El beso del 99%
Este domingo, el electorado suizo se pronunciará en las urnas sobre dos temas sensitivos
Este domingo, Suiza se pronunciará en las urnas sobre dos de los temas actuales más sensitivos: la reforma impositiva que penalizaría a las grandes fortunas y el matrimonio de parejas homosexuales. Los resultados podrían marcar un antes y un después en la sociedad helvética, reflejando, a pequeña escala, debates esenciales presentes en otros países europeos.
Uno de los temas a dirimir en las urnas es la Iniciativa Popular 99% que propone gravar al sector más rico del país, es decir el 1% de la población, que detenta actualmente más del 43% de la riqueza total. Si se aceptara este proyecto, las ganancias de capital que sobrepasen los 100.000 francos suizos –equivalente a 110.000 dólares— deberían pagar al Estado 1.5 veces más que el impuesto ordinario sobre la renta, es decir el que paga hoy cada ciudadano.
El otro sujeto de votación es el derecho de los homosexuales a casarse y formar una familia en igualdad de condiciones que las parejas heterosexuales. Suiza es uno de los últimos cuatro países de Europa Occidental, junto con Italia, Grecia y Liechtenstein, en que aún no existe ese derecho al matrimonio. Las encuestas electorales más recientes indican una posible victoria del “Matrimonio para todos”.
Contra los valores tradicionales
Según la clasificación de ILGA-Europa que compara la igualdad de derechos de las personas LGBTIQ, Suiza ocupa un puesto muy de cola, el número 23, apenas por delante de Estonia y Serbia.
La ciudadanía helvética tendrá así, este domingo, la oportunidad de recuperar en las urnas su retraso evidente en materia de derechos LGBTIQ (lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, intersexuales y queer). Deberá pronunciarse sobre una propuesta de matrimonio civil para todos que incluye el acceso a la reproducción médicamente asistida (RMA) para las parejas femeninas.
Aunque en la actualidad las uniones homosexuales ya tienen la posibilidad de registrar su relación —obteniendo derechos semejantes a las de los cónyuges heterosexuales—, si se acepta la nueva ley, las parejas del mismo sexo, casadas, podrán también adoptar conjuntamente un niño. Asimismo, si uno de los miembros de la pareja es extranjero, se beneficiará de un procedimiento de naturalización menos exigente en cuanto a duración y costos administrativos.
Por otra parte, las parejas de mujeres casadas podrán acceder a los bancos de esperma en Suiza. Como la ley no autoriza la donación anónima de esperma, el hijo o la hija tendrán la posibilidad de conocer la identidad del donante al cumplir los 18 años, en tanto, desde el mismo momento del nacimiento, ambas mujeres serán reconocidas como madres. Si utilizaran un banco de esperma en el extranjero, sólo se reconocerá a la madre biológica. Como en la mayoría de los países europeos, la maternidad subrogada o la donación de óvulos siguen estando prohibidas. Las parejas masculinas no podrán recurrir a una madre portadora o de “alquiler”.
Si se aprueba esta nueva ley, las actuales uniones de parejas de igual sexo legisladas por el Pacto Civil de Solidaridad (PACS), podrían mutar automáticamente a matrimonios legales o bien mantenerse en su forma actual.
En disputa, la distribución del ingreso
La Iniciativa Popular 99%, con menos posibilidad de éxito que la del Matrimonio para Todos, introdujo ya un feroz debate de sociedad entre dos campos claramente enfrentados. A favor, sindicatos, ONG y los partidos socialista, verde y evangélico y sectores de las iglesias. En contra, el centro, la derecha y el mundo patronal.
Según diversos cálculos, las personas que deberían pagar en el futuro un impuesto más alto son aquellas que poseen una riqueza mayor a 3.000.000 de francos. Estadísticas federales sobre la riqueza de las personas físicas en toda Suiza calculan que los que en 2017 tenían un patrimonio neto de más de 3.000.000 de francos eran 81.730, es decir apenas un 0,96% de la población total del país.
No es obvio que esta propuesta que conmovería los cimientos mismos de una de las naciones más enriquecidas del planeta resulte exitosa. Las encuestas más recientes indicaban que solo un tercio de los votantes estaría de acuerdo de volcar la balanza a favor de los asalariados, “penalizando” los grandes capitales del país. Lo que en si significaría, apenas, un pequeño reajuste de la economía y la fiscalidad helvéticas que desde hace al menos tres décadas ha sido permanentemente adaptada en beneficio del gran capital, tal como lo señala el editorial del cotidiano nacional Le Courrier del lunes 20 de septiembre.
En los últimos diez años, en Europa en general y en Suiza en particular, los sectores más pudientes duplicaron sus fortunas. En los últimos siete, las 300 personas más ricas en Suiza vieron crecer sus haberes de 352.000 millones de francos a la inimaginable cifra de 707.000 millones.
Ganancias y fortunas que lejos de alimentar la economía real han ido a parar a los mercados financieros o a las inversiones inmobiliarias, según subraya dicho cotidiano independiente suizo. Jean Batou, investigador especializado en historia económica contemporánea y profesor honorario de la Universidad de Lausana, asegura que si hace 30 años un 70% de las ganancias empresariales era reinvertido en las mismas empresas, en la actualidad esa parte ha disminuido a un 30%.
Realidad polarizada
“Los más ricos de Suiza poseen el 43% de la fortuna total del país, y sin mover un dedo, se hacen cada vez más ricos. Gracias a los dividendos e intereses multiplican su dinero sin pagar impuestos sobre el mismo. Con la Iniciativa 99% la imposición será más justa y descargaremos a los asalariados (as)”, explican los jóvenes socialistas, primeros promotores de esta propuesta. Para asegurar que su iniciativa pudiera ser motivo de votación presentaron a las autoridades federales electorales 134.000 firmas en septiembre del 2019.
Las ganancias fiscales suplementarias que generaría la iniciativa en caso de ser aceptada el próximo domingo, aproximadamente 10.000 millones de francos suizos anuales, serían destinadas para diversas prioridades: reducir el monto de los impuestos que actualmente pagan las/os asalariadas/os de ingresos bajos y medios; financiar prestaciones sociales como guarderías infantiles, subsidios para el pago de los seguros médicos y la formación; ampliar el servicio público de transporte, reforzando el servicio público en general.
En su argumentación, los promotores sostienen que “en Suiza, la riqueza la crea el 99% de la población, que trabaja cada día en oficinas, supermercados u hospitales, y no un puñado de superricos que dejan que su dinero les dé enormes rendimientos sin tener que trabajar por él”.
“Con el aumento de la desigualdad de la riqueza, nuestro sistema económico amenaza con provocar su propia desaparición. La concentración de la riqueza en manos de una pequeña minoría favorece las crisis económicas, mientras que el poder adquisitivo de toda la población disminuye. Es el 99% el que sufre, especialmente las pequeñas y medianas empresas”, sostienen los iniciantes.
Estos subrayan también que las mujeres siguen realizando el doble de trabajo no remunerado que los hombres en el hogar y reciben salarios más bajos por el mismo trabajo productivo. La pobreza en Suiza es predominantemente femenina y la aplicación del nuevo impuesto beneficiaría especialmente a las mujeres. Con un 8,5%, la tasa de pobreza de las mujeres es hoy significativamente mayor que la de los hombres (6,2%).
Diversos estudios prueban que, debido a la desigualdad salarial imperante y a la menor proporción de trabajo remunerado, las mujeres ganan anualmente en Suiza unos 108.000 millones de francos menos que los hombres, a pesar de tener la misma carga de trabajo.
Para los promotores del proyecto, en síntesis, lo que se juega tras la votación del 26 de septiembre es el fortalecimiento mismo de la democracia helvética, amenazada hoy por una polarización económico-social creciente y por el control monopólico de los medios de comunicación en manos de un pequeño grupo de empresas dominadas por algunas de las grandes fortunas del país.
Dos sujetos cruciales de votación. Dos temas candentes de sociedad en la enriquecida Suiza. Reflejo de una Europa que no deja de soñar; de una sociedad civil que recupera la iniciativa post-pandemia; de un continente que sacude la pereza tradicional. Actores sociales cansados de una sociedad a dos velocidades y de un orden económico cada día más injusto.
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