Cuando se dice "alguien tiene que pagarlo", se refieren siempre al pueblo argentino
La así llamada actualidad es tan vertiginosa que no da tiempo a mirar un tema cuando muchos otros pasan al margen casi disimulados, o específicamente invisibilizados. Soy consciente que decir unas pocas palabras de algunos temas, dejarán fuera muchos otros. Y todos importantes.
1.- Un tema muy actual es el de las tarifas. Se suele referir a las de primera necesidad: electricidad, agua, gas, pero incluye también transporte y combustibles, medicina, peajes, además del sistemático aumento de alimentos y artículos de primera necesidad. Algunos farsantes que fungen de diputados levantaron su voz en contra de los aumentos en todos los medios a su alcance (que suelen ser muchos), pero cuando el tema se trató en la Cámara su ausencia les quitó brillo. Cuando se usaba mucho el francés se decía que era pour la gallerie, el lenguaje de la calle dice para la gilada. La insensibilidad del gobierno es algo ya sabido, pero —además– pretender una vuelta atrás es inverosímil: “Yo soy el patrón y se hace lo que digo, y ¿quién se creen que son estos para cuestionar una orden mía?” ¡Listo! Usando el mismo discurso del primer Piñera para explicar por qué la educación no puede ser gratuita en Chile dijeron que esto “alguien tiene que pagarlo”. Lo cual es una obviedad. Pero como buenos (sic) liberales no figura entre sus posibilidades la idea de pensar que quien lo pague sea el Estado. Eso significaría un aumento de salario encubierto, y ya sabemos: el salario es un costo más.
Aprovecho para destacar un elemento. Como es obvio y natural, estas situaciones llevan a que mucha gente, por ejemplo, se enganche. Lo cierto es que un vecino de la zona sur se estaba enganchando el pasado miércoles y la cuadrilla de la empresa eléctrica (no recuerdo a cuál de los dos amigos del presidente pertenece) lo golpeó para que aprenda. Total, la impunidad para los poderosos está a la orden del día.
2.- Otro tema vigente es la propuesta de “despenalización del aborto”. Los debates siguen y hemos escuchado argumentos en favor y en contra, más o menos serios. Empiezo señalando que un buen documento de la Conferencia Episcopal invitaba a un debate abierto, respetuoso, de escucha y argumentos. ¡Bien ahí! Pero después de eso, lo que vimos son fotos de obispos con una frase: “¡Vale toda vida!” y nada más. No me consta que el episcopado haya llamado a escuchar diferentes voces y posiciones. Y, a menos que eso de “escuchar todas las voces” quisiera decir todas las voces que piensan como nosotros, no parece que se haya hecho. Si esas fotos son los argumentos y debates que el Episcopado pretende dar, no parece demasiado serio. ¡No lo es! En lo personal, a la hora de escuchar los diferentes argumentos en favor y en contra de la despenalización, me queda un sinsabor amargo. Entiendo que la gran mayoría (especialmente de los opositores) recurrieron a sensiblerías, golpes de efecto y cero argumentaciones. Mostrar fetitos, cartitas o versitos –en lo personal– me predispone más en contra que a favor. Y fueron escasos los planteos –que yo haya visto– dando respuesta a qué hacer con una mujer (porque de mujeres se trata) que sí o sí decide por A o por Z abortar en determinadas situaciones. ¿La penamos o la comprendemos? Porque el aborto se lo hará, legal o ilegalmente (y bien sabemos que, en las villas, los barrios, las ciudades y los countries, ¡hay abortos! Y negarlo sería no sólo necio sino mentiroso); ¿qué hacemos con esa mujer? ¿La condenamos? Entiendo que ese es el tema y pocos –si varios– lo afrontaron.
3.- Mirando nuestras relaciones internacionales no puedo menos que avergonzarme hasta lo más profundo. La sumisión genuflexa del Presidente y la política exterior me llenan de dolor y vergüenza. Ya vimos la visita del Primer Ministro israelí, Benjamín Netanyahu, alguien que revuelve las tripas a cualquier amante de la paz. Ahora vino el Presidente de Gobierno de España, Mariano Rajoy –que compite con su predecesor Aznar por la suprema ignorancia– y los granaderos del angustiado general San Martín lo acompañaron con banderas de la nación contra la que combatió. Y luego, en una declaración conjunta, afirmaron que desconocerán los resultados de las elecciones de Venezuela (España, lo recuerdo, fue junto con el Imperio, el país que reconoció casi instantáneamente el gobierno golpista que derrocó a Chávez en el 2002). Yo quisiera desconocer el resultado de las elecciones en Argentina, pero no he tenido demasiado suceso. Y, para llenar el vaso del entreguismo y la sumisión, no se ha dicho una sola palabra de la prisión política de Lula en Brasil. A un predecesor de Mauricio, Fidel lo llamó “lamebotas”. Veremos qué dice ahora Miguel Díaz-Canel, si es que Argentina reconoce el nuevo gobierno cubano, claro.
4.- Y en medio de todo esto está el próximo mundial de fútbol. Siendo como es de exitista y sensible nuestro pueblo, debo decir claramente que espero que Argentina haga un papelón en el campeonato, cosa que parece probable. Dejo de lado mis opiniones y gustos (los que me conocen saben que desde siempre me disgustó Messi y no lo quisiera en mi equipo y tampoco a todos los que él pone porque si no, no juega), pero creo que podemos esperar varias jugadas arteras de parte del gobierno (medidas, leyes, DNU, etc.) durante el mundial, y pan y circo por mucho tiempo si Argentina ganara, así que –con dolor a mi sensibilidad futbolera– debo confesar mi deseo. Ojalá haya bronca.
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