Defender lo estratégico
Lobbies europeos pretenden cambiar la norma mediante la cual se digitalizó la TV abierta
Hace apenas siete meses asumió el peronismo la responsabilidad de conducir la Nación, administrar el Estado y procurar los bienestares necesarios para todos los argentinos. Tarea compleja que se vio dificultada, pues junto con el traspaso de mando se heredaron situaciones de negatividad real para la puesta en marcha de programas de recuperación nacional. Ese traspaso vino con sobreendeudamiento público, fuga de capitales, nivel productivo bajo, pobreza en aumento, inflación muy alta, moneda muy devaluada y otros agregados en el deterioro económico y social de nuestro país. Y como si no fuera ya difícil la situación, como dice el humor popular “parió la abuela” y apareció la pandemia. Luces rojas y alertas para todos los gustos. Los viejos libretos ya no servían y nuevas tensiones ponían en conflicto a la sociedad argentina.
En este marco, con el gobierno ocupado y honestamente preocupado y poniendo sus recursos en función de atender todas las demandas surgidas de este nuevo escenario que combina en forma original lo inaudito con lo atroz, perjudicando la calidad de vida de la mayoría de la gente, surgen nuevos embates, desde ya menores en la cuantía comparativa con la pandemia pero importantes en función de un futuro de normalidad que seguramente llegará, y que de no tomarlos en cuenta afectarán parte de nuestro desarrollo comunicacional, nuestra infraestructura científica y echarán por la borda años de trabajo e inversión económica y avances tecnológicos.
Aparecen en escena lobbies europeos para cambiar la norma mediante la cual se digitalizó la televisión abierta argentina, una norma de origen japonés ligeramente modificada en Brasil que se llama ISDB-T.
La Televisión Digital se diferencia de la analógica en que las señales de video y audio están digitalizadas, se convierten en bits y como tales son transmitidos utilizando sistemas de modulación digitales. En virtud de esta innovación tecnológica, no solo se logran calidades en audio e imagen superiores, sino que permite en el mismo ancho de 6 MHZ que hoy ocupa cada canal abierto, utilizar entre 4 y 5 señales para transmitir, con lo cual se enriquece y amplia el espectro utilizando su misma dimensión.
También avanza en la interactividad por medio de la aplicación Ginga, entre el púbico usuario receptor y el emisor de contenidos, lo que quiebra el tradicional flujo vertical de información y entretenimiento y pasa a una relación bidireccional en este medio de comunicación.
Este intento modificatorio lo impulsan profesionales argentinos, ingenieros que ya presentaron una nota formal al Copitec que es un ente jurídico, persona pública, creado por el Estado Nacional, Decreto Ley 6070/58 (Ley 14.467), que ha recibido la delegación del mismo para que los propios ingenieros regulen y controlen el cumplimiento de las normas sobre el ejercicio de la ingeniería en materia de telecomunicaciones e informática. Es una suerte de Colegio Profesional de los ingenieros en telecomunicaciones.
Aclaro que la norma que nos rige fue una decisión tomada y producto de años de investigación y estudio comparativo entre otros standards, básicamente un modelo europeo DVB hoy DVBT2 y uno de Estados Unidos, la ATSC, hoy ATSC3.
Tuve ocasión de integrar entre 2004 y 2006 la Comisión Argentina de Selección de Norma para la adopción del sistema digital y conozco la dedicación y amplitud de criterio que pusimos para sugerir al gobierno nacional cual era la mejor alternativa para la Argentina. Destaco que eran fortísimos los lobbies de las otras normas. La europea no solo contaba con el impulso de Telefé, sino con el apoyo de un consorcio de países y empresas europeas que mandaba sus profesionales del “ablande y la seducción” y, como corolario de ese esfuerzo el público deseo de los entonces reyes de España, que llamaban a cuanto mandatario de países que tenían en estudio la norma y trataban de sumarlos.
La norteamericana la impulsaba el Grupo Clarín, que ya había instalado un transmisor con ese sistema y, con buen sentido, pretendía no tener que invertir en otro modelo. Y por supuesto, los poderosos lobbies del norte en todas sus variantes empresariales e institucionales.
Hoy existe una norma China, la DMB-T/H, que sólo se aplica en su país y en Macao, Cuba y Hong Kong y en esa época todavía no existía.
Finalmente estaba la norma japonesa, que estudiamos a fondo, comprobamos sus bondades, la vimos robusta tecnológicamente con una ingeniería moderna y compatible, gratuidad para la salida por celulares y un costo de inversión e instalación menor y con importantes aportes del gobierno japonés en cuanto a entrega de material, apoyo logístico y envío de profesionales. Importa decir que no se pagaban regalías por patentes y aplicaciones y era gratuito el uso de la propiedad intelectual.
Por supuesto la decisión fue del gobierno nacional (2009) en virtud de estos datos y también con una mirada geopolítica que privilegió intereses de la América cercana. La entonces Presidenta Cristina Fernández de Kirchner adoptó para el país la norma ISDB-T. Brasil, principal socio del Mercosur, había adoptado esa norma y nuestra decisión impulsó a los países de la región a seguir la misma tesitura. Chile, Perú, Paraguay, Bolivia, Ecuador, Venezuela siguieron los pasos argentinos e incluso Uruguay, que en 2007 había tomado la norma europea, cambio de standard y se sumó al mismo club digital que los países de la región.
Como dato de color contamos que esta norma se utiliza desde ya en Japón y también en Sri Lanka, Islas Maldivas y Filipinas (este país es un mercado apetecible para contenidos de televisión argentina, ya que el español es la lengua más hablada, la similitud de sistema permite la venta de formatos televisivos, lo cual abría un mercado). Con ligeras variables (denominado SBTVD-T) pero dentro del mismo modelo de digitalización la norma se utiliza en Honduras, Nicaragua, Belice, Guatemala y Costa Rica.
Contar con el mismo standard para la digitalización permite intercambios tecnológicos cordiales a la vez que abre mercados para contenidos en ficción y complementa un desarrollo digital conjunto y un mercado de software común. Esto se sopesó como dato favorable para la transferencia tecnológica regional y posibilita la construcción nacional de conocimiento y aplicación local de soft además de instar a animarse al hardware, lo que podría consolidar una pujante plataforma tecnológica local.
Durante el despliegue de la televisión digital en Argentina la presencia del entonces Ministerio de Planificación fue fundamental por su impulso a esta innovadora modificación en las formas de la transmisión. Se construyeron Estaciones Digitales de Transmisión en todas las provincias, se distribuyeron conversores en forma gratuita para que los viejos aparatos de TV pudieran acceder a lo digital, se constituyeron los Polos Audiovisuales Tecnológicos en sociedad con todas las Universidades nacionales a los efectos de dotar de contenidos a los nuevos radiodifusores y básicamente se dio un paso hacia un nuevo paradigma productivo basado en lo digital y que entorna a múltiples actividades industriales y de bienes y servicios.
Pero también se marcó presencia en lo social, ya que hogares humildes pudieron ver mayor cantidad de canales de TV en forma gratuita equilibrando de esa manera la dispar e irritante situación entre quienes pagaban un cable y quiénes no. Y también se volcó la transmisión hacia recepciones colectivas e institucionales en escuelas rurales, hospitales, centros vecinales adoptando un criterio inclusivo como valor de la implementación del sistema y se llevó a cabo la revolucionaria construcción de la accesibilidad a la TV digital de las Personas con Discapacidad, poniendo al servicio de aquellos con disminuciones motrices, visuales, auditivas y de comprensión las herramientas útiles para vincularse al televisor.
Por eso, la decisión del año 2009 tomada por CFK fue estratégica y hoy hay que mantenerla, pues orientaba hacia un camino de futuro productivo para la Nación y ponía la capacidad del Estado al servicio de la fabricación nacional, la generación de empleo, la capacitación de trabajadores, técnicos y profesionales de grado y la apertura académica de un nuevo universo del saber que es el de las comunicaciones digitales.
Hoy, cuando el país atraviesa su crisis pandémica, un grupo de lobbistas trabaja para el cambio de norma digital. Esto significaría, en caso de concretarse, comenzar todo de cero, dejar de lado el camino recorrido, ya algo maltrecho por cuatro años de abandono macrista.
Hay que impedirlo. Estamos atentos y demos el debate donde y cuando quieran y, sobre todo, defendamos tanta inversión intelectual, económica y tecnológica que hicimos los argentinos.
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