El ejército de Colombia puso un helicóptero a disposición del obispo de Buenaventura, Rubén Darío Jaramillo Montoya, para que rocíe con agua bendita a toda la ciudad, poseída por los demonios del crimen organizado, la violencia, el contrabando de drogas y la pobreza. "Tenemos que expulsar al diablo de Buenaventura, para ver si podemos restaurar la paz y la tranquilidad que nuestra ciudad ha perdido debido a tantos delitos, actos de corrupción y con tanta maldad y el narcotráfico que invade", dijo el obispo de esa ciudad portuaria, en la costa pacífica de Colombia, para que "la bendición de Dios venga y nos libere de la maldad que está en nuestras calles”.
En los primeros cinco meses de este año se produjeron 51 homicidios, 20 más que en el mismo período del año pasado. En todo el mundo aumentaron las demandas de liberación de la posesión demoníaca, un ritual individual que en 1890 el Papa León XIII extendió a poblaciones plagadas por el demonio. Tanta fue la demanda que en 2018, el Vaticano realizó un curso de exorcismo para sacerdotes ante lo que la Asociación Internacional de Exorcistas respaldada por el Vaticano, que representa a más de 200 sacerdotes católicos, anglicanos y ortodoxos, calificó como una "emergencia pastoral".
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