Dejen en paz a Cuba
La cháchara democrática y de las "libertades" de los administradores de semicolonias
Es tan grotesco todo. Son tan previsibles los “medios internacionales” tocando la misma sinfonía al unísono, la repentina sensibilidad con los derechos humanos, con las penurias que sufre un pueblo latinoamericano.
La apelación a la “libertad” es grotesca por parte de los que apoyaron cuanta dictadura o yugo neoliberal hubo y hay en nuestra región.
Grotesco es cualquier análisis socio-económico de Cuba, olvidándose de un bloqueo que hubiera hundido en el caos a cualquier otro país de América Latina.
¿Con quién comparan a Cuba en materia económica? ¿Con Estados Unidos, con Miami? Una estupidez metodológica indescriptible.
¿Con quién comparan a Cuba en materia institucional?
Lean a Sheldon Wolin, uno de los politólogos más reconocidos de los Estados Unidos, en Democracia S.A., respecto a la estafa que es la democracia en su propio país, totalmente vacía, al punto que la llama “totalitarismo invertido”.
El sistema político norteamericano es una farsa oligárquica al servicio del 1% de la población. A eso llaman democracia y usan esa vara para el injerencismo global, siempre que no sean demócratas como Somoza, Franco, Pinochet, Videla o la monarquía saudita.
¿Con quién comparan a Cuba en materia de logros sanitarios, educativos, deportivos y científicos en el contexto del subdesarrollo y la asfixia provocada por la mayor potencia mundial que transitan? Aaaahhhh, ahí no la comparan con nadie. Propongo que miren donde está Cuba en el Índice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas, a pesar de tener encima el boicot norteamericano.
Es pura y grotesca cháchara “democrática”, de “derechos humanos” y de “libertades” a la que se prenden los monitos del sur, los administradores de las semicolonias.
Grotesca apelación a la libertad en quienes apañaron y apañan a los regímenes más siniestros para sus pueblos, siempre que muestren sumisión plena a Estados Unidos.
Es grotesco ver al canciller argentino preocupado por los “derechos humanos” en Cuba. ¿Y Colombia? ¿Y Chile? ¿Y Brasil? ¿Y Estados Unidos? Vaya Felipe Solá a preguntarle a George Floyd que opina de los derechos humanos en Estados Unidos.
Quiero ver entonces a la Argentina expresando su preocupación por los presos sin juicio ni abogados de Guantánamo, por los asesinatos impunes de ciudadanos afro-americanos en las calles norteamericanas. Quiero ver a la Argentina protestando por lo que se descubrió en Canadá en relación a la experimentación con niños indígenas. Quiero ver a la Argentina denunciando el racismo en la Unión Europea y la denegación de derechos a los inmigrantes que mueren en el Mediterráneo. Quiero ver a la Argentina reclamando por los derechos humanos en la Cisjordania ocupada por Israel, y también por los derechos humanos de los uigures en China y por las cárceles en Brasil y las ejecuciones parapoliciales en las favelas.
Si ahora vamos a ser los cruzados de los derechos humanos, empecemos a hablar en serio y no según el recorte que nos prepara el Departamento de Estado.
Ojo. Hasta por razones de interés propio, para un país como la Argentina es mejor tener bajo perfil, no prenderse al coro desestabilizador, que seguir reafirmando el discurso que utiliza la hegemonía norteamericana.
Hoy, siendo periférico y con dos dedos de frente, convalidás el imperialismo “humanitario”, y mañana te están desestabilizando a vos.
¿O no sabe Solá cómo fue el golpe en Paraguay contra el Presidente Lugo? Te fabrican una matanza en algún lado, que nadie sabe quién hizo, y la derecha local combinada con el imperio te tiran por “razones humanitarias”.
¿O no lo vivimos en la Argentina con la payasada que inventaron de que Cristina asesinó a Nisman y al día siguiente tenías a toda la prensa internacional “independiente” tirando mierda contra nuestro gobierno soberano, al que no querían porque no era una alfombra y se juntaba con otros países hermanos para sostener la soberanía?
Hay que volver a reivindicar el fundamental principio internacional de la no intervención en los asuntos internos de otros países, principio que si se respeta le da libertad a los pueblos para decidir por sí mismos su destino.
Y negarse a convalidar las operaciones que hacen los norteamericanos en toda nuestra región, para que –sin ofrecernos nada positivo– sigamos bajo su control.
Hay que decirlo con claridad: todo esto es solamente un intento de desestabilización de un país que no está sometido a la estrategia regional norteamericana.
En toda la región hay una disputa muy abierta, no asumida con claridad por los pueblos, entre las mayorías que necesitamos autonomía para poder forjar nuestro destino en un mundo multilateral sin tutelas interesadas, y las elites locales que tienen una alianza estratégica con Estados Unidos para que la dependencia y el subdesarrollo continúen eternamente mientras hacen sus negocitos de familia.
Cuba ha pagado muy duramente su perseverancia y el haber sostenido un proyecto independiente. Y eso la convierte en un mal ejemplo regional y cuestiona la imagen de un imperio todopoderoso.
¿Puede ser mejor lo que tienen en Cuba, en diversos terrenos? Seguramente sí. Pero que lo decidan ellos. Ya están reformando la economía y saliendo de errores que se cometieron en otras épocas.
Así como están hoy, los cubanos están mucho mejor que la región centroamericana que los circunda.
Allí es tal el desastre, la pobreza, el desbarajuste social, el pisoteo de los derechos humanos, las migraciones desesperadas, el retroceso a la barbarie y la denegación de facto de derechos políticos, que sólo se explica el silencio de la grotesca prensa internacional “liberal” porque las elites que gobiernan son lacayas del capital global, norteamericano y europeo. Punto. No hay más que eso. Plata. Punto.
Así que basta de la grotesca cháchara vacía de democracia para usar contra los países que no están sometidos a las potencias occidentales. ¡Dejen en paz a Cuba!
Grotesco que todavía sigan vendiendo el mismo buzón.
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