (FDI) haya votado esto? Es un intercambio entre socios, la Liga llegará a las elecciones regionales mostrando un resultado: la AD, en tanto, se ha comprometido a sostener la reforma que anhela Meloni, llamada “Premierato”. Se trata de una modificación de la figura del Presidente del gobierno, que en Italia es elegido por una mayoría parlamentaria. Meloni pide que la elección sea directa y la eliminación de las prerrogativas del Presidente de la república, entre ellas una fundamental: la disolución de las Cámaras y convocatoria a elecciones cuando el gobierno a cargo pierde la mayoría en el Parlamento. En la práctica, el “Premierato” reducirá al Presidente de la república a figura decorativa. No será fácil porque requiere cuatro pasajes parlamentarios, pero el gobierno es obstinado en su proyecto de desguace de la república y Meloni mantiene estable el apoyo de sus votantes.

Otros reflejos argentinos se encuentran en la mezcla de incompetencia y grotesco que colorean las páginas de los diarios y la TV. En una fiesta de fin de año en el municipio de Rosazza, en el norte de Italia, controlado por el partido de Meloni, llegó invitado el subsecretario de Justicia, Andrea Delmastro; entre quienes pasaron a saludar había un parlamentario de FDI, un tal Emanuele Pozzolo; en un momento dado sonó un disparo, una persona cayó herida, llegó la ambulancia y una patrulla de carabineros. Durante días rigió el silencio, pero poco a poco la omertà cedió; el tal Pozzolo había acudido a la fiesta armado con una pequeña pistola 22 LR, manipulando el arma, que evidentemente estaba mostrando a los camaradas, se le escapó un tiro; la prueba del carbono en su ropa lo confirmó y los testigos declararon ante el juez que él disparó, desmintiendo las reconstrucciones caprichosas del “diputado pistolero” como lo llama la prensa. Silencio total del gobierno y el partido.

En estos días un miembro del gobierno ha declarado que las albóndigas de garbanzo no deberían ser llamadas albóndigas, porque en Italia las únicas albóndigas (polpette) son las de carne; obviamente estas cosas se dicen por el odio que esta gente ostenta por las dietas vegetales y el estrato social que las practica, que en general no vota fascismo. Con la velocidad de la luz se ha atraído el ataque de las organizaciones empresariales que ocupan áreas preponderantes en la producción vegetariana y vegana y obviamente producen hamburguesas de soja, pebetes de cebada, etc. Otro enemigo es la “carne sintética”, como llaman a la carne producida en laboratorio, pero detrás de estas animosidades se encuentra la Coldiretti, el lobby de los productores agropecuarios, que tiene acceso directo al ministro de Agricultura, Francesco Lollobrigida, cuñado de Meloni.

Por no hablar de la incapacidad para presentar a la Comunidad Europea programas creíbles para la reconversión energética, aunque es evidente que un gobierno negacionista en cuestiones de cambio climático está incapacitado para presentar un plan creíble en Bruselas. Así, se pierden las subvenciones que ya estaban aprobadas por los organismos europeos. Situación que recuerda la negativa a participar en el BRICS del gobierno de Milei. Más que ideología, cretinismo.

El gobierno se mueve bajo el manto de la paranoia y de una supuesta conspiración para corroer la gestión de Meloni. En un debate parlamentario reciente, la Presidenta no vaciló en descargar sobre gobiernos anteriores la pesada herencia que se deposita cada día sobre sus hombros. Pero a veces el recurso no funciona. Elly Schlein, secretaria del Partido Democrático, atacó violentamente la privatización de la salud pública; Meloni, exasperada, respondió que la cuestión había nacido en el 2009 y no con su gobierno, Schlein le recordó que en el 2009 gobernaba Berlusconi y Meloni era la ministra de Salud Pública.

El gobierno también se destaca por elegir los enemigos. Comenzó con las fiestas rave, contra los jóvenes eco-militantes de Nueva Generación perseguidos y castigados con legislación ad hoc, contra los estudiantes que ocupan las escuelas —como los adolescentes del liceo Tasso de Roma, suspendidos y obligados a limpiar aulas y pasillos con cepillos y escobas—, contra las familias en dificultad que recibían ingreso ciudadano. Enemigos modestos, pero que sirven para alzar la voz y reforzar la imagen de autoridad. El método Meloni se sintetiza en la frase “fuerte con los débiles, débil con los fuertes”.

 

La oposición

La oposición anda un poco perdida y a veces es confusa. El principal partido de oposición es el Democrático (PD), en fase de renovación con su nueva secretaria Elly Schlein, pero la secretaria tiene un problema: el establishment derrotado en la interna no sostiene su gestión, ni el ala católica, que no apoyaría por ejemplo una eventual legislación pro-eutanasia.

La gente de talante progresista sostiene la necesidad de una unión electoral del PD con el Movimiento Cinco Estrellas (M5S). Es fácil decirlo, pero existen problemas concretos para su realización porque la historia de las dos agrupaciones difiere por origen y se han encontrado en campos opuestos en diversas ocasiones.

En 2014, Matteo Renzi, Presidente del gobierno y secretario del PD, lanzó un ataque brutal contra el Estado social y la clase trabajadora, lo llamó Jobs Act y, entre otras cosas, derogó el artículo 18 de la Constitución, que autorizaba el despido sólo con justa causa. El M5S se opuso conjuntamente con los sindicatos. Y volvieron a enfrentarse en 2016, cuando Renzi se obstinó en cambiar algunas partes de la Constitución italiana y, pensando que contaba con un consenso abultado, llamó a un referendo; de su parte se pronunció el embajador de USA, que sostuvo que si el SI vencía en el referendo, llegarían las famosas inversiones estadounidenses. El M5S sostuvo el NO junto con el ANPI, la organización de los partisanos que mantiene alta la bandera del antifascismo y los valores de la Constitución. Renzi perdió el referendo y renunció a su cargo, como había prometido.

En las elecciones presidenciales de 2022, cuando ganó Meloni, el PD presentó como candidato al entonces secretario Enrico Letta y en la campaña electoral difundió un afiche dividido en dos campos, uno negro y otro rojo, que representaban las opciones enfrentadas. Pero la única distinción que encontró Letta para diferenciarse de Meloni fue el anti-fascismo, porque en el resto existen llamativas coincidencias: la aceptación del mercado como regulador de las relaciones sociales, la sumisión pasiva a las normativas del BCE y la Comisión Europea, la adhesión al pacto atlántico de la OTAN, hacer política con una mirada favorable a las fuerzas económicas descuidando las clases menos protegidas. Claramente, el voto popular no sostuvo a quien debería haberlo representado.

La sucesiva elección de Elly Schlein como secretaria del PD ha traído nuevas esperanzas para un cambio de rumbo del partido que deje definitivamente atrás el modelo Blair y sugestiones de tercera vía, abriendo un diálogo con el M5S para una eventual alianza, pero la guerra en Ucrania también los divide por la posición atlantista del PD que apoya integralmente al gobierno de Zelensky. En cambio, el M5S ha cuestionado en el Parlamento el envío de armas tanto cuando integraba el gobierno Draghi como ahora en la oposición.

La novedad se registró cuando Schlein  pidió que no se envíen más armas a Israel, ya que podrían servir a un delito de genocidio; el gobierno ha declarado que desde el 7 de octubre, día del ataque de Hamás, no han sido enviadas armas a Israel.

Hay otro elemento a considerar, Giuseppe Conte, líder del M5S también tiene ambiciones de guiar el bloque de oposición a la derecha. Conte y Schlein se han encontrado secretamente para modular la campaña electoral, una especie de pacto de no agresión. Mientras tanto trabajan para concurrir con un candidato común en las regionales donde se admiten alianzas, en cambio, en las europeas, cada partido concurre en solitario y no faltarán encontronazos entre ambas agrupaciones.

Intención de voto al 20 de enero 2024. Fuente: Agencia IPSOS para Il Corriere della Sera.

1) Hermanos de Italia (FDI) 29%

2) Partido Democrático (PD) 19,07%

3) Movimiento 5 Estrellas (M5S) 16,2%

4) Lega 8,7%

5) Forza Italia (FI) 7%

 

 

 

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