DICTADURA QUE AÚN HACE HISTORIA
Gabriela Águila resume el período más ominoso de la segunda mitad del siglo XX
Con la transmisión de la Historia sucede un fenómeno curioso: a grandes distancias temporales somos nosotros quienes nos aproximamos a través de estudios y documentos. Mientras que, cuando se trata de acontecimientos recientes, ésta se nos viene encima. Se consideran contemporáneos aquellos sucesos que distan apenas una generación, o menos, con la presencia de testigos directos o bien la continuidad palpable de sus efectos. Más si éstos son traumáticos, perdurables en grado sumo. Es lo que sucede con la última dictadura (1976-1983) eclesiástico-cívico-militar.
Parcializar causas, protagonistas, secuelas, en función del recorte formulado a los fines expositivos, ha constituido una sistemática eficaz, siempre que esta clave metodológica en algún momento se abra para incorporar las restantes resonancias. En el período que nos ocupa, ingresar por el salvaje aparato genocida desplegado hacia el conjunto de la población, cobra sentido una vez que queda de manifiesto en tanto condición de posibilidad para imponer un régimen económico destinado a favorecer a los poderosos, en detrimento de los sectores populares. Propósito que incluye como argamasa un dispositivo ideológico destinado a hegemonizar a unos y someter a otros en nombre de un “modo de vida occidental y cristiano”.
Sin ninguna duda, la más perfecta síntesis desarrollada al respecto sea la Carta abierta de un escritor a la Junta Militar realizada por Rodolfo Walsh al cumplirse el primer año de aquél golpe de Estado. Tanto en los diferentes aspectos de la denuncia como la articulación de las instancias económicas y políticas, la transparencia del lenguaje y la exposición probatoria, hacen del documento un paradigma insuperable. El asesinato del escritor, ese mismo 25 de marzo de 1977, impidió que continuara con la tarea, sin embargo proseguida desde distintas fuentes y destinos.
Historiar el período más oscuro en la Argentina del siglo XX ha sido una tarea encarada con suma seriedad por diversos equipos y autores. Abundaron asimismo recortes específicos en torno a facetas particulares, respondiendo a diversos momentos e intereses de suerte disímil. Una visión integradora llega ahora desde la ciudad Rosario, con el aliciente de ampliar el prisma de privilegio porteño-céntrico al incorporar circunstancias igualmente ejemplares que las usualmente divulgadas. A cargo de la historiadora, investigadora del CONICET, Gabriela Águila (Rosario, 1963), Historia de la última dictadura militar, Argentina 1976-1983, en poco más de dos centenares de páginas despliega con didáctico rigor un complejo enjambre de acontecimientos en sus diversas etapas, sin desatender las respectivas contradicciones. Desarrollo situado, en todo momento sostiene la óptica del carácter sanguinario y clasista del período.
Tras repasar las diversas puertas de ingreso desde donde la historiografía ha encarado las líneas explicativas, análisis e interpretaciones, la autora propone un entrecruzamiento entre las prácticas políticas integrales en los sucesivos momentos dictatoriales. Despeja, en esta dirección, los objetivos proclamados por los golpistas del “complejo universo ideológico” donde se mixturaban las doctrinas de seguridad nacional de matriz estadounidense con la de guerra contrarrevolucionaria francesa, nacionalismo oligárquico católico-integrista y cruzada anticomunista en el aspecto ideológico. Sostén del liberalismo conservador en lo económico e implementado por “facciones, individuos y grupos que componían el régimen”, dentro del cual implementaban proyectos y acciones de gobierno donde “se mixturaron dificultosamente”. En este marco, Águila despliega los hechos donde se ratifican tales conglomerados. Resalta la función articuladora de “la Iglesia católica, o más en general el campo católico” en coordinación con las corporaciones empresarias del agro, la industria y la prensa hegemónica, destacando nombres, apellidos y agrupamientos en las sucesivas ocasiones. En consonancia con la participación activa de tales personajes y organismos de poder, la investigación recalca la complicidad civil por parte de los remanentes partidarios conservadores y radicales en las líneas inferiores de gobierno, especialmente en localidades secundarias.
Tanto por desinterés como por exceso, esta Historia de la dictadura se detiene en los dos únicos ministerios destacados a civiles, respectivamente Educación y Economía, exponentes límite de las prácticas políticas dictatoriales. Como infranqueable frontera externa, Águila aborda el accionar resistente de los organismos de Derechos Humanos, punta e lanza del desmoronamiento del régimen, una vez sumadas las organizaciones sociales y sindicales.
Proceso histórico cuya continuidad emerge hasta nuestros días en parciales aunque renovadas versiones, permanece abierto y por lo tanto dificulta una versión definitiva. Con todo, el aporte que hoy arriba desde la ciudad de Rosario, se yergue como material de consulta y estudio para las nuevas generaciones, portadoras de información desperdigada, requerida de un compendio global, totalizador, sin el cual se torna farragoso comprender demasiadas analogías del presente. Implacable, la Historia reciente nos recuerda que permanece viva.
FICHA TÉCNICA
Historia de la última dictadura militar, Argentina 1976- 1983
Gabriela Águila
Buenos Aires, 2023
272 páginas
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