El chorro y la yegua

 

El partido del chorro y la yegua asumió el gobierno de la Argentina en 2003 con una desocupación de 14,5% y la pobreza calculada en 47,8%. A fines de 2015, las cifras habían descendido al 7 y 10,8%, respectivamente. Eso significa que, con sólo ese pase de magia populista, el chorizo y la jefa de la banda de los bolsos hicieron que 9.300.000 personas pasaran a engrosar la clase media, con las consecuentes molestias de tránsito generadas por la compra desmedida de automóviles y aglomeraciones en terminales de ómnibus y aeropuertos que se llenaron de gente tratando de conseguir pasajes para viajar donde fuese. Eso no es todo. Juntos, esos dos caras de mosquitas muertas que se robaron todo hicieron que volvieran a pertenecer al Estado Nacional los talleres navales Tandanor, Aerolíneas Argentinas, la Fábrica Militar de Aviones, el Correo, Aguas Argentinas y 51% de YPF: todas compañías deficitarias. Pero sigamos. Ellos, los creadores compulsivos de la pesada herencia, redujeron la deuda externa de Argentina de 166% a 42,8% del PBI, obligando a los acreedores a una quita de 70%. Pero, como si esto no fuera suficiente para hacernos mala fama en los centros financieros internacionales, el embustero y la bipolar pagaron 9.810.000.000 de dólares para cancelar la deuda con el FMI, 9.700.000.000 para saldarla con el Club de París y, así y todo, aumentaron las reservas argentinas en 14.515.000.000 de dólares, llevándolas a 25.563.000.000 en 2015. Todo, con el único fin de sentar las bases de una idea tan obsoleta como setentista: la soberanía económica nacional. Pero allí no terminan los dislates. El gobierno de Cristina, para entonces ya conocida como la mechera de carteras Vuitton, estatizó también los fondos de pensión administrados por las AFJP, un gesto que hizo que 98.083.000.000 de pesos de los trabajadores –administrados hasta entonces por aseguradoras privadas que cobraban muy merecidas comisiones del 33%– pasaran a manos de un Estado inútil… que los multiplicó un 524% en siete años, llevando esa cifra a 612.210.000.000 para fines de 2015.

 

 

La creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva fue otra de las medidas de esa misma mentirosa serial, una decisión acompañada por la repatriación de más de mil científicos a través del programa Raíces, que construyeron dos satélites carísimos, uno de los cuales lanzaron a la estratósfera y está ahí dando vueltas, nadie sabe para qué, aunque una aguda periodista descubrió la semana pasada que está lleno de bolsos con dólares y forma parte del ramal interestelar de la ruta del dinero K. Pero no se asombren de estos despropósitos. Néstor, famoso amante de las cajas fuertes, y Cristina, la que tenía cagando a todos gracias a su mal de hubris, impulsaron también numerosos programas sociales. Noten cómo los nombres de algunos de esos planes revelan claramente que los inventaron sólo para hacerse ricos: Plan de Finalización de Estudios Primarios y Secundarios, Plan Progresar, Argentina Trabaja, Emprendedores de nuestra tierra, Precios Cuidados, Plan Procrear, Plan Remediar, etc. Como si eso fuera poco, la jefa de esa banda populista instituyó además la Asignación Universal por Hijo y un plan de 19 vacunas, que hicieron bajar la mortalidad infantil de los 16,5 casos x mil existentes en 2003, a 11,7 en 2015. Poco después, la derrochadora del viento de cola que nos empujaba en esos años complementó esa ley con la Asignación Universal por Embarazo, que sólo sirvió para empujar a los más pobres a copular desenfrenadamente y parir hijos como conejos, para venderlos luego como pan caliente y vivir de los planes sin trabajar. No contenta con todo este derroche, la inventora de esa asociación ilícita llamada FPV promovió más tarde una ley que castiga el trabajo infantil que tanto había aportado al progreso del campo argentino bajando costos laborales, y otra que regulariza la situación de las empleadas domésticas que durante años habían servido la mesa, calladitas. Pero todavía hay más desatinos.

 

 

 

El kirchnerismo y su brazo juvenil-terrorista, La Cámpora, construyeron 2.128 escuelas durante sus tres gestiones. Imagínense la cantidad de micros y choripanes que nos habrán costado a los honestos ciudadanos las inauguraciones de estas miles de escuelitas perdidas en la profundidad ignota de la Argentina, hoy absolutamente vacías. Pero, además, la demagoga de Cristina instauró un plan llamado Conectar Igualdad para que alumnos y docentes de escuelas públicas de todo el país tuvieran 5.315.000 notebooks que les permitieron el acceso al conocimiento digital. Un despilfarro desmedido de plástico, cables y chips que no sirvió para nada porque, como bien dijo hace poco Heidi, nadie que nace pobre llegará jamás a la universidad. Eso, para no hablar del meganegociado de esos mismos delincuentes, organizadores de la banda del cartel de la obra pública, que construyeron 856.138 viviendas y soluciones habitacionales en 12 años, beneficiando a más de 4.000.000 de personas en toda la Argentina. Está claro que quienes más se beneficiaron fueron ellos mismos, multiplicando su fortuna con dinero proveniente de coimas, dinero que sabemos que existe, aunque no aparezca por ninguna parte, a pesar de magistrados que revisan febrilmente cuentas internacionales, hacen allanamientos por doquier, realizan excavaciones en medio de la Patagonia y envían a los domicilios del corrupto matrimonio que vivía haciendo ruido con sus cajas fuertes, perros que son capaces de olfatear dólares que ya no están y luego informarle al juez, con golpes de patita, cuantos millones pasaron alguna vez por allí.

 

 

 

En el campo de los derechos civiles, la sola idea de la Ley de Matrimonio Igualitario hubiera merecido la excomunión para Néstor y la hoguera para Cristina. Pero ellos lo hicieron realidad, permitiendo la unión de más de 10.000 parejas del mismo sexo. Estoy seguro que Dios les aplicará a ambos la tortura del potro en el mismísimo zaguán del infierno por esta y su posterior iniciativa de la Ley de Identidad de Género, los ciudadanos trans pueden cambiar nombre y sexo. ¡Un asco que ya no permite saber a ciencia cierta quien es quién y qué sorpresa nos puede deparar un hombre o una mujer entre las piernas!

 

 

 

Pero volvamos al principio. Una de las primeras medidas tomadas por el zorro de Néstor fue anular los indultos otorgados por Carlos Saúl, el Magnífico, a los que participaron en delitos de lesa humanidad. De ese modo, dejó una de las principales herencias de la vergonzosa década K: convertir a los derechos humanos en una política de Estado. Eso permitió la indignante reactivación de juicios y condenas contra los genocidas que cometieron crímenes aberrantes durante la última dictadura militar, una decisión que encontró rápido apoyo –interesado, claro está– en los organismos de derechos humanos y en las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, grupos que, como es sabido, han comprado con dineros públicos departamentos en Miami frente al mar y tablas de barrenar para cada una de las viejitas, además de gastar muchísimo dinero en encontrar 128 nietos, hijos de desaparecidos, que permanecían felices en manos de sus apropiadores y hoy, en cambio, pasan el día en los divanes de los psicólogos kirchneristas.

 

 

 

En el plano internacional, el títere de Néstor y su cómplice Cristina, verdadera timonel del doble comando, promovieron el acercamiento con las naciones más miserables de América del Sur que no tienen nada para darnos. Al mismo tiempo, se distanciaron de países ricos y generosos como los EE.UU. Este hecho fue plasmado en aquella bochornosa reunión de Mar del Plata donde el baboso de Néstor se atrevió a tocarle la pierna a un prócer como George W. Bush mientras negaba una y otra vez con la cabeza su pedido de que la Argentina se incorporara al Tratado de Libre Comercio (ALCA), una propuesta que tantos chiches importados nos hubiera hecho conocer. Para institucionalizar esa posición, los atorrantes K promovieron la Unión Sudamericana (Unasur) e impulsaron la defensa del Mercado Común del Sur (Mercosur), dos instituciones que ya todos saben que sirven sólo para sacarse de encima algún ministro y convertirlo en ñoqui distinguido. Pero, para completar la mala imagen del país en el mundo, esos mismos traidores a la patria se negaron a dialogar con Inglaterra bajo el famoso paraguas con el que ellos proponían excluir el tema de la soberanía en las conversaciones sobre Malvinas. De ese modo sentaron una posición tan nacionalista como belicosa en defensa de los derechos sobre esas islas perdidas en los mares del sur que, por fortuna, Londres se ocupa aún de mantener. La lista podría seguir.

 

 

 

Enumerar la gestión del actual gobierno del presidente Macri requiere una nueva lista y otra nota. Para simplificarlo, sugerimos hacer una fotocopia de ésta, ponerle un signo menos adelante de cada una de las ignominiosas acciones de gobierno arriba atribuidas a la pareja que se robó un PBI, luego comparar ambas y observar el resultado. Haría falta ese solo ejercicio para corroborar que el saldo tiene color rojo sangre. Pero, de todos modos, hay algo que no me cierra: ¿en qué gastaron los casi 132.000.000.000 de dólares de deuda tomados durante el mandato de Cambiemos, que volaron como avutardas en verano en tan sólo dos años y medio? Porque, si a este gobierno le costó semejante cifra obtener un resultado tan luminoso como el que refleja la realidad del país y muestran las fotografías que acompañan esta nota, deberíamos concluir que para conseguir tan larga lista de oprobios, el timador y la yegua deben haber puesto plata de sus bolsillos. ¡Vuelvan, chorros!

 

 

* Las cifras citadas fueron tomadas de: Indec, Télam, La Nación, Infobae, BBC News, Ministerio de Economía, Chequeado, El Comercio, IProfesional, Artepolítica, Información Legislativa, Wikipedia y el informe “Argentina, tierra de oportunidades”, redactado por el gobierno de Cambiemos en 2016 para atraer inversionistas del exterior.

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