El caballo de Trotta
Las corporaciones nacionales e internacionales al asedio de la educación pública
Axel Rivas es presidente del Consejo Nacional de Calidad de la Educación, creado por Ley 26.206 en 2006 pero que se conformó recién a mitad del año pasado, que tiene como rol principal “crear diálogos, espacios de consenso, ampliar la discusión educativa e informar a las autoridades del Ministerio” y “no es consultivo, no toma decisiones”. Sus 35 integrantes incluyen “representantes de diversas organizaciones, cámaras de empresarios, sindicatos, legisladores, ministros de Educación provinciales y 14 expertos en educación que fueron designados a título individual”. Las fundaciones y las ONG no forman parte, dice Rivas en diálogo con El Cohete a la Luna. “No hay una participación directa de organizaciones de la sociedad civil, están representadas de manera indirecta porque la Ley de Educación Nacional no lo establece. Sí hemos invitado a especialistas de organismos internacionales como UNICEF, la OEI (Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura), pero no están representadas directamente las fundaciones. Creo que tienen un papel muy importante obviamente en el debate de ideas y de propuestas de soluciones”, señala.
Rivas sueña con la creación de una agencia que sobreviva a los cambios de gobierno para trabajar en la calidad educativa a largo plazo. “Tomo al Plan CEIBAL (de Uruguay) como ejemplo educativo y el INVAP en Argentina como ejemplo de una institución pública de alta calidad y de alto prestigio, que demuestra que desde el Estado es posible crear instituciones con mucha continuidad, impacto y reconocimiento”, explica. Añade que durante la pandemia se ha avanzado en ese sentido y vuelve al ejemplo del Plan CEIBAL porque “han creado muchos acuerdos con las editoriales y los autores para liberar libros de literatura infantil”, experiencia que relaciona con lo que aquí se llevó adelante con la Plataforma Federal Juana Manso.
El Plan de Conectividad Educativa de Informática Básica para el Aprendizaje en Línea (CEIBAL), un proyecto socioeducativo de Uruguay que nació en 2007, se asoció con el gigante digital Google, por lo que es válido preguntarse si eso no afecta la soberanía tecnológica. “Entregar los datos de los pibes a las corporaciones implica mayor poder de manipulación”, señala Esteban Magnani, licenciado en comunicación especializado en cultura digital. “El modelo de negocios de las corporaciones se basa en captar muchos datos que permiten lo que la investigadora norteamericana Shoshana Zuboff llama ‘administrar un mercado de comportamiento futuro’: cuánto más sepas cómo se comporta una persona más vas a saber cómo se comportará en el futuro. Sobre todo Google y Microsoft ven en la educación de los chicos el potencial de ver el recorrido cognitivo”, advierte Magnani.
En 2015 la docente Virginia Rodés le preguntó al fundador y entonces presidente de CEIBAL, Miguel Brechner, qué haría Google con esos datos, y su respuesta fue que lo desconocía.
“Si todo lo que hace el pibe se va administrando en la nube, vos sabés en qué le está yendo bien, en qué mal, si es bueno para las matemáticas o las ciencias sociales, información muy valiosa para una empresa de contratación que el día de mañana puede establecer parámetros de quiénes son confiables y quiénes no para determinado trabajo”, expresa Magnani en referencia a los aprendizajes de las gigantes tecnológicas en torno a la publicidad. “Es muy difícil entender el poder de los datos. Si encima se le dan los datos de todo un trayecto de una persona por la escuela, el día de mañana una empresa como Google puede tener la información de todo el recorrido intelectual, de intereses, de cómo resolvió conflictos, la fidelidad, la confiabilidad. Hay ahí una dimensión de largo plazo que no dimensionan quienes realizan las políticas públicas”, señala quien describió el tema con precisión en “Educación y tecnologías. Adentro de la caja”, incluido en el libro Pensar la educación en tiempos de pandemia (UNIPE, 2020).
La idea de tomar como ejemplo el plan uruguayo que terceriza y le brinda un negocio a Google, que con esos datos podrá automatizar las tareas de los docentes y luego con sus algoritmos y su inteligencia artificial (nunca neutral) vender la solución a los problemas educativos, sugiere que estamos en serios problemas. Estas empresas, se sabe, tienen que buscar nuevos nichos donde invertir y la educación es un espacio apropiado ya que el negocio no tiene fin. Ningún Estado, por negligentes que sean sus gobernantes, deja de prestar servicios esenciales como educación y salud. Es ahí donde las grandes corporaciones de la tecnología están al acecho.
Los usos de las evaluaciones
Rivas considera que “es importante evaluar” la calidad de la educación. “Las evaluaciones tanto nacionales como internacionales, como la prueba PISA, las pruebas ERCE de la UNESCO, que son para nivel primario y regionales, son instrumentos valiosos”, expresa. Aclara que “muchas veces son mal utilizados porque obviamente después, como toda información, se puede manipular y utilizar para dañar al sistema educativo”. Pero eso no justifica eliminar las evaluaciones si son rigurosas, si están bien diseñadas técnicamente y si “nos permiten entender mejor el funcionamiento de nuestro sistema educativo, no solamente por los resultados que muestran sino porque tienen muchísima información que de otra manera sería imposible de conseguir”, argumenta. “La prueba PISA tiene cinco documentos de más de 200 páginas con datos únicos sobre niveles de segregación de nuestro sistema educativo comparado con los otros sistemas del mundo”, destaca.
El titular del Consejo Nacional de Calidad de la Educación remarca de todas formas que “es mucho más importante lo que pasa en las aulas que lo que se evalúa. “Tendríamos que tener mucha más atención del desarrollo curricular. La creación de buenos diseños curriculares, de buenos trayectos para el aprendizaje, materiales para los alumnos, libros de texto, plataformas, es mucho más importante en el día a día de las aulas que una evaluación”, reflexiona.
Sobre el modelo de evaluación Operativo Aprender, expresa que “continúa con la tradición que se había instalado en 1993 de evaluación nacional de los aprendizajes” y advierte que “el gobierno anterior intentó hacer un vuelco sobre todo en lo simbólico, dándole más importancia, cambiando y haciéndolo más recurrente, haciendo una evaluación cada año; se hizo una evaluación censal de primaria que antes era muestral pero le dio una prioridad política que a mi gusto fue excesiva”.
Para Rivas los operativos de evaluación deben ser de bajo perfil. “Tienen que ser una herramienta más del sistema educativo, no una herramienta política que genere temor y fantasmas de persecución en las escuelas. Publicar el resultado de las escuelas es un camino equivocado, algo que se hizo en otros países y genera una presión negativa: competencia entre las escuelas, persecución, falsificación de los resultados”, explica. Por eso cree conveniente “una mirada mucho más cuidadosa, porque ese instrumento utilizado políticamente puede tener como efecto una alteración de la comparabilidad intertemporal, porque si uno en una evaluación hace un gran uso político es probable que los resultados estén afectados y ya no sean comprables estrictamente con los anteriores”, añade.
El Operativo Aprender reducía a los trabajadores a meros “aplicadores” que ni siquiera evaluaban a los propios alumnos a quienes se encargaban de formar sino que concurrían a un establecimiento distinto al habitual. Si se supone que la evaluación es un camino que se transita luego de haber construido conocimiento, el Operativo Aprender formaba parte de una evaluación estandarizada que igual que las pruebas PISA nada contemplaba. Pero Rivas no se detiene en la crítica a esos aspectos. Tampoco ve a las fundaciones y ONG dispuestas a hacer negocios en educación y cree, igual que el ministro Nicolás Trotta, que tienen “un papel importante”. En julio del año pasado Trotta participó en el ciclo de charlas que llevó adelante la ONG Enseñá por Argentina y ante la pregunta de su directora ejecutiva Magdalena Fernández Lemos sobre la articulación que debería tener el Ministerio con estos actores respondió que “tienen un rol central”.
Enseñá por Argentina tiene como socios a YPF, Banco de la Ciudad, Bain, Organización Román, Pan American Energy, AUSA, Frigorífico Gorina, Techint, San Miguel, Aysa, Google, Flechabus, Vista Oil and Gas, London Supply Group, Potenciar Solidario, Raizen, Cerros Domicos SA, Marval O'Farrell, Aeropuertos Argentina 2000, Despegar, Fundacion Varkey Argentina, BYMA, Experta ART SA, Gas Meridional SA, Princz, Oliva & Nicastro Abogados, Fratantoni, Diez & Asociados, Salesforce, Natura, NetSuite, EY, HSBC y Sean Summers. Resulta contradictorio que con ese perfil de socios Enseñá por Argentina sea una aliada en la tarea de fomentar una educación que genere oportunidades.
El término calidad produce resistencia cuando hablamos de educación. Rivas plantea que “tenemos que apropiarnos de una idea de calidad de la educación como un derecho a la educación”. “En mi caso, como el de muchos otros, lo entiendo desde una mirada más amplia, que no es solamente la de los aprendizajes; es la de la inclusión educativa, la de la experiencia de los alumnos, su socialización, su desarrollo como ciudadanos desde una visión democrática. No es una visión eficientista reducida a las evaluaciones de la calidad”, señala.
“Ese es un problema que generan las evaluaciones: reducen el concepto de calidad. Desde el Consejo tenemos bien en claro que la definición es mucho más amplia”, asegura, y agrega que eso “incluye muchas dimensiones no medidas y que en definitiva, si queremos tener un sistema educativo que genere impacto social y transformación en la vida de las personas, tenemos que ser capaces de dimensionarlo, de saber quiénes están en la escuela y quiénes no, cuál es su progresión de aprendizaje, cuáles son los que repiten, y en ese sentido las herramientas de medición son muy útiles, siempre y cuando no reduzcan la idea de calidad”.
El camino para encontrar la calidad educativa no pasa por la urgencia, que implica el riesgo de perder identidad. Por eso es necesario estar alertas para que no se tome el camino corto, acompañado por corporaciones siempre bien dispuestas a ofrecer todo tipo de respuestas, como hizo Google con el Plan CEIBAL. A diferencia de Adriana Puiggrós, que realizó su carrera pensando en la educación, Trotta piensa en la carrera política, por lo que el tipo de decisiones que puede tomar son diferentes y estar alertas es fundamental.
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