Devórame otra vez
Las corporaciones mediáticas y los neoliberales locales imponen un sentido común acorde a sus intereses
La campaña electoral del macrismo, devenido en larretismo, llega a la recta final de las PASO disimulando su pertenencia al colectivo que dos años atrás obtuvo un rotundo fracaso electoral. Sus referentes desfilan por los canales de las corporaciones –que los instruyen y los apuntalan– y se trasladan a locaciones urbanas prefabricadas, disimulando la presencia de quien fue el fundador del espacio, Mauricio Macri. En diversas entrevistas acordadas bajo el principio de la modosidad y la condescendencia, sus epígonos pregonan el inminente desvanecimiento del peronismo en el mismo periodo en que postulan a candidatos, como Emilio Monzó, que reivindican esa identidad. Sus candidatos alternan entre el racismo solapado y la reivindicación de los consensos necesarios para superar las crisis estructurales del país. Mientras reclaman diálogo, los integrantes de su núcleo duro continúan reivindicando la judicialización de la política y ofreciendo cobertura y legitimidad pública a quienes fueron (y son) sus ejecutores.
Durante la última semana los referentes del juntismo presentaron los proyectos que llevarán al Congreso en el caso de ser electos. María Eugenia Vidal fue la encargada de anunciar el último miércoles un programa de 23 puntos en un acto realizado en el Centro Hipermediático Experimental Latinoamericano (CheLA) de Parque Patricios, y sus ejes fueron repetidos un día después por Diego Santilli y Horacio Rodríguez Larreta. El programa es un compendio de frases casi literales, recabadas en los focus group heredados del gurú ecuatoriano Jaime Durán Barba. Entre las 23 propuestas se mezclan proyectos de ley, derogación de regulaciones y propuestas de normas –como la participación de las familias en las comunidades educativas– que ya se encuentran vigentes.
Respecto a la educación, el larretismo postula la incorporación de las “prácticas formativas obligatorias en la escuela” al tiempo que reclama menor presión impositiva a las empresas: mientras sugiere mayor cantidad de horas docentes, y mayor cantidad de profesionales, demandan proponen una menor recaudación. A esa contradicción, le suman la original idea de “incluir a las familias en el debate educativo”, disposición que ya se encuentra incluida en el artículo 20 de la Ley de Educación Nacional. La propuesta de “evaluación educativa nacional obligatoria” –lanzada también cual si fuera un hallazgo– aparece estipulada en diferentes artículos de la misma Ley (artículos 85, 93, 94, 95, 96 y 98), donde se establecen los mecanismos de evaluación a ser resueltos y gestionados por las jurisdicciones. La preocupación por la educación en versión neomacrista aparece como sugestiva si se recapitula la histórica desvalorización a sus profesionales y a quienes son la primera generación familiar de estudiantes universitarios.
La última semana María Eugenia Vidal interpeló retóricamente a los potenciales votantes advirtiéndoles que “te quieren burro, pobre y sometido”. Dicha aseveración concuerda, de manera inducible con los datos divulgados por el Observatorio UNIPE, en el que se consigna el deterioro del presupuesto educativo sufrido durante el cuatrienio cambiemita: los recursos orientados a la educación fueron recortados en un 35 %, respecto del último año del gobierno de Cristina Fernandez de Kirchner en 2015. Quien hoy postula como eje central de campaña la educación es la misma persona que afirmó convencida que “todo el mundo sabe que no hay pobres que llegan a la universidad”, cuando 6 de cada 10 egresadxs de las universidades del Conurbano –la mayoría de las cuales fueron creadas durante el periodo 2003-2015– son primera generación familiar de graduados.
En la jurisdicción en la que Vidal gobernó cuatro años –la misma en la que durante su niñez adquiría sus facturas al almacenero de la esquina– fue la responsable en febrero de 2018 de cerrar 33 escuelas isleñas, en el Delta del Tigre, bajo el pretexto de la penuria presupuestaria. Pocos meses después, en agosto de ese mismo año, la vicedirectora de la escuela número 49 Nicolás Avellaneda de Moreno Sandra Calamano, y el auxiliar Rubén Rodríguez, fallecieron como producto de una explosión por una pérdida de gas, denunciada con insistencia sin que los pedidos sean considerados. Otra evidencia del interés de la educación se manifestó en febrero de este año cuando los operadores de los comedores escolares porteños se movilizaron ante la reducción sistemática de las porciones alimenticias otorgadas a lxs niñxs de las escuelas primarias de las zonas más desfavorables.
Educación para pocos
Esa sensibilidad por la formación educativa se observa de forma palmaria en cómo fueron administrados los recursos dentro de la Ciudad de Buenos Aires: desde que Mauricio Macri se hizo cargo del gobierno porteño, se han perdido 10 puntos del presupuesto educativo y durante todos los años se ejecutan los presupuestos orientados a ese fin. Durante el primer semestre de 2021 solo se ejecutó el 30 por ciento de lo destinado a infraestructura escolar y tecnología educativa, pese a que se duplicó la recaudación.
Un año antes, en uno de los picos de la pandemia, el juez Andrés Gallardo había dictado una cautelar en la que se le exigía al gobierno de Horacio Rodríguez Larreta que entregara a lxs estudiantes, en condición de vulnerabilidad social, un dispositivo apto para continuar con la educación a distancia. La respuesta no se hizo esperar: indiferencia al dictamen del magistrado pese al detallado informe de la Auditoría General de la Ciudad advertía sobre las limitaciones de conectividad en los barrios populares. En el relevamiento –desdeñado por las autoridades porteñas– consignaba que solo un 54 por ciento de los estudiantes tuvieron contacto con la escuela a través de su celular. Además se informaba que un 58 por ciento debía compartir el dispositivo familiar para poder continuar el vínculo pedagógico. Ninguno de estos datos fue suficiente para que Larreta se dignara a reforzar el área que atendía a los grupos más desfavorecidos.
La relevancia de la educación, que hoy postula Juntos, se expresa además en la supresión del Plan Conectar igualdad que había entregado cinco millones de computadoras a niñxs y jóvenes de todo el país, desde su implementación en 2010. La derogación del programa –que había reducido previamente la entrega de 500.000 notebooks anuales, en 2015, a 50.000 en 2017– se ejecutó pese a la valoración positiva estipulada por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), publicada en 2016, que demostraba un alto impacto en la construcción de equidad digital. Los cambiemitas, tan devotos de las evaluaciones, sin embargo, no dudaron el 4 de mayo de 2018 en decretar su supresión. Para justificar la medida, el entonces Presidente Macri afirmó que entregar las computadoras era como “repartir asado y no tener parrilla”.
Vidal, Santilli y Rodriguez Larreta incluyen la temática de los valores republicanos dentro de todas sus alocuciones de campaña mientras no dudan en designar como director de una institución educativa –la Escuela Tomás Santa Colona de Parque Chacabuco– a Gustavo Albonico, quien se ha esmerado en defender la última dictadura militar genocida, se ha expresado favorablemente sobre el gatillo fácil y ha fundamentado la necesidad del cierre del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad.
Dada la relevancia otorgada a la educación aparece como llamativa la desvalorización de uno de sus capítulos más estratégicos, el que se vincula con la Ciencia y la Tecnología. Entre 2016 y 2019 los actuales candidatos participaron del gobierno que redujo en un 17 por ciento sus recursos, motivando el destierro de decenas de jóvenes investigadores. La preocupación por la educación de quienes hoy se presentan Juntos puede sintetizarse al recordar la pretendida profecía de Esteban Bullrich referida al futuro de la educación en Argentina, enunciada en ocasión de la inauguración del Hospital Escuela de Veterinaria perteneciente a la Universidad Nacional de Río Negro, en Choele Choel: “Hace muy poquito cumplimos 200 años de nuestra independencia y planteábamos con el Presidente [Mauricio Macri], que no puede haber independencia sin educación, y tratando de pensar en el futuro… esta es la nueva Campaña del Desierto, pero no con la espada sino con la educación”.
La fuga de cerebros suscitada por el macrismo es acompañada en la actualidad por extraños datos de exilios. El diputado opositor Luciano Laspina afirmó en 2020 que 25.000 argentinos habían cambiado su residencia a Uruguay, disgustados con la forma en que el gobierno gestionaba la pandemia. Ante la requisitoria, la AFIP informó que –durante los primeros nueve meses de 2020– solo 504 contribuyentes argentinos habían iniciado los trámites para modificar su residencia fiscal. De ese total sólo 229 habían elegido como destino la Banda Oriental. Entre los 25.000 y las dos centenas parece existir una diferencia significativa.
El fantasma del destierro vuelve a ser utilizado como caballito de batalla para sembrar pesimismo en el electorado respecto a la continuidad del actual gobierno popular. Los difusores iniciales de esa discursividad sombría han sido –desde el primer momento que asumieron lxs Fernández– los alfiles comunicacionales de la trifecta mediática, actuales jefes de campaña del larretismo. “Hay empresas que se están yendo, como nuestros hijos, que sienten que los estamos echando”, profirió el jueves último el jefe de gobierno porteño en su alocución ante el Consejo de las Américas, una de las entidades que expresa al lobby de Washington en la región de América Latina y el Caribe (ALyC).
Pobrismo y brutismo
Los cambiemitas se encuentran inquietos por la fuga de votos juveniles hacia los voceros del liberalismo transparente de Javier Milei y José Luis Espert. En ese marco, la decisión de postular un escenario pesimista aparece como una necesidad previa a la construcción próxima de una futura esperanza larretista. En el mismo foro, frente al conjunto de empresarios que lideran la fuga de capitales, el jefe de gobierno solicitó “volver a la bases, a la cultura del trabajo y del esfuerzo”.
Las apelaciones juntistas no se condicen ni con los antecedentes de sus políticas ni con las trayectorias biográficas de sus máximos referentes, la mayoría de ellos ligados a lógicas rentistas o financieras ajenas a la productividad, la inversión y el trabajo. De hecho, la lluvia de inversiones vaticinada por Macri produjo en una destrucción del entramado pyme, el sector que más empleo demanda en Argentina. Desde diciembre de 2015 y finales de noviembre de 2019 las políticas neoliberales destruyeron 24.505 empresas y eliminaron 230.264 empleos formales.
De forma coincidente, Vidal apela al pobrismo para disimular sus ancestros terminológicos. “Te quieren burro, pobre y sometido” es la muletilla de quien utiliza un nuevo eufemismo para referirse, de forma oblicua, a los cabecitas negras, los grasas o los choriplaneros. Esa es la razón por la que varias de sus propuestas se instalan en la pirámide empresaria y no en los trabajadores: “Aliviar a quienes generan empleo”, proponen en una de las 23 propuestas. Y agregan el proyecto de otorgar estabilidad fiscal para las inversiones. Ninguna referencia a la estabilidad salarial para quienes más sufren los costos de las dos pandemias sumadas: la neoliberal del cuatrienio 2015/2019 y la provocada por el Covid-19.
La lectura de sus propuestas y el modelo aplicado durante el macrismo expone con claridad el proyecto subyacente: un programa que combina la exportación primarizada, los salarios bajos (competitivos a nivel internacional) acompañados por esquemas desregulados de financiarización y enajenación empresaria donde el mercado interno, la demanda agregada y el consumo aparecen como secundarios. Sobre esa base se instituye el interés por confundir los dos esquemas de endeudamiento claramente opuestos: para Vidal y/o el sitio Chequeado –financiado por la embajada de Estados Unidos y varias fundaciones asociadas a su Departamento de Estado– es indiferente que la deuda sea en pesos o en dólares.
Al confundir ambos se busca instituir y naturalizar el sometimiento económico y monetario. Al hacer equivalentes ambas formas de endeudamiento, se favorece a quienes poseen carteras dolarizadas, que siguen pujando por la depreciación de la moneda nacional para ampliar la tajada de su riqueza concentrada.
Para beneficiar a esos sectores, el neoliberalismo busca debilitar las capacidades de quien puede presentarse como idóneo para limitar la voracidad de las corporaciones. El título para esta misión, en lenguaje larretista –ubicada como una de las 23 propuestas–, es: “Construcción de un Estado inteligente y facilitador”. Dado que el concepto de Estado mínimo fue desgastado por la gestión de Domingo Felipe Cavallo, los gurúes del marketing político apelaron en esta ocasión a otra paráfrasis homóloga. En ese mismo sentido, cuando hablan de terminar con los privilegios a los políticos se refieren a que los únicos privilegios posibles deben ser detentados por las grandes corporaciones empresariales –como la AEA, la UIA, la SR, CRA y el Consejo Agroindustrial–, ampliamente cualificados para suplantar a los partidos políticos y lograr de esa manera una regulación más acorde con sus intereses.
En un reportaje reciente Jaime Durán Barba vaticinó, esperanzado, la próxima extinción del peronismo y consideró que las campañas electorales actuales “deben ser distintas, pero muchos no son conscientes de eso y quieren ganarlas llenando la Plaza de Mayo con cabecitas negras como lo hacía Perón”. Cuando logran desinhibirse y se sienten comprendidos por sus interlocutores –como Durán Barba frente a Jorge Fontevecchia– logran verbalizar el binomio constitutivo de la derecha local: racismo visceral (nunca asumido) y gorilismo estético y emocional.
Rodolfo Kusch intentó conceptualizar la humillación institucionalizada que desarrollaron los sectores oligárquicos en la historia de ALyC en los últimos 500 años para someter a los criollos, los sectores populares y los pueblos originarios. Frente a ese desprecio las grandes mayorías construyeron modelos de dignidad simbólica ahí donde había un estigma. Esa resistencia es el Hedor de América. Es el germen que los sectores del privilegio perciben con profundo temor y rechazo. La trama política, estética y cultural que aspira a vivir de formas alternativas a la lógica de la crueldad y la mercantilización de la vida humana y su entorno natural.
A la derecha argentina no le alcanza con postular fraseologías para esconder la verdadera esencia de su discurso. “El malo, cuando se finge bueno; es pésimo”. (Francis Bacon.)
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