Del 21 F al 27 A, las siglas de la resistencia
Hasta la llegada de Macri, las tarifas representaban el 6% de un salario mínimo. Hoy rondan el 21%
Ruidazo el próximo miércoles 18 en todos los barrios y marcha de las velas el jueves 19 en Capital Federal y en las plazas de todo el país. Así lo anunciaron en una ronda de prensa Hugo Yasky, Pablo Moyano y Pablo Micheli, junto a representantes de la coordinadora de las multisectoriales contra los tarifazos y de los movimientos sociales. La medida pretende unir todas las protestas espontáneas que se están llevando a cabo en estos días en distintas localidades del conurbano y ciudades del interior del país.
El efecto del brutal aumento de las tarifas de los servicios públicos está impactando en forma alarmante en los disminuidos ingresos de los asalariados, clubes de barrios, empresas industriales y comerciales que junto a la pronunciada caída del consumo constituyen un combo explosivo muy difícil de soportar.
En 1972, en las postrimerías de la dictadura de Onganía, Livingston y Lanusse, la lucha de los docentes junto a un fuerte ajuste de las tarifas dio lugar a verdaderas puebladas en las provincias de Mendoza y San Juan. El Mendozazo se gestó en el mes de marzo, donde confluyeron una larga lucha de los docentes que ese año decidieron no comenzar las clases, con otros trabajadores como los de sanidad y los mineros de CORCEMAR que exigían la reincorporación de más de 300 despedidos. En ese clima Lanusse decidió aplicar un aumento del 300% en las tarifas eléctricas. La reacción no se hizo esperar. El paro de 28 de febrero y 1 de marzo lanzado por la CGT nacional tuvo en Mendoza el índice de acatamiento más alto. El final de esta historia dice que la dictadura anuló los aumentos y cambió las autoridades de la provincia.
En otras ciudades como Cipoleti, Tres Arroyos y General Roca se repitieron las puebladas. En esta última localidad, en el mes de julio de ese año se produjeron verdaderos enfrentamientos entre la población y las fuerzas de seguridad, incluido el ejército.
Hasta la llegada del gobierno de Mauricio Macri, el impacto de las tarifas representaba alrededor del 6% de un salario mínimo. En la actualidad ronda el 21%, uno de los tres más altos de la región y el que más ha crecido en estos años.
La imposición de una recuperación salarial del 15% frente a una inflación calcurada que superará el 20% (más del 6% en el primer trimestre) muestra claramente que en 2018 la pérdida salarial será de al menos 5 puntos. Su efecto en el crecimiento de la pobreza es incontrastable a pesar de las mágicas interpretaciones oficiales.
La convocatoria muestra la decidida voluntad de los organizadores de gestar una conducción sindical que se ponga a la cabeza de la protesta en articulación con los movimientos sociales que alimente las luchas sectoriales que llevan adelante los docentes, empleados públicos y privados que tratan de perforar el pesado techo que exige el gobierno y la recuperación de los puestos de trabajo perdidos en los últimos meses.
Mientras la CGT se debate entre corrientes internas dialoguistas, algunos dirigentes ya hablan de un nuevo período presidencial para el actual jefe de estado, otras siguen exigiendo un plan de lucha sostenido que dé respuesta al reclamo de las bases. Los sindicatos que abandonaron la conducción del triunvirato, como la UOM y camioneros, permanecen dentro de la central buscando nuevas alianzas que les permitan acceder a una conducción diferente que resuelva esta contradicción. Al mismo tiempo se han hecho públicas nuevas experiencias, en esta oportunidad en la provincia de Salta donde la mayoría de los gremios alineados en la CGT y la CTA lanzaron un plan de lucha conjunto contra los despidos y los ajustes salariales.
Hay acciones de masas que iluminan un camino y sin dudas aquella concentración masiva en la 9 de Julio del mes de febrero significó eso. Una muestra de unidad y de acción decidida para enfrentar a un gobierno que declama el diálogo y reprime la protesta.
El próximo paso, según lo anunciaron esta mañana, será la conmemoración del 1º de mayo con un masivo acto que se concretará el viernes 27 de abril en un estadio de fútbol. Un proceso de unidad en movimiento frente a una cúpula desmovilizada que no encuentra el rumbo.
Así cómo el MOS (Movimiento Obrero Santafecino) marcó un camino y lo sigue transcurriendo, otras experiencias se van sumando y culminarán en una nueva síntesis en el movimiento obrero.
El camino determina una respuesta concreta a la altura de las exigencias de las penurias que viven los trabajadores y trabajadoras. Si las necesidades generan derecho es tarea central de las organizaciones sindicales transformar esas demandas en un programa que las explicite. Siempre fue así y nada en el presente permite ignorarlo.
El movimiento obrero en el trascurso de su historia acumuló una experiencia de lucha y movilización que mereció el apoyo de los trabajadores y el respeto de los patrones. Las grandes patronales lo saben. El gobierno es de ellos. Bueno sería que se lo advirtieran, no es prudente tirar tanto de la soga.
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