El duro camino del optimismo
La pelea callejera contra la derecha desbocada comienza a poner las cosas en su lugar.
Durante siglos la humanidad fue soñando mundos mejores; la utopía de Tomás Moro explica que desarrollamos una crítica a la realidad actual y determinamos propuestas que indican hacia dónde caminar. La posibilidad de concretar la utopía genera un contenido de esperanza. Así han reflexionado muchos analistas en las largas noches del neoliberalismo recién caído, pero no derrotado aún. La esperanza recibió una fuerte ayuda por la revalorización de la voluntad política puesta de manifiesto por Hugo Moyano con la iniciativa de autonomizarse del gobierno y conmemorar en las calles el 17 de octubre.
Con la pesada carga de que un tercio de los muertos por Covid-19 son latinoamericanos, la esperanza vive. El triunfo aplastante de la coalición encabezada por el MAS en Bolivia dejó sin reacción a los golpistas de la Presidenta Jeanine Áñez Chávez que intentan movilizarse sin eco contra la realidad abrumadora del 55% de votos por Arce; el plebiscito fundante en Chile que promete liquidar como un huracán la Constitución pinochetista en el marco de gigantescas movilizaciones populares. La arrolladora presencia de pueblos originarios en una Minga aborigen y Paro Nacional contra el gobierno de Iván Duque en Colombia. Al decir de Álvaro García Linera, ex Vicepresidente de Bolivia, “ha sido la lucha de ustedes, desde abajo, desde los sindicatos, desde la universidad, de los barrios, la que ha dado lugar al ciclo revolucionario. Traemos en el cuerpo las huellas y las heridas de luchas y si tenemos que volver a esas luchas, bienvenido”.
Un sentimiento que hay que aprovechar
Las transgresiones políticas cuando son oportunas suelen transformarse en detonantes de hechos que cambian el rumbo de la historia. Es lo que pasó con la recordación del 17 de octubre. La fragilidad del armado cibernético para un supuesto acto de millones de personas presentes en forma virtual es un dato que invita a pensar que quienes lo pensaron desconocen el calibre que calza la derecha golpista de la Argentina. La expectativa por la convocatoria se hubiese traducido en una enorme frustración, de no haber mediado la caravana que abrió la compuerta a un inmenso sentimiento mezcla de bronca, de indignación y de respuesta a las provocaciones.
Como en aquel 21F, la convocatoria sumó multitudes porque interpretaba la temperatura del cuerpo social. Era ese día o nunca, y la lectura fue la acertada. La caravana terminó un par de horas después de su lanzamiento pero la gente la siguió durante muchas horas. A nadie le importaba si llamaba el gobierno o el sindicalismo: fue el deseo colectivo de llenar las calles y construir un mensaje. El movimiento obrero es, por historia y propio peso, el nervio central de las grandes reacciones populares.
La convocatoria no puede leerse como una interna de la CGT. El sector más dinámico del sindicalismo ocupa el vacío de una conducción inexistente. Carlos Acuña o Luis Barrionuevo hablan de proyectos o negocios que nada tienen que ver con los proletarios padecimientos que impone la pandemia a una clase social que venía soportando ajustes y agravios del peor gobierno de derecha del que los trabajadores en actividad tengan memoria directa. Las cercanas elecciones de la conducción de la vieja Central están en agenda y se expresan. Nadie duda que la hermandad generada por la resistencia al macrismo se puede transformar en una fuerza que arrolle y reperfile al sindicalismo fragmentado en sus cúpulas.
El próximo martes se van a sentir las mismas caravanas festejando el primer año de la derrota de Macri y conmemorando los 10 años de la partida de Néstor Kirchner.
Un triunfo contundente
La victoria del MAS en Bolivia se transformó en uno de los primeros logros contundentes de la política del Presidente Alberto Fernández. Desde el golpe de Estado hasta el triunfo arrollador del movimiento de Evo Morales, la solidaridad del Presidente fue de un compromiso muy grande. Fabián Restivo, un argentino que vivió en Bolivia durante todo el gobierno de Evo y debió exiliarse, deja un interesante relato:
“Lo primero a tener en cuenta es que Luis Arce, ese hombre de gestos suaves y sonrisa tímida, es un economista, un financiero. Básicamente era un 'Chicago boy'. Fue quien escribió en la primera campaña el plan económico. Este plan se llevó a cabo y pasó de ser un 'Chicago boy' a ser alguien que incorporó a su concepción económica la dimensión social. Es un hombre seducido por el cariño de la gente porque antes él veía sólo números. Cuando empezó a ir con Evo a la inauguración de las obras y la gente lo abrazaba y le decía: 'Gracias ministro, por usted pudimos hacer esto', quedó conmovido por la realidad palpable de dónde y cómo llegaba lo que él ideaba. Evo le mostró lo que pasa con la gente cuando alguien hace algo por ellos. Era el componente social que le faltaba. Él sabía hacer las cosas para que a la gente le fuera mejor. El cariño lo contagió y él encontró otra inteligencia para su trabajo: agregar la gente de carne y hueso a sus proyecciones".
"Arce vive de un sueldo (de hecho cuando tuvo cáncer necesitó de colectas para curarse), y aun así tuvo la virtud de no aceptar ofertas económicas porque sentía que trabajar por su país era su vocación. Al cuarto año de su mandato le ofrecieron fortunas para ir a asesorar a otros países. El amor de la gente lo sedujo y descubrió que lo que sabía hacer era muy importante para el pueblo y se multiplicaba más de lo que él mismo creía. Arce no es un político, le cuesta hacer política en términos formales, tanto, que la campaña le costó mucho porque no es tribunero. Él sabe explicarle a la gente como va a administrar, y cuáles son los beneficios. Sabe cómo 'hacer la economía' y esto le permitió a Bolivia crecer todos los años a un ritmo de 5%, cuando los países de la región se derrumbaban. Y esto generó un rapidísimo ascenso social".
"Cuando se dio el golpe de Estado hubo sorpresa y asesinatos (más de cien muertos, muchos de ellos arrebatados de las comunidades y asesinados). Hubo mucho miedo y todo acarreó mucha negociación. La desmovilización fue proporcional al nivel de violencia que Áñez y Arturo Murillo le imprimieron al golpe. Con gran rapidez las muertes y persecuciones provocaron el miedo y el parate. Había miedo de salir a la calle porque mataban. Como con Macri y Patricia Bullrich, los asesinatos a manos de las fuerzas represivas merecían felicitación presidencial".
"Al evidenciarse que los componentes del gobierno de facto además de asesinos eran ladrones, la población se deprimió porque no veía ninguna salida. El punto de quiebre fue cuando Áñez (que venía muy blindada y los medios decían que tenía un 40 % de aceptación) recibe la primera encuesta que la muestra con un 8% de aprobación y renuncia a la candidatura. Este fue el momento en que saltó la tapa. La gente salió a la calle sin los dirigentes, a festejar porque lo sintió como un triunfo. Había sido derrotada por una masa silenciosa que no aparecía en los medios. La segunda etapa se vivió cuando Carlos Mesa bajaba en las encuestas y Arce subía. Pensemos que la prensa boliviana ahora le recomendaba prudencia al ministro del Interior Murillo, que en su primera conferencia había dicho: 'Está bien que los del MAS se escondan, porque vamos a salir a cazarlos'”.
"Ver que esa dictadura no tenía aceptación alguna impulsó a la gente a la calle: salieron a festejar y a enfrentar a las hordas parapoliciales que solían golpear y torturar masistas en la calle. Dos bandas fascistas, la Unión Juvenil Cruceñista de Santa Cruz y la Unión Resistencia Cochala, de Cochabamba, fueron enfrentadas y derrotadas por la población. Ganada la confianza, el acto de campaña del MAS en Cochabamba sumó una multitud de 40.000 personas. Esto fue la calle, los dirigentes vinieron después".
"El MAS arrasó. Completo ya el escrutinio, quedó a 3 diputados de los 2 tercios de la asamblea legislativa. De todos modos, tiene mayoría absoluta en el Senado y en Diputados, cosa que nadie creía que podría suceder. Lo que a la Argentina le costó cuatro años aprender, a Bolivia le llevó 10 meses. No por inteligencia, sino porque el robo, la corrupción en todo, la desatención de la salud y la violencia fueron tan brutales, que los bolivianos quedaron (ojalá) marcados para siempre”. Restivo es categórico en sus aspiraciones.
Al filo del fraude
Hay grandes posibilidades de que Donald Trump sea el primer Presidente estadounidense en perder una reelección desde que Bill Clinton derrotó a George H. W. Bush en 1992. Trump y el fiscal general William Barr han hecho de todo para que votar sea lo más difícil posible ante el creciente peso de las minorías étnicas y la baja de los blancos. Ambos son una amenaza inmediata y existencial a la democracia y la economía, que ha entrado en una sutil recesión pese a las elecciones. Como ya ha sucedido, el fraude y judicialización por parte de los republicanos es un hecho si los demócratas no ganan por escándalo.
Las movilizaciones por el asesinato de un hombre negro dieron un nuevo aire al movimiento Black Lives Matter en los Estados Unidos. Salió a la superficie lo que todo el mundo sabía: el fortalecimiento de los aparatos internos de represión, el racismo dominante al interior de esos aparatos y la impunidad judicial. La polarización política ha adoptado la forma del enfrentamiento electoral entre los dos partidos tradicionales. De un lado Trump, lo más reaccionario del partido Republicano, junto a una parte significativa de los viejos propietarios, y del otro el ex Vicepresidente demócrata Joe Biden, que intenta canalizar el descontento apoyado por el grueso del partido Demócrata, el socialdemócrata Sanders, la franja de población que no corrió detrás de las promesas de empleo de Trump y todos bajo el amparo de la gran burguesía emergente jugadora en el mercado mundial de consumo.
El escrutinio final de las elecciones norteamericanas va a depender de muy pocos votos en Estados clave, debido a un sistema que produce efectos ajenos a la voluntad popular. Podés ganar por millones de votos en la general y perder la votación si no ganaste en Estados que den muchos delegados (aunque sea por poco). El colegio electoral es un laberinto que siempre beneficia la votación de la derecha. Trump deberá rendir cuentas por la pandemia que ignoró y por el dibujo de nuevos empleos para reflotar la alicaída economía. Él y Joe Biden, respaldado por Barack Obama en el último tramo, estarán en deuda por la alternancia de republicanos y demócratas en las intervenciones políticas y militares que caracterizan la política exterior norteamericana y su rol de gendarme mundial hace décadas. Todo lo demás será anécdota.
Sigue el amparo para los enfermeros
El pasado viernes 16 de octubre, la jueza Patricia Graciela López Vergara declaró inadmisible el recurso presentado por el Gobierno de la Ciudad por resultar contradictorio con los argumentos que ya había expuesto en su contestación de demanda (la inadmisibilidad es por una cuestión procesal), y por lo tanto la causa sigue su curso, en el expediente caratulado Asociación Trabajadores del Estado y Otros c/ GCBA s/ amparo. En noviembre de 2018 el Consejo Directivo de los estatales porteños dispuso la presentación de un amparo a los fines de obtener la declaración de inconstitucionalidad de los artículos 6, 7 y 10 de la ley 6035 y que se incorpore a las diferentes licenciaturas excluidas a la misma. Otras organizaciones y personas (SITRE, ALE, Asociación de Psicomotricistas, etc.) unificaron el reclamo en cabeza de ATE Capital. Como argumento en contra, el GCBA firmó con el Sutecba una pseudo carrera de técnicos y profesionales de la salud, en donde no sólo reconoció la incongruencia de la exclusión de la ley 6035, sino que reconoció a las licenciaturas excluidas. Una puñalada trapera de un gremio que no defiende a sus propios trabajadores.
La enfermera Zulma Lovay, directiva de ATE Capital que trabaja cuidando vidas en el Hospital Fernández, señaló categóricamente que el reclamo de los licenciados en Enfermería, Psicomotricidad, Bioimágenes e Instrumentadoras quirúrgicas es por la inclusión en la ley, por su reconocimiento como profesionales de la salud: “Los compañeros que revistan en el escalafón general no piden, EXIGEN al gobierno de CABA además un aumento superior al exiguo 7,9 %. Falta el recurso humano indispensable para luchar contra la pandemia: debido al pluriempleo ha quedado un tendal de compañeros contagiados, fallecidos y enfermos, incluyendo a sus familias. Exigimos condiciones medioambientales de trabajo adecuadas, equipos de protección aptos, licencias para tomar aliento y volver a la trinchera. No estamos siendo cuidados por el Estado empleador. Vamos por el pase a carrera profesional y condiciones de trabajo dignas”.
“Es una decisión política: el ejecutivo que debiera pasar a los compañeros al escalafón profesional y no inventar una carrera paralela. Es una maniobra que no permite subir en la grilla como todos los trabajadores que tienen título de grado". Lovay recordó que “es un reclamo de muchísimos años; recorreremos el camino de los psicólogos, que lo consiguieron”.
Agustina Panissa, secretaria Adjunta del gremio, señaló que un “Trabajador/a de la Salud fuera del régimen de la Ley 6035 cobra entre un 25% a un 35% menos que Trabajador/a de la Salud dentro de la Carrera Profesionales de la Salud Ley 6035". Panissa señaló una serie de diferencias de bolsillo que explican la furia de Larreta por mantener la ley tal como está. Los profesionales de la salud son 72,6% mujeres y sólo 27,5% hombres. La mayoría de mujeres es excluida de la Carrera de Profesionales de la Salud de la CABA, por lo que la aplicación de la norma es además discriminatoria de género.
Trabajadores del sistema de salud se movilizaron a la sede de la Jefatura de Gobierno porteño, y frente al edificio montaron un acampe con la consigna “Basta de postergar la enfermería en la Ciudad de Buenos Aires”. Nuevamente la Policía de la Ciudad (la misma que permite marchas contra el gobierno nacional) buscó impedir la instalación de carpas de protesta, pero los manifestantes se quedaron en el lugar en ejercicio de su derecho a peticionar.
Panissa señaló que “lamentablemente es parte del intervencionismo que sufrimos de Cachorro Godoy y ATE Nacional porque son medidas que no se han discutido con los sectores de trabajo o en el ámbito que corresponde representativa e institucionalmente (ATE Capital, conducida por Daniel Catalano). El debate interno debería tener como escenario principal las asambleas virtuales que hemos desarrollado, donde nuestrxs compañerxs de salud nos han pedido sostener los cuidados, no exponer a lxs trabajadores a más contagios y ser responsables con la forma en la que desarrollamos la lucha. Esas movilizaciones van en contra de ese compromiso y responsabilidad que sostienen los trabajadores de base”. Panissa fue contundente: “Llevamos adelante distintas y exitosas jornadas de protesta en la puerta de cada uno de los hospitales, junto a gran cantidad de compañeros de base”.
Con la pandemia en ascenso y los muertos convertidos en números, la hipocresía colectiva se alimenta al calor de líderes que recomiendan cuidado y no asumen las restricciones necesarias. La derecha se alimenta de esta putrefacción y hace política.
Juegan el mismo juego sindicalistas profesionales contaminado y putrefacto al estilo de Carlos Acuña y Luis Barrionuevo. Es un sindicalismo terminal del cual es muestra la Asociación Obrera Textil que opera en Avellaneda, Santa Fe, que le sacó el cuerpo que nunca puso a la lucha de los trabajadores de la Algodonera de Vicentin y pretende sancionar a los delegados por “desobedientes”. Quieren entregarlos a la patronal mafiosa, y a medida que la crisis avanza defienden solo su propio poder en detrimento de los desamparados trabajadores del interior profundo. Una de cal y otra de arena, la lucha tiene su propia dinámica, y el vaciamiento de la chilena Latam no se hará sin la encarnizada resistencia de los aeronáuticos, que coparon Ezeiza con su protesta por vuelos realizados con personal sin convenio.
Octubre será recordado por el peso de los pueblos en calles y urnas, allí donde se deciden las políticas globales: en la Argentina, la pelea callejera contra la derecha desbocada comienza a poner las cosas en su lugar. Mauricio Macri y todos sus cómplices lo saben y se preocupan, la cárcel los espanta y tienden a volverse cada día más violentos.
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