En noviembre de 2016 se aprobó una Ley de Trombofilia que incluía en el programa médico obligatorio (PMO) el análisis de sangre como práctica rutinaria de control para la detección temprana de ese desorden de la coagulación sanguínea, por el cual muchas personas pierden sus embarazos. Además creaba un Programa Nacional para la investigación, diagnóstico y tratamiento en el marco del Ministerio de Salud. Pero Mauricio Macri la vetó un mes después. Esta semana volvió a presentarse el pedido de tratamiento de un nuevo proyecto de ley en la Comisión de Acción Social y Salud Pública de la Cámara de Diputados de la Nación. Ahora se espera un dictamen favorable para llevar la ley al recinto.
“No es necesario esperar tres abortos. Uno ha escuchado que es normal que cualquier mujer pierda un embarazo, que tenga un aborto. No, no es normal”, explicó la obstetra especialista en trombofilia Hilda Ruda Vega, en la Legislatura porteña, durante la presentación de la muestra de fotos "Trombofilia y Embarazo". Los gritos y aplausos de las y los asistentes subrayan el discurso. Una persona que lleva un embarazo deseado debe pasar por al menos dos instancias de interrupción no voluntaria de la gestación para que recién ahí las instituciones médicas analicen si padece de trombofilia. Según recomendación de organizaciones médicas, incluida la Sociedad Argentina de Hematología, hay que “retrasar el diagnóstico hasta que se produzcan dos o más abortos consecutivos tempranos (antes de las 10 semanas) de embarazo embrionario, sin causas genéticas”.
Analía tuvo su primer embarazo en 2015, a los 31 años. Ella es actriz y con la panza en crecimiento seguía trabajando con la alegría de estar viviendo un momento esperado. El bebé por nacer se veía perfecto en los controles, entre ellos el scan fetal. Pero a los 6 meses un fuerte dolor la alertó. No eran cólicos, como le dijo su obstetra. En la Guardia del Anchorena, esa misma noche, le dijeron lo que todas las mujeres embarazadas con trombofilia no diagnosticada escuchan alguna vez: “No hay latidos”. Luego de la noticia, sorpresiva, inabarcable, parió a su hijo sin vida.
Fue ahí, recostada en una camilla, con el movimiento incesante de barbijos y ambos alrededor, que Analía escuchó por primera vez la palabra: “¿No será que tiene trombofilia?”
“Las trombofilias son un trastorno en la coagulación de la sangre que hace que coagulemos más de lo normal”, explica la página “Trombofilia y Embarazo”. “Muchas veces se desencadena frente a una alteración hormonal como es el embarazo. En este caso, los trombos o coágulos obstruyen las arterias uterinas, las del bebé y se termina perdiendo el embarazo”. Como desprendimiento de “Trombofilia y Embarazo”, Analía y otras mujeres armaron el Colectivo por la Ley de Trombofilia, exclusivamente para impulsar la Ley y que “no quede en el regodeo del dolor y sea útil para las chicas que aun no tienen diagnóstico”.
“Se logró que se ponga en tratamiento el proyecto en la Comisión, es un pequeño avance; el próximo paso es el dictamen favorable. Vamos por eso. Acá no se rinde nadie”, dice Analía mientras busca nuevos videos en la tablet para su hijo de un año. Ella atravesó su segundo embarazo con inyecciones diarias de Heparina, un anticoagulante natural. En la búsqueda de aliadas y aliados en el Congreso, para empujar nuevamente la ley, el colectivo se encontró con la Diputada del Frente para la Victoria Fernanda Raverta, que presentó el proyecto.
—¿Cuáles son los cambios respecto al proyecto vetado por Mauricio Macri en 2016?, preguntó El Cohete a Raverta.
—El nuevo proyecto de ley se basa en el criterio médico, son lxs medicxs quienes definirán qué estudios requiere cada persona y la ley garantizará su cobertura para quienes lo requieran. Intentamos priorizar el derecho a la salud por sobre intereses corporativos o económicos, estableciendo la importancia de garantizar acceso y cobertura a aquellas mujeres que lo necesiten. Esto hoy no está garantizado porque las obras sociales y prepagas no están respetando el criterio médico sino solamente sus propios intereses económicos, avanzando sobre el derecho a la salud de las mujeres.
Mientras el Estado no garantiza el acceso de las mujeres al pleno ejercicio de sus derechos, en especial el derecho a la salud, los colectivos de mujeres se organizan de forma autogestiva para paliar la ausencia de políticas públicas. Desde el colectivo por la Ley de Trombofilia, por ejemplo, dondan el anticoagulante que les sobró de sus tratamientos a mujeres que no pueden acceder a él, ya sea porque la prepaga o la Obra social se niega a cubrirlo (como es el caso IOMA) o porque en los hospitales públicos no hay. La Heparina permite llevar un embarazo normal para muchas mujeres con un tipo de trombofilia, otras requieren tratamientos con drogas más complejas y su indicación depende del diagnóstico temprano. Para eso es indispensable la ley.
La Ley de Trombofilia, que espera en la Comisión de Acción social y Salud Pública su tratamiento, podría garantizar a las mujeres el acceso a la salud, para que nadie tenga que esperar a perder tres o cuatro embarazos antes de ser diagnosticada y que, finalmente, cada una pueda maternar cuando quiere maternar.
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