Bifurcaciones sobre la vacuna

El uso político de la pandemia, en la nueva etapa

 

Cerca de cerrar el primer mes de 2021, la campaña de vacunación contra Covid-19 se encuentra en marcha en nuestro país. Lejos de aportar a un debate serio, distintos miembros de la oposición política, particularmente del frente Cambiemos (Macri, Bullrich, Rubinstein, Negri, Cornejo y Carrió, para nombrar algunos casos crónicos de irresponsabilidad ciudadana), abonan la generación de dudas e instauran el miedo en la población.

Desde la Iniciativa por el Resguardo de los Derechos Humanos (IRDH) hemos plasmado nuestra preocupación reiteradas veces acerca de la utilización política de la pandemia y la búsqueda permanente de desestabilizar a la conducción política de la lucha contra la misma. Una vez más nos encontramos en un escenario similar pero con un nuevo actor. La vacunación es hoy la herramienta central que permitirá salvar vidas, en un contexto de sufrimiento por las pérdidas y cansancio por la situación de emergencia.

Carl von Clausewitz se encargó de entender la política como un elemento anexo de la guerra. De alguna manera, la resolución de conflictos y tensiones, normales a cualquier conjunto humano, pueden encontrar su resolución con el empleo de la fuerza explícita o mediante las múltiples herramientas (implícitas y explícitas) del ejercicio del poder que brinda la política. A lo largo de nuestra historia pudimos ser testigos de la profundidad a la cual ha llegado la resolución de conflictos cuando el poder se vuelve autoritario, produciendo genocidios sobre las tierras que habitamos. Fue y sigue siendo en este punto donde el movimiento de derechos humanos pone un límite a estas prácticas, aportando su accionar a la construcción de una sociedad sana, que pueda resolver sus disputas en un marco de contención.

En ciertos puntos, todas las instituciones de nuestra sociedad deben ponerse al servicio de lo elemental, que es cuidar la vida y la salud en tiempos particularmente difíciles. Hoy en día nos encontramos en ese punto de la historia. Así lo entendimos desde la gestión estatal, el sector sanitario, las organizaciones sociales, lxs científicxs, los organismos de derechos humanos y la mayoría del pueblo argentino.

Los movimientos antivacunas y el mensaje sobre el riesgo que conlleva la vacunación por parte de sectores de la sociedad que, debido a su formación académica, deberían tener una mayor responsabilidad a la hora de transmitir opiniones —además amplificado por los medios concentrados de comunicación—, han llegado incluso a entorpecer la logística de vacunación en distintos países del mundo. La vacunación voluntaria pone en el escenario a la opinión pública como un elemento central en la salud pública. La vacuna protege al individuo pero también a su entorno. Por lo tanto, la desconfianza social puede producir un retraso en la urgente necesidad de vacunación. Esto, lamentablemente, se ve materializado en la mayor pérdida de vidas diarias.

Es preciso una vez más ponerse a la altura de la historia y colaborar en una causa que, de salir mal, no impactaría solamente sobre el partido gobernante sino que dañaría la imagen y confianza hacia el Estado Nacional y los Estados provinciales. La inmunidad inducida por la vacunación es un proceso que requiere un alto porcentaje de la población vacunada.

 

 

 

Edward Jenner aplica la primera vacuna contra la viruela. Retrato de Ernst Board, 1796.

 

 

 

Aun así, existen dos efectos de la campaña sobre los indicadores sanitarios: por un lado, la disminución de la velocidad de propagación de la enfermedad, debido a que cada vez menos personas están expuestas a contagiarse y transmitir el virus; por otro, la disminución en la cantidad de muertes y la eficiencia de esto último dependerá de la población objetivo que se vacune. Aquellos con más exposición y/o riesgo a tener cuadros graves deben ser vacunados primero. En este sentido son particularmente alarmantes las campañas antivacunas orientadas a las poblaciones de riesgo. Cuando la manipulación y el engaño se convierten en una herramienta política que puede derivar en la muerte de las víctimas, debe ser considerada como una violación hacia los Derechos Humanos. Sobre todo si se demuestra intencionalidad en la maniobra, hechos de los que deberán responder llegado el momento.

Por otra parte, el riesgo de contraer la enfermedad puede analizarse desde una perspectiva individual y también desde una mirada colectiva. Tal como mencionamos en artículos previos, las poblaciones vulnerables poseen una menor capacidad de tomar las medidas que evitan el contagio y esto deriva en mayor cantidad de muertes. Es así como las poblaciones vulneradas, de barrios populares, de viviendas precarias, de cárceles y las personas que viven en instituciones de salud mental, se convierten en individuos de mayor vulnerabilidad y por lo tanto deberían requerir una prioridad específica.

Creemos, desde la IRDH, que nos encontramos nuevamente frente a una oportunidad histórica de demostrar que nuestro país posee un compromiso con la Vida y los Derechos Humanos. Nos encontramos en un punto de bifurcación, en el cual tomar la decisión de politizar una herramienta que salva vidas, como la vacuna, implica llevar los niveles de conflictividad a una escala mayor, poniendo la vida de la población en juego. Creemos y confiamos en la madurez de todos los actores políticos para construir una democracia sana.

 

 

 

 

 

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