El derecho y la ruptura
La condena sin pruebas y el juicio sin garantias contra Milagro Sala y la Túpac Amaru
No sería un día más para nosotros y sabíamos que no volveríamos igual de esa experiencia. El martes 15 de enero en representación de la Mesa de Organismos de Derechos Humanos viajamos a Jujuy, Lita Boitano y Sandra Moresco por Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas; Carlos Pisoni por H.I.J.O.S. Capital, José Schulman por La Liga Argentina por los Derechos Humanos y quien esto escribe por la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos.
No era antojadiza la fecha elegida, el 16 de enero se cumplían 3 años de la arbitraria detención de Milagro Amalia Ángela Sala. Habíamos decidido estar allí junto a ella ese día, acompañarla como lo venimos haciendo desde el mismo momento en que la encarcelaron.
Dejamos atrás Buenos Aires abrumados tras conocer, horas antes, la escandalosa sentencia que sin prueba alguna en un proceso plagado de inconsistencias e irregularidades, condenaba inocentes a penas de prisión tan abusivas como absurdas.
La causa “Pibes Villeros”, que de ella se trata, es parte de la historia de la infamia que construyó el poder en Jujuy, y que se reproduce en otras geografías, en un tiempo de ruindad y saqueo inaugurado en diciembre de 2015.
Un tribunal a medida, incapaz y amañado, integrado por María Alejandra Tolaba; Claudia Cecilia Sadir y Ana Carolina Pérez Rojas, le impuso a Milagro Amalia Ángela Sala 13 años de prisión más la pena de inhabilitación absoluta por igual término; a Javier Osvaldo Nieva, María Graciela López, María Sandra Condorí y Adriana Noemí Condorí, 8 años de prisión e inhabilitación absoluta por idéntico término; a Patricia Margarita Cabana (Pachila) Iván Dante Altamirano (El diablito) y Miguel Ángel Sivila (Cacho), 7 años de prisión e inhabilitación absoluta por idéntico término; a Mirta Rosa Guerrero (Shakira), Liliana Mirta Aizama y Gladys Noemí Díaz 6 años de prisión e inhabilitación absoluta por idéntico término y a Pedro Raúl Noro 3 años de prisión en suspenso.
Tuve la oportunidad de estar con todos ellos en los primeros meses de 2016 cuando comenzaba a materializarse el plan de arrasamiento y uno tras otro iban siendo detenidos preventivamente porque así lo había planeado el contador Gerardo Morales.
Pachila, el Diablito y Cacho, luego de sufrir largos meses de encierro, recuperaron la libertad en 2017, hasta que el Tribunal en lo Criminal Nº 3 de Jujuy, que los juzgó y condenó sin pruebas, dispuso su inmediata detención en el Penal de Alto Comedero.
Pudimos abrazarnos con todos ellos. Si yo pudiese reproducir en palabras lo que vimos en sus rostros. Si tan sólo lograra que ustedes, pacientes lectores de estas líneas, consiguieran por un momento representarse sus miradas, escuchar sus testimonios, sabiendo la infinita injusticia a la que están sometidos, reconocerían, como lo hicimos nosotros, la personificación de la más pura inocencia.
Duele y rebela saber que sus encierros se decidieron en los despachos del poder. Y que para aplicar tamaño escarmiento no ha habido otra cosa que la voluntad del príncipe.
Los verdugos han cumplido su faena con enorme celo, y seguirán haciéndolo hasta que no logremos que las condiciones varíen.
Milagro y sus compañeros y compañeras lo saben y están enteros, no han logrado quebrarlos a pesar de todo. Nos reconfortó comprobarlo.
Las redes amigas reprodujeron un video casero, tomado en el mismo momento en que nos encontrábamos con Milagro en Cuyaya. Recién lo pude ver varias horas después. Había sido testigo privilegiado del abrazo eterno de ella con Lita Boitano, una de las imprescindibles y ninguno de los presentes pudo o quiso ponerle freno a la emoción y a las lágrimas. Un momento único, de esos que guardo entre los más conmovedores que me tocó vivir en este tiempo.
Ahí estaba una fortaleza en pie. Pura ternura y también hondo el desvelo por los suyos, sus compañeros.
En tanto en Buenos Aires, referentes de distintos sectores de la sociedad llenaban la Plaza de la República, miles de hombres y mujeres reclamaban la libertad de Milagro y sus compañerxs, mientras cientos de pibes y pibas chapuceaban en piletas improvisadas que daban cuenta de la capacidad y creatividad de los organizadores a la vez que simbolizaban la obra de Milagro y la Túpac.
Recordé entonces algo que había leído, una anécdota que tuvo como protagonistas a Milagro y a Robert Castells, años atrás, cuando este maestro de la sociología crítica, tras recorrer aquel inmenso vergel, le preguntó cuál era su filosofía y ella sin titubear les respondió, la necesidad.
Esa necesidad que contra viento y marea la empujó a emprender una obra inédita que puso en jaque las relaciones sociales de producción y distribución del sistema y que la Economía Política aún no ha logrado desentrañar.
Me reencontré por estos días con un clásico de Jacques Vergès, para quienes abrazamos el Derecho como oficio: Estrategia judicial en los procesos políticos. Quería volver a hurgar en ese texto, tratar de desentrañar el dilema que desde un comienzo me asaltó en esta traumática experiencia, cuyas víctimas están sometidas a procesos que nada tienen que ver con la justicia. Entender justamente cuál debería ser la mejor estrategia para la defensa de inocentes, a los que reconocemos como presos políticos y contra quienes la hostilidad del poder, por ahora, no parece tener límites.
No tengo ninguna certeza al respecto, sí y sólo sí que las defensas de estos compañeros y compañeras han hecho una tarea gigantesca a costa de arriesgarlo todo aún a sabiendas que el desenlace podría resultar fatal, y en eso vaya todo mi reconocimiento y admiración a sus empeños y labores. Nadie hubiese podido hacerlo mejor que ustedes.
Tal vez, y me lo planteo como interrogante, haya llegado la hora de patear el tablero. “La ruptura", dice Vergès, "trastorna toda la estructura. Los hechos pasan a segundo plano, como las circunstancias de la acción; en primer plano aparece bruscamente la impugnación total del orden público”.
Imagino que la historia del Derecho, más temprano que tarde, dará cuenta de esta barbarie, resonará en el tiempo y seguirá conmoviendo. Vergès dice que ese “es el arte judicial”.
La acción política, en tanto, seguirá siendo un imperativo para lograr nuestro objetivo: la libertad de todxs lxs compañerxs.
* Abogado--------------------------------
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