Burradas sobre Venezuela
Precisiones sobre unos pocos puntos centrales de los que no puede haber dudas
Mi nota del domingo 3 sobre Venezuela, Anacronismos, ha obtenido algunas respuestas sorprendentes. Cuando la audiencia no se ríe, suele deberse a que el chiste es malo, y esto podría extenderse a la comprensión de una nota.
Pero la releí con cuidado y creo que también hay sectores de la audiencia que cierran la mente para que no ingrese ni una idea ajena al repertorio aceptado, aunque no diga nada muy distinto, basta que lo haga de otra manera. Creo que ya te conté el diálogo entre Pichuco y Pugliese en un programa de fin de año 1955. El locutor preguntó por los deseos para el año nuevo:
—Yo quiero que haya paz— dijo Troilo con sencillez.
El locutor se dirigió entonces al pianista:
—¿Y usted, don Osvaldo?
—Yo como Pichuco, deseo que haya paz.
Luego de una pausa, agregó:
—Que haya paz y coexistencia pacífica.
Esa era la consigna lanzada por el nuevo jefe del Partido Comunista Soviético, Nikita Khruschev, luego de la muerte de Stalin y cada militante debía repetirla cada vez que cuadrara, y cuando no también.
No voy a responder a cada opinión, porque todos tienen derecho a la suya. Sólo precisar, unos pocos puntos centrales sobre los que no puede haber dudas:
- El principal problema de Venezuela es la descarada intervención del gobierno del Presidente Donald Trump, escribí en el primer párrafo.
- Nadie invistió a Estados Unidos de autoridad alguna para intervenir en los países de nuestra América. Que su gobierno mencione los derechos humanos como justificación es grotesco, afirmo en el último. Aunque haya violaciones graves.
- En el medio, denuncio la afirmación de Bolton de que van por el petróleo de Venezuela y la cotejo con la de Trump que lamentó que no se hubiera acordado eso antes de la invasión a Libia y el asesinato de Gadafy.
- También repudio la amenaza de recluir a Maduro en Guantánamo, cuento cómo ese pedazo de tierra cubano fue usurpado por Estados Unidos, las torturas que allí se practican y lo asocio con la ocupación de territorio mexicano en 1846 según la doctrina del destino manifiesto.
- Enumero los intentos desestabilizadores de los últimos años en Venezuela, Honduras, Bolivia, la Argentina, Paraguay y Brasil.
- Reseño la estrategia de seguridad nacional de Trump de 2017, que exalta el predominio energético, el rechazo a la presencia rusa y China en la región, y la lucha contra la corrupción “de modo que las empresas de los Estados Unidos puedan competir en forma limpia en un entorno de negocios transparente”. También explicito sus consecuencias para los gobernantes populistas que perdieron el poder: Correa, Cristina, Dilma, Lula, Lugo.
- Advierto contra los halcones Bolton, Pence y Pompeo, a quienes se sumó el desestabilizador de Nicaragua en los '80, Elliot Abrams, y doy cuenta de que con los yacimientos de petróleo y gas no convencionales de Vaca Muerta y con las bases de China y Estados Unidos en las inmediaciones, la Argentina ha quedo envuelta en el más peligroso ajedrez estratégico mundial, por lo cual alcanzar una solución pacífica en Venezuela es de primordial interés nacional, desde ahora y para siempre. Nos hemos vuelto invadibles y bombardeables, por desgracia.
- Destaco la gigantesca concentración chavista del sábado 2 de febrero en la avenida Bolívar de Caracas y replicada en otras ciudades del país, que ponen en duda el triunfalismo opositor. Añado que ante ese escenario, Maduro ratificó la aceptación al diálogo propuesto por el secretario general de la ONU Antonio Guterres y recogido en el Mecanismo de Montevideo; reclamó el levantamiento de las sanciones económicas, anunció ejercicios militares el 10 y el 15 de febrero y el adelantamiento de las elecciones legislativas antes de fin de año, de las que invitó a participar a la oposición.
- Considero absurda la consagración de Juan Guaidó como autodesignado a cargo de la presidencia, a quien Estados Unidos le entrega fondos confiscados al Estado venezolano y su petrolera estatal.
- Cito al ex jefe del Comando Sur, almirante James Stavridis, quien propuso apretar al máximo las tuercas económicas, de modo que los propios militares venezolanos se encargaran de Maduro. Y consigno la respuesta del relator especial sobre el impacto negativo de las medidas coercitivas unilaterales del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Idriss Jazairy: “Venezuela necesita compasión, no sanciones que sólo pueden producir hambre y falta de medicamentos. Precipitar una crisis económica humanitaria no puede ser la base para una solución pacífica de las controversias".
También la ilustración del gran Alejandro Ros muestra que el problema de Venezuela es Estados Unidos y otro tanto afirman en la misma edición las notas de Ernesto López (Venezuela bajo asedio), Eli Gómez Alcorta (Cómo defender la democracia venezolana), Jorge Elbaum (No es Venezuela. Es América Latina) y Horacio Rovelli (Los objetivos del imperio). Por si alguien no lo sabe o se le olvidó, el autor de la nota Anacronismos es también el director de El Cohete a la Luna que solicitó esas cuatro colaboraciones.
Quien detecte en mis palabras una versión de la doctrina de los dos demonios o la óptica de la socialdemocracia europea, que vaya al oculista político, porque está mal de la vista. Tiene que sacar turno con el papelito verde. En la cola de al lado, con el ticket rosa, están los que creen que Maduro es un óptimo continuador de Chávez, amado por su pueblo y respetuoso de los derechos humanos; que Putin reconstruye la Unión Soviética y las inversiones chinas siguen una pauta ideológica; que el éxodo de tres millones de personas se debe en forma exclusiva al imperialismo, igual que la inflación de varios millones por ciento; que sólo se reprime a provocadores contrarrevolucionarios, que el único error es no encarcelar a los periodistas críticos y que los gobiernos populistas de la década ganada no hubieran podido hacer nada para impedir que se llegara a este punto.
Es improbable ganar la apuesta con tamaño enemigo, sin entender de qué se trata.
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