EL AMANTE DEL PIANO
La música que escuché mientras escribía
El domingo pasado terminamos el programa en la radio y me fui a escuchar el recital de Adrián Iaies en Bebop, un club de jazz hermoso, a la altura, sino por encima, de los mejores del mundo. Fue un sólo piano, con temas como dice Iaies de los más jazzeros del tango, como Pichuco, o los más tangueros del jazz, como Thelonious Monk. Al volver, chequee la fecha y sí, este año se cumplen 25 del lanzamiento de Nostalgias y otros vicios, el primer disco donde Adrián comenzó la tarea enorme de aparear ambos descendientes lejanos de la música africana, sin temor a la endogamia. Músico de jazz, en su casa de infancia siempre sonaba un tango, de modo que nada le resultó más natural que ese encuentro.
Ese cuarto de siglo es el tiempo que lleva mi amor por este músico excepcional que, además, es una persona encantadora. Con Guille Hernández y con Horacio Sbaraglia nos vendamos los ojos y seguimos de largo en las redes antisociales para no enterarnos de los comentarios sobre la realidad nacional que Iaies sube con fatídica frecuencia. Lo queremos y lo admiramos a pesar de todo. Supongo que a él le pasa lo mismo con nosotros. No quería hablar de política sino de música, pero se me chispoteó. Perdón.
En el horario del almuerzo del domingo, Iaies confesó su amor por el piano de Bebop, un Yamaha al que dijo haber parido. En una entrevista con Carlos Ulanovsky había explicado que los pianos japoneses tienen una sonoridad brillante muy apropiada para el jazz. Y al terminar uno de los temas, ante el aplauso del público hizo el gesto muy gracioso de señalar al piano, redirigiendo la retribución, como suele hacer con los acompañantes cuando toca en dúos, tríos o multitudes.
Voy a cometer una indiscreción, políticamente incorrecta. Iaies es un padre excepcional. Sus hijos mayores eran muy chiquitos cuando murió la madre, luego de una larga y dolorosa enfermedad. Adrián acompañó el crecimiento de esas criaturas con una dedicación femenina. Los llevaba y los traía de las obligaciones diurnas y de las diversiones nocturnas, controlaba el cuaderno de comunicaciones del colegio, cuidaba que hicieran la tarea, los acompañaba al médico, se ocupaba de que siempre estuvieran bien presentables. Hoy son dos adultos jóvenes instalados con seguridad en el mundo. Martín toca la guitarra y tiene un conjunto. Aquí podés escucharlo.
Laura es experta en las nuevas tecnologías de la comunicación y la información, pero, además, canta. Escuchá su sutileza en esta balada de los jóvenes tristes, con el orgulloso padre.
Para que le conozcas la voz, aquí Iaies te cuenta algunas cosas sobre el jazz en Buenos Aires.
Uno de los temas que tocó el domingo fue Emily, de Johnny Mandel, pero que muchos le atribuyen a Bill Evans, porque se apropió del tema como hacía con todo lo que tocaba. Según Iaies lo bueno de tener hijas es que uno puede ponerles el nombre de las melodías que ama, cosa que no ocurre con los varones, que no han merecido tantas dedicatorias. Así, después de Laura tuvo a Emilia, que hoy tiene 18 años.
Cuando terminó el recital lo interceptaron varios admiradores teléfono en mano para la inevitable selfish. Accedió con amabilidad, pero miraba nervioso para todos lados. No sabía dónde estaba Delfina, su hija de tres años. La mamá se la había llevado a los camarines, porque parloteaba sin pausa. Todos los días, Adrián la baña y le cuenta el cuentito de las buenas noches.
En 1975, cuando nació Angelita, le decíamos a Paco Urondo que había sido abuelo, y sólo tenía 45 años. Hoy no llama la atención que se reproduzca un hombre de 60. Cuántas cosas han cambiado en poco más de dos generaciones.
Para no abrumarte, termino con los temas de Nocturna. Tango reflections, que grabó en España hace diez años, con algunos de los grandes músicos con los que compartió parte de su travesía: Pablo Mainetti en el bandoneón, el bajo de Horacio Fumero (quien fue el acompañante de Tete Montoliu) y Fernando Martínez en la batería. Incluye la Milonga del Ángel, uno de los pocos temas de Pantaleón en su repertorio, porque siente que es difícil usarlo como estándar, que hay que tocarlo como el propio Piazzolla.
Por ahora dice que está pensando votar en blanco, pero si el Loco de la Motosierra pasa a la segunda vuelta, no habría que descartar que termine votando lo que hoy le parece inconcebible, como haremos tantos que venimos de otro lado. En su propia vida supo lo que significa un Estado que cuide de las personas, organizando por ejemplo, festivales de jazz como el que creó y dirigió en Buenos Aires, que cambió la escena del jazz local. Mientras siga tocando así, que piense como quiera.
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