Donde no estamos dibujados
Mundialitas, la historia de los mundiales de fútbol contada por Miguel Rep
“Ayer fue el único día en que no dibujé a Maradona”, dice Rep, sentado en una silla BKF en el Centro Cultural Borges. La noche anterior estuvo en un ambiente poco futbolero: la inauguración de una muestra de fotos sobre jazz. En cambio, el día anterior, en una charla sobre la argentinidad, lo dibujó, como cada vez que firmaba el libro Diego, nacido para molestar en Italia, en los días previos.
El dibujante, que inaugura el próximo miércoles la muestra Mundialitas, cuenta por qué Maradona es un símbolo de la Argentina, afirma que el cabezazo de Zidane fue la última rebeldía en un mundial y arriesga adónde podría aparecer algo de ese espíritu en Qatar 2022 (spoiler, no en la cancha). Además, da ejemplos para demostrar por qué los mundiales catalizan el sentimiento colectivo global de los cuatro años previos.
Con nombre de golosina, Mundialitas es una serie de 60 micros de un minuto y medio con jugadas, personajes, polémicas, rarezas y curiosidades de los 21 mundiales que hubo hasta hoy, desde Uruguay 1930 hasta Rusia 2018. Con dirección y producción de Santiago Tati García Isler y guiones de su hermano Jorge Repiso, los videos atrapan, además, por la voz de “relator clásico” de Pedro Saborido, siempre cargada de sarcasmo.
Aunque en la edición se ven acelerados, Rep hizo los dibujos mientras lo filmaban, “rapidísimo, casi sin pensar”. Para prepararse, “al guion lo pasaba por encima y pedía documentación adicional: qué camiseta se usó en ese partido, si Holanda jugó con pantaloncito naranja o blanco… El mundial tiene muchos matices. La camiseta argentina no es siempre la misma. Y cuando las imágenes son en blanco y negro, no sabés si la camiseta de Brasil era blanca, por ejemplo”.
–¿Por qué tanto detalle?
–Porque son videos divertidos pero didácticos. El periodismo deportivo tiene esa cosa obsesiva con los detalles. Cuando hice el libro Diego, nacido para molestar tenía el superyó del periodista deportivo que te rompe las pelotas porque hiciste los botines Puma cuando eran Adidas.
Los chicos que cuentan la historia de los mundiales en redes se saben de memoria las alineaciones de cada equipo. Van y chequean, como sus padres. Los futboleros quieren ganar discusiones. Son enfermos.
Rep habla de los futboleros en tercera persona: “Yo nunca fui así. Me apasionan los mundiales pero el fútbol vernáculo me chupa un huevo. Soy de Boca, pero no me acuerdo el sponsor de cada campeonato. ¿Cuál era el del Boquita del regreso de Diego? Los futboleros saben que es Parmalat”.
Entre los 66 dibujos de la exposición está el arquero ruso Lev Araña Negra Yashin, Puskás, la palomita de Luque, el pulpo Paul, las rodadas interminables de Neymar, el penal picado del Loco Abreu, varios Messi bien narigones y algunos árbitros, pintados en rigurosos tonos de negro y gris.
–¿Qué descubriste en los primeros mundiales?
–Los tres primeros se cortan por la Primera Guerra Mundial y no vuelven hasta el ‘50. De Uruguay ‘30 casi no hay fotos y de Italia ‘34 muy pocas. Ahí el dato principal es la presencia de Mussolini, el dictador que presiona para que su equipo gane y dé una buena imagen del país: un fantasma que recorre los mundiales hasta el ‘78, con la presión de Videla. Mussolini amenazó al director técnico veladamente, con un “más vale que ganes”. Y ganaron.
–¿La política jugó en todos?
–Siempre. Las decisiones de la FIFA, los sobornos... Que no esté Rusia en Qatar es político. Los mundiales sirven como hitos futbolísticos o históricos: el del ‘74 fue la revolución holandesa del fútbol total. Inglaterra ‘66 fue el de la globalización, porque se empezó a transmitir por TV en directo; México ‘70, en colores. En otros se destaca un personaje: Maradona y el partido contra Inglaterra se comen el ‘86. Casi ni se habla de innovaciones futbolísticas.
–¿A Maradona lo dibujás de alguna manera especial, con otro respeto?
–En Mundialitas lo dibujé poco y en trances futbolísticos. En el libro, de todas las maneras: civil, viciosa, futbolística, infantil, mortal, enfermatoria. Lo que no hice fue acompañar el amarillismo. Me importó el mito que todos construimos, que Diego se ganó con la pelota, la palabra y los hechos. Es un símbolo de todo un país: de lo bueno y de lo malo.
El Diego que más dibuja y prefiere Rep es “el de la rebeldía y la madurez futbolística, del ‘85 al ‘87. Del ‘90 para acá, lo dibujo si me lo piden: es la decadencia, la administración del retiro del futbol”.
Con la visión de Maradona como “un cuerpito privilegiado, una mente genial y un ser político”, Rep quería conocer la reacción de los napolitanos a su pintura del Diez. La tuvo en el festival de comics de Lucca. “Fue el 30 de octubre, cumpleaños de Diego. Cuando terminó la charla, me di cuenta que estaba lleno de napolitanos porque empezaron a cantar ‘Ho visto Maradona’. Me pedían que lo dibuje con la camiseta del Nápoli, con el sponsor Buitoni”, cuenta divertido.
Después estuvo en Nápoles: “Hay un patrono de la ciudad, San Genaro, pero hay muchas más imágenes de Maradona. Visité la casa del utilero, donde Diego iba y la mujer le cocinaba, que hoy es un museo-santuario. En la Argentina Diego es cuestionado: en Nápoles no, se le agradece. Es un santito. Acá va a tardar en aparecer ese santito”.
Igualmente, Rep cree que “está pasando algo con el Diego muerto: la gente lo usa como bandera de una resistencia. También como superstición. Es la imagen de la travesura y alguien contestatario, además de recordarles a los que juegan mal al fútbol lo bien que jugaba”.
–¿Queda algo de rebeldía en el fútbol, en los mundiales?
–No. La última rebeldía fue el cabezazo de Zidane a Materazzi en la final de Alemania 2006. Se hartó y entregó la copa del mundo irreflexivamente. Un tipo frío como él, elegante, uno de los mejores jugadores de la historia, dijo: “Que la FIFA se meta en el orto el mundial, no van a humillar a mi hermana”.
La única pequeña rebelión que podría darse en Qatar, para el dibujante, son protestas contra el cambio climático como las de Stop Oil en los museos.
–¿Bancás esas acciones?
–Ojalá que no se estropee ningún cuadro, porque son de mi gremio. Pero esos museos son la caja de resonancia de una protesta. El mundo está en peligro. Y el periodismo de mierda señala a los activistas como “neo terroristas”: terrorismo hacen los empresarios que generan y los Estados que no castigan la contaminación. En Qatar puede llegar a haber algún tipo de foquismo en las tribunas o detrás de los estadios.
–¿Y de parte de los futbolistas?
–¿De futbolistas que se visten todos igual, se cortan el pelo de la misma manera y ganan fortunas? No lo veo. El fútbol no tiene rebeldía posible. El capitalismo se ha fagocitado todo. Un pibe, un tipo hoy, antes de hacer una cagada, piensa en el sponsor que lo va a abandonar. Hay mucho miedo en el mundo y los mundiales son el reflejo de los cuatro años previos.
–¿Cómo es eso?
–No es casual que cuando iban a aparecer los Beatles, en el ‘58, aparezca Pelé. Era una necesidad generacional. En el colorido de 1970 brilla Pelé y sale campeón México, una selección buenísima. Como coletazo, en el ‘74 deslumbra “la naranja mecánica”: Holanda jugaba hermoso y por un gol no gana la copa del mundo. En el ‘78 no se valora el fútbol que desplegó la Argentina porque detrás está la sombra siniestra de la dictadura. Pero si vieras los partidos creyendo que fueron en democracia, el equipo tenía un poder ofensivo increíble.
La interpretación sigue siendo válida en la década siguiente: “El ‘82 es la metáfora de las Malvinas. Diego se hace expulsar pegándole a un brasilero, y en ese partido se va la Argentina. Perdimos rápido, como se perdió en las Malvinas. El ‘86: un símbolo de la primavera democrática. Acá, del ‘83 al ‘87, hubo una esperanza. Se había hecho el Juicio a las Juntas, La historia oficial gana el Oscar y Diego es el primer campeón del mundo de la democracia. La Argentina tenía un gran futuro… después la cagamos en el ‘90, con el neoliberalismo y la selección de mierda que tuvimos – pese a todo, Diego fue un héroe y llegamos a la final, donde nos robaron”.
En este Mundial, Rep va a replicar la experiencia de Ruso el que lee, el programa de radio que hizo con Juan Forn, desde Pinamar, durante el mundial de 2018. Forn murió el año pasado. Ahora el dibujante transmitirá los domingos, desde Villa Gesell, junto al Ruso Verea e invitados como Saborido y algunos escritores muy futboleros. “La subversión será hablar de literatura y política con la libertad que a veces los periodistas deportivos no tienen”.
Además de la viñeta que publica todos los días desde el primer número de Página/12, Rep editó libros y trabajos sobre la historia argentina, los barrios porteños, Evita, Borges, el peronismo, los Beatles, Quino, las Malvinas, el vino argentino, la radio e ilustró La divina comedia y el Quijote.
–¿Qué te queda por dibujar?
–En la Toscana italiana me empezó a picotear Pinocho, que no es el de Disney, es dark: la reeducación de un niño rebelde al que hay que ponerlo en caja. También estoy hablando con algunos escritores para hacer un libro de los Beatles o ilustrar sus textos. De vez en cuando necesito hacer una sociedad para salir de mi mundo, de mi cabeza y mis obsesiones, que después vuelven a aparecer. Laburar en grupo es una fiesta para mí. El “solito” ya lo laburé mucho.
* Mundialitas se inaugura el miércoles 16 y podrá visitarse de miércoles a domingo de 14 a 20 en el Centro Cultural Borges, Viamonte 525, Ciudad de Buenos Aires.