El cierre de escuelas en el área rural es parte del abanico de medidas de gobierno para forzar el despoblamiento del campo y así, con menos gente de por medio, mejorar las condiciones para la incorporación al mercado de espacios territoriales que están en la mira de los grupos económicos. La escuela albergue de nivel primario N°303 de Isla Victoria, en el Parque Nacional Nahuel Huapi, no funcionó este año y su continuidad está en riesgo.
Fue cerrada durante la última dictadura cívico-militar. Hace unos tres años que circulan versiones de su posible fin, antigua técnica del rumor para que la sociedad local vaya incorporando y aceptando los hechos consumados. El vaciamiento y desarticulación del establecimiento, en este caso, es cuestionado por padres, alumnos y ex alumnos, docentes, profesionales de servicios turísticos del Parque, sectores gremiales y políticos de la oposición. El gobierno provincial en manos del Movimiento Popular Neuquino (MPN) negó el cierre y creó una comisión técnica para que formule un plan de reforma que desarticulará el proyecto educativo que funcionó hasta el año pasado inclusive.
La falta de niñxs en edad escolar de las familias que lograron sostener la ocupación efectiva dentro del Parque, especialmente en la costa oeste y norte del lago Nahuel Huapi, es el argumento central para cerrar el establecimiento. El efectivo envejecimiento de la población rural tiene relación directa con la asfixia económica que impone Parques para restringir las actividades productivas de los pobladores que trasladan sus familias a Villa La Angostura. A la vez, tampoco es cierto que no hay niñxs, ya que algunos de la comunidad mapuche Quintriqueo (Brazo Huemul) fueron relocalizados en Cuyín Manzano (en cercanías de Traful) y otros en Bariloche y VLA.
El Consejo Provincial de Educación (CPE) de Neuquén no convocó a la matrícula escolar para iniciar este año lectivo el 1° de febrero, con la excusa de que el director del establecimiento estaba sumariado. Ningún establecimiento público se cierra por esa razón, ya que se cubre el cargo con otra persona. Además, los funcionarios del área hicieron un perverso juego de palabras declarando a la prensa que el establecimiento no se reabría por una denuncia de abuso, sin precisar que existe un sumario interno por presunto abuso de autoridad de un docente a otro. En el lenguaje corriente la imprecisión dejó flotando la supuesta existencia de un caso de abuso sexual.
Si el docente cuestionado es o no responsable en los dos sumarios que acumula o es víctima de persecución estatal, se podrá establecer en su momento. En tanto, al menos una parte de la comunidad educativa se niega a ser rehén de políticas públicas que cortan por lo más delgado con finalidades que no se hacen explícitas.
Chicos pobres en el paraíso
Por un comodato entre Parques Nacionales y Neuquén, la escuela ocupa en comodato un predio de una hectárea aproximadamente en la bahía Anchorena, con aguas que permiten el ingreso de embarcaciones, a metros de un muelle de uso turístico y de una hostería con restaurante en proceso de licitación pública para ser otorgada a capitales privados para su explotación. Está en medio de un manchón de bosque nativo andino-patagónico que se salvó de la forestación con especies exóticas hecha por Aarón Anchorena a principios del siglo XX, cuando además introdujo ciervos, faisanes y jabalíes que hoy son plaga.
A la vieja usanza, la unidad educativa consta de dos edificios de construcción típica en madera. En uno funcionó hasta diciembre del año pasado la escuela, en otro el albergue con capacidad para cuatro niñas y otros tantos niños, el personal docente y auxiliar. La dinámica era de diez días en Isla Victoria y cuatro en sus hogares familiares. Contaba con un presupuesto de 7.000 pesos al mes para sostener la cocina de alumnxs y trabajadores.
La cerró la dictadura en el '76, reactivándose en el '87. En el '90 la antigua escuela Normal N°7 se convirtió en la 303, creándose poco después la modalidad del albergue. Desde 1988 el Poder Judicial y áreas estatales que intervienen en la tutela y garantía de los derechos de niñxs comenzaron a matricularlos en Isla Victoria, donde no contaban con el acompañamiento profesional que sí disponen los establecimientos en el área urbanas.
De todos modos la escuela fue armando su propio perfil pedagógico, centrado en la defensa del medio ambiente, mucha actividad al aire libre, talleres de formación con elementos del lugar y la visita constante de turistas de todo el mundo que llegaban en los catamaranes. Está a 30 minutos de navegación desde Puerto Pañuelo (Bariloche, al sur) y una hora a Bahía Mansa (VLA, al norte), contó Andrea Pargade, guía de turismo, egresada de esa escuela, miembro de la familia del primer guardaparques de la isla que llegó en la década del '40 para trabajar en el aserradero y el vivero que funcionaba por entonces.
Aymé (12 años) y su hermano Benjamín (14) quisieron dar su testimonio en defensa de la continuidad del proyecto educativo que los hizo felices, según sus palabras conmovidas. Ante los rumores de cierre, el año pasado Aymé se cambió a una escuela del pueblo; Benja alcanzó a egresar en una fiesta que parecía de una estrella de rock, recordó un asistente, ya que las empresas de los catamaranes dieron cien pases libres para invitados el cierre del año escolar. Patricia Silva, madre de ambos, propuso y autorizó a sus hijos a brindar testimonio público ya que la escuela fue el hogar cuando ella debía pasar por largos períodos de tratamiento médico que le impedían atenderlos. Esta familia vive en El Mallín, uno de los barrios más pobres y empobrecidos de VLA, sin servicios básicos elementales, hacinados como en un ghetto cercado por el bosque.
Patrimonio cultural y natural
En la continuidad del proyecto educativo de la 303 se juega, además, el uso público de un espacio que fue elegido por la oligarquía porteña para uso y disfrute exclusivo, propiedades privadas protegidas por la figura de un parque nacional y reserva de la biosfera más recientemente. La escuela se llama Guardaparques Aurelio Pargade en reconocimiento al trabajo del abuelo de Andrea, que llegó a la isla junto a su hermano. Trabajaron como lancheros y en el aserradero de lo que entonces se conocía como “la Forestal”. Como entonces, ahora continúa usándose el Puerto Radal para ingresar a la zona. Aquellos hermanos vivieron con sus familias en las casas N°1 y la 70° (“la azul”), que permanecen en pie restauradas y preparándose para museo con el mobiliario original que donará la familia Ortiz Basualdo, otra de las porteñas que acapararon grandes extensiones sobre la costa norte.
La primera escuela se creó para los hijos de los trabajadores del vivero de los Anchorena, recordó Andrea. Sus propios hijos fueron en ocasiones como oyentes en los últimos años. Con su trabajo de guía, de domingo a viernes visitó todos los días la escuela, preguntando qué faltaba, llevando pasajeros. Ella reconoció en Benjamín a un excelente guía de turismo, que con sus pocos años cautivaba a los visitantes por su capacidad de compartir el conocimiento y el amor a su espacio de vida.
El recorte del gasto público, la relación cantidad de alumnxs y gasto de funcionamiento, presuntas irregularidades del personal, son razones insuficientes para explicar el cierre esta escuela enclavada en uno de los últimos botines que quedan por saquear.
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