El bromance tecno-libertario

La relación de los barones de la tecnología con Milei

 

Al igual que Javier Milei, varios billonarios importantes del mundo tecnológico internacional consideran que el estado-nación es un flagelo y que es hora de superarlo. Les molestan las demandas desordenadas de los ciudadanos democráticos, los impuestos y las regulaciones. Comparten también una creencia: que los gobiernos, la política, funcionarían mejor con lógicas gerenciales empresariales.

La ideología compartida contribuyó a varios encuentros y aún más declaraciones de apoyo en redes sociales en el medio año transcurrido desde que Milei asumió. Elon Musk, dueño de Tesla y X, y Peter Thiel, fundador de Paypal, están entre los más entusiastas. Pero también el Presidente se reunió con los jefes de Google, Meta, Open AI y Apple, entre otras empresas tecnológicas, en un viaje que hizo hace un mes a Silicon Valley, en California.

Desde entonces, el oficialismo promete que grandes inversiones internacionales del sector son inminentes, si bien no trascienden detalles concretos. Demian Reidel, presidente del consejo de asesores económicos del Presidente, dijo que habría una inversión de más de 1.000 millones de dólares de parte de una empresa tecnológica.

Reidel plantea que la Argentina podría convertirse en el cuarto polo mundial de la inteligencia artificial. Es una suposición que expertos califican más como expresión de deseos, ya que avanzar hacia ese objetivo requiere de inversiones sociales que no entran en la cosmovisión mileísta, en particular educación e investigación. “Compararnos con Estados Unidos, el bloque de la Unión Europea y China a nivel tecnológico es no entender de escalas”, le contó a El Cohete a la Luna Daniel Yankelevich, director de datos de Fundar.

La primera lectura del acercamiento con los barones de tec, lógicamente, es la de puro interés económico. En un mundo cada vez más regulado, se entiende que el autointerés haga que empresarios vean con buenos ojos el auge de un líder que considera que deberían ser libres para lucrar. Serían las inversiones que tanto busca atraer el gobierno con los beneficios ultra endulzados del RIGI.

Es que el RIGI en la última versión incluye el sector de tecnología, una novedad que se incorporó sobre la fecha del voto – lo cual genera fuertes sospechas de su relación con el viaje presidencial a Silicon Valley.

¿Que podrían buscar en la Argentina las compañías del tec? El peor escenario sería un extractivismo neocolonial del siglo XXI: en vez de bananas, los productos son intangibles, como inteligencia artificial o cripto monedas. Al igual que el neocolonialismo del siglo XX, las empresas podrían cooptar gobiernos para que defiendan intereses corporativos por encima de los ciudadanos. Son proyectos que podrían tener también un devastador impacto ecológico, como podría ser en la extracción del litio o minería cripto.

Son inversiones que pueden generar trabajo y aportar al ecosistema local, pero la ley no lo incentiva, explica Yankelevich. Otros posibles proyectos, como sería el caso de minería de bitcoin, serían hasta dañinos al consumir recursos (en especial electricidad) sin aportar trabajo de calidad, ni generar un ecosistema.

Cuando se habla de inversiones tecnológicas, las palabras invocan campus tecnológicos como los de Silicon Valley, pero nada indica que esto se vaya a dar en la práctica. En muchos casos, la subcontratación de mano de obra para entrenar inteligencia artificial o moderar contenidos es el enfoque de la actividad de estas empresas en países en vías de desarrollo, señaló a El Cohete a la Luna Evgeny Morozov, experto en los impactos políticos de la tecnología.

Como los trabajos en maquiladoras centroamericanas que surgieron de acuerdos de libre comercio en los ‘90, estos podrían ser trabajos con condiciones cuestionables para los trabajadores. Una investigación de The Intercept en Brasil identificó prácticas abusivas de Meta hacia trabajadores contratados: además de recibir sueldos muy bajos, “los moderadores suelen estar expuestos a contenidos perturbadores, como violencia y desinformación política, sin apoyo”. En Kenya, subcontratados de Meta para moderar contenidos están demandando a la compañía luego de que los echaron por sindicalizarse y reclamar derechos laborales.

Sin embargo, sería posible que las inversiones hipotéticas en este sector sean una palanca para futuro desarrollo, explica Yankelevich. “Si lográs dar trabajo a 40.000 personas con moderación de contenido y entrenamiento de AI que hoy no tienen laburo, pagado en forma razonable y con condiciones de trabajo razonables, no necesariamente es malo. Hay que ser cuidadoso, pero no es malo per se”.

Pero en este caso dependería del azar: “Puede ser que salga todo muy bien y vengan empresas a invertir que logren aportar al ecosistema local. Pero depende de la suerte, porque el RIGI no es un instrumento bien diseñado para el campo tecnológico”.

 

No es (sólo) plata

Al igual que el mercado supuestamente libre en realidad tiene sus propios sesgos, los barones de la tecnología no operan sin ideología. Muchos expresan, con cada vez más nitidez, un rechazo al estado-nación en su forma actual, y aspiran a escaparse a través de la colonización de nuevos espacios: literalmente, el espacio, en el caso de Jeff Bezos y Musk, el mar en el caso de Thiel, o naciones en red virtuales, en el de Balaji Srinivasan y Marc Andreessen.

“Todas estas aspiraciones tienen sus raíces en el deseo de retirarse de las políticas existentes y escapar de sus altos impuestos, regulaciones y el desorden de la democracia liberal. Es un anhelo de nuevas formas de autogobierno y ciudadanía. En otras palabras, son proyectos políticos de salida”, escribe la periodista Lily Lynch en un ensayo en la revista Noema.

Esto también es clave para entender el entusiasmo de los billonarios por Milei, tan intenso que invocan el bromance, un neologismo en ingles que amalgama bro (amigo) y romance para indicar una amistad tan cercana entre hombres que casi roza con algo más. Podría ser apta para la relación que entablan los billonarios de la tecnología –notablemente Musk y Thiel– con Milei. (Aunque la indeleble imagen pornográfica que twitteo Musk después del discurso presidencial en Davos tira más a relaciones carnales directamente.)

Thiel, un billonario que ya visitó la Casa Rosada mileísta en dos ocasiones, hasta entiende que debería haber una suerte de libre mercado de naciones, que competirán para atraer a las grandes fortunas, buscando ofrecerles las mejores condiciones en materia impositiva o estructural para convencerlas de que se radiquen ahí.

Estas visiones personales de algunos líderes del sector acompañan el declive del optimismo inicial del auge de las plataformas digitales, cuando se consideró que serían una herramienta crítica para llegar a metas progresistas en materia de democratización o ambientales, señala Morozov en una nota de opinión en The Guardian.

Las plataformas tecnológicas, como las de Google, Meta o X, están cada vez más lejos de la visión optimista que tuvieron en sus inicios de ser impulsores de revoluciones democráticas e igualadores de comunicación que permitirían romper con las cadenas del control autoritario. En cambio, buscan posicionarse como apolíticas, una posición que, al igual que la supuesta neutralidad de mercado, tiene un fuerte sesgo antidemocrático.

 

Nada es para siempre…

La falta de resultados concretos lleva a muchos a cuestionar los frecuentes viajes internacionales de Milei, donde predominan los discursos en foros esotéricos económicos de índole amigable al líder anarco-libertario. Los viajes se defienden desde el oficialismo como un esfuerzo de vender a la Argentina como un país “normal”, en esta lectura, uno donde se puede invertir.

Pero el caso de las ciudades privadas en Honduras sirve como advertencia para todos los involucrados. Denominadas ZEDES (zonas de empleo y desarrollo especial), son básicamente espacios legales de excepción, como una zona de libre comercio, que se crearon por el gobierno de facto que asumió después del golpe que derrocó el gobierno de Mel Zelaya en 2009. Crean la posibilidad de ciudades casi totalmente separadas de la arquitectura legal nacional, hasta permiten sistemas político-judiciales propios. Bajo esta legislación se creó la ciudad privada de Próspera, en la isla de Roatán – financiada por Thiel. Xiomara Castro, actual Presidenta de Honduras y esposa de Zelaya, derogó la ley ZEDES poco después de asumir. Y los inversores de Próspera llevaron el caso a al Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI), la corte del Banco Mundial donde los privados le hacen juicio a los Estados. Piden casi 11 millones de dólares, dos tercios del presupuesto nacional anual.

 

 

 

 

 

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