DIVISAS Y PODER

Las liberalizaciones son motivo de fuga y no de inversiones. Pregonando la confianza desatan la desconfianza

 

El gobierno de Macri desespera por llegar al fin de su mandato en medio de una descontrolada situación macroeconómica que tiene el epicentro de su desbarajuste en el sector externo. El punto agudo de urgencia y pánico del gobierno en retirada está en el agotamiento de las reservas, la ausencia de crédito y la premura por cubrir vencimientos de deuda, mientras los ciudadanos que tienen ahorros buscan protegerlos en dólares y las empresas y especuladores, locales o extranjeros, quieren huir de la moneda argentina. Así se desencadena un proceso de demanda permanente de divisas y retiro de depósitos en dólares que retroalimenta y agrava esos acontecimientos.

No es ocioso detenerse en la indagatoria respecto de la reiteración cíclica que este tipo de crisis han tenido en Argentina. Desde que nuestro país inició su proceso de industrialización por sustitución de importaciones, la economía se desenvolvió con una industria que proveía al mercado interno y un sector agropecuario que lo hacía en ese mercado y en el mercado internacional. Las ventas en el mercado local han sido en moneda nacional y en el mercado externo en moneda mundial. Se constituyó una economía de dos sectores, uno sin acceso a realizar su producción en divisas y el otro con posibilidad de hacerlo. La diferencia ha obedecido, como bien explica Marcelo Diamand —siempre citado para exponer este tema—, a la brecha de productividad entre ambos sectores.

Las características del suelo argentino le permitían a la actividad primaria y sus asociadas una relación costo precio que hacía posible su competencia en el mercado internacional. En cambio esa capacidad no ha estado en la industria, cuya producción es sustancialmente para el mercado interno. Los dos demandan divisas para hacerse de los productos importados que les permiten llevar a cabo su producción. Pero la industria ha sido el ámbito de demanda de empleo, a la vez que motorizadora de la integración social y del acceso a la diversidad de bienes por parte de las mayorías populares. Las crisis externas se han presentado cuando la dinámica del crecimiento conducía a que las divisas obtenidas por las exportaciones agropecuarias no resultaban suficientes para atender el pago de las importaciones.

 

Dos concepciones

Frente a estas situaciones recurrentes y en modo simplificado se enfrentan dos concepciones respecto de su superación:

  1. Una mayor especialización argentina en productos agropecuarios y en servicios que no requieren insumos externos, junto a la reducción de su sector industrial;
  2. El aumento de la competitividad de los sectores manufactureros, cuya clave radica en el desarrollo científico y tecnológico que lo haga posible.

La elección de uno u otro camino conduce a consecuencias distintas en el nivel de actividad, de empleo, de ingresos, de diversificación productiva y de proyecto de Nación. La elección de la segunda alternativa implica una política de transferencia de ingresos del sector de mayor productividad al de menor. El conflicto, entonces, entre dos proyectos nacionales ha significado una pugna de intereses que se desenvolvió históricamente definiendo al primero como una opción conservadora y al segundo como otra de carácter nacional, popular y progresista. Prebisch agregaría a esta modelización la noción de deterioro de los términos de intercambio, mostrando una tendencia a la reducción relativa de los precios internacionales del sector primario respecto del manufacturero, con lo cual la potencialidad del modelo de dos sectores, con una industria inmadura, se reduciría permanentemente.

Como se ve, la estructura argentina ha presentado un recurso limitado que proviene de sus exportaciones primarias, las divisas. El límite al tamaño de la economía determinado por su disposición, significa una cota a su posibilidad de crecimiento y provisión de bienestar. Cuando ese límite es alcanzado aparece la denominada restricción externa.

A partir de la esquematización expuesta, podemos distinguir dos tipos de países: aquellos que tienen posibilidad de emitir moneda mundial y aquellos que no. La restricción externa sólo corresponde a estos últimos y reduce sustantivamente su posibilidad de crecimiento relativo frente a los primeros.

Con el advenimiento del mundo neoliberal y la globalización financiera la cuestión se complejizó, porque el peso del movimiento de divisas proveniente de los flujos de capitales por razones financieras creció exponencialmente con relación a las que se usaban para cancelar operaciones comerciales, de exportaciones e importaciones.

Las entradas de capitales podían hipotéticamente postergar por un tiempo incierto situaciones de restricción externa, mientras que las salidas conducirían a provocarlas, a veces con mayor intensidad, o inclusive con independencia de la dinámica del estado de las condiciones productivas.

La inserción financiera del país en la globalización no favoreció la disposición de divisas para resolver la restricción, sino que modificó el patrón de acumulación, con predominio del incentivo financiero frente al productivo.

 

La valorización financiera

En su introducción a Endeudar y fugar (Siglo XXI, 2017), Eduardo Basualdo caracteriza el proceso de Valorización Financiera como de dolarización del comportamiento social de la mediana y alta burguesía, diferenciando las motivaciones: la primera buscaba proteger sus ahorros de los procesos inflacionarios, mientras que la segunda lo desencadenaba y multiplicaba su patrimonio mediante ciclos de endeudamiento, valorización de ese capital y posterior fuga al exterior.

Abordemos algunos mecanismos utilizados para consumar estos desenlaces. El carry trade es la denominación de un procedimiento por el cual un capital especulativo en dólares de corto plazo ingresa al país, su propietario vende esas divisas y coloca el importe obtenido en pesos en una inversión financiera, cuyo rendimiento (interés o ajuste) en el período de tiempo que permanece en el país resulta superior a la diferencia entre el precio de venta de la divisa y su precio de compra al final de ese plazo. Esta operación, para consumarse, requiere de condiciones institucionales que establecen los regímenes neoliberales que aseguran la libertad irrestricta a la entrada y salida de capitales y, además, de una política cambiaria que favorezca que los rendimientos en pesos sean mayores a la suma de la tasa de interés internacional más la tasa de devaluación del peso. La diferencia apropiada por el especulador es una pérdida en divisas para el país. Una fuga de capitales. Pero además estos fondos de corto plazo son frecuentemente utilizados para financiar la constitución de activos en el exterior, o pago de deuda pública, o para atender demanda de divisas para otros fines, postergando y agravando las crisis externas que estallan cuando hay una corrida de retiro de los mismos. Esta bicicleta tuvo un uso intenso durante el gobierno de Macri.

 

Dólares en fuga

Pero la constitución permanente de activos externos argentinos como rasgo estructural es de un impacto aun más trascendente y grave. El equipo de Fuga de Capitales que coordinó Jorge Gaggero en el CEFID-AR estimó que ese stock evolucionó entre 1991 y 2012 de 77.255 millones de dólares a 373.912 millones, implicando una fuga de 296.657 millones para ese período, calculado por el método residual de la balanza de pagos. (Fuga de Capitales III, Gaggero J, Rúa M y Gaggero, Alejandro, 2013). Con una metodología similar Magdalena Rua estimó para el período 2003-2015 una fuga de 115.159 millones y para 2016-2018 una de 57.077 millones, así el promedio de fuga anual fue de 8.858 millones para la gestión kirchnerista. El gobierno de Cambiemos alcanzó prácticamente a duplicarlo, ya que el promedio de fuga en sus tres primeros años fue de 19.025 millones (Rua, Magdalena,2019, Mimeo. La fuga de capitales en América Latina 2002-2017, Tesis de Maestría FLACSO, director J. Gaggero, codirector P. Manzanelli). Observando los montos totales correspondientes a los períodos 1991-2012 y 2003-2015 se puede inferir que también el promedio de fuga durante el kirchnerismo fue sustancialmente inferior al de ese período menemista. La facilitación de la fuga requiere varias condiciones: grados de libertad para la salida de capitales y espacios de libertad en el mercado de cambios para adquirir divisas que se destinen a ese fin. La ausencia de exigencias regulatorias para liquidar las divisas de exportaciones fomenta esta conducta. Las estimaciones citadas revelan hasta qué punto las liberalizaciones son motivo de fuga de capitales y no de atracción de inversiones. Pregonando la confianza desatan la desconfianza.

La etapa del kirchnerismo en que rigieron la administración y los controles cambiarios, y también sobre el movimiento de capitales (con diferentes niveles de intensidad en las distintas etapas), registra un nivel de fuga mucho más reducido que el de los regímenes neoliberales de valorización financiera. A su vez, el macrismo fue el período de mayor fuga y coincidió con una completa liberalización financiera, cambiaria y de los flujos de capitales. En 2003-2015 hubo otra diferencia: la fuga no se financió con endeudamiento externo, sino que se produjo a costa de la cuenta corriente del balance de pagos. En los otros dos períodos la deuda se usó para fugar.

 

Mala praxis

Un tercer mecanismo central de la financiarización es un método de cobertura del déficit fiscal. El mismo es en pesos, pero la Tesorería del Estado se endeuda en divisas y las vende al Banco Central, que las provee a quien las demande, tanto para importar como para salir del carry trade o para constituir activos en el exterior. El Estado se queda con los pesos, “ahorrándose” su emisión. Esta conducta agrava la restricción externa por la mala praxis de no distinguir los ámbitos de soberanía que posee un Estado (su moneda) y los que están fuera de su alcance (la moneda mundial).

La política neoliberal, en su tercer ciclo con Macri en el gobierno, incurrió en el establecimiento de condiciones y políticas que favorecieron estos comportamientos, desequilibrios y perjuicios para la Nación. Se estimuló la especialización primaria a través de la quita de retenciones y subsidios tarifarios. Se disminuyó la inversión en ciencia y tecnología. Se dolarizaron déficits públicos. Se facilitó la constitución de activos externos. Se promocionó el carry trade, mediante la desregulación completa del mercado de cambios y de los movimientos de capitales. Se destruyeron industrias, puestos de trabajo y se derrumbaron los ingresos populares. Se provocó el crecimiento del endeudamiento y, previamente a desatar la cesación de pagos que luego se produjo, se acudió al FMI obteniendo un financiamiento sin precedentes que limita la capacidad para hacer política económica.

 

Regulación y control

Un país que no emite moneda mundial no puede acometer el manejo de su economía con las mismas premisas que otro que tiene esa posibilidad. El rol y los instrumentos estatales para intervenir en el mercado de cambios y controlar los flujos de capital deben ser de carácter diferente porque varía el dispositivo y la lógica de estos, como así también son distintas la cualidad y cantidad de recursos con que cuenta el poder público para actuar. Como las divisas son un recurso fundamental para el crecimiento económico y el impulso del desarrollo nacional, resultan necesarias regulaciones y controles de cambios de carácter permanente y estructural. También son indispensables las regulaciones y controles sobre los movimientos de capitales, tanto a la entrada como a la salida. Sin ser la condición suficiente, sí son una herramienta necesaria e indispensable para hacer posible un proyecto sustentado en la producción, y que por lo tanto desplace e impida la valorización financiera. Es inexacto que este esquema institucional reprima el ingreso de inversiones. Porque, bien diseñado —junto a otros instrumentos de política económica—, permite seleccionar las necesarias y desechar las inútiles y/o perjudiciales, que las hay. No es esgrimible el derecho de propiedad en un sentido absoluto sobre la disposición de las divisas, pues estas son un recurso estratégico y esencial para el desarrollo nacional. Con el mismo argumento se fundamenta la necesidad de una eficiente intervención del Estado en los mercados en que se opera con moneda mundial.

 

* Profesor de la UBA . Ex director del CEFID-AR

 

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