CHARLO, EL MELLIZO DE NADIE

La musica que escuché mientras escribía

 

Cualquier pibe, y el mismísimo doctor Google, si les preguntás por Charlo, te contestan con los dos boxeadores estadounidenses mellizos, campeones del mundo en varias categorías. Para mayor confusión, uno de llama Jermell y el otro Jermall. Nadie se acuerda de ese extraordinario cantor, autor, compositor y actor que durante medio siglo cantó con las mejores orquestas y fue parangonado con Gardel, que además era su amigo y admirador. Tanto, que le regaló su famoso sombrero.

Nacido en 1905 en una familia de hacendados del Avestruz, La Pampa, Carlos Pérez adoptó el nombre artístico de Charlo. Era un adolescente cuando la familia se mudó a Buenos Aires, donde estudió derecho, piano y composición, cuando ya se las rebuscaba con el violín y la guitarra. Comenzó a cantar como profesional antes de cumplir 20 años, primero en la radio Cultura y después en el teatro Comedia. También grabó sus primeros temas, con música y letra propias, con un par de guitarristas y luego con dos de las orquestas más conocidas de entonces, las de Roberto Firpo y Francisco Canaro. Uno de sus guitarristas fue Edmundo Rivero, que todavía no se había decidido a cantar.

 

 

Hace un par de semanas te conté que lo confundían con Gardel y aún hoy se le atribuyen algunas versiones del Mudo. En 1935 y 1936 actuó y cantó en dos películas dirigidas por Mario Sofficci, Alma de BandoneónPuerto Nuevo. En la primera cantó su propio tango Horizontes, con letra de Homero Manzi, y en la segunda Yo también soñé, de Canaro y Luis César Amadori.

 

 

 

 

 

Qué bueno, tanta belleza.

 

 

 

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