¿Cabe el feminismo en el W20?

 

El 1, 2 y 3 de octubre en el Centro Cultural Kirchner en la Ciudad de Buenos Aires tendrá lugar la Cumbre del W20 –Mujeres20—, conformado por una red transnacional de mujeres líderes de la sociedad civil, los negocios, los emprendimientos y los think tanks, que busca influenciar en las tomas de decisión del Grupo de los 20, para que diseñen e implementen políticas públicas tendientes a la equidad de género en el marco de sociedades prósperas inclusivas. ¿Caben los mundos posibles del feminismo en este espacio?

El G20 se presenta como el principal foro internacional para la cooperación económica, financiera y política, que aborda los grandes desafíos globales y busca generar políticas públicas que los resuelvan. El espacio se encuentra formado por los 19 países con mayor PBI y la Unión Europea y sus propuestas, que coordinan políticas macroeconómicas a escala global, tienden a resguardar los intereses de las corporaciones y las economías más poderosas. Dicho de otra forma, el G20 es un espacio de confluencia para el resguardo de una estructura económica que reproduce desigualdad. Se organiza a través de reuniones anuales e itinerantes y este año la Argentina oficia como anfitriona, el gran evento tendrá lugar a principios de noviembre.

Entre las críticas que ha recibido este espacio, oficialmente en funcionamiento desde 2008, se observa que aunque ambiciona definir los rumbos de las economías del mundo, solo cuenta con representación del 10% de sus países. Cada país que oficia como anfitrión instala una serie de grupos conformados por la sociedad civil que se reúnen de manera previa al encuentro principal y consensuan recomendaciones no vinculantes para ser tenidas en cuenta entre los acuerdos finales de la Cumbre. Mujeres20 o Women20 –según su nombre oficial— es uno más, junto a otros seis: Business (negocios), Civil (sociedad civil organizada), Labour (trabajo), Science (ciencia), Think (pensamiento) y Youth (juventud), todos en inglés y con una estructura de aparente apertura a la participación de las organizaciones de la sociedad civil. Sin embargo, en la práctica aparecen los obstáculos. Por un lado, quienes lideran los grupos de afinidad son nombrados por el gobierno nacional, es decir que suelen acordar con sus intereses y, además, sus reuniones se llevan a cabo en lengua inglesa, la propia de los ámbitos transnacionales aunque ajena e incomprensible para los grupos de mujeres rurales e indígenas cuya participación —dicen desde el W20— se busca empoderar.

Susana Balbo, madama de los viñedos de Mendoza, es la chair del W20. Es decir, lo preside. La empresaria de los vinos y ex diputada de Mendoza por Cambiemos renunció a su cargo político en abril para dedicarse a tiempo completo a la faena de fortalecer “el pleno desarrollo económico de las mujeres”.

 

¿Qué desarrollo?

#MacriYoTeBanco es uno de los tweets que circula entre los publicados en la cuenta oficial de Balbo, mientras se escucha en sus declaraciones de prensa que desde el W20 “pedimos data desagregada sobre la situación de las mujeres tanto en el ámbito laboral como financiero, para poder generar políticas de estado asertivas y medir sus resultados”. Las intervenciones de la empresaria intercalan la exigencia de políticas para que las mujeres rompan los círculos de la violencia, con propuestas que tienden a su supuesta autonomía financiera a partir de la implementación de microcréditos y fondos especiales para emprendedoras, anclados en el mismo sistema que llevó a posicionar a Latinoamérica como una de las regiones con mayor desigualdad en el mundo.

Se trata de recomendaciones que no pueden leerse de forma aislada, sino que encuentran su correlato en las agendas de ajuste estructural y reformas previsionales, tributarias y laborales en las que se embarcan los países que, como Argentina, acomodan su ordenamiento interno de acuerdo con las exigencias de organismos transnacionales, como el Fondo Monetario Internacional. Así, mientras entre los consensos de este 2018, “el desarrollo de la mujer rural es la primera vez que se aborda en el marco del W20 y estamos seguras de que tendrá un gran impacto en las agendas de los grupos de trabajo del G20”, a principios de año el ex Ministerio de Agroindustria –devenido en Secretaría— desfinanciaba los programas de la UCAR (Unidad para el Cambio Rural), destacados internacionalmente por su aporte a la igualdad de género.

De manera paralela, las organizaciones que trabajan por los derechos de las mujeres, lesbianas, trans y otras disidencias –no nombradas por el W20— se preparan para las jornadas de principios de octubre.

Días atrás, el Observatorio de Defensoras de Derechos Humanos de las Mujeres para el G20, coordinado por Mabel Bianco, convocó a la reunión “Informe Feminista de la sociedad civil de cara al W20”, en la que representantes de diferentes organizaciones puntualizaron aspectos que el W20 no puede dejar de contemplar, por ejemplo, la inclusión de las trans y las travestis, o la necesidad de expresarse a favor de la interrupción legal del embarazo.

Victoria Gallo, integrante del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA) apuntó a la necesidad de que Argentina avance sobre la creación de un sistema federal integral y universal de cuidados en términos de corresponsabilidad, incluyendo servicios e infraestructura de calidad, gratuitos y profesionalizados, con regulaciones para extender licencias de alcance universal, la visibilización de la contribución económica del trabajo de cuidado no remunerado en los cálculos del producto bruto interno y la promoción del acceso de las mujeres al empleo decente dentro de los estándares de empleo decente de la OIT, con especial foco en mujeres que sufren discriminaciones múltiples.

Por su parte, Corina Rodríguez Enríquez, de Mujeres por un Desarrollo Alternativo para una Nueva Era (DAWN), insistió en la necesidad de “la coherencia que debe verificarse entre las políticas de igualdad que demandamos y para las cuales damos recomendaciones específicas, y las políticas macroeconómicas. Las políticas específicas para aumentar y mejorar el empleo de las mujeres no tendrán éxito en el marco de modelos económicos que destruyen empleo y profundizan su precariedad”.

Además, las organizaciones se preparan desde el Foro Feminista contra el G20, heredero del trabajo colectivo del Primer Foro Feminista frente al Libre Comercio de 2017 en el marco de la XI Ministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Desde este espacio, y bajo el compromiso de motivar y realizar “acciones de movilización, organización, democratización y socialización de información feminista“, se convocarán diferentes acciones en los primeros días de octubre, con las que se buscará promover los valores de una economía social, feminista y autogestiva que aborde las raíces estructurales de las desigualdades de género, a partir de prácticas asamblearias de construcción e interpelación, desde “un feminismo que arriesga y se arriesga desde la indignación y la esperanza”, un feminismo que le dice ¡No al G20!

Modelos de exclusión y G20

En una Argentina a la que la crisis le brota por los poros, ser anfitriona del G20 le cuesta y caro. A cambio, además de la posibilidad de posicionarse como país modelo de la implementación de políticas de corte neoliberal frente a las instituciones de crédito internacionales, el paso del G20 por estas tierras dejará asentada una gran infraestructura en lo que refiere a seguridad, armamento y la defensa necesarias para mantener el orden y la solemnidad de la reunión cumbre.

Mientras se acerca el evento, Balbo expresa que inspira sus propuestas a partir de su experiencia directa con las mujeres de campo por haber trabajado durante diez años en los viñedos de Cafayate. Por su parte, las organizaciones que representan intereses de mujeres indígenas piden por la enseñanza de sus lenguas originarias y la titularidad de sus territorios ancestrales, a lo que Balbo amablemente responde: “Deberíamos lograr que todas ellas hablen inglés porque es el idioma internacional más hablado y que mantengan su tradición cultural con el uso de su lengua originaria“.

Así, entre las tensiones de los diferentes modelos de desarrollo en puja, a principios de diciembre tendrá lugar la Cumbre anual del G20 en Buenos Aires y entonces se conocerán las decisiones para organizar los nuevos rumbos económicos. En la memoria reciente caben algunas de las determinaciones de Hamburgo 2017, donde los líderes acordaron limitar el proteccionismo, comprometerse con un sistema de comercio internacional regulado y favorecer políticas que repartan los beneficios de la globalización.

 

Nota publicada en http://latfem.org/cabe-el-feminismo-en-el-w20/

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