El anti-Moisés sube la montaña
Moisés llevó a su pueblo a la libertad, Macri conduce el suyo al abismo
En estos días el actual Presidente argentino, en una puesta en escena muy difundida, rechazó “atajos” y “soluciones mágicas”, instando a “seguir este camino de trepar la montaña con orgullo, esfuerzo, pero convencidos”.
¿Cuál sería la montaña? ¿Por qué habría que subirla? ¿Qué nos espera después de trepar la montaña? ¿Habrá un valle amable en el cual establecerse? ¿Habrá otra montaña que habrá que volver a trepar? ¿Habrá un abismo? ¿Por qué habría que seguirlo en un esfuerzo que pocos creen que conduzca a algo venturoso?
¿De qué se quejan?
La metáfora del ascenso de la montaña sólo es válida por la dureza de la situación. Mientras el dato del 9,1% de desempleo subestima la enorme cantidad de casos donde apenas se tienen ingresos ocasionales –el subempleo oficial está en el 12%—, otros indicadores directos del contexto confirman lo escabroso del sendero en el que nos ha metido el macrismo. Se nota en todos los consumos populares, desde la leche –que ahora tiene una variante diluida— hasta la demanda eléctrica, que se contrajo un 5,6% en relación a febrero de 2018. La producción industrial cayó 7,3% y la de acero, que provee a construcción y automotrices, se desplomó un 23,7%. Las estimaciones privadas de inflación ya convergen hacia el 40% anual para 2019 –sin considerar ningún salto intermedio del dólar—, mientras que la OCDE estimó una caída del PBI del 1,5%. Cambiemos logró que la inversión, es decir, el único factor real que puede hacer crecer la producción a futuro, se derrumbara en un 28% el año pasado.
Para quienes tienen como única preocupación el dólar, también la montaña de Macri les trae sorpresas poco edificantes. La visita del Presidente Bolsonaro a Estados Unidos trajo como noticia que la administración Trump, en guerra comercial con el planeta, se anotara un nuevo triunfo comercial. En este caso, los norteamericanos lograron que el súbdito brasileño aceptara comprar trigo al país del norte a tasa arancelaria cero, rompiendo la normativa del Mercosur, en detrimento de la Argentina. Nuestro país viene perdiendo exportaciones tradicionales, producto de un proteccionismo generalizado que no es capaz de comprender, ni de enfrentar. Brasil, nuestro principal socio comercial, con la brillante conducción neoliberal actual, decreció 0,4% en enero, lo que tampoco es un dato auspicioso para nuestras exportaciones. Eso sí: el gobierno de Cambiemos puede decir que recibe amplio apoyo norteamericano para endeudarse profusamente con el Fondo Monetario Internacional.
Pero el panorama del dólar se ensombrece aún más por el auge de compras de silobolsas por parte de los productores agrarios, síntoma de que el sector se prepara para acopiar y no vender en un momento en que el gobierno necesita imperiosamente cada dólar para cerrar las cuentas externas, mientras que por primera vez en marzo los plazos fijos en pesos vienen mostrando una tendencia declinante –en parte debido a la instintiva tacañería bancaria en materia de tasas pasivas—, que puede estar indicando una prematura tendencia a la dolarización de ahorros. El gobierno ha llevado la tasa de interés —que ofrece para disuadir a los demandantes de dólares— a niveles de destrucción de consumidores y productores, porque la cima de la montaña señalada por Macri es el 27 de octubre, fecha de las elecciones a las que habría que llegar sin corrida cambiaria y con una inflación que muestre alguna disminución, aunque sea modesta. Para reforzar la oferta de dólares, el gobierno ha logrado que el FMI le permita subastar 60 millones a partir de abril como otro paño a aplicar a la fiebre verde que corroe las reservas del Banco Central.
La pendiente de la montaña se vuelve cada día más empinada, pero el leadership enlatado busca remozar las expectativas a los gritos.
¿Qué dicen los compañeros montañistas del Presidente?
“Nosotros apoyamos a Macri como sector profundamente, hemos hecho mucho para que llegara Macri al gobierno”, decía en estos días Hugo Biolcatti, combativo ex titular de la Sociedad Rural Argentina, en un reportaje conjunto a la vieja Mesa de Enlace, protagonista del intento de golpe cívico contra el gobierno de Cristina Kirchner. Luego de proferir algunas amargas consideraciones sobre la política oficial, Biolcatti recordó que “la eliminación de las retenciones fue la base de la campaña respecto a nuestro sector de Macri… nos hemos ido desencantando”. El alpinismo tiene sus sinsabores, sin duda, pero hay que persistir mirando a la cumbre.
Mario Llambías, que presidió Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), otra de las agrupaciones rurales mas hostiles a las políticas nacionales y populares, recordó en el mismo reportaje que “Macri siempre dijo que había que juzgarlo por cómo estaba la pobreza…” e indicó con cara fúnebre que “hay gente de la clase media que está con muchos problemas” y recordó “el tema de los jubilados… aquel jubilado que no tiene otra fuente de ingresos realmente la está pasando muy mal”. Por supuesto, mostró la amargura de sus representados “porque no alcanza la plata, porque no pueden ir al banco porque la tasa es del 80%, no hay crédito, su rentabilidad es nula”, para terminar rematando en tono apocalíptico: “Este es como un gran globo que se va inflando, y que cada vez se va inflando más, va a llegar un momento en que si no cambian eso va a reventar y va a hacer un desastre”. A su vez, Eduardo Buzzi de la Federación Agraria insinuó que si ahora los dirigentes rurales fueran por las provincias a agitar a sus afiliados, podrían generar una situación de perturbación similar a la que lograron durante el gobierno kirchnerista. ¿Qué les ha pasado a los protagonistas de la epopeya de la defensa de la renta sojera? ¿No ven que faltan sólo unos miles de metros hasta la cumbre?
Es importante destacar que este es el tono de los comentarios de viejos representantes del sector rural, amoroso aliado y festejante de Cambiemos. Por el contrario, la cúpula de movimiento obrero se muestra absolutamente muda, como si estuviera satisfecha por los logros de estos años, o esperanzada por la imagen del futuro que les ofrece el presidente escalador.
Otra gran amiga del gobierno, Margarita Barrientos, quien realiza –como muchísima otra gente no frecuentada por los medios— una tarea loable de ayuda a población muy necesitada, reconocía esta semana que “cada vez son más las familias que vienen a los comedores". “No solo en Los Piletones, tenemos varios comedores en las provincias y cada vez concurre más gente. Piden más comida, para llevar o para comer ahí. En Cañuelas, por ejemplo, teníamos que asistir diariamente a 320 personas, ahora tenemos casi 500 personas". Pero lo importante en el caso de Barrientos son estas reflexiones: “El Presidente tiene respaldo porque dicen que Macri tiene un as bajo la manga”. Y agregó “¡Que lo saque ya!". Y a pesar de que Margarita suscribe el credo macrista de punta a punta, declaró: “Sé que a la Argentina no la han recibido bien, que nuestro país está muy fundido, pero ya es hora para que repuntemos". Todos los adictos a la gestión de Cambiemos necesitan cada día más inventar un pasado inexistente previo. Tienen que imaginar una situación calamitosa que no existió, porque si no es imposible soportar el presente en el oficialismo. Y también en Los Piletones están dispuestos a suscribir que venimos de un desastre, aunque a los hambrientos ahora sí se les esté haciendo en serio muy cuesta arriba cada día.
El candidato es el proyecto
Como no se sabe si se llega a la cumbre, o nos desbarrancamos, otros compañeros del neoliberalismo están desplegando un nuevo relato neoliberal para oponerse al neoliberalismo realmente existente. Hay que salvar al neoliberalismo aunque Macri fenezca en el camino. Esa es la explicación de otra nueva esperanza blanca, el terraplanista José Luis Espert, quien señaló en estos días en Perfil: “Con Cambiemos hemos terminado con un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, con megadevaluación, con los salarios destruidos a tarifazos e impuestazos, ¿y cuál es la diferencia entre un peronismo que nos ha destruido y Cambiemos? Ninguna.” Aquí aparece otra vez la necesidad de inventar un pasado tremendo que no existió, para tratar de emparejar con el catastrófico presente. Barrientos, Espert y Marcos Peña suscriben la misma versión fantasiosa del mundo pre-Cambiemos. La diferencia con Marcos Peña es que Margarita mira la catástrofe presente todos los días, mientras que Espert se desmarcó presuroso para estar en condiciones de vender ilusión futura.
Claro, las esperanzas de un “verdadero neoliberalismo” consisten en volver a las utopías dictadas en el pasado por Estados Unidos para la región: Espert promete “hacer una cosa diferente a la que venimos haciendo y nos está destruyendo” y “hacer algo parecido a lo de los países que les va bien, como Chile y Perú, que marcan el camino en América Latina”. Lo más truculento, viene de postre: “Me pueden decir que es imposible el cambio, que te van a voltear, y todo eso puede ocurrir, pero tenemos que tener en claro que, si no cambiamos, Argentina va a ser una villa dentro de medio siglo, y vamos a terminar todos drogados y asesinados.” Lo que es claro es que Espert no confía en la montaña a la cual Macri nos invita a subir. Nos ve drogados y asesinados si seguimos al Presidente visionario.
Yo os conduciré hacia las tierras del Faraón
Cuenta la Biblia que hace unos miles de años, Dios decidió liberar al pueblo judío de su esclavitud en Egipto, bajo el yugo del Faraón, y para eso dotó de poderes a un joven que vivía en la propia corte, Moisés, para que liderara a los esclavos en su salida de la opresión hacia una tierra en la que abundarían “la leche y la miel”. Abandonar la esclavitud no fue un camino de rosas. Si bien la intervención divina facilitó mucho el camino, hubo que deambular 40 años por el desierto y resistir la tentación de caer en el paganismo. Moisés fue quien lideró ese trayecto de la esclavitud a la libertad, de la mansa servidumbre en un país extranjero, a la vida libre e independiente sin tutelas de tiranos y opresores.
Vale la pena recordar este relato bíblico, porque la apelación macrista a “subir la montaña” parece más bien un relato bíblico invertido.
En estos tres años se ha producido un profundo debilitamiento nacional. Se atacó con precisión uno de los fundamentos de la independencia, que es el desendeudamiento logrado previamente, y la autonomía en relación al FMI, que lograron perder el año pasado. Se debilitó la base material del país en todos los campos, lo que incluye a las grandes empresas industriales y buena parte del sector agropecuario. Se embistió contra las universidades, los investigadores y los espacios institucionales donde orgullosamente se generaban ciencia y tecnología nacional. Se agredió a las mayorías nacionales en su posibilidad de alimentarse, educarse, mantenerse saludables y vivir decorosamente. Se generó odio entre sectores sociales que no son antagónicos, y por si no alcanzara, se culpó de la crisis promovida por el gobierno a todos los argentinos, a su identidad y a sus movimientos históricos más representativos. Se dinamitaron las relaciones exteriores independientes y se llevó la subordinación a centros de poder internacionales a límites desconocidos hasta el presente, como está ilustrando el caso D'Alessio.
“Síganme a seguir subiendo la montaña sin lloriqueos”, exhorta hoy el Presidente Macri. Tendría que agregar: que yo os estoy llevando de la libertad a la opresión, de la soberanía a la sumisión a poderes extranjeros, del país de la leche y la miel, al país de la leche diluida y el desamparo cotidiano.
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