DERROTADOS, NUNCA QUEBRADOS
Novela del uruguayo Claudio Invernizzi en la que se perfila un proyecto de neofederalismo
Poco y nada se sabe de este lado del Río de la Plata de la vida y obra de José Gervasio Artigas (Montevideo, 1764 - Asunción, 1850). Injusta desidia atribuida a Bartolomé Mitre, Vicente Fidel López y Domingo Faustino Sarmiento, en cuyas recreaciones históricas el accionar del máximo prócer oriental resulta tergiversado hasta la oscuridad pues, al parecer, les proyectaba una incómoda sombra (para decirlo demasiado rápido). El hecho de que, para Artigas, los pueblos originales fueran compañeros de ruta en lugar de salvajes y los gauchos trabajadores pauperizados en lugar de delincuentes retobados, conspiraba contra el triunfante diseño centralista pretendido —y logrado— para la porción austral atlántica del continente americano. Su proyecto de la Liga de los Pueblos Libres, a comienzos del siglo XIX a un tris de concretarse en una confederación que aunaba la entonces Provincia Oriental con Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba, Misiones, hasta algunos pueblos de Rio Grande do Sul, nunca cuajó para los destinos que los imperios británico, francés y portugués tenían para las Provincias Unidas del Río de la Plata. Más cuando Artigas propugnaba la libertad de cultos, la expropiación de las tierras improductivas y su cesión a los campesinos, y un orden político federal con autonomías provinciales y mutua defensa de los intereses de los pobladores de esos territorios.
Escuálida memoria y postergado proyecto permanecieron en estado de latencia hasta inicios de la segunda década de este siglo, cuando un sorpresivo resurgimiento tuvo lugar en un pintoresco balneario de la costa uruguaya. Puerto Vírgenes es un pueblo que va transformándose en ciudad, aunque pequeña como su incipiente celebridad por contener una desusada población longeva, nutridos pitangales de cuyos bermellones frutos se extraen deliciosas mermeladas y un codiciado licor; los siete cerros que enmarcan una luminosa bahía y el asiduo pique de la corvina negra. También el elefantiásico, cruza de art nouveau y clasicismo italiano, Gran América Hotel, secreto reservorio de intimidades de monarcas, mandatarios, amantes, starlets, estrellas y estrellados, espías, buchones, pequeros, nuevos ricos, viejos pobres, ignorantes, ignorados, veraneantes, hibernados. Los inevitables comparadores trazan lazos con el idealismo de la borgeana Tlön, la pueblerina pachorra de la sorianesca Colonia Vela y la notoria semejanza a la mundana Piriápolis.
Puerto Vírgenes es, pese a las analogías, único y original. Ostenta entre sus calles una población longeva, con ejemplares centenarios, sin que a nadie le preocupe el secreto de esa permanencia. Pues la característica menos difundida, aunque fluya en boca de todos, es la capacidad futurológica de los ancianos. En especial el presagio acerca de que, hacia la mitad de este siglo XXI, una empresa multinacional habrá de impugnar todo intento de autonomía regional, se apropiará de los recursos naturales —en particular del inmenso Acuífero Guaraní— en connivencia con los mandatarios nacionales de Uruguay y Argentina, y provinciales de Brasil y Paraguay, contra los respectivos mandatos electorales de sus pueblos, aunados en el Movimiento Neofederal.
Casi treinta años de lucha han de fracasar en 2050, como había ocurrido en 1820 con Artigas, de quien aquel año se recordará el bicentenario de su fallecimiento. Los neofederales del siglo XXI se habían expandido por cuatro países siguiendo “la epopeya de Artigas (que) atravesaba los tiempos con una señal clara de revés, de pérdida y de fracaso y, tal vez, por esas mismas razones, había alcanzado la victoria de la dignidad”. El espíritu y los contenidos políticos del gauchaje y la indiada del siglo XIX habían permanecido incólumes, actualizándose en la siguiente centuria, derrotados aunque jamás quebrados.
La derrota (en la batalla) marca la derrota (el rumbo) a seguir. Tal la historia más o menos ficcional en sus presagios, pergeñada por el periodista, escritor y publicista Claudio Invernizzi (Piriápolis, 1957) en Algo tan luminoso como una derrota, reciente entrega de la trilogía comenzada con La memoria obstinada de Puerto Vírgenes (2019), seguida por El pasado es un montón de cosas inconclusas (2021). Conservando esa excelencia en el lenguaje privilegiada en las novelas previas, Algo tan luminoso… explicita una politización, aunque imaginaria, orientada en los ideales eternos – independencia, soberanía, justicia, solidaridad— a los que se suman renovados objetivos articulados con los anteriores, como el cuidado del medio ambiente y la construcción de fuerzas independientes por encima de las barreras fronterizas.
Es en la cotidianidad de la acción, sin pontificar, donde el proyecto político de a trazos va especificándose a partir de pequeños actos, señales. En el comienzo mismo, el protagonista le cambia el nombre propio a una compañera, Patricia: “Patria, si te puedo llamar así es porque estoy convencido que vas a comprender que no siempre se construye para ver el resultado. Se proyecta sobre lo que se siente como justo y también, ¿por qué no?, para seguir vivo. Como dijo Arturo, el futuro pueden ser tres minutos o cien años”. El Acuífero Guaraní se convierte entonces en territorio en disputa, en bandera de liberación por su subterránea, directa incidencia en la vida cotidiana de la población de cuatro naciones. Resulta notable la coincidencia geográfica entre este gigantesco reservorio de agua potable y La Liga (o Unión) de los Pueblos Libres, la confederación de provincias aliadas (Provincia Oriental, hoy Uruguay; Córdoba, Entre Ríos, Corrientes, Santa Fe, Misiones y parte de Río Grande do Sul). Avenencia, por cierto, de imposible conocimiento en tiempos de Artigas y actualmente detallada mediante las modernas prospecciones geológicas. Área asimismo comprendida en la extensión del movimiento neofederal con epicentro en Puerto Vírgenes.
Novela que abarca dos décadas a puro futuro, deambula entre la solidaridad y las mezquindades, recluye el sufrimiento popular en una catástrofe natural trágica y bellamente detallada, se sostiene como relato de espionaje internacional, denuncia agachadas y traiciones de la clase política, vuelve a escudriñar el misterio del fin de la vida, releva la gloria y las alegrías del amor y la camaradería. Organizada en capítulos cortos, facilitadores de la lectura, cada uno encabezado por una breve reflexión a modo de preámbulo o copete periodístico, Algo tan luminoso como una derrota vence con holgura la desidia en la escritura que monopoliza buena parte de la literatura contemporánea. Claudio Invernizzi otra vez se manifiesta como una de las plumas más trabajadas y empáticas de las letras rioplatenses. Juega en forma permanente con la polisemia de “derrota”, cada tanto apartándola de la voz pasiva del vencido para plasmar esa otra concepción, la de la singladura efectiva, la del rumbo a tomar, la de quien, lejos de detener su marcha, avanza, se aproxima.
FICHA TÉCNICA
Algo tan luminoso como una derrota
Claudio Invernizzi
Montevideo, 2023
288 páginas
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