Celebración del despojo

El gobierno festejó una novedad que podría profundizar la migración de médicos

 

El Foro que desde 2011 reúne a autoridades de las carreras de Medicina debió responder a un apresurado anuncio del Ministerio de Capital Humano, que pretendió presentar como logro propio una novedad de larga gestación: la acreditación de la formación médica argentina en el mundo. 

El Ministerio que conduce Sandra Pettovello buscó asociar la noticia a una valoración del oficialismo sobre las universidades nacionales, algo constantemente desmentido por la práctica y las declaraciones de otros funcionarios del mismo gobierno. 

 

 

El comunicado ministerial compartió la novedad en coherencia con los postulados individualistas exaltados por el oficialismo, subrayando la oportunidad abierta a quienes se gradúen aquí de trabajar en el exterior. En un contexto económico propicio a las diásporas, la inversión académica local se fugaría así junto a los cerebros alimentados por ella y los capitales que cíclicamente siguen el mismo camino. 

La enunciación oficial se posiciona bien lejos de la mirada de las autoridades universitarias, a las que desvela facilitar el camino inverso: que médicas y médicos del país puedan especializarse en el exterior, para contribuir luego a la comunidad que financió sus formaciones y en muchos casos sufre la falta de profesionales de la salud. 

Se trata de un problema global, con los países periféricos transfiriendo recursos a los centrales por vía de la migración de profesionales salidos de las aulas de sus universidades. Ha ido agudizándose en los últimos años. Para fines de 2022, se estimaba que más del 25% del personal médico de Reino Unido y Estados Unidos se había formado más allá de sus límites geográficos. Ya para entonces, el 28% de los profesionales recibidos por la Unión Europa provenía de nuestro continente, el 16% de países del Mediterráneo oriental y el 6% del África subsahariana. 

El fenómeno no es nuevo. En 1973, Oscar Oszlak y Dante Caputo hallaron que el 13,2% de los médicos extranjeros en Estados Unidos eran argentinos. La Organización Panamericana de la Salud cifraba en 20.000 dólares de entonces la inversión en capacitación por profesional. 

 

 

Sanata

En la Argentina de 2025, el Foro de decanas y decanos de Medicina debió clarificar lo publicado por Capital Humano. El comunicado académico precisó fechas, moderó expectativas y postuló sus premisas, en línea con su documento fundacional, y de manera antagónica con las que conllevaba la celebración oficial sobre la oportunidad de profesionales de la salud para abandonar el país que los formó.

Las fechas de cada instancia corroboran que no fue un fruto del gobierno actual, sino un camino recorrido por entidades autónomas durante las presidencias de Mauricio Macri y Alberto Fernández. Además del Foro, participó la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (CONEAU), un organismo conformado por representantes de las instituciones, el Congreso y el Ejecutivo, que solo ocupa una de doce bancas. De ese modo, 

  • en 2019, al cabo de un proceso de tres años, el Foro definió los nuevos estándares de acreditación de las carreras de Medicina en el país, que luego fueron avalados por cada instancia y finalmente formalizados por el Ministerio de Educación; y
  • en 2023, las carreras públicas argentinas concurrieron a la convocatoria de la CONEAU para participar del proceso de acreditación ante la World Federation of Medical Education, con resultados favorables para la mayoría informados en diciembre pasado.

En cambio, el comunicado oficial de Capital Humano entendió que “este logro resalta el compromiso del gobierno con la excelencia académica”. Esa es una de las líneas agregadas a la copia del anuncio oficial de la CONEAU. El copypaste sólo fue trastocado con las palabras de autoelogio, cuando acaba de concluir un año atravesado por el sostenido conflicto entre el oficialismo y el mundo universitario. 

Fidel Pintos puede descansar en paz, porque cada día aparecen más teclados que siguen su discurso. Es una pena que no lo hagan, como él, en el terreno de la comedia. 

 

Fidel Pintos, el inventor de la "sanata".

 

 

Precisiones

En lo concreto, la novedad supone que quienes se gradúen en las carreras acreditadas internacionalmente podrán obtener reconocimiento automático de sus títulos en el mundo, de modo similar a lo que ya venía ocurriendo en el Mercosur que el gobierno habitualmente desprecia.  

Sin embargo, el Foro aclaró que el reconocimiento facilitaría la realización de posgrados, pero no necesariamente la acreditación para el ejercicio profesional, sujeto en cada país a regulaciones diversas que observan tanto organismos de control estatales como las asociaciones que defienden los intereses de médicas y médicos locales. 

La esperable defensa corporativa no es el único motivo por el que estudios y trabajo son dos esferas muy distintas. Para nuestro país, implica la diferencia entre elevar el nivel de profesionales previamente formados aquí o perder sus servicios luego de una prolongada inversión pública. 

El Foro valora positivamente la novedad internacional, pero reafirma que la función de las carreras públicas de Medicina es “formar médicos y médicas al servicio del pueblo argentino”. En esa línea, sostiene la necesidad de “una visión profundamente federal” y de “garantizar la presencia de profesionales de la salud en cada rincón de nuestra patria, haciendo posible el ejercicio efectivo del derecho a la salud para todas las personas” que la habitan.

 

 

Fuera de foco

Ese último aspecto es el que torna más grave la celebración gubernamental ante lo que presenta como una posibilidad de facilitar la migración. 

También en el campo de la salud, como reseñó El Cohete en octubre de 2023, Dios atiende en Buenos Aires. Por entonces, los hermanos y médicos Pedro y Martín Silberman acababan de publicar un estudio sobre las tasas de profesionales por habitante en el mapa nacional, a partir de la base de datos recogida por el Ministerio de Salud en el marco de la emergencia pandémica. Luego, los cálculos empeoraron, porque los resultados finales del censo nacional recogido en 2022 verificaron un incremento poblacional que trastocó una de las variables. 

Con esa actualización, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires sigue siendo la única jurisdicción subnacional con una tasa de dos cifras: sus 14,4 médicos cada mil habitantes multiplican por 2,44 el mejor registro entre las provincias, que corresponde a Córdoba con 5,89. La de Buenos Aires reúne 3,03 profesionales por millar de personas. Por encima de ella se ubican otras dos del centro agrícola ganadero: Santa Fe, con 4,94 y La Pampa, con 3,06. La petrolera Neuquén registra 3,02. 

La tendencia es evidente: como en otros órdenes del desarrollo y el bienestar, los médicos se concentran en las áreas más pobladas o ricas. Frecuentemente, ambas variables coinciden, corroborando el llamado “principio de equiparación” entre los grados de desarrollo de cada esfera económica y social en un mismo territorio. 

Lo mismo ocurre cuando se estudia la cola de la tabla. Los peores valores corresponden a Santiago del Estero (1,4 profesionales cada mil personas), Formosa (1,57), Corrientes (1,77), Chaco (1,7), Jujuy (1,81) y San Luis (1,89). 

De esa media docena de provincias: 

  • cinco (Santiago del Estero, Formosa, Chaco, Jujuy y Corrientes, en ese orden) están entre las diez con menores porcentajes de población bajo cobertura de obras sociales o prepagas; 
  • las mismas cinco integran la decena con peores salarios y menos autonomía fiscal, de recursos propios con relación a la dependencia de giros nacionales;
  • cuatro (Corrientes, Formosa, Jujuy y Chaco) se ubican en el decil de menor PBI, y
  • los principales aglomerados urbanos de Chaco, Formosa y Santiago del Estero se ubican entre los cinco con mayores niveles de pobreza.

En materia de salud, esas jurisdicciones registran también valores preocupantes:

  • Chaco lidera la tasa de mortalidad con ocho defunciones cada mil habitantes, cuando en el país es de 6,7;
  • junto a Formosa y Misiones, muestra también la más alta tasa de embarazo adolescente, casi 20 puntos por encima de la CABA;
  • Formosa tiene la mayor tasa de mortalidad infantil, con 15,1 cada millar de niñas y niños,; y
  • en cuanto a mortalidad materna, la más alta tasa es la de Santiago del Estero, con 8,6 fallecimientos cada 10.000 criaturas nacidas vivas. 

Como es esperable, faltan médicas y médicos justamente allí donde más se los necesita. 

Las dinámicas centralistas de distribución tienden a repetirse al interior de las jurisdicciones subnacionales. El mayor centro urbano de cada zona suele nuclear a la población de profesionales en detrimento de las localidades más pequeñas, a las que cuesta mucho conseguir la residencia permanente de quien atienda sus consultas y urgencias. Por las características del país, se trata de amplias porciones del territorio, en las que tampoco están aseguradas las comunicaciones y los transportes. Mucho menos bajo la administración del Presidente libertario, el tercero porteño consecutivo.

 

 

El factor académico

Otro elemento de gran gravitación es el académico, donde pesa además un desarraigo de las generaciones estudiantiles respecto de sus lugares de origen, que se vuelve muy difícil de revertir. Afecta sobre todo a las provincias donde no existe posibilidad de estudiar, como en dos de los seis peores registros de disponibilidad de profesionales de la medicina por habitante: Formosa y Jujuy. 

Las cuatro de ese grupo que sí cuentan con carreras de formación médica aportan porcentajes marginales al total nacional de diplomas. De acuerdo con datos del Observatorio Federal de Talento Humano en Salud, entre 2010 y 2022 fueron 64.313 los obtenidos en instituciones públicas y privadas, con esta distribución geográfica: 

 

 

El sistema público de educación superior aportó más del 75% de los títulos emitidos, contra una oferta privada concentrada en el Área Metropolitana de Buenos Aires. Una nueva prueba de que, aunque también siga una lógica centralista, el Estado se ocupa de llegar a aquellos territorios que no aparecen rentables al cálculo privado. 

Como si las asimetrías fueran pocas, los graduados de la UBA quedarán por ahora fuera de esta posibilidad de fácil migrar. Al menos durante el tiempo que la institución demore en acreditar su carrera para ese fin, la tasa porteña de profesionales por habitante sufrirá menos riesgos que las de otros puntos del mapa. 

Se comprende la advertencia lanzada por el Foro de autoridades académicas. El país, y sobre todo sus regiones más pobres y desconectadas, no tienen muchas razones para celebrar la posible salida permanente de profesionales hacia el exterior.

 

 

 

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