Estamos atravesando el peor momento de la epidemia de Covid-19 y la tendencia en marcha es la de empeorar sin pausa.
El anuncio del inicio de producción de algunas vacunas (aún cuando no se hayan terminado las fases clínicas de prueba que se requieren para su distribución), la existencia de algunos tratamientos paliativos y el agotamiento de las distintas medidas de aislamiento han producido un cóctel de ansiedad y negación. Pareciera que la estrategia de restricciones a la movilidad se encuentra al menos parcialmente agotada.
La cuarentena, ¿dejó de ser una opción?
Como toda reducción de la movilidad aporta a reducir la transmisión de la enfermedad, proponemos abandonar la mirada dicotómica (cuarentena sí o no) para empezar a evaluar posibles matices (como el diseño de restricciones parciales, y aplicadas de manera intermitente).
Otra cuestión a tener en cuenta es que la situación del área metropolitana de Buenos Aires, donde se prolongó en términos legales una cuarentena que en los hechos se fue descascarando, no es la situación de todo el país. Hay regiones en las que las restricciones no fueron sostenidas por tiempos prolongados. Por ello tienen un menor desgaste que posibilita implementar aún cuarentenas de emergencia.
Hay que considerar también que existen estrategias para reducir, en algunos casos, la manera en que las restricciones perjudican a la comunidad. Si bien todas las personas sufren las restricciones a la movilidad por la manera en que afectan la vida familiar, afectiva, social y recreativa, hay otros problemas sobre los que es posible interferir para minimizar las consecuencias. Entre ellos, los de tipo económico o las dificultades de acceso a la educación, en los que una política social y una mejora en la conectividad y acceso a equipos, puede hacer una diferencia categórica.
Finalmente, el deterioro sanitario no tiene un impacto neutral. Con hospitales en muchas localidades ya saturados, la percepción de la tragedia sanitaria se hace más evidente y muchas personas que trabajan en relación de dependencia podrían preferir tener el derecho a no exponerse (y por tanto, apoyar una cuarentena). En general, cuando se percibe la gravedad es esperable un mayor acatamiento de restricciones, debido al fenómeno que uno de los aquí firmantes ha calificado conceptualmente como “inmunidad del cagazo”.
Estrategias más allá de la cuarentena
La dificultad desde fines de abril para sostener efectivamente las restricciones dispuestas en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), donde los contagios no dejaban de crecer, comprometió la suerte del resto del país en la lucha contra la pandemia. El plan Detectar, que promovía la estrategia de gestión territorial, se implementó cuando en algunas regiones ya era tarde para que pudiera funcionar. Sin que el gobierno nacional promoviera otras estrategias, la gestión de la pandemia comenzó, en los hechos, a quedar en manos de las provincias y municipios. En el resto de las jurisdicciones, donde se había logrado contener el contagio, el goteo de casos importados del AMBA tuvo un impacto descontrolado, debido a las amplias flexibilizaciones sobre las que habían comenzado a avanzar.
Diseñar otras intervenciones y medidas es una deuda del gobierno nacional que es urgente atender. Hacerlo requiere que en el abordaje, hoy centrado en la mirada médica y hospitalaria, se refuerce la presencia de otras disciplinas (especialmente, las que pueden aportar en cálculos complejos y las ciencias sociales). En las líneas que siguen, comentamos las estrategias que consideramos más importantes.
1. El cuidado como gesto afectivo, solidario y políticamente trans-partidario
Una cuestión fundamental es lograr la adopción masiva de medidas preventivas. Por ello, es necesario trabajar fuertemente en campañas de comunicación que estimulen actitudes solidarias y responsables de cuidado. Principalmente, el uso constante y correcto de barbijos (de buena calidad) manipulados cuidadosamente, fomentar el lavado de manos, el respeto de distancias, la ventilación en ambientes cerrados, la preferencia por el encuentro al aire libre y con pocas personas, y hasta el distanciamiento dentro del hogar cuando haya personas que tengan factores de riesgo y otras que se hayan expuesto. Con este objetivo no solo necesitamos fortalecer el sentido de comunidad y responsabilidad social, sino también instalar la idea del cuidado como acto de amor a aquellas personas que queremos.
Para el éxito de esta estrategia sería clave el respaldo de la oposición política a esos mensajes, de modo que "no cuidarse" pierda el carácter de "gesto anti-oficialista". Por tanto, sería importante trabajar en consensos.
2. Detección y acompañamiento, efectivo y de gran escala
Una política que contribuye a contener el incremento del contagio es el aislamiento "selectivo" (y transitorio) de personas que, por nexo epidemiológico, tienen mayor probabilidad de estar infectadas. Para mejorar los resultados es clave comenzar el trabajo desde el momento en que un caso se considera posible Covid-19 para, sin esperar a que haya un resultado de testeo, alcanzar inmediatamente a sus contactos estrechos.
El sistema de detección y acompañamiento de contactos (usualmente conocido como contact tracing) requiere un diseño con capacidad para escalar en su alcance dentro de la comunidad. De este modo, las personas que deban permanecer en sus hogares podrán ser acompañadas y asistidas para asegurarnos de que cumplan con las dos semanas de aislamiento previstas.
Una cuestión clave es que quienes hagan estas tareas no sean voluntarios, sino que reciban una remuneración, que podría financiarse entre Nación y las provincias. También es indispensable la capacitación de los rastreadores, que puede ser realizada a través del curso on-line gratuito preparado por las Fundaciones Huésped y Fundar.
Como respaldo de esta estrategia, es necesario difundir ampliamente la importancia de que cada persona, como actor fundamental de la lucha contra la Covid-19, tenga registro de las personas a las que vemos cada día, por si luego fuera necesario identificar los contactos estrechos. También, transmitir la importancia de ser muy sinceros en las entrevistas de detección, porque toda persona expuesta podría estar transmitiendo el virus y la enfermedad a sus seres queridos y compañeros de trabajo sin saberlo. Habrá que trabajar, además, para que la presencia del Estado sea significada, no como vigilancia y persecución, sino como respaldo y acompañamiento útil para facilitar cumplir con el aislamiento, y no para impartir castigos por las irresponsabilidades que pudieran haberse cometido.
La provincia de Buenos Aires ya empezó a implementar un sistema de estas características, que consiste en más de 30 centros universitarios de seguimiento y prevención (con alrededor de 1.500 rastreadores involucrados, financiados por la Provincia), que articulan sus tareas con las secretarías de Salud de los municipios. Es imperioso trasladar esta experiencia a todo el territorio nacional.
3. Vigilancia epidemiológica
Sería beneficioso avanzar en diagnosticar Covid-19 por sintomatología clínica y nexo epidemiológico, de modo de poder enfocar los recursos, la infraestructura y los profesionales de diagnóstico en hacer más y mejor vigilancia epidemiológica activa. Así, se podría priorizar la capacidad de testeo por PCR para detectar focos en forma temprana, en especial en poblaciones de riesgo o estratégicas (geriátricos, personal de salud, instituciones semicerradas) y para la detección rápida del estado de los contactos estrechos, de modo de no saturar el sistema de rastreo.
Para ampliar la vigilancia epidemiológica pueden aprovecharse también las técnicas que se han desarrollado en el país: pool testing, tests serológicos, monitoreo de aguas residuales etc. Además es conveniente generar nuevos laboratorios, exclusivos para vigilancia activa en diferentes lugares del país (como está haciendo la provincia de Buenos Aires en distintos lugares del Conurbano y del interior).
Parte de la potencialidad que se genere podrá en el futuro ser absorbida por los sistemas de salud provinciales, para enfermedades transmisibles que no sean Covid-19. Las enfermedades emergentes suelen aparecer como consecuencia de las actividades humanas en términos de comportamiento productivo, de consumo o de relaciones sociales y culturales. Así, es razonable pensar que nuestro mundo seguirá viendo la aparición o la redistribución de enfermedades desconocidas u olvidadas. Por ello, es necesario construir un programa de vigilancia epidemiológica ahora, que deje capacidades instaladas para mañana.
No bajar los brazos
Si no se toman medidas concretas, para principios de noviembre el número diario de casos alcanzará probablemente los 25.000 y el número de fallecimientos diarios un orden de 400, acumulando para ese entonces cifras inconcebibles hasta hace no muchas semanas, cercanas al millón y medio de casos confirmados y 30.000 muertes.
Las mujeres y hombres que morirían si no estamos a la altura de las circunstancias, muchas de ellas personas que amamos, tendrían quizás muchos años más de vida de no ser por la pandemia. Es fundamental y urgente hacer todo lo que podamos para reducir los contagios y muertes. Que el día que una vacuna esté disponible, quienes vivamos la post-pandemia lo hagamos con menos dolor, y más acompañados.
Sol Minoldo, Dra. en Ciencias Sociales, CONICET
Mario Lozano, Dr. en Ciencias Bioquímicas. UNQ, CONICET
Jorge Aliaga, Dr. en Ciencias Físicas, UNAHUR, CONICET
Daniela Hozbor, Dra. en Ciencias Bioquímicas, UNLP, CONICET
Rodrigo Castro, Dr. en Ingeniería, UBA, CONICET
Rodrigo Quiroga, Dr. en Ciencias Químicas. UNC, CONICET
Diego Garbervetsky, Dr. en Cs. de la Computación, UBA, CONICET
Guillermo Durán, Dr. en Cs. de la Computación, UBA, CONICET
Roberto Etchenique, Dr. en Química, UBA, CONICET
Alberto Kornblihtt, Dr. en Ciencias Químicas, UBA, CONICET
Adrián Paenza, Dr. en Matemáticas, UBA
Rolando González-José, Dr. en Biología, CONICET
Jorge Geffner, Dr. en Bioquímica, UBA, CONICET
Martín Barrionuevo, Contador Público, Senador de la Provincia de Corrientes
Gustavo Tieffenberg, Cineasta
Daniel Feierstein, Dr. en Ciencias Sociales, UNTREF, CONICET
Andrea Gamarnik, Dra. en Bioquímica, FIL, CONICET
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