Corrientes subterráneas en el lago Mascardi

Apuntes para analizar lo que pone en juego el conflicto mapuche

 

La reivindicación territorial del lof Lafken Winkul Mapu, el asesinato de Rafael Nahuel y los balazos intencionales con balas de acero a dos jóvenes mapuche a fines del año pasado junto al lago Mascardi, expresan y contienen vertientes de variados conflictos —como todo recorte de la realidad—, algunos concurrentes, otros divergentes, algunos abiertos, otros encubiertos.

En una mirada amplia y desde el territorio, proponemos tener presentes algunos ejes de este conflicto:

  1. La pertenencia del área Mascardi a una franja de la cordillera andina objeto de fuertes disputas por parte del capital trasnacional;
  2. La singularidad de esta reivindicación territorial, fundada en motivaciones espirituales, y la amplitud de las diferentes expresiones políticas y organizativas al interior del proceso contemporáneo de reconstitución del pueblo mapuche;
  3. El fortalecimiento del papel estratégico hegemónico que ejerce Joseph Lewis y, simbólicamente a través suyo, el capital trasnacional y la propiedad privada en tensión con cualquier reivindicación comunitaria;
  4. La pluralidad y dinamismo de las sociedades locales del eje Bariloche/El Bolsón, cuyas fragmentaciones y asimetrías estructurales pueden reconocerse en las sombras del desarrollo planteado como plan provincial desde la conformación misma de Río Negro como estado; y
  5. En perspectiva histórica del presente, la reafirmación y fortalecimiento de las estrategias centrales del modelo neoliberal instaurado en los ’90 con nuevas formas de propiedad y de apropiación del territorio, así como nuevas rentas de los bienes de la naturaleza, con características propias en la Patagonia.

 

La cordillera patagónica

La franja andina de la Patagonia norte —desde Las Ovejas en Neuquén (paralelo 37) hasta Corcovado en Chubut (paralelo 43 de latitud sur)—, constituye un recorte territorial posible para identificar y analizar características propias, no sólo desde lo medioambiental, sino desde la puja por su incorporación violenta al mercado desregulado y la apropiación igualmente violenta de la renta que genera o podría generar, de acuerdo a lo registrado en los últimos 25 años. Es, además, escenario de un virtual reparto de áreas de negocios (en y con la naturaleza) que se pueden identificar por sus actores y sus prácticas, a la vez que soporte material de la vida de numerosa gente mapuche y criolla en la diáspora provocada por la desestructuración de las formas de vida tradicional en el campo, basada en la producción para el autosustento y cierta autonomía respecto al estado y su burocracia.

La zona de la Villa Mascardi donde se centra esta última demanda territorial mapuche está ubicada a unos 35 km. al sur del centro de Bariloche por ruta (27 en línea recta), parte de la superficie definida como de propiedad estatal a través del Parque Nacional Nahuel Huapi conformado en la década del ’30.

El lago Mascardi

Este parque abarca algo más de 717.000 hectáreas en una franja de unos 60 km. de ancho por unos 170 km. de norte a sur, recostada sobre la cordillera de los Andes. Desde su creación el Parque contiene numerosas propiedades privadas de los poderosos de entonces y de ahora, entre ellas poco más de una docena en la villa ubicada junto al Mascardi. En cambio continúan con permisos precarios de ocupación los criollos pobres y mapuche, entre ellos, también en Mascardi, la lof Wiritray con ocupación contínua desde antes de la creación del Estado nacional en el lugar pero sin lograr aún la propiedad comunitaria del espacio.

A la vez, el lugar que los grupos especiales Albatros y Geop despejaron a tiros está próximo al área de interés de los grupos económicos Tavinstock (Lewis) y Burco (Humbert Gosse, belga), sin contar una constelación regional de menos peso pero igualmente activa.

Hay 25 km. en línea recta a la cima del cerro Carreras, al sur-este, donde nacen cinco ríos, entre ellos el Chubut, que aguas abajo usufructúa Benetton y donde perdiera la vida Santiago Maldonado en medio de otra represión. El Carreras quedó dentro de una operación de compra-venta de dudosa legalidad por parte de Burco que la justicia ordinaria de Río Negro no profundizó, aunque sí continúa investigando la Fiscalía de Estado en Viedma. Desde ese cerro hacia el oeste y tomando los cauces de los ríos Villegas y Foyel nacidos en él, se encadenan varias estancias y campos objeto de compra-ventas de ese mismo grupo y de otros nuevos dueños vinculados con Lewis. En el medio hay un predio del empresario Marcos Mindlin, socio de Lewis en proyectos de energía. Su hermano Marcelo Mindlin es el presunto comprador de la empresa constructora de la familia Macri.

Aunque no todos estos campos son linderos inmediatos, conforman un bloque de control real del territorio por parte de esa fracción del capital que comenzó a operar en la zona en 1995 y se consolidó con fuerza durante este siglo, con la intervención activa de todo el dispositivo del estado rionegrino.

En definitiva, el sur del conflicto es el norte del eje Burco-Lewis.

Lo espiritual en la reivindicación territorial

La violencia explícita que dominó la primera etapa de conflicto es una de las razones que obturó la posibilidad y la necesidad de que se conozcan y reconozcan los fundamentos propios de esta reivindicación territorial.

Las visiones de lo espiritual, formateadas por matrices occidentales por una parte y, por otra, por la hegemonía de una racionalidad ecologista, hacen difícil escuchar la demanda de reconocimiento de esta porción del territorio como “ancestral y sagrado”. En el debate político en Argentina respecto al territorio, la tensión fundamental podría sintetizarse en los polos “libertad absoluta a la propiedad privada” versus “la tierra es para el que la trabaja”. Entender que una lof reivindique una fracción del territorio para no trabajarla exige un plus, que a algunos expulsa por el túnel del tiempo a períodos isabelinos cuando se preguntaban si los indios tenían alma.

Lo espiritual siempre ha estado presente en las demandas territoriales mapuche pero como un elemento más, excepto en el caso del espacio del rewe de Ñorquinco (espacio comparable a un altar permanente o que se emplaza durante una ceremonia) que reconoció el Estado a través del Parque Nacional Lanín. En general, tanto en los relevamientos presentados ante diferentes autoridades administrativas como en los fundamentos en innumerables testimonios y procesos judiciales, son fuente de derecho las ceremonias tradicionales y los sitios enterratorios, entre otras marcas de memoria. Uno de los pilares del derecho internacional para pueblos originarios es la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas, de 2008, que es clara y precisa al respecto.

El otro punto que colisiona con las formas de la política en Argentina es la petición de reconocimiento como autoridad a una machi, adolescente para más datos. A través del INAI y de organismos provinciales, el estado reconoce una estructura estándar de autoridades originarias al momento de otorgar personerías jurídicas. En este caso, el reclamo de reconocimiento estatal a una machi como autoridad espiritual pone a prueba tanto a laicos como a cristianos.

 

Susana Lara es periodista.
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