CORONAVIRUS Y MINOTAUROS
Nuevas formas de esclavitud social en un mundo al borde de la crisis sistémica
Desde los más remotos tiempos, la humanidad ha vivido al borde del caos provocado por fenómenos cuyas causas desconoce y son imposibles de controlar. Las catástrofes naturales, las plagas y epidemias fueron originariamente interpretadas como expresión del castigo divino ante la desobediencia humana. En los mitos griegos los dioses desencadenaban cataclismos, pestes y enfermedades para demostrar su poderío e imponer obediencia a sus mandatos. El castigo divino a la ruptura de tabúes y creencias aparece en distintas épocas y latitudes, en pueblos primitivos y religiones de la Antigüedad, incluyendo el Antiguo Testamento y la Torá.
En el siglo IV A.C., una epidemia azotó a Atenas y dejó, según Tucídides, una destrucción nunca vista. Existen registros de epidemias que, desarrolladas en distintas épocas y regiones, causaron numerosas muertes. Hoy el mundo se ve amenazado por un virus cuyo origen, desarrollo e impacto sobre la vida y la economía es desconocido.
A principios de este año el coronavirus (Covid-19) irrumpió sobre el escenario mundial como un rayo parido por un cielo sereno. Lejos de arroparse con un halo divino, el virus ha empezado a descarnar la crisis que asuela a nuestra civilización. Actuando como un cisne negro —un evento inesperado y exógeno que irrumpe y desmorona un orden establecido— el virus expone una crisis sistémica que tiene múltiples dimensiones. La misma se deriva de una forma de acumulación del capital basada en el monopolio de todos los aspectos de la vida social: desde la economía y la política hasta la información, las ideas y la cultura. Este monopolio multifacético ha dado lugar a nuevas formas del dominio político y a nuevas formas de extracción de riqueza acumulada, recursos naturales e ingresos de la población mundial. Entre estas formas se destaca el espionaje y manipulación de la vida cotidiana, situación posible gracias al enorme control existente sobre tecnologías de avanzada.
La venganza divina
En el mito de la Antigua Grecia, Minos le pide a un dios que lo ayude a conseguir el reino de Creta. Este accede a su pedido y le obsequia un magnifico toro blanco que Minos deberá sacrificar en su honor. Fascinado con el toro, no cumple con lo pactado y se lo apropia. El dios, buscando vengarse, instila en la esposa de Minos una pasión incontenible por el toro. El Minotauro, fruto de esta pasión, es un monstruo con cabeza de toro, cuerpo de hombre y un apetito insaciable por devorar carne humana. Minos lo oculta en un laberinto sin salida y lo alimenta con la carne de jóvenes atenienses. Uno de ellos, Teseo, decide matar al Minotauro y salvar a Atenas. Ariadna, hija de Minos, conoce el secreto del laberinto y da a Teseo un ovillo de hilo para que al entrar, este lo desenrolle marcando así su camino de salida. Muerto el Minotauro, Teseo podrá volver sobre sus pasos y encontrar la libertad.
El núcleo del relato ilumina el rol inherente a la codicia humana. Esta conduce a la ruptura de pactos de reciprocidad esenciales a la vida comunitaria, generando canibalismo y autodestrucción social. Sin embargo, la reflexión critica y creativa podrá iluminar las causas del problema y descubrir el camino de la liberación. Este relato condensa la esencia de la actual fase del capitalismo basada en la usura y la expoliación, formas de explotación que hacen posible la acumulación sin límites de poder y su creciente concentración en pocas manos.
Hoy el Minotauro es un capitalismo global monopólico que se expande por el mundo, incorporando regiones y países con culturas y sistemas políticos diferentes y con economías y mercados con distinto grado de regulación. Una red de monopolios y oligopolios multinacionales, privados y públicos, integra la producción y las finanzas en una estructura global de dimensiones únicas en la historia de la humanidad. Las rentas monopólicas de índole productiva, financiera y tecnológica aseguran la dinámica de esta estructura.
El desarrollo de la tecnología de punta ha abierto un enorme campo de apropiación de recursos y maximización de ganancias: todas las circunstancias de la vida diaria, desde los mensajes, las ideas y conversaciones, las acciones, las compras y su contenido, los impulsos y las búsquedas especulativas, etc. pueden quedar registrados por cámaras y transformados en “datos” que, al margen del conocimiento de los actores, pueden ser procesados, vendidos, agrupados con otros datos y nuevamente vendidos como las hipotecas subprime y otros activos financieros complejos. La vida cotidiana de los ciudadanos de a pie deviene así en una mercancía que, al margen de su conocimiento y control, rinde enormes ganancias en mercados que especulan con predicciones de consumo futuro e inducen las necesidades correspondientes. Por este camino no solo se maximizan ganancias, sino que se manipula el comportamiento y las decisiones que se toman en todos los ordenes de la vida, sea individual o social. El control absoluto de estas tecnologías y su total falta de regulación aseguran a las corporaciones tecnológicas (privadas y publicas) una posición dominante en todos los mercados y en el escenario político. Asistimos así, a la emergencia de nuevas formas de esclavitud social en un mundo al borde de una crisis sistémica.
El laberinto
La cara oculta de esta expansión de la acumulación es el desarrollo de una industria de guerra, centrada en tecnologías de avanzada que apuntan al control integrado de todos los espacios: territorial, marítimo, espacial, estratosférico y cibernético, con el fin de garantizar el dominio sobre el mundo y maximizar la apropiación de riqueza y recursos. Este tipo de acumulación reproduce la militarización de los conflictos a una escala global inédita y ha puesto al mundo al borde de su extinción. Esta forma de acumulación tuvo su origen y tiene su centro en el desarrollo de la industria de guerra en Estados Unidos y en la expansión de grandes corporaciones multinacionales norteamericanas, en cadenas de valor global dominadas por el control de la tecnología de punta (MPR, IADE, 2017).
El Minotauro está hoy escondido en un laberinto político cada vez más dominado por un Estado de Seguridad Nacional, controlado por sectores de una burocracia administrativa compuesta por múltiples agencias del Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial y de los distintos estados que, operando muchas veces en forma clandestina, se dedican a la inteligencia y el espionaje. El complejo político-militar-industrial, que en el albor de la década de los '60 fuera denunciado por el general Eisenhower como principal amenaza a las instituciones de la democracia, ha sido absorbido por este Estado de Seguridad Nacional. Acumulando poder político y recursos de toda índole, trasciende la esfera de lo público y penetra en diversos estamentos de la sociedad civil. Configura, así, un Estado en las Sombras, con un núcleo que concentra las decisiones que se toman en materia de política local e internacional.
El Minotauro y el Estado en las Sombras están recorridos internamente por conflictos cada vez mas agudos entre grandes corporaciones tecnológicas y financieras, entre estas y facciones de las elites políticas y burocráticas con acceso a la toma de decisiones y entre estas últimas. Esto ocurre en un ámbito global donde los territorios, las fronteras y el sentido de identidad nacional continúan vigentes. En este escenario existe una disputa creciente por la hegemonía mundial entre los Estados Unidos y China y en todo el mundo aumentan las demandas de los excluidos de los beneficios económicos y políticos.
Todos estos conflictos erosionan la legitimidad de las instituciones en el mundo y permiten que la violencia, la expoliación y la usura que caracterizan al Minotauro empiecen a salir a la luz del día. Una de las estrategias de dominio global norteamericano ha sido el impulso dado en las economías emergentes a los golpes blandos liderados por el aparato mediático y judicial, con el objetivo de provocar cambios de régimen político. Estos cambios también han sido inducidos a través de la militarización de la política económica norteamericana, llegando en ciertos casos a la intervención militar y a las guerras localizadas. A esto se suma una integración cada vez mas estrecha de la vida de los ciudadanos de a pie —más allá de su conciencia, nacionalidad y condición política— en las redes ocultas de un sistema de espionaje global que busca maximizar ganancias económicas y dominio político.
Coronavirus y crisis internacional
En un escenario mundial integrado económica y financieramente y caracterizado por un creciente endeudamiento global, proliferación de burbujas de precios en los mercados financieros, disminución del crecimiento de la producción y del comercio global y guerra de tarifas entre China y los Estados Unidos, la aparición del coronavirus en enero llevo a la paralización de la economía y las finanzas de China. Esto afectó a las cadenas de valor global, impactando inmediatamente sobre las importaciones y la producción en diversas regiones del mundo (wsj.com 25 2 2020). En particular, desarticuló el normal abastecimiento de partes y productos de grandes corporaciones norteamericanas, erosionando drásticamente las estimaciones de sus ingresos futuros y afectando el precio de sus acciones (zerohedge.com 19 2 2020, 27 2 2020).
Sin embargo, el verdadero cimbronazo económico habría de llegar la semana pasada. Al constatarse que el virus se propagaba en los Estados Unidos, y en determinadas áreas de Europa y de Corea del Sur que son de importancia crucial para las exportaciones industriales del mundo, se produjo la peor caída de los índices bursátiles y financieros de los Estados Unidos. El Dow perdió 12% de su valor, cayendo más de 3.500 puntos, la mayor perdida de valor en tan poco tiempo de toda su historia. Esto desencadenó una presión furiosa del Presidente Trump sobre la Reserva Federal para que baje las tasas de interés (marketwatch.com 3 3 2020). El recorte “de emergencia” de 0,5%, no impidió que la caída de los precios de acciones y bonos continuara esta semana. Hacia el jueves, todos los índices de Wall Street caían entre 3 y 4%, siendo las acciones de los grandes bancos y corporaciones tecnológicas especialmente golpeadas. Paralelamente se estimaba una próxima caída del 11% de los índices bursátiles de Wall Street y la OECD comunicaba que el crecimiento global caería a la mitad de lo esperado (reuters.com, zerohdge.com 5 3 2020).
Por otra parte, y a pesar de la disminución de la tasa de interés, recrudeció dramáticamente la crisis de liquidez que afecta al mercado interbancario de pases (repro) desde septiembre de 2019. Así, la Reserva Federal malgastó munición para capear la crisis disminuyendo la tasa de interés, pero sin lograr el objetivo propuesto.
Paralelamente, se intensificó la puja política entre los demócratas inmersos en las elecciones primarias, y entre estos y un Trump dispuesto a impedir que el virus empañe sus chances de ser reelecto. La politización creciente de la política sanitaria contribuyó a provocar pánico en las finanzas y en una población lanzada a stockear productos, previendo cuarentenas masivas (zerohedge.com 5.2 2020). En este contexto el jefe del CDC (Center for Disease Control, principal organismo de investigación y control de enfermedades infecciosas) advirtió sobre la posibilidad de que el impacto del virus desborde la capacidad del sistema de salud existente para contenerlo y tres Estados declaraban la emergencia sanitaria (zero hedge 5 3 2020).
El coronavirus en el país
El proyecto oficial de reconstrucción de la solidaridad social encuentra una oposición encarnizada por parte de sectores empresariales, que buscan maximizar ganancias manteniendo el control monopólico de sus respectivos mercados. A estos se suman los medios de comunicación más concentrados y un macrismo que busca mantener el control sobre resortes y miembros del Poder Judicial y del Legislativo. Busca así obstaculizar las políticas del gobierno e impedir el avance de las investigaciones sobre corrupción y violaciones del Estado de Derecho ocurridas durante los últimos años. Esto ocurre en momentos en que se precipitan los plazos de la negociación de la deuda con los acreedores, y se agolpan grandes vencimientos de deuda en los próximos meses. En este contexto apareció el coronavirus en la Argentina.
En su discurso de apertura de sesiones del Congreso, Alberto Fernández hizo especial referencia a los formadores de precios que sabotean la política oficial remarcando precios para “preservar” su rentabilidad con aumentos de precios “preventivos”, a pesar de que el tipo de cambio está contenido y el precio de las tarifas y combustibles sigue congelado. Asimismo, advirtió a los acreedores internacionales que el gobierno estará del lado de los argentinos y no aceptará condiciones que impliquen un ajuste fiscal y se comprometió a la realización de una investigación sobre el origen del endeudamiento externo y su relación con la fuga de capitales. Adelantó, además, otras medidas entre las que se incluyen el envío al Congreso de proyectos de ley sobre el aborto, la reforma judicial y la reforma del sistema de inteligencia necesarias para sanear "los sótanos de la democracia".
Dos días después el Presidente señaló al sector alimenticio como principal responsable de una remarcación abusiva de precios que no será tolerada e identifico al “campo” como un “aliado estratégico del gobierno nacional” (telam.com, bae.com 4 3 2020). Paralelamente, el Ministro de Agricultura comunicó que, luego de las conversaciones mantenidas con las entidades gremiales del campo, el aumento del 3% de las retenciones a la soja solo se haría efectivo para los que producen más de 1000 hectáreas de soja: un 26% del total de productores. Para los más chicos, las economías regionales y los otros cultivos las retenciones se mantendrían tal cual estaban o serían reducidas en porcentajes significativos con la intención de redistribuir ingresos dentro del sector con cero impacto sobre la recaudación fiscal.
A pesar de ello, CRA convocó a un paro a la comercialización de productos agropecuarios de cuatro días a partir de mañana y amenaza con cortar las rutas si se aumentan las retenciones. Tras cabildeos, las otras organizaciones empresariales que tenían algunas disidencias con CRA se sumaron al paro. Así, en esta coyuntura los intereses de los agronegocios y pools de siembra hegemonizaron a los productores rurales, convirtiendo al conjunto en el principal ariete para poner en jaque a la política alimentaria y antiinflacionaria. El rechazo del conjunto del sector a la brecha creciente entre el tipo de cambio que rige para sus exportaciones y el que rige para sus importaciones altamente dependientes de tecnología extranjera, seguramente ha incidido en este resultado.
Hay sin embargo algo más: sectores del macrismo impulsan desde diciembre asambleas de productores autoconvocados en diversas regiones y pretenden hacer converger la protesta en una asamblea a realizarse la semana que viene en la Expoagro, evento organizado por los diarios La Nación y Clarín en una fecha que conmemora el lockout patronal de 2008 contra las retenciones y el gobierno de CFK. Este evento ocurrirá en un contexto de intensificación de las denuncias contra las operaciones mediático judiciales acicateadas esta semana por las revelaciones de un periodista importante de La Nación, sobre la participación de este diario en el armado de causas judiciales.
El broche de oro a la protesta contra el gobierno lo puso Macri. Probando las dotes de bailarín que dice tener, zapateó sobre sus palabras y acciones pasadas, vaciándolas de contenido para invisibilizar la miseria que su gobierno produjo adrede y convocó a luchar “contra el populismo que es más peligroso que el coronavirus… destruye la cultura del trabajo... y la ley… e hipoteca el futuro” (clarín.com, 4 3 2020).
La propagación del coronavirus en el contexto de un sistema sanitario vaciado por el gobierno de Macri puede detonar una emergencia sanitaria de gran impacto social, que radicalizaría los conflictos. De ahí la importancia de dar prioridad al escenario local, visibilizando el contenido de los conflictos y las negociaciones posibles; movilizando el apoyo a la solidaridad social e impulsando el debate y reflexión colectiva sobre los condicionantes de nuestro presente.
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