Campana electoral de largada
No es la vacuna ni la educación presencial lo que moviliza en estos días, son las elecciones de octubre
A sacarse la careta. No es la vacuna ni la pandemia, no es la educación presencial ni la carrera de precios y salarios, lo que verdaderamente moviliza a gran parte de los hábiles declarantes de estos días. Son las elecciones de octubre, incluyendo la ecuación de las candidaturas y las devaluadas primarias.
Con vista a las generales, el Frente de Todos se perfila ganador en todas las encuestas, aunque no se sabe quiénes subirán al podio de los triunfadores enarbolando sus banderas ni con qué propuestas sonreirán a las cámaras. Si las hubiera, las PASO se llevarían las chances de los partidos chicos y llevarían a la ciudadanía directamente al encuentro de la polarización del voto.
La pregunta de los analistas, pero más aún del activo político nacional y popular, es muy directa: ¿es eso malo o bueno para el proyecto? En cada pago chico, gobernadores e intendentes juegan con sus códigos y tejen alianzas sin pedir permiso. Y nadie quiere sacar los pies del plato porque las grandes alianzas instalan mediáticamente los candidatos y mientras se mantengan unidos se aseguran pingües ganancias. Se juegan definiciones sobre el proyecto nacional y popular cuya figura central es Alberto, aunque todas las miradas esten posadas sobre Cristina. En el juego de libres fuerzas concurrentes que empujan las acciones del Frente de Todos, nada está quieto.
Además del impulso productivo industrialista, la puja distributiva convoca a quienes buscan cambios junto al movimiento obrero y sus aliados. El acuerdo oligárquico entre exportadores, bancos, medios monopólicos, corporaciones concentradas de servicios y formadoras de precios cartelizadas busca debilitar y dividir la coalición de gobierno. Sin embargo, “progres” y “renovadores” necesitan del mercado interno para su sobrevida política. La renta absoluta excluye a su clientela si va a parar a pocas manos. Y eso es el oxígeno que alimenta el respirador de la resistencia al quiebre.
Y ya lo ve… es la gloriosa CGT
“La CGT no va a aceptar el techo a las paritarias”, señalaron desde el encuentro de mesa ampliada cegetista realizado en la sede de Sanidad. Héctor Daer sumó la presencia de Carlos Acuña (Estacioneros), Andrés Rodríguez (UPCN), Rodolfo Daer (Alimentación), Víctor Santa María (Encargados de Edificios), Omar Maturano (La Fraternidad), entre otros.
Desde el Ministerio de Trabajo prefirieron desmentir un posible tope del 30%: “Esperamos que los sueldos estén 2 ó 3 puntos por encima del IPC”. El estatal Rodríguez anunció que “no tenemos lineamientos oficiales sobre un eventual plan de precios y salarios”.
El hombre de UPCN reiteró que aún no fueron notificados sobre la próxima convocatoria al Consejo Económico y Social, que en Casa Rosada consignan que finalmente se llevará a cabo en febrero. Pero negó que de esa mesa de negociaciones pueda salir una pauta salarial. “Para cerrar un acuerdo con el gobierno lo primero que tiene que haber es una propuesta, que aún no está. Por supuesto que la CGT participará de todo lo que tenga que ver con un plan antiinflacionario que permita ir disminuyendo la inflación, porque es un flagelo”.
La política frentista le resulta vital al peronismo porque esa fuerza no logra por sí sola superar a las alianzas o bloques de fuerzas liberales. Esa mayoría relativa necesita un Frente con apoyos múltiples de sectores de la vida económica y laboral del país para sumar los respaldos necesarios para gobernar, dado que apenas absorbe lo que cae por los bordes de la política. Pero faltan interlocutores. Arbitrar la dualidad peronismo-desarrollismo que late en el seno de la coalición gobernante es un arte, una ciencia y un desafío cotidiano.
Miradas a babor
El alerta principal para los grandes bloques políticos es que pueden perder votos (y puestos electivos) si no hay PASO previas que depuren la lista de presentes al acto final. Al FdT se le caerían votos por izquierda tras indefiniciones sobre temas calientes como la represión en Guernica, los casos de Vicentin o las retenciones al maíz, la carrera desatada por los formadores de precios o las definiciones del matrimonio Massa en los diarios El País y La Nación sobre los presos políticos (irrita el concepto de que deban “saldar” cuentas en la Justicia, por más que ex Vicepresidente, ministro, dirigentes kirchneristas fueron juzgados en causas armadas). Habrá que ver cuánto pesa el enojo de los sectores militantes disconformes en las elecciones parlamentarias de medio término. Un aviso fue el disgusto que derivó en portazos como las renuncias de Alicia Castro a la embajada rusa o Adriana Puiggrós en Educación.
La consolidación de movidas políticas construidas como arietes de frente único en la lucha contra el macrismo (como Movemos en CABA, Ciudad Futura en Rosario) empuja a una vanguardia del sindicalismo y los movimientos sociales porteños hacia una independencia política que dirige sus cañones al PRO ignorando al partido oficial en el distrito, mientras teje lazos con el progresismo nacional acuartelado en el Conurbano de la Provincia de Buenos Aires. El neolaborismo capitalino de Movemos pretende disputarle la primacía electoral al PJ de un Víctor Santa María dueño del aparato que juega con su artillería mediática (Página12, canal IP) bajo el fuego ¿amigo? de las denuncias de connivencia con el Grupo Clarín.
Peronistas somos todos
Retornada la democracia –en tiempos de la caída del muro de Berlín y hegemonía yanqui—, el justicialismo llevó al poder a Carlos Menem, primero como neoliberalismo vergonzante (“revolución productiva”) y luego agresivo (“ramal que para, ramal que cierra”).
Fue conservador autoritario y populista en el gobierno de Eduardo Duhalde tras el 2001. Pero también adoptó posturas progresistas durante Néstor y Cristina. Todos se reclamaron peronistas, con el agregado albertista, kirchnerista o “peronista a secas”, según el consumidor político se encuentre recorriendo el eclecticismo de la desorganización organizada o esté militando por un partido-máquina gramsciano de alta productividad. Es una identidad política hegemónica y también una cultura política.
Juan Domingo Perón solía jugar con la ambigüedad política para apagar incendios polémicos de ideología y principios. Como una broma picante sobre el rumbo argentino de la política, le explicó en 1972 a un periodista muy seriamente que “en Argentina hay un 30% de radicales, lo que ustedes entienden por liberales; un 30% de conservadores y otro tanto de socialistas”. “Y entonces, ¿dónde están los peronistas?”, preguntó el reportero. “¡Ah, no, peronistas somos todos!”
Al igual que los países que otorgan derecho a doble nacionalidad basados en la herencia por la sangre, nadie pierde. Quienes aprovecharon la volada con Menem siguen siendo liberales, los autoritarios hijos del populismo de Duhalde siguen siendo conservadores, y los “progres” que llegaron con Néstor y Cristina siguen con lo suyo. Como Miguel Picchetto y Luis Barrionuevo. Muchos se hicieron peronistas por conveniencia o comodidad, pero ahora están convencidos. Como dijo alguna vez Hugo Moyano, hombre del palo si los hay: “Los peronistas somos así, un día decimos una cosa y después otra”.
Pobre Alberto, diría la abuela. Rodeado de burócratas cegetistas con la calculadora de sus privilegios en ristre, de sindicalistas de la resistencia guiados por el olfato político o militantes sociales acuciados por necesidades o prebendas. Deudor de reclamos de gremialistas de base, reunido con empresarios de buena leche o especuladores, militantes fieles que se sienten de izquierda y de otros tantos “ni yanquis ni marxistas”, aplaudido o criticado por feministas, jóvenes, jubilados engañados o agradecidos por cuentas que no son claras.
Exabruptos y chantadas porteñas
Dejemos de lado el marketing bestial del gobierno de la Ciudad, replicado hasta el cansancio por las declaraciones mediáticas de Soledad Acuña y Fernán Quirós. (A falta de Rodríguez Larreta, aislado por el escándalo doméstico y el Covid.) Su delirio de comenzar las clases el 17 de febrero fue denunciado una y otra vez por Angélica Graciano de la UTE y demás gremios capitalinos.
Todos meten la cuchara en el tema presencialidad e inicio de clases. Con Sergio Romero de la UDA a la cabeza, el Consejo Directivo de la CGT se reunió con Nicolás Trotta para tratar la vuelta a clases, el cronograma de vacunación del personal docente y el presupuesto para el rubro. Nada está definido con claridad, solo las ganas.
Como un toro embravecido por los pinchazos presupuestarios que recibe su embaldosada propuesta, Larreta embiste sin ton ni son. Su plan de achicar horario para igual trabajo en la recolección tuvo respuesta formal a través de una carta del secretario general del SICHOCA, Hugo Moyano, quien rechazó una vez más la posibilidad de que el Gobierno porteño determine “recortes” de los servicios de la Rama Recolección de Residuos y Barrido en la ciudad de Buenos Aires, y denunció que “la medida reduciría los salarios en 20.000 pesos”. Se sabe que los camioneros pierden el buen humor cuando afectan su salario.
Amparada por las simpatías mutuas con el gobierno de la Ciudad, la empresa Metrovías —concesionaria de la red de subterráneos—, pretende desconocer el decreto que declara personas de riesgo a los trabajadores de más de 60 años y los conminó a retornar al trabajo. El sindicato realizó varias advertencias contra ese avance sobre el decreto oficial y luego concretaron un plan de lucha que comenzó con un paro de seis a nueve de la mañana del miércoles.
Según informó AGTSyP, “el porcentaje de casos positivos para coronavirus en la población general (del distrito) es inferior al 3%. Pero entre trabajadores y trabajadoras de las seis líneas de Subte y Premetro, que hemos mantenido el servicio en funcionamiento diariamente desde el inicio de la pandemia, este porcentaje ha superado el 9%, quedando a la vista el mayor riesgo al que estamos expuestos. Debemos lamentar, además de los 330 casos positivos, 6 casos fatales, de los cuales 3 corresponden a mayores de 60 años”, se consignó en el comunicado.
Ocurrido el paro de tres horas de todas las líneas, en un reportaje con el periodista Pablo Vilouta, el gerente de Comunicaciones Alejandro Beber mostró su desprecio por el sagrado derecho al salario que tienen los trabajadores. “No hemos descontado una semana de sueldo, lo que hemos hecho es no imputar una semana de sueldo en el software que liquida los haberes”.
Un cacho de cultura en tanta burrada
La CTERA denunció el intento de instalar falsas antinomias en relación al inicio del próximo ciclo lectivo y reclamó conocer el estado de la situación epidemiológica en cada una de las jurisdicciones. La entidad puso el ojo sobre “las condiciones de infraestructura y bioseguridad en las escuelas, con el cumplimiento de los protocolos y acuerdos paritarios que aseguren el cuidado de la vida y la salud de estudiantes y trabajadores de la Educación, así como la disposición de recursos tecnológicos y operativos necesarios para el desarrollo del trabajo docente en virtualidad”.
Los maestros señalaron que “es una esencialidad en contexto pandemia una planificación institucional en cada caso. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), se deben extremar las medidas de prevención en escuelas y comunidades. Los casos en niños, adolescentes y adultos jóvenes, han aumentado desde el verano de Europa y Estados Unidos. A esto se debe sumar que, aunque sean asintomáticos, los niños y jóvenes pueden ser transmisores del coronavirus”.
Con la firma de Sonia Alesso y Roberto Baradel, el documento señala que “los mejores resultados se obtienen cuando se sostienen políticas de consenso en donde los y las trabajadores/as participan en la toma de decisiones” y advirtieron que “la clave para transitar y garantizar la educación pública para todes es disminuir las enormes desigualdades existentes y aumentar el financiamiento educativo, que garantice salarios dignos, aumento de puestos de trabajo y todas las condiciones establecidas en los protocolos definidos oportunamente”.
Feudalismo, delitos y usura
Con una veintena de muertos por coronavirus, el ingenio Ledesma rechazó el pedido del sindicato azucarero de pagar un abono pandemia para todos los trabajadores que fueron declarados esenciales y laboraron normalmente durante el aislamiento. El comportamiento patronal fue denunciado en las redes sociales por la ex embajadora y dirigente sindical Alicia Castro: “Feudalismo, muerte y represión. Qué historia negra la de la familia Blaquier. El motivo del rechazo fue el hecho de que los trabajadores hubieran realizado paros...”
Con empresarios de esta laya y los 15 camiones detenidos en apenas tres días por gendarmería cuando transportaban soja sin las cartas de porte hacia el Paraguay, la mesa del consejo económico y social que desvela al Presidente Alberto Fernández se hace tan urgente como difícil. El poder económico no fue puesto en caja en lo que va del mandato del actual gobierno y la sublevación de los poderosos cunde por todos los frentes.
La inflación de enero está mostrando el desmadre del poder económico. Los que respetan lo que firman son los trabajadores y sus organizaciones reconocidas y no logran recuperar el daño del macrismo en sus bolsillos. La medida justa de la puja entre ganancia y derechos parece dada por la ofensiva descarada del Grupo Clarín con la facturación de Cablevisión. Tras el doloroso uppercut de la paritaria aceitera y el tongo de la paritaria electoral siderúrgica, las patronales han debido trazar una estrategia de apropiación de plusvalía absoluta a través de la renta de la tierra y los recursos hídricos ahora encarnados en la Hidrovía, el manejo de precios y la ilegalidad abierta del contrabando de cereales o las apuestas a la devaluación y la muerte sin vacunas.
La multilateralidad del capitalismo senil en bancarrota mundial obliga a atender varios frentes a la vez. Con el mercado exportador digitando los precios del mercado interno desde transacciones de pequeños volúmenes en commodities, el peso de la deuda adquirida con el FMI y varios estados provinciales que están en rojo. La parálisis de Vaca Muerta, la gran apuesta de los inversores locales, mantiene desvelado al administrador de las deudas y omnigestor de refinanciaciones Martín Guzmán.
Los sufragios tienen un poder relativo dentro de un sistema que les otorga buena prensa y siempre es bueno probar la musculatura política sin desbarrancar en el oportunismo. Se rechaza el discurso clasista por antiguo. Reducen las demandas a que la gente tenga vivienda, trabajo y sus necesidades básicas cubiertas. Ese programa no alcanza si junto con ello no se dice de dónde van a salir los recursos, quién los va a administrar y quiénes se oponen a que se otorguen esos emergentes derechos. El dato más importante es que los grupos más concentrados no lograron imponer su proyecto y el más preocupante es que el gobierno no ha logrado aún hacerlos entrar en razón.
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