Doman, de la SIDE al Rojo
Su fugaz paso por un club donde se juega más que una interna
Fabián David Doman pensó que ser presidente del club Independiente de Avellaneda iba a ser tan sencillo como conducir Intratables, aquel programa del canal América TV en el que un grupo de panelistas usaba el lenguaje como espada para aniquilar al adversario. Pero no. El ensayo duró apenas diez partidos. Y tuvo una estrategia de instalación mediática, negocios multimillonarios con clubes extranjeros y una posterior lapidación. De victimario a víctima, Doman se reconvirtió.
El antiguo delegado en Washington de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) durante la presidencia de Eduardo Duhalde no logró acomodar la ley básica del capitalismo futbolístico: la oferta fue tan escasa, que la demanda se transformó en ira de los hinchas, quienes se manifestaron en la puerta del club exigiendo “que se vayan todos”. De ser un asunto de nicho futbolero y pasional en calles y redes sociales, el tema se volvió delicado.
En la trama aparece el intendente de Lanús, Néstor Grindetti. Antes vice, quien se define “cercano a Mauricio Macri” asumió como presidente de Independiente luego de la renuncia de Doman. También merodea el caso el legislador Cristian Ritondo, entre otros. Uno de los más activos figurantes resultó ser Juan Marconi de ESPN, señal controlada por la multinacional estadounidense Disney.
“El objetivo había sido echar a Moyano de Independiente”, cuenta un dirigente del club, bajo reserva. “Y la promesa a Doman fue que ingresarían más de 15 millones de dólares y cinco grandes empresas auspiciantes para renovar el plantel de jugadores y mantener las actividades sociales de la entidad”, advierte indignada la fuente.
Algunos hinchas del Rojo ven cerca el fantasma del gerenciamiento detrás de Grindetti y Ritondo. Al punto de que Doman los llamó hasta gastar el dedo, pero ninguno respondió. ¿Es probable que Doman haya cumplido su parte y regrese a la televisión? Nadie lo sabe. Hechos: Independiente está inhibido ante una deuda en miles de dólares con el club América de México y la FIFA, donde está sentado Macri, no puede hacer demasiado, ya que el litigio está radicado en un órgano arbitral. Podría derivar en peores consecuencias, como las que padeció su histórico rival, Racing.
Por eso, rápido de reflejos y ansioso por adueñarse del sentido y el sentimiento de miles de familias socias de Independiente en una zona tan populosa como Avellaneda, Grindetti se apuró a aclarar que no habría ninguna privatización de la institución y que había contratado al técnico Ricardo Zielinski para enfrentar a Racing este domingo. Son tiempos de una fortísima puja electoral dentro y fuera de Juntos Por el Cambio y Grindetti juega a la magia de gobernar la intendencia de Lanús desde el sillón de Independiente. Para ello tiene la ayuda de Diego Kravetz por un mes.
Si se realiza un ejercicio simple de memoria, la alegría de los dirigentes del PRO al asumir Doman en Independiente contrasta con la sensación de orfandad de miles de sus hinchas mientras se redacta esta crónica.
(Ver las publicaciones del Grupo Clarín, que citaba a Patricia Bullrich, María Eugenia Vidal y a Ritondo, cuando Doman era un modelo rubio, alto y de ojos azules en contra de los Moyano.)
¿Si el problema eran Hugo y Pablo Moyano y el gremio de Camioneros, por qué Doman duró un suspiro?
Promesas sobre el bidet
Ocho de la noche del miércoles 12 de abril. El dirigente llega al bar. Está indignado. Pide un café y un agua fría. Cuenta que Hugo Moyano salvó a Independiente de la quiebra y que el club salió campeón de la Copa Sudamericana en 2017. Desliza que a Doman le adelantaron “un plan siniestro” para suprimir a los Moyano (Hugo y Pablo) del fútbol y de la política. Que Doman habría aceptado tal acuerdo, porque incluía la derivación de causas penales desde el ancho submundo de la provincia de Buenos Aires a los Tribunales de Comodoro Py, donde Macri y Grindetti aún controlan juzgados federales a fuerza de lobby.
Todo iba más o menos bien, digamos, hasta que el juez platense Ernesto Kreplak trasladó la demanda contra Moyano a su par de Quilmes, Luis Armella, que desde 2018 venía ordenando allanamientos tipo FBI.
Así las cosas, Doman sintió pronto que el mundo frágil en el que vivía se desmoronaba como una castillo de cartas marcadas.
“El fútbol no es como un espectáculo de la televisión. No es Bailando por un sueño ni un programa exitoso de famosos y famosas. En el fútbol no podés controlar la pasión de los hinchas, que te putean en la cara y te colocan pasacalles. Y Doman se fue por un cartelito pintado sobre una tela blanca. No le dio”, dice el periodista deportivo Ernesto Cherquis Bialo.
Los socios de Independiente todavía recuerdan cómo el propio Moyano permitió que Fabián Doman se sentara a su lado en el palco, porque le decían que “era fanático del Rojo”.
Moyano ya tenía suficientes problemas con Camioneros y la persecución judicial de Patricia Bullrich y Macri. Entonces decidió delegar en dos personas de su confianza algunos manejos del club, su hijo Pablo y Héctor “Yoyo” Maldonado, quien se quejó ante TyC de Héctor Magnetto. “Confiamos en otras personas que nos llevaron a esto. Holan (Ariel), Hidalgo (Fernando) y otros dirigentes que estuvieron en las compras de jugadores. Nosotros no teníamos la cabeza para evaluar qué se traía”, se excusa Maldonado.
El negocio de una pasión
El primer presidente de un club de fútbol de la Argentina que comenzó a excluir a la clase trabajadora de los estadios fue Macri. Regido por la oferta y la demanda, comenzó a aumentar los abonos y cuotas de los asociados, además de expulsar de la tribuna al histórico jefe de La 12, Rafael Di Zeo, que ahora volvió.
Eran días de guerra híbrida por el liderazgo del negocio de la pelota. River tomó nota de los movimientos de Macri, siendo un club que a diario moviliza entre 10.000 y 15.000 personas entre la institución, el colegio y el resto de las actividades deportivas y educativas. Ahora la cuota de socios cuesta 5.100 pesos para un adulto y 3.800 para menores. River no llega ni siquiera a ponerlas en venta en Internet porque se agotan por “los adherentes preferenciales”.
La platea alta está 24.000 pesos. El abono para los tres partidos de la Copa Libertadores sale 9.000 pesos por encuentro. Algo imposible de pagar para la clase media baja y baja. River llena la cancha con 85.000 espectadores a precio de prepaga, pero las imágenes de las señales dominantes muestran a personas felices de clase media y media alta. Lograron que los ricos o los “chetos”, como suelen nombrarse en las tribunas, ocupen los sitos característicos que en los años '80 y '90 ocupaba la clase baja.
En Boca no hay movimientos como en la mini-ciudad de su clásico rival, porque contiene mucho menos actividad social que River. Tiene un estadio que necesita agrandarse, como la ansiedad por los resultados y los dólares al alza. Y Macri lo sabe.
¿Ir a la cancha cuesta más que el Teatro Colón?
Es probable.
Hay que sumar los 7.000 pesos que cobraron “los trapitos” en el partido de la Selección ante Panamá. También el combustible, la comida y el precio dolarizado de las camisetas.
Para mal de males, la comunicación del fútbol está centralizada en empresas como Disney y TyC y TNT, dos multinacionales conectadas con los dueños del mercado árabe de la pelota y Clarín.
El deporte más hermoso y popular del planeta, ¿es para todos?
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