Cambio de época

Latinoamérica en llamas, la CGT unida, represión en Chubut: postales del macrismo tardío

 

La transición macrista parece una eternidad en el bolsillo del pueblo trabajador. Tarifazos, aumento de precios, paritarias que no se convocan, represión desmesurada ante los elementales reclamos, todo se convierte en una torre de Babel donde cada uno habla un idioma diferente. El Presidente que no logró su reelección y perdió en primera vuelta se presenta como el vencedor moral y jefe de la oposición. Los medios hegemónicos atacan a Alberto Fernández y le atribuyen decisiones que aún está tomando Mauricio Macri. Está claro que cualquier resquicio será aprovechado para golpear al Presidente nonato.

La derecha regional sube la apuesta con un lenguaje bélico donde es oposición y más aun donde gobierna, con una calculada y brutal indiferencia a los reclamos populares, generando acciones violentas con intención de amedrentar a quienes ya han perdido el miedo. En Bolivia movilizan grupos de corte autoritario y paramilitar contra toda razón electoral que le dé el triunfo a Evo Morales y en el camino cuestionan hasta a los equipos técnicos de la OEA que revisan arteramente el recuento de votos. Todo Chile está en las calles desde hace más de 20 días con enormes movilizaciones que resisten una brutal represión que ya se cargó miles de heridos y detenidos con un saldo provisorio de más de 20 muertos. Piñera resiste al pedido de renuncia y de reforma de la Constitución. El santuario neoliberal instaurado tras el asesinato de Salvador Allende, exhibido en toda América como el modelo a seguir, se tambalea. El ciclo neoliberal en América Latina pierde vigencia acorralado por la resistencia popular.

 

La intendenta boliviana agredida por la oposición.

 

Perú y Ecuador, aun sacudidos por protestas sociales, apenas se sostienen con sus políticas de ajuste. Brasil, la otrora locomotora de la economía latinoamericana, es conducida por un desquiciado maquinista que insulta a propios y extraños y tuvo que otorgar la libertad de Lula, el más importante líder popular del continente. Lula está libre, por más que Jair Bolsonaro amenace a la prensa opositora, insulte por el voto a les Fernández o quiera excluir a la Argentina del Mercosur. Nadie proyecta liderazgo alguno más allá de su propia frontera. En ese contexto, la visita de Alberto Fernández al Presidente mexicano Andrés López Obrador surge como una esperanza de un nuevo ciclo latinoamericano que retome su camino de integración. “Qué impresionante el cambio de época que estamos viviendo. Y qué fuerte es la aceleración de los procesos políticos en todos los países: la película de la correlación de fuerzas en vivo y en directo, sin ir a los anales de la historia”. La periodista y doctora en economía Julia Strada sintetizó su asombro juvenil con agudeza.

 

 

Recuerdos del vandorismo

La CGT recibió a Alberto Fernández con un plenario de secretarios generales. Todo el arco gremial presente pactó la unidad momentánea. Hubo apenas algunos folklóricos puñetazos en la puerta del edificio de Azopardo por los lugares disponibles tras la entrada de un grupo identificado con los Aeronavegantes, y se hizo la tensa paz. Todos se movieron en bloque, cada cual con su ranchada. Los Gordos e Independientes de buen tamaño y poco músculo, el Movimiento de Acción Sindical Argentino (MASA) del taxista Omar Viviani y los Sindicatos en Marcha para la Unidad Nacional (Semun) de Sergio Sasia. Los más opositores, reacios reciente al amontonamiento, dijeron presente, desde el Frente Sindical para el Modelo Nacional del moyanismo a la Corriente Federal de Trabajadores de Palazzo y Amichetti.

 

 

Hubo ausencias programadas y faltazos: Gerardo Martínez se tuesta bajo el sol de la OIT y Luis Barrionuevo ya no es lo que era. Hugo Yasky no tiene lugar alguno bajo el enclenque sol de la unidad cegetista. Cachorro Godoy se autoexcluye para sobrevivir a su sectarismo. La numerosa columna de los trabajadores cooperativistas de la economía popular con dirigentes de gran alcance y potencial eriza la piel de muchos apoltronados que prefieren afuera del edificio de Azopardo a los millones de trabajadores más castigados por la crisis. Ni siquiera los docentes de Sonia Alesso y Roby Baradel, seguramente el sector más combativo del sindicalismo actual, pueden aspirar siquiera a sentarse en alguna de las butacas. No les hacen lugar ni para escuchar de parado lo que se habla.

Estuvieron Sergio Massa, Axel Kiciloff, gobernadores, legisladores, intendentes y futuros funcionarios del gobierno. “Este día es posible porque nos unimos”, dijo Alberto y obtuvo su ovación. A no dudarlo, son grandes los sacrificios para unirse entre quienes no pierden nada divididos. Las menciones de Saúl Ubaldini y José Ignacio Rucci lo amigaron con el auditorio, al que buscó seducir con un planteo integrador: “El movimiento obrero organizado es parte del gobierno que se va a instalar en Argentina”. Un eje difuso desde la educación a la ciencia y la tecnología le dio un sonido estratégico al discurso. Con el campo todo bien, con la industria está difícil, la cosa viene por la tecnología... Alberto propuso que la casa de los trabajadores se convierta en un “centro de capacitación tecnológica” para los que trabajan, para que se preparen para los desafíos del futuro en el mercado laboral.

El único orador en el “plenario” cegetista fue Alberto, una señal preocupante por decirlo eufemísticamente. Es que muchos expertos en la historia del sindicalismo argentino, hoy devenidos opinadores cotidianos, se han salteado el capítulo del vandorismo. Este ritual de la convocatoria y las ausencias es un lenguaje en sí mismo al que es necesario interpretar. Cómo entender si no el discurso de los ultraoficialistas diciendo que no pedirán bonos de fin de año o que están dispuestos a resignar poder adquisitivo perdido para posibilitar el control de la inflación. Por qué decirlo ahora que a Macri le queda más de un mes de mandato.

 

 

 

 

Tránsito lento

En un alarde de “orden” y “mano dura” para congraciarse con la sociedad chubutense, una dura represión fue encomendada por un hombre de Pato Bullrich, el ministro coordinador Federico Massoni. Durante la protesta que fue reprimida sin miramientos, detuvieron violentamente al secretario general del gremio docente, Santiago Goodman. La intervención de la CTERA le dio otra dimensión al conflicto y se acomodaron los melones. “Si tocan a un maestro, tocan a todos”, en el decir de Eduardo López, de UTE de la Capital Federal. Los docentes pararon en todo el país por la represión en Chubut. La intervención de la Justicia ordenó a la provincia devolver lo descontado a los docentes con una medida cautelar y estableció un plazo de cinco días al gobierno para que devuelva el monto descontado a los docentes por la retención de los servicios. Mariano Arcioni anunció la renuncia de Massoni, y propuso a los docentes una reunión para destrabar el conflicto para el lunes a las 18 en la Casa de Gobierno. Un clima de euforia tras el prolongado stress del conflicto sin fin envuelve a docentes y a los gremios que los vienen acompañando. “Luchar tiene sentido”.

 

 

Diario Popular no salió a los quioscos. “La empresa no paga los sueldos y los trabajadores de prensa y gráficos dijeron BASTA. No vamos a ser socios del vaciamiento, de la quiebra deseada. Queremos cobrar y volver a trabajar.” Los trabajadores de tercer diario en circulación de la Argentina dejaron en claro sus necesidades y objetivos.

En una conferencia de prensa realizada en el Sindicato de Trabajadores Viales y Afines (Stvyara), la secretaria general Graciela Aleñá, ratificó "la continuidad de la retención de tareas en el sector administrativo". En el encuentro, la dirigente sindical agradeció el apoyo a Juan Carlos Schmid, Omar Pérez (Camioneros) y otros gremios de la CATT, quienes la acompañaron durante la conferencia de prensa. “Tal vez lo que este gobierno no nos perdone, son nuestras dos denuncias penales por las que fueron imputados el ingeniero Javier Iguacel y el ministro Guillermo Dietrich, por actos ilegales y de corrupción, uno por sobreprecios y otra por la prórroga ilegal de las concesiones viales”, recordó la sindicalista y alertó: “No sabemos con qué se va a encontrar el próximo gobierno que venga”.

 

 

La Corriente Federal de Trabajadores repudió la ola de despidos que se están produciendo en distintas empresas como Meroli, Ersa Córdoba, Supermercados Luque, Mirgor, Dupont, Despegar, Dass, Ledesma, Arcor, Alco Canale, Ribeiro y otras. Acusan a estos empresarios de tomar de rehenes a los trabajadores, como variables de ajuste favorecidos por la política que lleva adelante el gobierno de Macri. La corriente de la CGT que encabezan el bancario Sergio Palazzo y el gráfico Héctor Amichetti alerta sobre las trágicas consecuencias para los trabajadores de lo que aun resta del gobierno actual.

 

 

¿La mesa está servida?

La inflación bate récords, la fuga de divisas del Banco Central está al rojo vivo, los vencimientos de la deuda tiñen todo el calendario de gobierno del Presidente electo. Ningún dato de la economía marca positivo y las secuelas de esta desastrosa saga no terminarán el 10 de diciembre. Macri se va pero sus políticas quedarán en la memoria y el bolsillo de los argentinos por mucho tiempo. No solo el país de conjunto quedó endeudado al extremo, sino que cada empresa, cada persona, tienen la misma realidad. Los que están bancarizados sufren la usura en sus plásticos de financiamiento; los que han sacados créditos para las viviendas padecen aun peores consecuencias por la escala de las deudas.

 

 

El mundo empresarial está fracturado entre los ganadores del sorteo que se llevaron todos los premios y una inmensa mayoría de perdedores, sobre todo en el universo de la pequeña y mediana empresa que no obtuvo una sola política favorable a lo largo del macrismo. Las energéticas, las concesionarias de peaje, los bancos y las exportadoras de cereales forman parte de los beneficiarios absolutos, que permanecen en el terreno de la duda en la agenda de los llamados a sentarse en la mesa de la concertación.

La mesa que promueve el Presidente Fernández, sea pacto social o acuerdo de precios y salarios, deberá ser fruto del consenso de todos los sectores que perdieron con el macrismo. El Campo, la Industria, la Producción y el Trabajo condicionan este armado y podrían posibilitar su éxito. Se trata del “Foro de los Necesitados”, aquellos que creyeron en Macri y los que no. Si hay monopolio de representación y solamente unos pocos discuten su aplicación, tal foro nace malherido. Si está la UIA y no están las pequeñas y medianas empresas, si están los productores agrarios y no las cooperativas, si están las cúpulas de la CGT y no las demás representaciones, si no está la economía social, habrá ausencias con mucho ruido. Este acuerdo sobre las grandes políticas y prioridades nacionales se transformará en leyes de rigurosa aplicación con premios y castigos a la hora de los votos en el Congreso. Frente a un poder económico exacerbado y amenazante, el límite solo lo puede poner un gobierno con fuerte consenso social. Si los delitos del macrismo permanecen impunes, se transformarán en el libre deuda para que el neoliberalismo vuelva a destrozarnos.

No son las cúpulas empresariales y el unicato vandorista los que podrán por sí mismos acordar la institucionalización del enorme esfuerzo que tendremos que hacer los trabajadores y el pueblo argentinos para remontar la cuesta.

 

 

 

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