Bolsos, dólares y mentiras
La primera caída de un testigo
Acaban de conocerse los fundamentos de la sentencia del juicio oral al valijero José López. Y los datos son importantes para el futuro de la causa de los cuadernos porque el ex secretario de Obras Públicas fue el primer arrepentido encuadernado por Claudio Bonadío, cuyo testimonio acaba de ser evaluado con todo detalle en debate público por otro tribunal.
Los jueces del Tribunal Oral Federal 1 porteño condenaron a López en junio a seis años de prisión por enriquecimiento ilícito. Ahora explicaron las razones. De los fundamentos se desprende que no creyeron una sola palabra de lo que dijo en el juicio —que fue lo mismo que dijo ante el juzgado de Bonadío— sobre el origen de los 9 millones de dólares que intentó esconder a las apuradas en un convento de General Rodríguez.
López dijo que el dinero no era suyo, sino de la política y que lo trasladó por un mandato del ex secretario de presidencia de la Nación. Con ese argumento obtuvo en el juzgado de Bonadío el status de arrepentido y cambió el lugar de detención. Los jueces del TOF 1 sostuvieron que el dinero pertenecía a su patrimonio, que él mismo planificó el escondite y que con argumentos inverosímiles cambió de versión en un escenario político nacional con el que intentó beneficiarse.
"Sus argumentos se fueron deslegitimando uno a uno a partir del escenario fáctico vislumbrado durante el debate como por la totalidad de los elementos incorporados por lectura", dijeron los integrantes del tribunal, Ricardo Basílico, José Antonio Michilini y Adrián Grünberg. "Todo lo cual demuestra sin hesitación que López había planeado presentarse en el convento para poder ocultar todo el dinero descubierto, el que claro está no podía justificar en modo alguno ni con todos los ingresos producidos a lo largo de su vida profesional".
Uno de los jueces, Adrián Grünberg, buscó una manera irónica de explicar aquello que comenzó a pasar con López después de presentarse ante Bonadío el 17 de agosto de 2018, diez días después de haber declarado por primera vez en el debate. Para Grünberg esa "palinodia conspirativa" incluyó circunstancias de tinte cinematográfico que, dijo, no resisten el menor análisis.
Como recuerdan los jueces, López declaró dos veces en la instancia oral: el 10 de agosto y el 10 de octubre de 2018. En el medio se acogió a la figura del imputado arrepentido. En la primera declaración dijo que el dinero era de la política sin ninguna aclaración y que salió de su casa a las apuradas porque le habían pedido que mueva la plata. En la segunda ocasión, luego de su presentación en la causa de los cuadernos, el testimonio introdujo una conexión con la figura de la ex Presidenta Cristina Fernández. Dijo que el dinero se lo había dado Fabián Gutiérrez, ex secretario de presidencia; que le pidió que unifique la plata; que hasta entonces no había dicho nada porque le temía a la ex mandataria y contó aquel diálogo en el que ella supuestamente le pregunta si iba a ser parte del problema o de la solución. Un diálogo sobre el que López no aportó ningún elemento de prueba, que también pronunció ante Bonadío y con el que se alimentaron durante meses los canales propaladores de la persecución a la ex mandataria.
Antes de pasar a las refutaciones, conviene recordar lo siguiente. A López se lo encontró el 14 de junio de 2016 en el convento de las monjas con seis bultos y una valija Samsonite con una etiqueta a nombre de su hija, donde guardaba la mayor parte de la plata. Esa noche dejó el auto en marcha en la puerta del convento. Llevaba una carabina calibre 22 con mirilla láser y dos celulares. La policía llegó poco después, alertada por el llamado al 911 de un vecino repartidor de pollos del que los jueces aún desconfían. En los bolsos, López tenía una serie de objetos que fueron centrales para desplomar la coartada: 425 yenes en plata chica, un recibo de cambio de dólares a yuanes de un año antes y relojes caros como un Rolex de 350.000 pesos y otros más baratos como uno marca GSP de 500 pesos.
De esa trama, los jueces sacaron explicaciones lógicas de la coartada.
La valija con la etiqueta de su hija es un ejemplo. López dijo que la usó porque lo obligaron a unificar el dinero. Pero si eso era así, dijo el juez Grünberg en un voto aparte, no se entiende cuál era la diferencia para los mandaderos, entre llevar seis en vez de siete u ocho.
López dijo que el tesoro era dinero de la política. Pero entre el dinero estaban los 425 yuanes en billetes de 10, 20 y 100 y un recibo del Banco de China a su nombre, fechado en China un año antes, el 2 de junio de 2015. Ese dinero y el recibo probaron dos cosas. Que no le habían dado el dinero en los últimos días sino que por lo menos tenía una parte desde hacía un año. Y que era suyo porque Migraciones informó que regresó al país desde China dos días después de aquel cambio.
También estaban los relojes. Entre ellos, un Rolex y un Omega de 350.000 y 37.000 pesos, respectivamente. Resulta inverosímil, dijo el mismo juez, que los hombres enviados por Fabián Gutiérrez para esconder el dinero le hubieran llevado dos relojes de considerable valor. Es claro, dijo, que los relojes nada tienen que ver con el dinero que provenía supuestamente de la política sino que eran objetos de José López. En el tesoro había un reloj Tommy Hilfiger de 1.000 pesos, un reloj marca Aviator de 600, el GSP de 500 y un Hamilton de 20.000. ¿Resulta creíble que esos personajes de la política hayan querido también guardar relojes de 500 pesos?
Finalmente, López tampoco pudo explicar por qué llevaba el arma. A los jueces les resulta inverosímil que quienes lo seguían le hayan dejado llevar un arma con la que se hubiese podido defender. Tampoco la razón por la que lo habrían dejado llevar dos celulares desde los que podría haber llamado al 911. Ni la razón por la que dijo haber tirado el teléfono con el que supuestamente se había comunicado con Gutiérrez.
El juicio dejó sin embargo preguntas pendientes. No se sabe por qué salió de la casa de Luján durante la madrugada fría del 4 de junio de 2016 hacia el convento de General Rodríguez, aunque desde el comienzo se sospecha que se trató de una operación de inteligencia. Tampoco se hallaron respuestas para explicar el origen de los 9 millones de dólares. Para los jueces es un dinero que provino del retorno de empresas contratistas con el Estado. A ese mundo pertenecían los dos empresarios de la Cámara de la Vivienda propietarios de la casa del Dique de Luján que usaba el valijero. Enrique Andrés Galera y Eduardo Ramón Gutiérrez, condenados a dos años y medio de prisión como testaferros de López, fueron presidentes de la Cámara de la Vivienda Económica, uno a continuación del otro. Y dueños de la casa sucesivamente, desde 2008. Gutiérrez era dueño del grupo constructor Farallón asociada con Angelo Calcaterra y Nicolás Caputo con quien compartieron el 35 por ciento de la obra de la construcción del Museo de Malvinas en el predio de la EXMA y una obra en el Hospital Posadas. Período durante el cual, dijo Gutierrez en el juicio, estuvo en contacto con López. Eso es lo único hasta donde se avanzó.
Las mentiras de López no son nuevas. Fabián Gutierrez quedó detenido por Bonadío tras su declaración. Gutierrez negó todo lo que dijo López, pero abrió otra hipótesis con otros bolsos ahora en aéreos hacia el sur. Bonadío también le dio el status de arrepentido. Hoy está en libertad. Los testimonios de los arrepentidos encuadernados comenzaron a mostrar sus problemas de costura a partir del escándalo de Marcelo D'Alessio. La lista incluye presentaciones propias o denuncias por la coacción sobre el ex directivo de PDVSA Gonzalo Brusa Dovat, el guión de Leonardo Fariña y un llamado de Patricia Bullrich que intervino para pedir que otro encuadernado, Alejandro Vanderbroele, sea incorporado al programa de testigos por la causa de Ciccone Calcográfica. La lista debería sumar al propio D'Alessio, que se presentó a declarar en la causa original del gas licuado como si fuese testigo cuando no lo era. José López es uno más de esa trama.
Hoy está alojado sólo y aislado en un edificio de la Policía Federal bajo la asistencia del Programa Nacional de Protección a Testigos e Imputados. El Programa depende del Ministerio de Justicia. Pero el edificio está controlado por las fuerzas que reportan al ministerio de Seguridad. Según el Manual de Buenas Prácticas para Testigos Protegidos de Naciones Unidas, los asistidos en estos programas deben estar en espacios autónomos, lo más lejos posible de las fuerzas de seguridad. Al evaluar las políticas implementadas en países con modelos de programas que se encuentran bajo dependencia de la Policía —como es el caso de Canadá, que hoy colabora con el Programa argentino—, señalan que la cercanía de los uniformados a los protegidos son un problema porque los policías son inquisitivos por naturaleza. En ese sentido, tal vez hay que pensar que a López no le pusieron un sistema de protección sino una mordaza.
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