COMPAÑÍA NACIONAL DE ARRAIGO
Por medio del cramdown el Estado puede convertirse en el accionista mayoritario de Vicentn
A finales de 2019 y en sintonía con el proceso electoral y el cambio de signo político del Gobierno Nacional, nos enteramos que Macri había presionado personalmente a funcionarios de línea del Banco de la Nación Argentina para que siguiera acumulando créditos en favor de la empresa Vicentin, sin garantías y en violación a normativa del Banco Central sobre límites al financiamiento bancario, sumando más de U$S 300 millones en favor de la cerealera. Los últimos desembolsos del BNA durante el macrismo se realizaron con la productora de alimentos ya en cesación de pagos, principalmente con miles -literalmente- de pequeños productores que entregaron sus granos a Vicentin en la confianza de que serían pagados en el momento que el productor lo requiriese. Otro dato propio de películas de ficción política donde el guión se extralimita hasta el ridículo y el delirio, es que la beneficiaria de este crédito extraordinario e ilegal, resultó ser el principal aportante de la campaña Presidencial de Juntos por el Cambio, triplicando los topes previstos en la Ley de Financiamiento de Partidos Políticos que el propio macrismo había ampliado y modificado a su antojo para permitir mayor compromiso del sector privado en las campañas electorales. Con esta operatoria y el esquema de triangulación con sus sociedades vinculadas en el exterior la empresa eludió y evadió miles de millones de pesos al fisco a través del modelo de agroexportacion concentrado. Se replica en escala productiva y privada el sistema instaurado por los 4 años de macrismo: mega endeudamiento (en este caso con recursos oficiales a través de entidades financieras públicas) para fugar esos fondos al exterior vía evasión. La deuda de Vicentín con el fisco argentino puede equiparar la que ya tiene con el sistema financiero público nacional.
Este desmanejo escandaloso tiene como eje la excesiva concentración y monopolización de aspectos centrales y estratégicos en la Argentina: la tierra, los alimentos, la logística, la agro exportación, los "medios de comunicación", los puertos, la población, los recursos, y tantas otras que se vienen consolidando desde que discutimos unitarios y federales, centralistas y americanistas, Facundo o Martín Fierro, civilización o barbarie. La Pandemia nos lo ha demostrado con una buena bofetada donde el 85% de los contagios se concentra en el AMBA. Nuestra enfermedad viral es la excesiva concentración y el remedio o antídoto la repoblación, la promoción de Arraigo en los territorios, el aprovechamiento de nuestra riqueza y diversidad en el interior a partir de una mejor y más justa redistribución de la tierra, la riqueza, los medios de producción y comercialización; el acceso a derechos.
En este marco, los dos pilares fundamentales para promover el arraigo aprovechando las riquezas que ofrece nuestro país para mejorar nuestra posición geopolítica y avanzar en el agregado de valor para una mejor calidad de vida de nuestro pueblo, de manera justa y equitativa, son la energía y los alimentos. Dos fortalezas que son carencias para muchos territorios del mundo y oportunidades para quienes aplican recetas y políticas públicas para su correcto aprovechamiento con orientación nacional y popular carente de complejos.
En energía hemos avanzado de manera sustancial a partir de la recuperación de YPF y dando centralidad a las políticas de exploración y explotación de hidrocarburos, aunque reste aún definir y fijar el rumbo preciso en este aspecto. Discusión en categoría pesos pesados.
En materia de alimentos, transitamos un modelo en que el Estado juega más de espectador y árbitro. La cada vez mayor concentración y monopolización de la producción de alimentos y agro negocios como así también en su distribución y exportación han generado un combo explosivo entre escalada de precios para el acceso a los alimentos, monocultivos con aplicación irresponsable de agroquímicos, ausencia de inversión en logística para la redistribución y participación justa y equitativa, dependencia de consumidores y pequeños productores a las decisiones del mercado concentrado, enormes dificultades para controlar, definir e intervenir en materia de política fiscal y económica en el rubro agro exportador.
Frente al escenario planteado, la importancia de tener participación activa y protagónica en este segundo rubro vital de nuestra economía resulta estratégica. La situación descripta por la que atraviesa la empresa Agroalimentaria Vicentin, los créditos a favor del Estado otorgados de manera fraudulenta y criminal, más la necesidad de intervenir definitivamente en este pilar fundamental del desarrollo junto al energético, hacen que la participación del país en su recuperación, funcionamiento y despliegue resulte única. Algo así como encontrarse en el lugar indicado en el momento justo. Desde enero de este año vengo planteando la necesidad imperiosa de avanzar con una estrategia en este sentido. Mi propuesta consistió y sigue siendo la de aprovechar el crédito a favor del Estado para participar en el proceso concursal y entre la posibilidad cierta de capitalizar deuda por acciones y la utilización del instituto del Cramdown incorporado a nuestra legislación concursal, convertir al Estado Nacional en el accionista mayoritario de la compañía, ya sea a través de YPF Agro o con la herramienta que mejor se adapte. No me pareció en enero ni me parece ahora necesario ni exclusivo el remedio de la expropiación. La Legislación Concursal vigente nos garantiza el mismo o mejor resultado a través de un camino incruento y con bajas posibilidades de alteración vía planteos judiciales de inconstitucionalidad, ilegalidad, amparos, etc, a las que estamos muy acostumbrados cada vez que desde el campo popular nos proponemos avances. No pueden dejar de analizarse las dificultades que a priori pueden generarse en el tratamiento legislativo del proyecto expropiatorio, tanto hacia afuera como hacia dentro del Frente de Todos al cual pertenezco.
Dicho esto, resulta imperioso aclarar que, si nuestra fuerza política a través del Gobierno Nacional entiende que, efectivamente, resulta prioritaria la participación del Estado en la producción, distribución y agro exportación de alimentos, las posibilidades de ningún modo se reducen al éxito o fracaso de la estrategia Vicentin. Eso sería volar muy bajo. Somos muchos y muchas quienes estamos convencidos que llegó el momento de transitar el Siglo XXI con apuesta al desarrollo de los Gobiernos Locales y Provinciales promoviendo el arraigo y crecimiento de las poblaciones del interior sin importar su ubicación geográfica ni cantidad de habitantes, invirtiendo en infraestructura, logística, transporte, hábitat urbano y rural, saneamiento, servicios públicos, nuevas universidades, mercados Concentradores y Regionales. También se necesitan estados Nacional, Provinciales y Municipales participando y creando empresas públicas o mixtas orientadas a la producción y comercialización de alimentos garantizando precios justos, proximidad y productos saludables; empresas públicas o mixtas operando en Agroecología, Agronegocios y Agroexportación, empresas públicas o mixtas de obras públicas, producción de hormigón y asfalto, etc.
La oportunidad de Vicentin es extraordinaria, y necesaria la intervención y participación del Estado para rescatar, ordenar y comenzar a jugar en este rubro vital. Pero no es la única.
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