Cuando el amor se cae

El tortuoso camino a la paz sin la participación de Ucrania ni la Unión Europea

 

Tres años después del inicio de la intervención militar de Rusia en Ucrania, los primeros pasos para negociar un acuerdo de paz se han iniciado. El martes los jefes de la política exterior de Estados Unidos, Marco Rubio, y de Rusia, Serguéi Lavrov, se reunieron en Arabia Saudita. La exclusión de la Unión Europea y de Ucrania de estas primeras conversaciones generó pataleos que incluyeron escenas de llanto de Christoph Heusgen, máximo responsable de la Conferencia de Seguridad de Múnich, después de recordar que “los valores democráticos de Europa están amenazados por el tornado Trump y los planes de Putin” (se entiende que de expandirse por Europa). Por primera vez, autoridades estadounidenses han dicho que Ucrania no será parte de la OTAN —este es el núcleo de la paz—, que no es realista pensar que se volverá a los límites fronterizos de antes de 2014 y que estamos en un mundo multipolar. 

Estados Unidos y Europa, que al inicio de la guerra se mostraban como un matrimonio inseparable, se han divorciado y han aparecido reacciones que a menudo se presentan en estos procesos: violencia, reclamos, despecho, desconcierto, temor. Lo más doloroso para Ucrania y para los europeos es que el país líder de la OTAN que los involucró en esta guerra corteja a su hasta hace poco archienemiga Rusia. 

En realidad, no hay mucho de qué sorprenderse. Donald Trump repitió hasta el cansancio durante su campaña presidencial que él acabaría esa guerra que, también decía, nunca debió ocurrir. En el primer mes de su segundo gobierno, el distanciamiento con Europa ha sido ostensible. En la Cumbre sobre Inteligencia Artificial de París, la semana pasada, el Vicepresidente Vance señaló que Estados Unidos dominaría el campo de la inteligencia artificial y que, si Europa quiere beneficiarse, tendrá que desregular su economía. Ello, sin contar las severas críticas que hizo a la democracia europea durante la Conferencia de Seguridad de Múnich.

Como si fuera poco, Trump anunció el incremento en 25% de los aranceles a las importaciones de acero y aluminio provenientes de Europa —desde otros países también— a partir del 12 de marzo y seguidamente inició las conversaciones de paz de la guerra en Ucrania sin la participación de este contrincante y de ningún líder del viejo continente. Asimismo, pidió que los europeos elevaran sus gastos en defensa al 5% del PBI, un estándar que ningún miembro de la OTAN, ni siquiera Estados Unidos, cumple. Actualmente en Europa no alcanza, en promedio, el 2%.

 

 

Provocación

Lejos han quedado los sucesos de la Conferencia de Seguridad de Múnich de febrero de 2022, cuando el ex secretario de Estado Anthony Blinken y la ministra de Relaciones Exteriores de Alemania, Annalena Baerbock, anunciaron que actuarían con firmeza si Rusia interviniese militarmente en Ucrania. El ex alto representante de la Unión Europea para la Política Exterior y de Seguridad, Josep Borrell, dijo que ya tenía la lista de las sanciones que aplicarían y el ex secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, se sumó al coro en la misma línea. Por primera vez, desde 1991, Rusia no asistió a dicha conferencia, aduciendo que se había convertido en “muy trasatlántica y poco inclusiva”.

Días antes, el gobierno ruso había hecho pública una nueva comunicación dirigida a la Casa Blanca en la que señalaba que se verían obligados a reaccionar a través de medidas “técnico-militares” en caso de ausencia de disposición de la parte estadounidense y de la de sus aliados a negociar garantías firmes y legalmente vinculantes a su seguridad. En esa misiva, el gobierno ruso insistió en la necesidad de crear una arquitectura de seguridad sólida en forma de un acuerdo con la OTAN. Asimismo, exigía que Washington cesara el suministro de armas a Ucrania y que presionara a ese país a cumplir los acuerdos de Minsk, suscritos entre Rusia y Ucrania en 2014, los mismos que fueron pisoteados. 

Al respecto, el ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi, propuso en aquella Conferencia de Múnich que el Acuerdo de Minsk podría ser la base para lograr una solución pacífica, toda vez que contempla, entre varios puntos, el cese al fuego, la concesión de un status especial a las provincias ruso-parlantes y un plan de desarme. Pero las demandas del gobierno ruso no fueron atendidas. Pocos días después las autoridades de las dos provincias (Donetsk y Lugansk) pertenecientes a la región del Donbass instaron a su población a migrar a Rusia debido al incremento de los bombardeos en esa zona de conflicto y a los enfrentamientos entre los soldados ucranianos y las milicias de las dos autoproclamadas repúblicas independientes. El pedido de Vladímir Putin al gobierno ucraniano de sentarse a negociar con los representantes de la región de Donbass para resolver el conflicto fue desoído. El 24 de febrero de 2022, Rusia anunció “una operación militar especial” que se convirtió en una guerra con participación de la OTAN, algunos de cuyos representantes (Reino Unido, Estados Unidos y Francia) se opusieron al acuerdo de paz que lograron ambos países al mes de haberse iniciado el conflicto militar.

 

 

Acercarse a Rusia y maltratar a Europa

Con su estilo megalómano, Trump ha dicho que Europa y Ucrania participarán del acuerdo de paz (cuando esté el borrador listo), pero sentados en la mesa de los niños, donde comerán lo que los adultos decidan. Los países europeos han entrado en histeria. Mientras Marco Rubio y Serguéi Lavrov estaban reunidos en Arabia Saudita, ocho representantes —Francia, Alemania, Dinamarca, Países Bajos, España, Italia, Reino Unido y Polonia, de un total de 27 miembros de la Unión Europea— además del secretario general de la OTAN y funcionarios de esta agrupación regional se reunieron en París para no acordar nada. A pesar del fracaso, o quizás por eso mismo, volvieron a convocar a una nueva reunión por videoconferencia para este lunes, oportunidad en la que tampoco acordarán nada relevante por consenso, pues las posiciones están divididas. Los países europeos proclives a continuar la guerra no podrían ni siquiera enviar tropas de contención a la zona fronteriza entre Rusia y Ucrania en el caso de que se lograra un Acuerdo de Paz, ya que tendrían que enviarse cascos azules provenientes de países neutrales.

Por su parte, el ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi, dijo que su país apoya todos los esfuerzos de paz hacia la resolución de la guerra en Ucrania, mientras Estados Unidos y Rusia mantenían negociaciones en Arabia Saudita, sin Ucrania ni la Unión Europea.

Pero, ¿por qué Trump se ha propuesto finalizar esta guerra pisoteando a los europeos y a Ucrania? Trump sabe que Rusia la ha ganado desde hace tiempo y no está dispuesto a dilapidar más recursos, a pesar de las jugosas ganancias que ha obtenido el complejo industrial militar estadounidense. Lo que busca es separar a Rusia de China y dividir a los BRICS. Lo ha señalado abiertamente durante su campaña electoral. Por otro lado, el fin de la guerra representa buenos negocios. Los funcionarios rusos han dicho que empresas de ambos países podrían explotar recursos naturales de manera conjunta. 

Finalizar la guerra implica, asimismo, recuperar los préstamos otorgados a Ucrania mediante contratos con empresas estadounidenses para la explotación de tierras raras y otros recursos naturales. Significa también el retorno de las empresas estadounidenses, que perdieron, al abandonar Rusia, 324.000 millones de dólares desde el inicio de la guerra, suma equivalente al PBI de Colombia, Chile o Finlandia. Como las sanciones han demostrado tener efecto búmeran, ese mercado perdido ha sido ocupado por empresas chinas. Por otro lado, si los bancos rusos se reincorporan al sistema SWIFT, los ciudadanos de ese país podrán volver a hacer gastos en turismo en Estados Unidos. 

Medios periodísticos vinculados al Presidente estadounidense sugieren que Zelensky debería huir a Francia, donde probablemente haya depositado el dinero perdido que denuncia Trump. Zelensky es un escollo para lograr un acuerdo de paz, pues gobierna con el mandato caducado, aunque se lo permite la ley marcial vigente durante la guerra con Rusia. El gobierno ruso considera que, en un futuro, un Presidente ucraniano podría impugnar los acuerdos por la ambigüedad legal de su mandato.

Bajo la ley marcial, Zelensky ha proscrito once partidos políticos, así como la iglesia ortodoxa; hay activistas presos y restricciones a la prensa, incluida recientemente Truth Social, la red de Donald Trump, para que la población no se entere de lo que publica el Presidente. Trump lo ha calificado de dictador que no se somete a elecciones por su bajo nivel de respaldo popular.

 

 

Las razones de fondo

Estados Unidos tiene serios problemas internos: una sociedad frágil, alto consumo de estupefacientes, violencia, déficit fiscal y una deuda que asfixia al país y que equivale al 120% de su PBI. El crecimiento económico cayó a 2,3% anualizado durante el último trimestre de 2024, en comparación al 3,1% del trimestre anterior. Las perspectivas de la inflación a largo plazo se han incrementado y el índice de confianza del consumidor estadounidense cayó de 71,7 a 64,7 en enero. 

Según Elon Musk, el director del nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), Estados Unidos está en camino a la bancarrota. Por ello, considera que hay que cortar el gasto público. Los pagos de intereses de la deuda superan los gastos de defensa, que se han disparado a partir de 2021. Se estima que en el presupuesto de 2025 los gastos totales superarán a los ingresos en 2.000 billones de dólares. Entonces se emitirá deuda (impresión de dinero sin respaldo) por una suma equivalente, lo que elevará la deuda del nivel actual de 36.000 billones de dólares a 38.000 billones. Ello conllevará un incremento del pago de intereses en 2026 y que a su vez aumentará el déficit, que se cubrirá con más endeudamiento. Esta preocupante realidad, advertida inclusive por el FMI, explica el recorte de personal de las agencias del gobierno, el cierre de USAID y la imposición de aranceles que implican una política de reindustrialización por sustitución de importaciones, respecto de la cual Elon Musk tiene serios reparos. Musk ha formulado además una pregunta clave: ¿se realizan auditorías a las reservas de oro atesoradas en Fort Knox? 

El Presidente Trump es consciente de la vulnerabilidad del dólar, como lo son también los tenedores de títulos de la deuda estadounidense que se desprenden de ellos (Japón, China, India) y los reemplazan por oro, que ha llevado a ese metal a  cotizar valores cercanos a 3.000 dólares la onza, fenómeno jamás registrado en la historia. Trump ha dicho que impondrá aranceles de más del 100% a los BRICS si prohíben el uso del dólar. No lo harán, pues sencillamente utilizarán crecientemente monedas locales en su comercio sin necesidad de prohibir su uso. Esto ocurre ya inclusive en la Asociación de Países del Sudeste Asiático (ASEAN), tal como lo hemos señalado. Es una realidad que no tiene vuelta atrás.

En este escenario, Trump no quiere dilapidar recursos en una guerra que Rusia ha ganado hace tiempo y ve una oportunidad para hacer negocios con ese país, recuperar los préstamos concedidos a Ucrania para sostener la guerra y fracturar la alianza de Rusia con China, además de debilitar a los BRICS, algo que difícilmente logrará.

 

 

 

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