Cazador de Guerra
La muerte de Carmine Orrico Protettore, protagonista de la mejor película de guerra que vi en mi vida
A los 83 años murió John Saxon, un actor de 200 películas, westerns, de terror y de artes marciales, a menudo haciendo de latino. No le costaba, porque se llamaba Carmine Orrico Protettore, hijo de inmigrantes italianos de Broccolino, como le decían los tanos a Brooklyn. Pero ninguna de las biografías con que lo despidieron la semana pasada menciona el mejor trabajo de su vida, que es también la mejor película de guerra que yo haya visto en la mía. Ya sé, es cuestión de gustos. Para mí, Coppola, con todos sus recursos, su elenco deslumbrante, el respaldo de una novela de Conrad y muchas ínfulas, no le llega a los talones. Tenés todo el derecho de disentir, pero primero te sugiero que busques War Hunt.
1952. Las trincheras enfrentadas de los dos bandos. Todas las noches John Saxon se pinta la cara. Sólo lleva un cuchillo con el que se interna tras las líneas enemigas. Regresa de madrugada. Mientras los demás cumplen con la fajina convencional, él duerme. Aire taciturno, sólo se exalta al caer la noche. Cuando llega su turno.
Robert Redford es rubio y bello, el americano medio que cumple su deber, con patriotismo y disciplina pero sin entusiasmo. Piensa en su pueblo rural, en la novia de la adolescencia. Esta fue su primera película. Ahora es un productor de la misma edad que Saxon. Sus respectivos personajes compiten por la admiración y el afecto de un huérfano coreano, que sigue a la soldadesca como una mascota humana.
Se firma el armisticio. Los buenos ciudadanos-soldados festejan. Los aguarda la rutina cotidiana. Detenerse en los semáforos hasta que la luz se ponga verde. Pagar los impuestos. Cuidar del jardín. Ir a la iglesia los domingos.
Esa noche John Saxon tampoco está en su cama. Los generales que consintieron su guerra privada y le otorgaron todos los privilegios se alarman. Puede poner en peligro el acuerdo de cese al fuego. Varias patrullas salen a buscarlo. Robert Redford lo alcanza, rumbo al campo enemigo.
—La guerra ha terminado —le comunica.
Impasible como Marlon Brando hubiera deseado lograrlo en Apocalypse Now, John Saxon pregunta:
—¿Qué guerra? —y continúa su marcha hacia el combate.
Esta historia fue filmada en 1962 por los hermanos Denis y Terry Sanders. War Hunt, es decir Cazador de Guerra, que aquí se exhibió pocos días en una sala de segunda con el absurdo título El que mató por placer, fue una obra clave del cine independiente norteamericano.
La familia Sanders no afloja. En 2008 Peter Sanders, hijo de Denis y sobrino de Terry, de madre argentina y que vivió aquí unos pocos años de su infancia, volvió para filmar Desaparecido, una película sobre el terrorismo de Estado, centrada en la biografía de Horacio Pietragralla.
Vuelvo al Cazador de Guerra. Estos dos hermanos treintañeros entendieron en profundidad la guerra tal como la conciben los estrategas de Washington después de 1945 y acerca de sus efectos sobre los cazadores de guerra del título y sobre la sociedad de la que provienen.
No necesitaron ver My Lay ni Abuh Graib, ni Columbine ni Sandy Hook para saber qué autodestrucción se había puesto en marcha. La película tiene en este aspecto algo en común con Guasón, que es imposible ver como otra cosa que una precuela de las sublevaciones populares que están sacudiendo a Estados Unidos. Pero adelantarse por unos meses no es lo mismo que por unas décadas. Por eso tantos celebran con mucha razón a Todd Phillips y Joaquin Phoenix, nadie se acuerda de los hermanos Sanders y quienes añoran a John Saxon lo hacen por las malas razones.
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