El ajedrez político ofrece impensadas jugadas. De tanto pactar, hay quienes se confunden y pierden su norte. Muchos ven desaparecer sus conquistas, y hasta sus prebendas, con apenas un soplido del enemigo. Es necesario un acto de encuentro con los distintos para la defensa del bien común. Para eso hay que conocer y reconocer los fenómenos de la realidad tal cual suceden.
Viejas cuentas sin saldar
De la mano de sus bien aceitadas relaciones con el grupo DOTA y sus empresas satélites, Miguel Bustinduy se largó a la aventura de quedarse con la UTA. Con la lista Azul se postuló a la conducción del sindicato. Su “Agrupación Juan Manuel Palacios” se incorporó al Frente Sindical de los Moyano y ganó notoriedad con su picante actividad, sabotajes y piquetes incluidos.
Roberto Fernández lo separó del sillón de secretario de Organización y bajó a la Lista Azul de las elecciones, dicen que por consejo del actual Jefe de Gabinete del Ministerio de Transporte, Abel De Manuele, asesor y abogado De la Unión Tranviarios Automotor. Pasaron las votaciones del gremio en octubre y se consagró la lista única.
Bronca va y viene, hubo un hito mayúsculo en la muerte acaecida en la Plaza de Mayo en la asunción de Alberto y Cristina. Aprovechando una falta de elemental custodia, los muchachos de Bustinduy bajaron a la víctima y la apuñalaron hasta su muerte por falta de aire. El inflable blanco con letras azules estaba repleto de gas helio que hacía reír: “Fernández Conducción U.T.A.” murió en su ley.
Horas después las huestes del globo desinflado aporrearon a un imprudente grupo de partidarios de “Bostanduy” a bordo de un colectivo de la línea 44 que reculó veloz. Piñas van, piñas vienen.
Todo indica que el asalto del día lunes fue programado. Sin aviso quedaron cortados los puentes Pueyrredón, Alsina y La Noria. Un delegado despedido en la 257 de Quilmes y otro de la 500 de Merlo llevaron el incendio a 60 líneas en todo el AMBA. “Ganamos cuarenta lucas y nos descuentan dinero de la asistencia con suspensiones. Sumale a eso los despidos por goteo y las enfermedades profesionales con base en el estrés laboral: los muchachos juntaron presión hasta que la bomba preparada por Miguel Bustinduy le explotó en sus propias manos. Dio tanta manija que al final no lo hubiera podido frenar ni queriendo”. Quedaba un ajuste de cuentas pendiente.
La gran ausente en la velada es la democracia sindical, cuya falta impide la presentación libre de listas y el funcionamiento de los cuerpos de delegados, los plenarios y demás cuerpos orgánicos de la institución. Facundo Moyano llevó la disputa al plano cegetista insinuando que “dirigentes sin legitimidad” se esconden en “estatutos imposibles”. Un souvenir rescatado de las oficinas mostró la foto de Fernández junto a Mauricio Macri y redondeó la idea del twitter del diputado.
El juego que nadie quiere jugar
Sin ninguna admiración por el escuálido liderazgo del ex secretario de Organización, varios centenares de activistas llegaron al edificio de la calle Moreno acompañados por una tropa de diplomáticos de buen tamaño y mano pesada. La Infantería policial contemplaba sin actuar hasta que los heridos de gravedad por disparos, machetazos y contundentes manoplas salpicaron de sangre todo el frente del edificio. Mientras, colectivos de todos los recorridos llegaban a los alrededores con nuevos grupos de trabajadores.
Roberto “el Gallego” o “el Flaco” Fernández, durante la fiesta patronal del mandato presidencial macrista firmó paritarias a la baja. La veloz huida por los techos del “Gallego” impidió su sacrificio ritual mientras amenazaba con “fierrazos” y “boletas” a los sitiadores, acusándolos de apropiarse de “su” sindicato (con el lenguaje posesivo de Jimmy Hoffa en “El Irlandés”).
Hubo gestos que irritaron a Hugo Moyano. El camionero envió un fuerte mensaje para el Gobierno nacional sobre las designaciones en Transporte y mostró su malestar por la designación de Claudio Meoni. Coincidió con Bustinduy en el rechazo a De Manuele, flamante funcionario.
Anunciando un inexorable desgaste de ambos contendientes, emergen los delegados encabezados por los rebeldes de la Línea 60, que están en una dura pelea contra el desguace propuesto por DOTA, la gente del Expreso Lomas, los choferes de la 540/ 553, decenas de nuevos delegados sin norte pero con el aval de sus bases en las líneas y los trabajadores del Subte, donde los metrodelegados tienen el apoyo de la mayoría de los trabajadores del sector. Incluso los afiliados al sindicato alternativo UCRA observan. Todos esperan el resultado de la puja sabiendo que lo que resulte será bueno para sacarse de encima a los debilitados amigos de nadie que comandan ambas facciones. Apuestan a que el geronte Fernández, sin sucesores de confianza a la vista, estará obligado a cerrarse por derecha y abrirse por izquierda para sobrevivir a nuevos asaltos de los orcos en el castillo medieval de la calle Moreno al 2900.
Varias empresas de colectivos siguieron de paro el martes. Durante la extensión del conflicto, desde Transporte se mantuvo la postura de que “al ser un conflicto interno sindical no puede haber conciliación, ya que el reclamo es de la UTA”. Tras los choques en la sede de Once, la CGT manifestó su “reconocimiento y respaldo a las autoridades formal y legítimamente constituidas que actualmente ejercen la conducción. Rechazamos la intrusión de grupos violentos en la sede de la UTA, la destrucción del patrimonio de todos los trabajadores y la puesta en riesgo de la integridad física de los allí presentes”. La CATT, de Juan Carlos Schmid, repudió los hechos de violencia. “Apostamos a que los trabajadores diriman sus diferencias dentro de la vida interna de cada organización”.
DOTA declinó la responsabilidad por los incidentes, e hizo “un llamamiento a que retomen sin más demora sus tareas”. Todo un desafío para el ministro de Trabajo Claudio Moroni. Si interviene el gremio y llama a elecciones podría alentar la rebelión en varias entidades cegetistas contra los “Gordos”. Armando Cavalieri de Comercio ya palpita la cuerda floja en una situación similar. Si triunfa el viejo orden y mantiene la institucionalidad con un desprestigiado Fernández al frente, más temprano que tarde puede explotar la válvula de seguridad del sistema y llevarse puestos a todos. Son preguntas cuya respuesta depende de la evolución de la confrontación entre las clases.
Millones de franceses lo saben
La alianza de clases a que los obligó la guerra donde patrones, obreros y campesinos de cada país se batían contra la misma alianza del país vecino se pagó en la posguerra con el sofisticado sistema de seguridad social y de subsidio a los campesinos. Cuando ese delicado equilibrio pretende ser alterado el avance neoliberal se da de patadas con la protección social.
La huelga general a la que convocaron todas las centrales sindicales francesas superó la del 5 y el 10 de diciembre. La CGT estimó que fueron 1 millón 600 mil los manifestantes en toda Francia de los cuales 350.000 en Paris. Una interminable columna congregada en la plaza de la República se desplazó a lo largo de 7 kilómetros para terminar en la Plaza de la Nación pasando por la histórica Plaza de la Bastilla.
El despliegue policial fue inusitado pero todo transcurrió en calma. La masividad es inversamente proporcional a la represión. Las 8 horas que duró la marcha marcan un estado de efervescencia creciente. Las centrales más activas son CGT, SUD, SOLIDARITÉS, FO (Force Ouvrière). Después está la Intersyndicale de hospitales (enfermeras e internos) Educación, (UNSA y otros) Y esta semana la socialdemócrata CFDT se sumó a la lucha.
La CFDT, que hasta ahora consentía la reforma se sumó a la protesta cuando el gobierno anunció que pretende llevar la edad jubilatoria de 62 a 64 años. “Han pasado la línea roja” manifestó Laurent Berger, secretario general de la entidad. El miércoles fueron convocadas todas las centrales sindicales a una audiencia de una hora cada una en la sede del Primer Ministro donde se discutieron reformas al proyecto. De todos modos la ley se debatirá el año próximo, previo tratamiento en el Consejo de Ministros a mitad de enero. La huelga del transporte sigue su curso y están circulando uno de cada tres trenes en el área metropolitana y varias líneas del subterráneo parisino continúan paralizadas o funcionando a menos del 50%. La huelga es popular, con apoyo de la gente. Este dato es clave porque muestra que pese a la baja tasa de sindicalización (actualmente no llega al 10% de los trabajadores), la adhesión a la huelga es muy alta.
El recorte de las conquistas en la seguridad social siempre ha generado protestas. Esta vez el gobierno de Macron ha decidido ir a fondo con las reformas y obtuvo una reacción de los sindicatos como hacía varias décadas que no se veía en Francia. La prolongación de la huelga de transporte, y la perspectiva del tratamiento parlamentario después del mes de febrero está preanunciando un invierno caliente en uno de los países más emblemáticos del estado de bienestar. El neoliberalismo y el ajuste en el corazón de la globalización están dando señales de agotamiento irreversible. Las tensiones sociales siguen en aumento. El viento sopla sobre las endebles estructuras del capitalismo en crisis. El castillo de naipes corre peligro.
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